Partida Rol por web

El gigantón de Barsamian sonrió comprensivo ante la falta de puntería de los presentes. Se acercó a ambos, y con tono afable comentó.

Un buen agente no es mejor por disparar con mejor puntería, señor Thorn. Sino porque manejar la situación antes de que eso ocurra. quizá pudo sonar paternalista, pero el tono de Barsamian era indudablemente sincero.

A su lado las tiradoras cesaron sus prácticas, cruzaron miradas desafiantes al ver que ambas habían empatado en su competición.

Con un suspiro relajado, Barsamian asintió a las dos féminas presentando a los dos tiradores de poca puntería.

Laura, cabo Morgerstern.. les presento a los señores Grant y Thorn.

La morena sonrió con cinismo asintiendo.

Bienvenidos.. los tres. miró por encima hacia Jack. El agente Barsamian tiene razón, pero un poco de puntería no iria mal. Hay tipos que jamás negocian. añadió a la reflexión de su compañero. En su pecho se podía apreciar el emblema del DSF.

Con un talante más contenido y marcial, la cabo saludó militarmente. No dijo nada respecto a la contribución de Laura, salvo..

Estoy segura de que el sargento Ioannidis los preparará bien. luego hizo el gesto de presentarse adecuadamente. Cabo Nele Morgerstern, bienvenidos al Celaeno.

-Ese era mi trabajo antes de llegar a Celanero, Voski-contestó Sam al soldado-Y tengo que decir que pocas veces me he visto obligado a desenfundar un arma y en menos ocasiones aún el hacerlo me ha sido de utilidad. Pero eso no quita que lo haya hecho de pena.

Mientras hablaba observaba la serie de disparos de las dos mujeres que seguían tirando. Era obvio que lo hacían mejor que Allan y él. 

-Samuel Thorn-contestó cuando Barsamian hizo las presentanciones-y sí, es cierto que no vendría mal mejorar ese tiro. Habrá que trabajarlo.¿Ioannidis? No hemos tenido tiempo de conocerlo todavía, ¿qué tal es?

Miro con una sonrisa de medio lado el vaso de zumo de naranja. Aguanto la risa y pido otra pero si le pone un poco de Vodka mejor que mejor.

- Esa es mi mejor cualidad, no parecer que soy un super asesino- miro el vaso vacío- que bebe zumo de naranja- le guiño un ojo- Sin embargo tu si que pareces buena en lo que haces, el si bebes no pilotes y todo eso.- le piropeo descaradamente, finalmente suspiro y tomo mi nueva copa- te haré caso y hablaré con la doctora. Después- en clara referencia que prefiero quedarme con ella un rato más.

-No me has dicho tu nombre- me quejo haciendo falsos pucheros.

-Y por eso siempre es bueno detectar que ases tienen bajo la manga- digo con una sonrisa a la agente y a la cabo- O por lo menos estar adecuadamente alertas y preparados para la situación. Confío, en que seremos lo suficientemente aptos tras el entrenamiento.- Coloco una mano sobre el hombro de Samuel antes de proseguir -Al igual que el Jefe aquí presente, tampoco he tenido mucho la oportunidad de probar el uso de las armas, para ello siempre he confiado en los encargados de seguridad. Aunque buena falta me ha hecho. Saben.- digo observando directamente a la cabo. -Creo que se llevarían muy bien con una amiga.

La piloto sonrió divertida ante tu descubrimiento no alcohólico, mientras el brazo mecánico te servía ella respondía.

¿Estabas aún dormido cuando nos cruzamos? Je.. no te culpo. extendió la mano con firmeza. Tamaya Alfero, mejor piloto del Celaeno, pero puedes llamarme Tama estrechó tu mano con vigor, desde luego no parecía frágil.

Un superasesino mejorado, eso se ve a la legua. comentó burlona. Estoy segura que podrá enseñarle un par de cosas a Niko mañana. te guiñó el ojo siguiendo con la coña.

Eh.. ¿y a qué te dedicabas antes de esto? ¿Trabajabas para la mafia de Ganímedes? ¿Eras recaudador de impuestos? Eso suena para trabajo de superasesino. la mujer te miraba con curiosidad, muy atenta y con todos los rasgos de una persona hiperactiva.

Mientras charlabais entró en la cantina un pequeño enjambre de trabajadores, mecánicos por su indumentaria. Algunos saludaron a Tama, otros la ignoraron obstinadamente para diversión de esta. Sin muchas ceremonias se encararon a la barra y Edi empezó a atender sus pedidos.

Cuando abandonaron la barra, descubriste que había un bulto nuevo en el bolsillo de tu traje. Parecía una nota.

