Partida Rol por web

La base os había recibido con el mismo tempo con el que habíais despertado la mañana anterior, la suave música del complejo sonaba alentadora para brindaros un buen despertar. Dentro de vuestra habitación teníais todo lo necesario para el día: tanto un desayuno a través del dispensador como ropa en el armario.

Cada uno a su ritmo se dirigió a la sala de entrenamiento donde el sargento que os iba a formar aguardaba cuadrado en posición militar. 

Cuando ibas a salir de tu estancia, te fijaste que en el suelo había una nota de papel arrugada, un elemento inusual en la pulcra decoración de la habitación.

En ella había escrito:

¿Realmente eres quién te han dicho que has sido siempre?

No había más, pero desde luego era extraordinario que esa nota hubiera cruzado la puerta de tu habitación cuando, tras una comprobación, no tenía hueco por debajo de la puerta.

Cuando ibas a salir de tu estancia, te fijaste que en el suelo había una nota de papel arrugada, un elemento inusual en la pulcra decoración de la habitación.

En ella había escrito:

¿Realmente eres quién te han dicho que has sido siempre?

No había más, pero desde luego era extraordinario que esa nota hubiera cruzado la puerta de tu habitación cuando, tras una comprobación, no tenía hueco por debajo de la puerta.

La sala de entrenamiento presentaba un enorme circuito de obstáculos, un campo de tiro y la presencia de un tipo, de aspecto áspero, que seguramente era el sargento Ioannidis. A medida que llegabais os iba recibiendo con aire marcial, incluso pudisteis apreciar cierta cara de desagrado al ver a alguno de vosotros, pero aquella actitud no se reflejaba en sus palabras.

Bienvenidos, señores y señora. Soy el sargento Nikodemos Ioannidis del Escuadrón Escorpión, me han asignado la tarea de prepararles con los rudimentos necesarios para realizar operaciones de campo. Es decir, entrenamiento físico, uso de armas y conocimiento de tácticas. explicó asertivo, sin cambiar de actitud en ningún momento. Por la tarde, recibirán preparación teórica para que conozcan todos los dispositivos que estarán al alcance durante las operaciones. Entiendo que algunos de ustedes pueden estar familiarizados con estos aspectos, pero eso no será excusa para saltarse ninguna clase. Esta preparación durará tres meses. ¿Alguna pregunta?

Entro tranquilamente en la sala de entrenamiento, con las manos en los bolsillos y silbando por lo bajo una vieja canción que se me ha quedado grabada en la cabeza por algún motivo, aunque no tengo muy claro de donde ha salido.

Sonrío al sargento cuando este me mira enarcando una ceja y me coloco con aire totalmente informal en el sitio que me indica con un gesto. Tanto mi postura como mi actitud no pueden ser menos marciales.

Cuando termina su discurso lo miro con algo de curiosidad y abro la boca para decir algo pero finalmente la cierro mientras me encojo de hombros visiblemente y miro a los demás.

Parpadeo al leer la nota, y una lagrima corre ligeramente por una de mis mejillas (casi imperceptiblemente). Recuerdo de una pelea pasada, de "ella" evidenciando lo que yo ya sabía, lo que yo nunca me había atrevido a manifestar. Tras ello, había cambiado el ritmo de mi vida. Mi familia es una cosa, mis antepasados fueron otras personas, con otros intereses; el futuro que quiero (o que quise) con ella es distinto. Yo, no soy ellos. Soy... ¿Quién o que soy?.

Con mis manos enguantadas, para protegerlas del frío (o de la abrasión) guardo la nota entre mis cosas. Debo continuar con mi rutina (mi nueva rutina).

Solicito la información sobre los supervivientes del accidente, esperando que mis amigos y "seres queridos" de abordo se encuentren bien.

Era agradable el modo de vida en el Celaeno, todo pulcro, puntual… Me iba a acostumbrar rápido a ello, aunque no tanto a lo que dice el sargento. Entrenamiento físico… Aunque ya nos habían advertido que era algo por lo que debíamos pasar, no me agradaba en absoluto. Y aunque el instructor es un ejemplar atractivo, desde ese momento comienza a crecer en mi interior cierta inquina hacia él, no iba a ser fácil que nos lleváramos bien y más si nos iba a enseñar algo que me desagradaba en gran manera.

Habla de que tendremos también una preparación teórica, que me agrada mucho más. Sin duda para mí las mañanas iban a ser un infierno. –Ninguna pregunta- digo en tono átono.

Entro junto con el grupo en el recinto de entrenamiento, no puedo evitar mirar todo, curioseando aquí y allá. Parece que vamos a tener que sudar un poco, pero está bien, si es que vamos a entrar en combate. Esta es nuestra nueva vida y antes que me vuelva loco pensando en lo que he dejado atrás, me adapto lo más rápido posible. Hay que correr, pues vamos allá.

Levanto la manita despacio.

-Sargento, err, señor, err, instructor..- no doy con el término apropiado así que lo dejo estar- tres meses de instrucción por las mañanas con usted, y por las tardes ¿con?- tampoco es que importara pero la información siempre parece que da impresión de control sobre el futuro.

Asimilo el comportamiento y la forma de hablar de mis compañeros mientras pienso:

- Yo no soy militar, ni parecido, y ya he entrado provocando un poco, pero me da a mi que esta no es la forma correcta de hablar a un militar, menos aún a un sargento instructor. Me da que no va a ser divertido, pero bueno, al menos va a ser interesante, muy interesante... ¿como era lo de la maldición...?

