Partida Rol por web

PASILLOS: Los pasillos de la nave son amplios, de paredes inclinadas ligeramente hacia dentro formadas por paneles metálicos de color grisáceo e interrumpidas ocasionalmente por puertas-escotillas con cierrre hidráulico. Las de acceso restringido presentan al lado un teclado alfanumérico para marcar la clave de acceso. Aquí y allá, se hayan dispuestas consolas de ordenador con teléfonos adosados a modo de intercomunicadores; y la iluminación, que no es mucha, es indirecta mediante largos tubos fluorecentes adosados a las paredes. Uno de los pasillos más destacados es el que se llama el Corredor del Recuerdo creado tras el holocausto por la tripulación de Galactica para ayudar a los supervivientes de la humanidad a encontrar a aquellos seres queridos que quizás hayan sido rescatados del ataque Cylon a las colonias y se encuentren en una de las 70 naves civiles de la flota colonial. A lol largo de las paredes de este corredor se hayan cientos de fotos colgadas, mensajes de búsqueda, de amor, de esperanza. Este pasillo no suele estar muy recorrido ya que se ha constituido como un lugar de culto donde la gente va cuando quieres sentirse cerca de aquellas personas que han perdido, a encender velas y quizás sentirse más cerca de sus perdidos seres queridos. Con el tiempo además diversas fotos de nuevos fallecidos en la guerra contra los cylon se han ido sumando a las del inicio.

CAMAROTES DE LA TRIPULACIÓN: existen de dos tipos: los de oficiales de mando y los de los soldados. Los de soldados también se suelen llamar "Sollados" y son poco más que una habitación de unos 6 metros cuadrados en cuyas paredes están adosadas  5 literas con cortinas. Entre litera y litera unas taquillas de tamaño medio sirven para que los militares puedan guardar sus pertenencias y el centro de la habitación está ocupado por una mesa metálica con sillas. El resultado es un sitio pequeño, estrecho donde apenas se puede tener intimidad. Así la tradición marca que si se quiere disponer de ésta, se cierre la escotilla y que unas botas se coloquen fuera para dar a entender que el sitio está "ocupado".

En cuanto a los camarotes de los oficiales de mando éstos son de carácter privado y suelen ser muy similares a los de los soldados con la diferencia de que solo hay una cama dejando el resto del espacio para vivir o sitio de reuniones.  

BAÑOS: existen pocos servicios a bordo de Galactica. Algunos están diseñados exclusivamente como baños con wateres y lavabos mientras que otros están dotados de duchas y taquillas marcadas con los alias de los miembros de la tripulación. Ambos tipos son mixtos. 

25 MINUTOS PARA EL FIN DE LA CUENTA ATRÁS

Con pasos pausados el Comandante Adama y el Coronel Tight avanzaban por los escasamente alumbrados pasillos de la cubierta superior. A pesar de que lsu expresión seria y estoica del Comandante no había variado ni un ápice desde que la persecución había comenzado hacia cinco días, profundas bolsas de cansancio y unos andares más vacilantes de lo normal indicaban que el hombre estaba más cansado de lo que dejaba traslucir. Caminando a su izquierda, la expresión del Coronel Tight era un reflejo perfecto de la de Adama pero sus hombros caídos rebelaban su profundo cansancio.  

-Hay que encontrar una solución para esto...-comentó al final Adama rompiendo el silencio que se había establecido entre los dos sin desviar la vista del frente.

-Hummm...-murmuró el Coronel mostrando su conformidad. Y al cabo de unos segundos añadió-tres bajas más...nos estamos quedando sin Vipers ni pilotos para pilotarlos...

-¡COMANDANTE!-apenas frenando el paso Adama se volvió hacia la Oficial Dualla que venía hacia ellos trotando con varios papeles entre las manos.-DC...los informes...-informó una vez que los hubo alcanzado tendiendole una carpetilla.

-Doce casos más de cansancio nervioso...suman ya sesenta y uno...-dijo Adama alzando la mirada hacia Tight una vez que hubo leído su contenido.-Que los médicos les administren...estimulantes y que regresen a sus puestos...también los pilotos-ordenó a la Oficial reanudando la marcha. Con unos folios entre las manos la joven asintió tomando nota y les siguió pasillo adelante.

