Partida Rol por web

La guía de Aedrel te condujo a la zona de descanso, un espacio repleto de sillones, plantas y pantallas en la que distintos miembros del Celaeno parecían disfrutar. Apreciaste una barra de servicio sin camarero, pero pudiste ver como alguien que estaba pidiendo enseguida era atendido por un brazo robótico preparando un combinado con bastante habilidad.

No reconocías a nadie de los presentes, cuando te disponías a ponerte cómodo para pedir en la barra. Alguien se te adelantó.

¡Eh, Edi! Lo de siempre. reclamó la piloto que conocisteis antes de entrevistaros con Järvinen. En respuesta el brazo mecánico se internó tras la barra para salir con un vaso con un líquido naranja, sirvió a Tamaya que se recostó mirándote con cierta socarronería.

¿Cómo lo llevas, novato? ¿Has hablado con el jefe? preguntó sin manías mientras echaba un breve trago de su vaso. ¿Qué te ha parecido?

El observador permaneció inmóvil contemplando a las tiradoras sin inmutarse, solo cuando Jack y Allan se acercaron, cada uno con sus intenciones, reaccionó con un movimiento tranquilo. Era un tipo enorme, con apreciables implantes en los brazos y parte del cuello, una enorme gabardina escondía su cuerpo pero la naturaleza de sus extremidades no pasaban desapercibidas. Las tiradoras siguieron haciendo prácticas, la morena con una pistola y la pelirroja con un rifle de asalto.

Señor Wong, un placer verlo de nuevo. saludó con una voz profunda y agradable, cuando este se alejó se dirigió a Allan. Creo que no tenemos el placer, caballero. Mi nombre es Voski Barsamian, agente del Departamento de Seguridad Federal, pero aquí podéis llamarme como gustéis. 

El aumentado imponía un respeto enorme, tanto por su tamaño como sus formas. Bien era sabido que aquellos que abusaban de los implantes solían tener graves desequilibrios, pero si Barsamian los tenía no los reflejaba por ningún lado. En la distancia también asintió a Samuel Thorn, que se había quedado en el umbral de la zona de entrenamiento.

El científico sonrió ante tu entusiasmo, te terminó de acompañar por las distintas secciones de los laboratorios hasta la entrada de los mismos.

Oh.. no creo que os colarais antes para trabajar aquí. pensó con una sonrisa de bonachón. Hagamos algo, termine de hacerle una visita al Celaeno y vuelva aquí. Algo encontraremos para usted. le guiñó el ojo como quien prepara una travesura.

Este lugar va a ser su casa los próximos meses, nunca está de más conocer a los vecinos. comentó mientras te acompañaba un poco más allá de los laboratorios. Ingeniería tiene buenos investigadores, en general ellos suelen hacer realidad muchas de las cosas que imaginamos. Y reparan nuestros estropicios. añadió con tono socarrón. La Dra. Oshiro y el Dr. Bryson son los mejores en sus campos, si tan interesado está Aedrel, él realiza el mantenimiento de nuestra amiga.

Extiendo mi mano mano y una buena sonrisa a aquel hombre.

-Señor Barsamian- Digo estiendo mi mano y mi sonrisa a aquel hombre - Es un gusto conocerlo. Mi Nombre es Allan. Allan Grant. ¿Es usted el instructor?

Sam percibió el gesto de Barsamian como una invitación a acercarse. Lo que menos le apetecía en este momento era entrenamiento. Compartir esa segunda copa con Alexander le habría parecido mucho más gratificante, pero le pareció una descortesía ignorar el gesto así que se acercó.

-Es un placer, le llamaré Voski si le aprece bien y usted a cambio podrá llamarme Sam-Sam ofreció la mano amistosamente al imponente soldado temiendo que al aceptarla se la destrozase-. 

Aunque su gesto era sincero y cortés, Sam quería ver la importancia que tenía en Celanero la instrucción militar. Si se trataba de un régimen militar severo donde la gente se saludaba llevándose la mano a la sien o si por contra, el soldado aceptaba su mano, lo que querría decir que este tipo de cuestiones se llevaban de un modo más informal.

El gigante negó con la cabeza con suavidad, aquel tipo transmitía tranquilidad absoluta.

Oh.. no, señor Grant. dijo mientras ahora sonreía levemente a Samuel y asentía a modo de saludo más cercano. Sam.

El sonido de los disparos era algo ensordecedor, así que vuestro anfitrión decidió dar unos pasos alejándose de la línea de tiro para hablar con mayor tranquilidad.

Soy el compañero de la agente Durhan, únicamente la acompaño. hizo un leve gesto hacia la morena. Normalmente viene ella a practicar junto a la cabo Morgenstern, ambas tienes algo así como.. un pique amistoso. dijo con una sonrisa algo divertida. Sino recuerdo mal, será el sargento Ioannidis quien se encargará de su formación, supongo que ahora está de patrulla fuera.