La pelirroja miró a Samuel y a Allan con peculiar curiosidad, su efigie militar poco dejaba translucir para ellos, pero lo suficiente como para mostrar una sinuosa sonrisa.

El sargento es un hombre.. difícil. Pero el mejor que he podido conocer. dijo convencida de lo que decía. Está claro que cuando termine con ustedes, tirarán mejor que antes. añadió mirando al estropicio de puntería del campo.

En cualquier caso, sobre el terreno contarán con el Comando Escorpión para las tareas duras. comentó orgullosa, quizá fue entonces cuando apreciasteis el emblema del escorpión en su hombrera. El mismo que se había repetido en los uniformes de algunos de los militares que visteis en la Plavalaguna.

Sumido en tu entrenamiento, y algo atento a la conversación de tus compañeros con los agentes y la cabo, notaste un ligero malestar en la cabeza.

Fue una pulsión fugaz, y tu ojo cibernético se apagó dejándote a oscuras una fracción de segundo. No era nada extraordinario, a veces tenía fallos puntuales y el ojo procedía a un autodiagnóstico y reparación si estaba al alcance de los nanitos del implante. Pero en las líneas de algoritmos habituales de diagnóstico apareció una línea nueva, una intrusa que te llamó irremediablemente la atención. En ella rezaba:

¿Realmente eres quién te han dicho que has sido siempre?

Como si esa línea de código jamás hubiera estado allí, desapareció engullida por la infinidad de datos del proceso de reinicio. Tu ojo volvía a funcionar con normalidad.

Mientras los demás siguen concentrados en las armas, hago un leve gesto hacia la agente Durham entre los movimientos habituales la kata cuando esta me mira, para saludarla. Aunque sigo imperturbable con mi entrenamiento frente al espejo.

Sin embargo en medio de una combinación de golpes rápidos me paro durante una décima de segundo para a continuación buscar una posición de equilibrio un poco más brusca de lo habitual. Tras este movimiento inesperado me quedo quieto durante unos instantes antes de volver a la posición de salida y retomar la serie de golpes rápidos desde el principio.

Si bien continúo con el ejercicio, para recuperar el tono muscular, ya no estoy tan concentrado como antes. El problema del ojo me preocupa, no es que sea la primera vez que me pasa pero me conozco las subrutinas de comprobación, tanto las rutinarias como las de emergencia y esa simple línea ha roto todos los esquemas. Los ojos cibernéticos deberían estár más aislados de las interferencias externas. Debo buscar información sobre problemas similares, aunque debo hacerlo de forma discreta, este no es el momento ni el lugar para demostrar debilidad.

-¿Así que un tipo difícil eh?-contesta Sam en tono jovial-Entonces va a ser divertido. Bien, bien. Y adivina quién está en el Comando Escorpión. Recuerdo haber visto a algunos de los vuestros allá en el Plagaveluna. Trajisteis de cabeza a mis chicos. 

Frunzo levemente el ceño, no veía razón para un entrenamiento físico. Estaba sana y mi cuerpo era operativo al 100%, no comprendía por qué debía aprender ciertas cosas. Donde fueras haz lo que vieras, y si era necesario no me iba a librar. -Instrucción...- mastico cada sílaba con desgana.

El tacto del papel en mi mano me extraña y aun más. Miro la nota con disimulo y me giro a mirar entre los mecánicos que salieron, ¿o fue alguien que entró? No puedo distinguir entre ninguno como el posible dueño de la nota. Por qué me escribiría nadie a mí si no me conocían, o eso pensaba. Mis dudas aumentan al leer el contenido. 

¿Soy quién me han dicho? No podría saberlo, hasta hace unas horas no sabía nada de esta base o de haberme suscrito a su tripulación... ¿Qué intentaban decirme? ¿Había más cosas en esta situación que desconocía?

Guardo la nota rápido y de forma nerviosa poco disimulada al ver a la doctora Oshiro. La confusión casi hace que se me pase por alto su suciedad y voy a estrecharle la mano cuando me la tiende. Por suerte ella la aparta antes, porque con el despiste hubiera acabado sucia y asquerosa... Más o menos como estaba ahora la doctora Oshiro. 

-Encantada también, doctora...- sonrío, de forma poco natural. -Claro, quiero conocer a todos- asiento cuando ofrece presentarme al doctor Bryson.

La mujer se detuvo frente una menuda oficina en uno de los rincones del laboratorio, comparada con el resto de la instalación era minúscula, pero imaginabas que aquel espacio solo se centraba en labores administrativas.

Al Dr. Bryson le gusta trabajar sin que nadie le moleste, entenderá que el ruido que hay aquí cuando trabajamos.. es verdaderamente infernal explicó haciendo un ademán a un mostrador con varias orejeras aislantes.