-¿Combustilble?-solicitó le tendía una hoja.

-Uno de cada tres durante cada ciclo...-ordenó Adama firmando en el lugar correspondiente antes de devolvérsela.

-Se volverá contra nosotros y nos perjudicará-aseguró categórico el Coronel parándose en una intersección.

-Tenemos demasiado trabajo y gente insuficiente...

-Combustible-Dualla le tendió otra hoja. Adama desvió la vista hacia ella con gesto cansado.

-Ésa ya la he firmado...

-Sí señor...lo siento...-azorada la joven tomó de nuevo el papel y lo sustituyó por otro-segundo comunicado de la presidenta...

-Bien, gracias...póngase en contacto con el Suboficial Tyrol y ordénele que busque la forma de arreglar esos Mark VII...la veré en combate-se despidió antes de echar a andar de nuevo en dirección a la puerta de su camarote que un poco más adelante estaba custodiada por dos marines. Detrás de ellos, olvidada, la oficial de comunicaciones ordenó los papeles en la carpetilla y guardó el boli mientras se alejaba de vuelta al CIC demasiado agotada como para fijarse en lo que le rodeaba.

- No es extraño, no están acostumbrados a trabajar juntos. Boomer necesita un nuevo compañero, pero en realidad no lo quiere - Starbuck continuó caminando junto a Apolo, mientras transcurrían por aquel pasillo a paso rápido - No la culpo, pero no te preocupes, ella jamás dejaría que algo así le haga fallar.

Miró un momento a dónde la estaban llevando sus pasos. Se dio cuenta que su cuerpo estaba en piloto automático: se dirigía, sin que le hubiera sido dada ninguna orden, al sitio que hacía poco tiempo había podido considerar como suyo, un trozo de hogar flotante en el espacio. En cambio, rompiendo con la automaticidad de sus deseos, Starbuck miró a Apolo y trató de reponerse de su cansancio, su debilidad, del torbellino de sensaciones contradictorias y dolorosas que mirarlo podían traerle. Continuó caminando a su paso, con los ojos más abiertos que los que tendría cualquier persona sin nada de sueño.

- La dificultad para impactar esos misiles es muy alta; tenemos pocos con pericia tan milimètrica para disparar - dijo, al cabo de un momento - No los tirará si el objetivo está demasiado cerca, así que acercarse por sorpresa puede funcionar para esta vez. Después ya habrán entendido, pero una vez es mejor que ninguna - Starbuck sacudió la cabeza, seria y concentrada en lo que decía, con los ojos puestos en el espacio y en la imagen del panel verde de su Viper - No creo que se necesiten muchos Viper, si los que van hacia ellos son ágiles y llegan más rápido a donde está su línea.

Kara tenía razón, me había equivocado al tratar de eliminar los nucs, nuestra maniobra no había resultado y por ella había perdido al menos un piloto y mi nave había sido dañada. El peso de la responsabilidad era cada vez mayor y recaía cada vez sobre menos hombros que lo sostuvieran, era difícil mantenerse despejado en aquella situación y con aquella tensión constante, pero debían hacerlo, no había más vuelta de tuerca. - Tienes razón los nucs son prácticamente imposibles de eliminar una vez han sido lanzados, nuestro objetivo debe ser la nave que los transporta. No nos vale que funcione una única vez, sino todas.- Comenzaba a cansarme de las soluciones momentáneas, sobrevivir media hora más no significaba más que alargar la cacería, debían pensar en soluciones que les diesen más tiempo, que les librasen definitivamente de aquella persecución. - Debemos pensar en algo más, lo discutiré con el comandante de todas formas está claro que debemos atacar esa aeronave.

Sin poder descansar tenía la sensación de que mi mente funcionaba cada vez a menor velocidad, pese a esto fui trazando un posible modelo de ataque, quizás funcionara y el cambiar un poco la rutina de sus salidas al exterior podía estimular a sus pilotos en alguna medida.