Barsamian tenía todo el aspecto de un matón de la mafia, pero desde luego no transmitía esa sensación. O era muy bueno disimulando emociones, o realmente era el tipo tranquilo que se presentaba.

¿Quieren probar? hizo un ademán hacia un expositor con algunas armas detrás de un cristal blindado, luego bajó la voz en aire confidente. Aunque les advierto, nuestras dos tiradoras son bastante competitivas.

Tras eso soltó una risa afable, cargada de simpatía.

Sonrío con afabilidad a aquel hombre.

-Bueno, no estaría mal. No soy bueno manejando armas, pero algo recuerdo de ello.

Cuando la IA se despide sonrío antes de decir:

- ¡Hasta luego, Nora! - Mientras le hago un gesto con la cabeza.

Al pasar y saludar al observador, este me responde por lo que me giro y sonrío levemente antes de decir: 

- Agente Barsamian. - Mientras hago una inclinación para saludar de una forma más formal. - Siempre es un placer volver a encontrarse con usted, especialmente en mejores circunstancias que la última vez, lo lamento, no pretendía distraerlo de sus quehaceres. Ya saludaré a la agente Durham cuando termine.

Me inclino nuevamente para despedirme y continúo con mi idea de hacer uno ejercicios de calistenia, pera entrar en calor, antes de pasar a hacer algunos ejercicios sencillos de artes marciales.

-Bueno, yo me animo a probar. No estará de más para matar un poco el tiempo-accede Sam sonriendo-A ver qué tenéis por aquí.

Sam se acerta a la zona de tiro buscando algún expositor de armas o algo así donde podrían estar las armas de entrenamiento para echarles un vistazo.

Miro su bebida y no veo intercambio de dinero, con lo cual tengo que asumir que es gratis o que tenemos una especie de crédito. Las dos cosas me gustan. Las tres cosas si sumo a la piloto.

-Edi-llamo al brazo robot- ponme el mismo brebaje naranja, pero la versión doble por favor, ha sido un día duro-. Espero no abrasarme la garganta.

Después contesto a la chica.

- Si te soy sincero, demasiado que asimilar, tengo algunas lagunas, ¡seguro que Edi y yo eramos grandes amigos!-bromeo con el barman sonriendo, luego le tiendo una mano a la piloto- Alexander... creo- otra sonrisa para romper el hielo.

-Claro, acabaré de ver todo... Pero espero volver pronto al laboratorio y que no se demore mi incorporación- asiento ante sus palabras. No es que la ingeniería me entusiasmara, pero sí saber más sobre Aedrel. Me causaba una curiosidad enorme que se desenvolviera  así, a mi parecer debía imitar a alguien específico, porque los detalles y las filigranas que parecían esconderse tras su comportamiento me eran imposibles de hacer de cero.

Sin despedirme del doctor Wyatt, pues no veía necesidad de ello, a partir de ahora nos veríamos casi a diario, sigo a Aedrel. Escucho atenta a sus indicaciones y espero que me guíe hacia los ingenieros.

Barsamian asintió cordial una vez más al saludo de Jack, luego volvió a prestar atención a Samuel y a Allan. Les acompañó al expositor.

Por favor. hizo un gesto para invitaros a caminar delante de él hacia el expositor. El enorme agente caminaba con las manos a la espalda, con paso lento que recordaba a un parsimonioso paquidermo, mientras tanto las dos tiradoras seguían enfrascadas en duelo particular.

Las armas que había expuestas estaban dentro del armamento del ejército federal, todas de la empresa Techcombat. Encontrasteis la pistola pesada P25, el rifle F100 y el rifle francotirador S201, todos ellos disponibles para tomar.

Aedrel reconocerá su ID para activar esas armas en el campo de tiro, también os mostrará dianas con distintas dificultades.

Al ver lo que pedías, Tamaya sonrió burlona mientras el brazo mecánico empezaba a servirte.

Espero que puedas con eso campeón. dijo divertida mientras se acomodaba en la barra. Es normal eso, novato. El jefe es un tanto paranoico, ¿sabes? Aunque he de admitir que me sorprendes tú y tus amigos, no sois lo que uno llamaría.. profesionales del medio, ¿eh?

Cuando echaste un trago temiendo lo peor, lo encontraste muy concentrado en tu cuello. Un sabor no demasiado habitual en tu garganta, pero familiar. Tenía un sabor dulce, con toques ácidos agradables. Era zumo de naranja.

Debéis haber despertado el interés del jefe por algo. Pero eh.. yo solo soy la mejor piloto de la Federación, nadie especial como vosotros. te guiñó el ojo con gesto burlón mientras contemplaba tu reacción. Si quieres a alguien que trastee en tu sesera, para ver que huecos hay.. quizá la doctora Inoue te pueda ayudar. Todos hemos pasado por lo mismo, al principio es duro, pero.. te acostumbras. se encogió de hombros restando importancia al asunto, te daba la sensación que para ella todo carecía de real importancia.