Sam cogió la nota y la miró con detenimiento. Se sonrió y contestó para sí mismo. "Lo cierto es que no, ya he tenido dos identidades en esta vida. Esta es la tercera".

Bromas a parte, no había dejado de hacerse esa pregunta desde que llegaron allí. El episodio de amnesia sobre la forma en que había entrado a tomar parte en este proyecto le hizo saltar todas las alarmas. Pero Sam era un tipo bastante práctico. Desde el shock inicial, que había sido fuerte, se había propuesto llevar esta situación con toda la calma posible. Guardó la nota. Ni siquiera podía estar seguro de que existiera tal nota. Si como le habían advertido, podrían tener alucionaciones, quizá esta fuera una de ellas. 

Se aseó y se cambió la ropa y salió al pasillo con el desayuno a medio acabar y se dirigió a la sala de entrenamiento.

Sam entró en la sala de entrenamiento. Fue el último en llegar, justo en el momento en el que Nikodemos iba a empezar su presentación. A pesar de que se pudiese percibir como falta de educación, decidió no decir nada para no interrumpirle. Se limitó a tomar lugar en la sala saludando con un gesto a los presentes.

-¿El entrenamiento será para todos el mismo?-preguntó cuando Nikodemos terminó su presentación-.

Cuando solicitas información acerca del estado de tus conocidos, Aedrel te envía un mensaje de texto a tu omnipad.

Creí que es más adecuado que lo lea, señor Grant. dijo con un tono apesadumbrado.

La lista contenía los nombres de personas con las que podías tener relación, cotejado por la IL.

Hanna Frida Agnarsson: Estado: Viva, traumatismo leve. Recuperación en el Hospital General de Triunfo, en La Comunidad.

Molly Marie Mittones: Estado: Viva, traumatismo grave. Recuperación en el Hospital General de Triunfo, en La Comunidad.

Tomas Ulrich Hitchcok: Estado: Desaparecido. Probablemente muerto al estallar la última ubicación en la que se encontraba en la nave.

El militar no pareció verse molesto por el comportamiento poco marcial que mostrabais, casi parecía esperar tal reacción general. Su mirada paseó encima de cada uno de vosotros antes de empezar a responder las dudas.

Por las tardes serán formados por la teniente Danchev, tendrán clase con ella a las 17:00 horas. explicó con paciencia, a pesar de tener el aspecto poco predispuesto precisamente a eso. Hasta las 13:00 horas seréis míos, me importa una mierda si sois aplicados o no, si os gusta o no, o si os marcáis un récord mundial en las pruebas..

Justo al instante que terminaba de decir aquello, tuviste un instante de fugaz interrupción. En el parpadeo de un segundo te desorientaste, tu oído se ausentó de tu alrededor solo para oír una voz vagamente familiar que decía:

Oh.. pero es que sois mucho más. Sin límites.. pretoriano.

Y esa voz, y esa sensación, marcharon tal y como habían llegado. La voz del sargento continuaba, pero no habías perdido el hilo de su discurso.

Justo al instante que terminaba de decir aquello, tuviste un instante de fugaz interrupción. En el parpadeo de un segundo te desorientaste, tu oído se ausentó de tu alrededor solo para oír una voz vagamente familiar que decía:

Oh.. pero es que sois mucho más. Sin límites.. pretoriano.

Y esa voz, y esa sensación, marcharon tal y como habían llegado. La voz del sargento continuaba, pero no habías perdido el hilo de su discurso.

Justo al instante que terminaba de decir aquello, tuviste un instante de fugaz interrupción. En el parpadeo de un segundo te desorientaste, tu oído se ausentó de tu alrededor solo para oír una voz vagamente familiar que decía:

Oh.. pero es que sois mucho más. Sin límites.. pretoriano.

Y esa voz, y esa sensación, marcharon tal y como habían llegado. La voz del sargento continuaba, pero no habíais perdido el hilo de su discurso.

Justo al instante que terminaba de decir aquello, tuviste un instante de fugaz interrupción. En el parpadeo de un segundo te desorientaste, tu oído se ausentó de tu alrededor solo para oír una voz vagamente familiar que decía:

Oh.. pero es que sois mucho más. Sin límites.. pretoriano.

Y esa voz, y esa sensación, marcharon tal y como habían llegado. La voz del sargento continuaba, pero no habías perdido el hilo de su discurso.

Justo al instante que terminaba de decir aquello, tuviste un instante de fugaz interrupción. En el parpadeo de un segundo te desorientaste, tu oído se ausentó de tu alrededor solo para oír una voz vagamente familiar que decía:

Oh.. pero es que sois mucho más. Sin límites.. pretoriano.

Y esa voz, y esa sensación, marcharon tal y como habían llegado. La voz del sargento continuaba, pero no habías perdido el hilo de su discurso.

.., pero lo que os enseñaré os puede salvar la vida el día de mañana. Por lo que a mi respecta, es cosa vuestra, pero si percibo insubordinación de algún tipo.. no tendré problemas en pedirle a la teniente que paséis la tarde conmigo para recuperar el tiempo perdido. terminó con severidad, pero sin alzar la voz. Curiosamente su mirada se posó sobre Alexander, una mirada que bien parecía indicar cierta inquina hacia él.

Será entrenamiento físico básico, así como uso de armas. Entiendo que algunos de ustedes nunca han recibido adiestramiento de estas características, serán preparados para que no echen los higadillos a las primeras de cambio, no para ser un comando militar. pausó para aplicar una sonrisa ciertamente socarrona. Para eso estaremos los del escuadrón Escorpión.