Mientras hablaban y de forma automática mis pasos nos dirigían hacia los camarotes de los oficiales, en concreto hacia el del Comandante Adama, había realizado aquel mismo recorrido en más de doscientas ocasiones como el resto de acciones que realizaría durante los treinta minutos que tenían de tregua, la rutina era tal que uno corría el riesgo de olvidarse de lo que había hecho minutos antes, de desorientarse y no saber si había hablado con alguien hacía más de dos horas o hacía cinco minutos. Nadie sabía cuanto podría resistir sus cuerpos y sus mentes, sin embargo estaba claro que su límite comenzaba a estar cerca pues las bajas por cansancio eran cada vez mayores y el efecto de los estimulantes cada vez menores.

Las puertas custodiadas del camarote del Comandante se encontraban ya cerca, era el momento de separarse. - Descansa estos diez minutos, necesito a mis mejores pilotos frescos. Nos veremos como siempre en la sala.- Dicho esto avancé hacía los guardias para entrar en el camarote.

Starbuck caminaba, y las puertas custodiadas no produjeron en ella la menor sensación de censura. Había seguido a Apolo hasta las mismas puertas del camarote del Comandante, y allí sus caminos necesariamente debían separarse. Sus funciones estaban a la vista, y las de ella no estaban de ninguna forma ni cerca ni ahí dentro. Estaban lejos, estaban fuera con las estrellas, en el interior de aquella inmensidad inhóspita a la que Kara, de tanto en tanto, podía llamar hogar. Y estaba cansada como para oponerse a lo inevitable, cansada para pensar un curso de acción distinto que la guiara en aquellos quince minutos que quedaban, antes de que se cumplieran de nuevo los treinta y tres. Cansada como para insistir en continuar hablando con Apolo de algo que a ninguno iba a servirle, porque ella ya nada tenía que agregar a los planes. Cansada para aceptar lo obvio, que ninguno de los dos veía: que en tres o cuatro frases, en los ochenta o cien pasos que habían compartido, ambos encontraban un leve consuelo y seguridad en aquella compañía.

- Tú también necesitas descansar - dijo Starbuck, aunque se había detenido en el sitio correcto - No sirve de nada que estemos todos frescos y que tú te duermas. Descansa unos minutos, Apolo. Cualquier cosa, vendré por ti.

A pesar de sus palabras, Starbuck hizo un gesto de despedida muy suave con la cabeza. Apolo tenía razón, tanta como que ni siquiera su espíritu harto de la autoridad la podía negar. La sensación de impotencia, que había corrido con ella las mismas veces que el camino de Apolo le había conducido al camarote de su padre, le pegó en la nuca y le hizo mirar a los pasillos. En ese lapso entre muerte y muerte, no tenía nada más que hacer, excepto inclinar la cabeza y cerrar los ojos. No había entrenamiento; no había diagrama de batalla. No había nada más.

Seguía sin haberlo cuando Starbuck dio la vuelta y, dándole la espalda a Apolo que ya no la veía, caminó con prisa hacia su camarote. Apoyaría la cabeza en una pared durante unos minutos, intentando que eso la ayudara a mantener mejor la concentración luego. No, se dijo mientras se alejaba, no era porque Apolo se lo hubiera dicho: era porque ella lo creía así.

CUBIERTA SUPERIOR O 4. PASILLO CENTRAL 2 EN DIRECCIÓN A BABOR.

En tu camino hacia el camarote te cruzaste con varios de tus compañeros que, con aspecto cansado y rostro demacrado, apenas hacían el amago de un saludo. Durante cinco días habíais sido puestos al límite e interiormente empezabas a dudar de que pudieseis aguantar mucho. Nadie lo decía en voz alta pero todos pensábais que era cuestión de tiempo que cometieseis un fallo y entonces, antes de que pudieseis evitarlo, ahí estarían los Cylon listos para el golpe final. Ensimismada como estabas en tan tétricos pensamientos giraste una esquina y llevada por la inercia a punto estuviste de tropezar con el Coronel Tigh cuya mirada severa se clavó en ti como una estaca.

-Teniente...-se limitó a decir el hombre parado delante de tí mientras te miraba desde arriba.