Aiko estuvo a punto de llamar, pero luego se volvió hacia ti como si hubiera olvidado algo.

Oh, doctora LeCompte. He decirle que el doctor tiene un oído excesivamente fino, procure no gritar o hacer ruidos fuertes. ¡No digo que usted hable fuerte, claro! añadió de inmediato creyendo haberte ofendido con la aclaración. La ingeniería inclinó la cabeza en un gesto de disculpa y llamó.

Chasqueo la lengua y pongo cara de perrito abandonado.

-Cierto, cierto, perdona Tama, estaba tan absorto que no cruzamos ni una palabra, tú puedes llamarme Alex- termino respondiendo a su saludo.

En cuanto a la pregunta de a que me dedicaba, estaba dispuesto a decir alguna especie de chiste ingenioso, pero tampoco quiero que nuestras impresiones iniciales sean todo bromas y tonterías. Además tampoco quiero alagar mucho el misterio, parece una buena chica y es un buen comienzo en mi nueva situación.

- Trabajaba como especialista de Armamento y robótica en Armotec, ¿te suena la armadura Hachiman?- le pregunto, ya por deformación profesional- Participé en su diseño.- noto algo en el bolsillo. Meto la mano y saco la nota- dame un segundo alguien me ha metido esto en el bolsillo.

Lo leo para los dos.

Después de que Aiko presionara al timbre, pasaron uno segundos de silencio. Sin que hubiera un intercambio de palabras, la puerta se abrió y la ingeniera te invitó a pasar.

La sala que sucedió al umbral rompió el contraste caótico del laboratorio, mientras que en el exterior los ruidos industriales gobernaban, en el interior del habitáculo era una catedral de silencio. A pesar de ello, apreciabas un finísimo sonido de fondo, un murmullo que apenas era percibida por tus oídos y no sabías qué era. Un humilde taller y varias holopantallas eran los pocos elementos que uno podía encontrar en aquel lugar. Y, claro, también a él.

Bryson era un hombre de edad avanzada, pero no entraba de lleno en la ancianidad. Se acercó a ti con una sonrisa de abuelo a darte la mano.

Señorita LeCompte. Bienvenida a mi humilde santuario. hablaba en tono susurrante, con una actitud amable y enseguida transmitía confianza.

Por favor. Siéntese, habrá llevado un día.. extraño. ofreció el hombre acercando una silla que se deslizó sin ruido sobre el suelo. Gracias, jovencita Oshiro. agradecidó el hombre con una sonrisa leve.

La ingeniera se inclinó entonces con el torso, con un gesto de profundo respeto.

Gracias a usted, Bryson-sensei. Les dejaré a solas, he de supervisar unos ajustes en los motores de la Nyx. Si me disculpan. se despidió con un tono de voz igual de suave, se marchó por la puerta y al abrir dejó filtrar algo de ruido que enseguida fue consumido por el silencio blanco y su murmullo de fondo una vez más.

Bryson entonces te miró con una sonrisa burlona, se recostó sobre una de las sillas.

Aedrel me ha dicho que has tenido mucho interés en ella. dijo rompiendo el hielo con tranquilidad.

Reflexión un poco lo dicho pro la cabo, y recuerdo todos aquellos momentos en que me forzaron a intentar aprender a usar un arma. Bueno, no creo que sea tan pesado como eso, y probablemente fuera una agradable sorpresa.

-Sera interesante. Después de todo, tenemos que aprender a defender nuestro puesto sin que nos noqueen o maten por ello.

Asiento a la petición de la doctora Oshiro, sin ruidos fuertes. Aunque mi tono de voz no era excesivamente alto, pero trataría de hablar más bajo si era necesario.

Cuando la puerta se abre por fin, abro, mirando todo. Aquello era más austero de lo que imaginé en un primer momento. Sin embargo, de inmediato se sabía que ahí debía trabajar un genio. Estreché la mano al doctor Bryson.

-Un placer, doctor Bryson, gracias por dejarme entrar…- susurro y me siento de forma rígida sobre la silla. No porque estuviera incómoda, sino porque era la forma correcta de sentarse.

Despido con un gesto vago con la mano a la doctora y centro mi atención en Bryson. –Ah, sí… Aedrel me parece fascinante. Es muy… real. Quizás tenga que ver con lo referente a sus cadenas, pero a mi impresión es como si no existieran. Habla y se mueve con mucha soltura y empatía, algo que ha aprendido en años y aun así hay una chispa en ella que la hace diferente- trato de explicar al doctor, pues a mí la programación y la ingeniería mecánica eran cosas que se me escapaban.