Partida Rol por web

Presiono mi cuerpo hasta sentir el trabajo. Debo dar todo de de mi. Todo. Se los debo. Casi al borde del agotamiento, me limpió el sudor y avanzo un poco pesado tras mis compañeros. Clases teóricas. El punto perfecto para descansar, relajarse, y... No, debo mantener despierto, atento a todo, tomando notas. Observo y aprendo. Anoto.

Para mi sorpresa nos encontramos con la mujer que nos noqueó y que no me permitió tomar muestras del doctor Szala, como si fuera un delito o yo estuviera loca. Ella se acuerda de nosotros, no podía ser de otra forma. Yo tampoco me olvidaba de sus formas para mí incorrectas, por lo que me muestro más seria que de costumbre y simplemente asiento como saludo. No era tanto como un placer volver a verla.

Pongo atención a la teoría, aquello solo era memorizar, no tenía más misterio. La práctica siempre era más complicada, y agotadora. En cuanto acabáramos pensaba irme directa a dormir, me sentía que todo mi cuerpo me pesaba, más que nunca.

Alexander ya duchado se siente mucho mejor, la clase de por la mañana ha estado bastante bien, es verdad que lleva en un despacho bastante tiempo, pero el ejercicio físico es como una amante a la que no llamas hace mucho, su reencuentro es fogoso y te deja destruído, pero aun así, después, te sientes bien.

Así que entra silbando en la zona de estudio y se sienta en uno de los pupitres de atrás, así lo hace siempre, ya sea un transporte público o en una sala abarrotada, simplemente le molesta gente detrás, le pone nervioso. Busca sin éxito algunos cuadernos debajo de la mesa, coloca los pies encima de la mesa en una esquina y los brazos cruzados detrás de la cabeza.

Sonreía pero estaba molido.

La militar dirigió un gesto de asentimiento a Jack.

No son militares, señor Wong, aunque van a ser preparados por nosotros. respondió con neutralidad. No están sujetos al régimen castrense, por lo que siéntase libre de saludarme como mejor guste. no le hizo falta añadir que la educación estaba incluida en el trato.

La tarde pasó con cierta pesadez para aquellos que poco gustaban de la teórica, aunque la teniente hacía amenas las explicaciones no dejaba de ser un compendio de reglas de actuación, inserción y los códigos de protocolo para las operaciones. Hizo especial reseña del carácter secreto de las operaciones del Celaeno, que si eran interpelados se les consideraría personal mercenario de la corporación TechCombat con todos los papeles en regla.

Los meses de formación transcurrieron sin alborotos, Ioannidis y Danchev se esmeraron en vuestra formación, al término del período parecíais estar preparados.

Esa tarde, cuando debíais reuniros con la teniente había otras personas presentes en el aula de formación. La primera un hombre veterano, de rostro severo y mirada inescrutable, llevaba un uniforme con los galones de capitán, aguardaba marcial vuestra llegada. Junto a él había otro más joven, con el rango de cabo, que estaba preparando el trasteando con un omnipad, y el tercero era el inefable sargento Ioannidis.

Saludos a todos, caballeros, dama. Por favor, sentaos. Soy el capitán Kennard Alexandersen, oficial al mando del escuadrón Escorpión. La teniente Danchev y el sargento Ioannidis me han comunicado que han superado con éxito las formaciones planteadas, están listos para salir ahí fuera. explicó mientras pasaba su mirada de uno a otro. Cosa por la que estamos hoy aquí.

El entrenamiento fue duro y aunque disfruté con los pormenores técnicos, la práctica fue un absoluto infierno. Debía haber formas menos duras para poner en práctica todos los protocolos enseñados por la teniente, que distaran de lo que el sargento nos machaba. Los meses se me hicieron largos como ellos solos, pero al parecer ya se acababa ese infierno... O se acabaría pronto, eso esperaba.

Miré con curiosidad a los hombres que había en el aula con la teniente, los estudié y tanteé antes de tomar asiento en mi lugar. Puede que las normas de cordialidad me obligaran a saludarles, pero hacía tiempo que no me movía por esas normas y ahora la comezón de saber por qué estaban aquí era mayor que el recuerdo de las normas básicas de comportamiento.

Sam miró a aquel tipo de aspecto imponente. Su presentación pulcra y marcial no hacía sino señalar obviedades. Si estaban allí era porque habían pasado las pruebas. Ellos lo sabían, él lo sabía...

Se sentó en la primera silla que encontró libre, sacó un bolígrafo del bolsillo y se puso a juguetear con él mientras esperaba a que Alexandersen siguiera hablando. Lo cierto es que no sabía si esperaba alguna réplica así que ante la duda, prefirió no decir nada. 

Tras un período de formación largo y difícil de superar en el que no he destacado en ninguna de las materias, especialmente en las de combate, y donde he llevado algo mejor la parte teórica que la práctica.

Llegamos al final y parece que tendremos una graduación práctica en breve.Parece que nos vamos a preparar para una excursión real, en esta ocasión. El oficial que nos ha reunido para dar la charla en la reunión táctica previa a la misión parece ser justo mi antónimo en estos momentos, grande, alto, fuerte, muy seguro de si mismo y competente.