Starbuck no acusó recibo de las estacas; sus ojos enviaron al hombre dos estalactitas, afiladas como su propia lengua. Aquel hombre que la miraba desde arriba creía sin duda alguna que era su culpa ese encuentro, o mejor aún, que casi había impactado contra él a propósito. Lo debía considerar parte de la cantidad de faltas de respeto a un rango que él no merecía. Seguro lo consideraba un intento de ofensa personal, como otras tantas, que tenía que ver pura y exclusivamente con él. Starbuck estuvo segura de que el Coronel Tigh estaba pensando, en ese momento, que el caminar por los pasillos sin mirar era una de las tantas rebeldías que tenía en su haber, que aquello demostraba su pedantería y su falta de interés las reglas de convivencia, y de su falta de visión y de respeto por los que sabían mucho más que ella. Nadie dormía allí, y eso era una certeza desde el peor mecánico hasta el propio Comandante Adama: pero Starbuck no pudo más que gruñir mentalmente al hacerse la idea de que ese hombre, que había estado allí dentro mandando desde una cabina, se atrevía a mirarla de esa manera y a juzgar su comportamiento cuando acababa de volver de arriesgar su vida allá afuera.

El cansancio no y la tensión hizo más que aflojar su lengua, ya de por sí suficientemente larga.

- Tigh - se limitó a decir Starbuck, omitiendo llamarlo por su rango tal como la disciplina y la diplomacia marcial lo dictaban - Me alegra verle entero - desvió la mirada en lo que pareció una rápida inspección - Parece que aquí adentro las cosas estuvieron bien.

Sin más, Starbuck prosiguió el camino original, dejando sin más al Coronel.

Apenas habías girado sobre tus talones cuando la voz ronca del XO sonó detrás de ti.

-¡Starbuck! No tan rápido...-el Coronel reclamó tu atención impidiéndote continuar tu camino. Cuando a regañadientes te volviste pudise ver que su expresión era agria y malhumorada cuando continuó en un tono que dejaba claro que tampoco a él le hacía ninguna gracia tener que hablar contigo-el Comandante quiere que pensemos en cómo librarnos de los Cylon...juntos-puntualizó haciendo una mueca-le espero dentro de dos minutos en el CIC-concluyó haciendo un gesto breve con la cabeza antes de darse la vuelta y dejarte sola en mitad del pasillo. Un breve vistazo a tu muñeca te informó que quedaban apenas diez minutos para que tuvieses que estar en la sala de reuniones de pilotos, lista para otro salto.

La mueca de la cara de Starbuck no se hizo esperar. Su gesto adoptó un rictus de notorio desagrado, más que de sorpresa, porque de todas las personas en esa nave que podrían haberle comunicado esa noticia, tenía que ser Tigh. No era que fuese malo en lo que hacía, y Starbuck tenía que reconocer que no había llegado a su puesto pagando sobornos o haciendo regalos; pero no tenía el carácter. La inteligencia sin el carácter había condenado demasiadas vidas, y no servía para nada. O tienes las pelotas, o no las tienes; si no las tienes, que nadie sea tu responsabilidad. Las únicas cosas que pensaba Starbuck, cuando viró el rumbo hacia algún baño o sitio donde pudiera conseguir agua para mojarse la cara, eran dos: que aquello era una petición del Comandante, y que si había una posibilidad de destruir el acoso Cylon de una vez, no podía negarla sólo porque Tigh estuviera involucrado. No podía dar la espalda a ninguna de las dos cosas, pensaba mientras el agua corría por sus mejillas y bañaba su cabello y nuca húmedos por la adrenalina. No podían seguir huyendo y disparando a la nada, se decía mientras sus pasos la guiaban emprendiendo el camino, en dirección al CIC.

No puedo dejar todo en manos de los Dioses. Ellos nos apoyan: pero nosotros tenemos que ganarnos el apoyo. Y eso haremos.