Mientras caminabas por los pasillos del Celaeno, Aedrel te iba explicando detalles de la base que navegaban entre lo interesante y lo anodino. Ella parecía darse cuenta, dándote conversación hacia cotas que captaran tu atención, como si te fuera tanteando.

¿Os gusta la música, doctora LeCompte? preguntó en una de esas. La música que suena en el Celaeno la elegí yo misma, creo que es.. adecuada. Es una compositora de principios del siglo XXI, Emily Howell. Fue una revolución musical en su época.

La base no era muy grande, perfilada para ser funcional y accesible. Te fuiste cruzando con distintos miembros de la base, todos ellos iban enfrascados en sus asuntos, y algunos de ellos tenían tiempo de saludarte con asentimientos. No se te escapaba que todo aquello era un gigantesco laboratorio, limpio y aséptico por todos lados, desde luego se esmeraban para que todo fuera milimétricamente perfecto.

El arma se siente extraña bajo mis manos, e intento apuntar al blanco. Ella me había dicho como disparar, y alguna vez lo hice, pero de aquello había tanto tiempo que lo más probable es que disparara a las dianas de otros que a las mías. Tomo el rifle y me preparo para hacer mi prueba. Observar, disparar, respirar.Primer disparo y destruí la diana. Segundo disparo y apenas y la he rozado. Tercer disparo... y el proyectil se disipa en la lejanía del fondo de una esquina sin saber exactamente donde. Con el brazo ligeramente adolorido me retiro del cubículo de tiro.

Caminaba por aquellos pasillos mirando todo y comprendiendo aún menos por qué "mis compañeros" ponían tantas pegas de su presencia en este lugar. Sin duda no eran merecedores de un premio así, por muy competentes que pudieran ser en sus campos. ¿Quién no ha soñado nunca con su trabajo ideal? Este lugar sin duda lo ofrecía, daba las posibilidades de expandir nuestras fronteras y explotar nuestras capacidades.

-Me temo que no soy muy entendida de música, pero lo que suena es agradable...- contesto a Aedrel, saludando de forma torpe con la mano a quien me saluda. -¿Hay algún tipo de actividad programada para mí hoy o solo se me va a enseñar el lugar?

Ninguna en especial, doctora LeCompte. Tiene el resto del día libre, mañana empezará su instrucción con el sargento Ioannidis en el campo de entrenamiento. hizo una sutil pausa mientras parecía bajar el tono de voz, en plan confidente. Creo que el sargento se hará cargo de sus circunstancias, no creo que le exija más que saber manejar lo básico.

El paseo te llevó hacia ingeniería, del interior se podía escuchar el bramar de las máquinas y algunos mecánicos que entraban y salían de este. Una pequeña nube de operarios salió nada más llegar tu, te envolvieron y pasaron de largo como si hubiera pasado el turno. Cuando estos te dejaron, notaste algo, algo que arrugaste enseguida al apretar. Era una nota doblada varias veces que alguien había dejado en tu mano.

Avisaré a la Dra. Oshiro de que está en la puerta y venga a recibirla.

Al intentar leer la nota, hay algo escrito a mano una caligrafía apresurada con una pregunta: ¿Realmente eres quién te han dicho que has sido siempre?

Al poco apareció una mujer bajita con mono de trabajo, enteramente preñada de suciedad y aceite de motor. No tenía la pinta de ser nadie importante, pero se dirigió a ti rápida como una centella y una sonrisa amplia. Fue directa a ofrecerte la mano, pero bajó esta al ver que su mano estaba bastante negra.

¡Doctora LeCompte! Un placer. se inclinó exageradamente frente a ti. Bienvenida a ingeniería, soy la jefa Aiko Oshiro, sé que quizá no es lo que más le apasiona, pero si usted lo imagina, nosotros lo construimos. dijo con un convencimiento de eslogan promocional. Voy.. algo sucia, disculpe que no le dé la mano, je..

Te invitó a pasar a sumergirte en aquel océano de aparataje, allí donde mirabas había cableado, herramientas y máquinas para propósitos inescrutables. Contrastaba con la pulcritud nívea del resto del Celaeno.

Venga, venga, le presentaré al Dr. Bryson. Está en su oficina. Por aquí, por aquí..

Samuel asintió sonriendo, indicando que aceptaba la invitación de Voski. Se acercó y eligió una de las armas. Una P25, similar a la que llevaba cuando estaba de servicio. La sopesó, comprobó el cargador, se puso los protectores en los oídos y se dirigió a la zona de tiro. Al igual que su compañero, hizo tres disparos, uno a cada diana y se volvió con el resto.

-Hoy no es mi día, desde luego. Los chicos malos estarían de suerte-.