Me encojo de hombros, demasiados misterios en mi vida ahora mismo, creo que si me tropiezo con uno más soy capaz de pedir que me metan en extasis y me despierten en 100 años. Guardo el papel en el bolsillo de mi pantalón blanco resplandeciente y me giro para saludar a los nueva compañía.
Levanto mi copa a modo de saludo. Y un leve cabeceo para la chica deferente, como buen caballero que soy.
-Pues sabes Samuel, estoy más perdido que al principio, así que como meta a corto plazo, he decidido beber zumo de naranja hasta que la lengua se me arrugue- el detalle que lleve vodka también, es irrelevante- además estoy con la mejor piloto de toda la ¿galaxia?- ya no me acuerdo cual era su título completo, sonrío inocentemente.
Sam chocó su copa con la de Alexander.
- El zumo de naranja lo dejo para el desayuno.
Luego se fijó en qué era "lo de siempre" para Nele. Sacó un billete con intención de pagar la ronda y de nuevo se sintió un poco estúpido. No sabía siquiera si el dinero tendría sentido allí.
- Iba a invitaros a esta ronda, pero la verdad es que no sé si aquí el dinero tiene sentido aquí. Cómo va la cosa, contadme. ¿Tenemos un sueldo?
Estoy concentrado en lo mio, explorar la zona para conocerla como la palma de mi mano, cuando la silueta de la IAL Aedrel aparece a mi lado.
- ¡Hola Nora! - Digo con una sonrisa que se ensancha al oír su pregunta. - Es muy simple, no me gustan los nombres que os ponen, IAL Aedriel, no tiene personalidad, es frío, aburrido... Por eso te llamo Nora, que es el nombre de una chica preciosa que conocí siendo niño, una chica que me ayudó en las calles de Frisco cuando lo necesité, se preocupaba por mi y me cuidaba cuando hacía falta, tú me recuerda a ella, por eso te llamo así. Es una manía.
Me encojo de hombros antes de continuar.
- Si te molesta, puedo llamarte Aedriel, pero prefiero seguir llamándote Nora, la verdad.
Mi idea es seguir con el paseo para conocer la instalación, salvo que se me requiera en otro sitio, pero por ahora me quedo en este cuarto, ya que estoy hablando con Nora.
-Iré a comer si es la hora- asiento y miro al doctor, su invitación es muy reveladora. Me sentía como nunca me había sentido, ni rodeada por mi familia. Aquí se me iba a valorar como lo que era y debía ser, no como una hija o una empleada, sino por mi mente brillante y su potencial... Y a mi alrededor solo científicos tan cualificados en sus campos y especiales como yo.
Sonrío, de verdad, francamente, como nunca hice. -Me gustará visitarle siempre que tenga ocasión, doctor. Para charlar y resolver cualquier duda que me surja.
Mis disculpas por la brevedad de los posts, no me siento especialmente inspirada con la pobre Juliette ^^"
Niego con la cabeza y pongo los ojos en blanco, una vez brindo con mi compañero.
-Por dios Samuel, eres tan práctico que a veces me das miedo- me encojo de hombros- yo pido bebidas y mi amigo robótico de las pone, ¿porque eres tan tikismikis?
Dejo la respuesta en el aire, y miro a la piloto a ver si sabe algo al respecto.
Con un gesto pido al robot que me sirva lo mismo que a la cabo Nele, y me mantengo al margen, cavilando sobre el Caledano y la nueva situación en la que estamos. La situación aún no me parece tan clara y necesito saber de los demás. Doy un par de tragos a mi bebida, y observo a mis compañeros.
-Solo me gusta saber...-.
Sam intentó contestar al injustificado exabrupto de Alexander, pero comprendió que con alguna gente no merecía la pena perder el tiempo.
-Da igual. La pregunta no era para ti.
Aedrel giró la cabeza pensativa, pareció dar la sensación que no comprendía tus palabras por la inexpresión de su rostro. Pero finalmente sonrió levemente, asintió complacida mientras respondía.
Era curiosidad por saber, señor Wong. dijo manteniendo el paso a tu lado. No tengo inconveniente en que me llame.. Nora. Si es especial para usted, trataré de estar a la altura de esa amiga. pareció añadir especial énfasis en eso último, a modo cumplidor.
Aedrel es el nombre que me dio el Dr. Bryson, me dijo que era un nombre especial. El nombre que le daba su hija a la luna. dijo algo inspirada. Los doctores Szala y Järvinen son menos.. inclinados a los sentimentalismos. apuntó no sin cierta ironía.
Pasasteis el resto del día conociendo la base en la que ibais a vivir durante mucho tiempo, por la tarde no ocurrieron acontecimientos especialmente remarcables. Algunos con la ansiedad de empezar, otros más cautos y, algunos, directamente escépticos. Todas vuestras dudas fueron siendo atendidas por el personal del Celaeno o de la propia Aedrel, que aparecía siempre solícita para responder vuestras preguntas.
Al anochecer, cada uno de vosotros durmió en las habitaciones donde habíais despertado. No se os obligó a acostaros, pero el anuncio de que el sargento Ioannidis os reclamaría temprano quizá os disuadió de irse a dormir excesivamente tarde. La base parecía funcionar las veinticuatro horas al día, con turnos para las distintas franjas horarias.
A pesar de ello, dentro de vuestras habitaciones gozabais de un aislamiento completo, nada del exterior penetraba en vuestros santuarios. Solo Aedrel permanecía activa para atenderos, y esta mantenía el silencio habitual salvo que se la reclamara.
Para poder ir avanzando en la historia, cerraré el capítulo aquí (creo que ya habéis tenido oportunidad para haceros un poco con la idiosincrasia del lugar). La partida continúa en su segundo capítulo, pero este permanecerá abierto para que podáis rolear asuntos que queráis (sea entre vosotros, sea con otros PNJs).
Los acontecimientos que puedan darse serán entre el mediodía y el irse a acostar, no estáis obligados a ello si no lo queréis ;)