CUBIERTA 3. PASILLO CENTRAL DE PROA

Con la cabeza ocupada en tácticas militares y estrategias de combate caminaste a toda prisa por los pasillos en dirección a la sala de reuniones de los pilotos. Absorto como estabas apenas reparaste en la gente con la que te cruzabas, aunque fugazmente percibiste que varias personas inclinaban la cabeza en señal de saludo y de manera automática respondiste de la misma forma. Estabas literalmente agotado. La cabeza te zumbaba de manera intermitente y todo tu cuerpo se resentía a cada zancada que dabas, incluso sentías músculos que ni siquera habías sentido antes. En los últimos ciclos apenas habías tenido tiempo para sentarte ni cinco minutos seguidos y la descarga de adrenalina del último combate te había dejado como si una apisonadora te hubiese pasado por encima. ¿Cuánto tiempo más aguantarías antes de que tu cuerpo se derrumbase? ¿Ocurría en el siguiente combate cuando tus hombres más te necesitasen o quizás podrías aguantar unos cuantos ciclos más? Preguntas sin respuesta pero que invariablemente te asaltaban cuando menos te lo esperabas, carcomiéndote. Y finalmente te descubriste parado frente a la puerta de la sala de los pilotos. Mientras comenzabas a abrirla con el característico chasquido neumático, tus ojos se centraron brevemente en la esfera de tu reloj digital. Cinco minutos y tendrías que dar tu habitual discurso de ánimo. Estaba claro que, como en los ciclos anteriores, esta vez tampoco podrías descansar.

A medio camino y con la puerta a medio abrir terminé de subir la cremallera de mi traje y atusé mi pelo, aunque hubiera podido entrar perfectamente como estaba, siempre era mejor mostrar buen aspecto, mostrarse firme y lo más descansado posible dadas las circunstancias, la moral se mantenía a duras penas a cada salto, pues aunque todos mantenían la esperanza de que cuando transcurrieran los treinta minutos no aparecieran los cyclon, tras más de doscientos saltos la posibilidad de que aquello sucediera iban disminuyendo.

Tras repasar en mi cabeza los movimientos e instrucciones del siguiente salto terminé de abrir la puerta y entré en la sala de reuniones donde se encontraban todos los pilotos, la mayoría descansando, los menos hablando y todos con aspecto cansado, era de suponer que el mismo que yo tenía. Con la mirada busqué alguno de los médicos de la estación, alguien debía de encargarse de suministrar los estimulantes, lo más probable es que no tardara en aparecer.

CUBIERTA 3 PASILLO CENTRAL DE PROA.

Hirviendo de rabia por dentro, caminaste a grandes pasos por los concurridos pasillos sin mirar ni a derecha ni izquierda. Tus mejillas ligeramente enrojecidas, el brillo peligroso de tus ojos y tus labios fruncidos mostraban claramente tu estado de ánimo y, captando tu iracundo humor, la poca gente con la que te cruzaste se apresuraba a desviar la mirada y apartarse de tu camino, temerosos de atraer la atención sobre ellos, pero apenas te diste cuenta del detalle. Toda tu atención estaba puesta en un único pensamiento: lo estúpido e inútil que era Saul Tigh. Sin duda, el comandante Adama debía estar mosqueado contigo por algo para obligarte a soportar la presencia de tal escoria humana. ...A paso vivo te dirijiste hacia la escalerilla de ascenso a la cubierta 4 y tuviste que detenerte pues, según la costumbre había varias personas esperando.

-¡Teniente Thrace!-exclamó una voz junto a tí. Al alzar descubriste al teniente Noel Allison, Narcho para los amigos, sonriendo mientras se paraba a tu lado para esperar su turno. De aspecto demacrado y con un leve tic nervioso en una de las comisuras de los ojos, el joven había llegado a la flota tras el ataque Cylon como superviviente de la estrella de combate Triton y en cuestión de horas había sido absorbido por Galáctica pasando a engrosar las filas de pilotos de viper.-¿va para la sala de reuniones?-preguntó Narcho.-Hace un rato el CAG ya estaba allí..me mandó a hacer un recado a la enfermería-explicó en tono desenfadado sin dejar de sonreír. Luego se volvió y sonrió a una joven situada junto a él. De aspecto frágil apenas te habías fijado en ella antes pero la reconociste como Grace, una de las enfermeras ayudante del doctor Cottle. Al ver que la reconocías la joven inclinó la cabeza a modo de saludo y sujetó firmemente un maletín que llevaba ante sí.

- Sí, me dirigía para allá. Por el tiempo que tenemos, mejor que vayamos a paso rápido cuando logramos subir a esta escalera... - dijo Starbuck, extendiendo una sonrisa. Le parecía mucho más que bien que no se perdiera el humor dentro del cansancio y la adrenalina; personas como el teniente Noel Allison nunca sobraban. Por eso, más que por otra cosa, le palmeó un hombro con desenfado como si le conociera de toda la vida. Las situaciones extremas podían lograr esa clase de lazos, más allá de cualquier razón - ¿Cómo lo estás llevando? ¿Y tú?

Se dirige a los que van subiendo.

- ¡Muchachos, el tiempo apremia!

Y luego, vuelve su atención a los dos que están con ella, y sobre todo a Grace.

- ¿Le ha sucedido algo al CAG?

Algunas de las personas que en ese momento subían por la escalerilla se sobresaltaron y apremiados por tu voz aceleraron el paso. Divertido, Narcho soltó una risita y sacudió la cabeza adelantándose a Grace en su respuesta.

-No qué va...está todo bien...sólo tenemos ciertas órdenes-contestó cripticamente al tiempo que enarcaba una ceja y miraba a vuestro alrededor. A su lado, el rostro de Grace permaneció impasible con la mirada perdida en algún punto de la pared que había enfrente. Conforme los días pasaban aquella expresión era cada vez más común en las personas, como si aprovechasen cualquier segundo para desconectar su cerebro y dormir con los ojos abiertos.

Finalmente, el pasillo se despejó y Narcho te indicó con un gesto que ascendieses.

-Usted primero Teniente...

Ordenadamente pero sin perder tiempo subisteis por la escalerilla y avanzásteis a buen paso por el pasillo en dirección a la sala de reuniones. Debido a que el fin del ciclo estaba cerca había más gente caminando de un lado para otro por lo que por mucho que a Starbuck le carcomiese la curiosidad, Narcho no le pudo poner al día. Sumidos en vuestros propios pensamientos y seguidos como una sombra por la enfermera Grace no tardásteis en llegar a la puerta por la que en ese momento estaban entrando varios de los pilotos.

BAÑO MIXTO DE LA CUBIERTA SUPERIOR, ZONA DE PILOTOS

Mientras con el corto cabello ensortijado y sudoroso, te dirigías hacia la salida del hangar, varias personas asintieron ante tus palabras mostrando su conformidad.

-¡No lo haremos, teniente!-exclamó a tu espalda un alterado Narcho antes de que le dejases atrás a paso vivo para evitar que alguien pudiese ver cómo flaqueabas.

Por fortuna, no había nadie en el pasillo y en total soledad pudiste apoyar la cabeza contra la irregular y fría superficie de la pared. Por un momento envidiaste la energía que parecía haber poseído al resto de tus compañeros, que aunque irreal, vacua y generada químicamente servía igualmente a vuestro actual propósito: manteneros en pie hasta el siguiente salto. Sin embargo, el momento pasó rápidamente y finalmente decidiste darte un respiro y acudir a tu método más socorrido para despejarte e igual de válido . Girando sobre los talones avanzaste a paso vivo hacia los baños de la cubierta superior.

Una vez ante ellos, justo cuando alargabas la mano para abrir la escotilla una llamada por el altavoz fue transmitida a toda la nave deteniéntode.

-"Capitán Adama, capitán Adama..acuda a puente"

Secretamente aliviada de que todavía no se te hubiese convocado terminaste de girar la llave y entraste. Inmediatamente te diste cuenta de que debía de haber alguien duchándose ya que una nube de vapor y humedad te recibió y se enrolló entorno a tu cuerpo mientras cerrabas la puerta detrás de ti. Un sonido a tu izquierda te hizo mirar en esa dirección y sorprendida descubriste a Lee que, vestido únicamente con una toalla blanca enrollada a la cintura, salía en ese momento de la ducha.