Partida Rol por web

Londres, Whitechapel, 15 de Octubre de 1883.

La luna llena preside en lo alto el cielo de Londres, difuminada por una espesa capa de nubes plomizas, producto del humo de las chimeneas de las fábricas y las casas. Las estrellas están cubiertas, y la luz de las farolas a gas le da a la atmósfera un tono rojizo infernal.

Por la noche, las calles de Whitechapel son una muestra fidedigna de "lo mejor" de la ciudad. Mendigos, ladrones y putas se pasean por las calles, en medio de insultos y reyertas, acompañados también por las risotadas y el griterío de los borrachos. Los locales están llenos de maleantes, y las pensiones llenas de gente "desventurada y desfavorecida" que duerme acompañada por las ratas.

A algunas de esas almas desventuradas y desfavorecias las conoces. La hermosa Mary Kelly, una irlandesa de busto generoso y cabello largo y pelirrojo, se pasea en la esquina de siempre, un hombre desdentado se acerca-¿me la chupas por un penique, preciosa?-le dice con voz sucia. Mary Kelly le mira con asco-¡Vete a la mierda, cerdo!-le grita.

En la pensión de Barret, Janet, una muchacha flaca de cabello pajizo, llora-Por favor Barret, ¡No me eches! Por favor, ¡te lo devolveré todo! ¡te lo hago gratis!-La voz ronca del dueño de la pensión sobresale sobre la de la joven-¡No voy a perdonarte ni un penique más, furcia! ¡Lárgate o te echo a patadas!-echa a Janet a base de violentos empujones, y ésta cae al suelo lleno de charcos, ratas y excrementos de caballo. Se levanta vociferando-¡Hijo de mala perra!-entonces se marcha, airada.

Frank, el desollinador, con su cara siempre teñida de negro carbón, tose, escupe una espesa flema oscura y entra al Ten Bells a tomar una cerveza. Tras él entra Timett, un desgraciado que tiene a las rameras atemorizadas, pues las extorsiona a punta de navaja para robarles parte de sus ganancias. Según él, les saca los cuartos por la protección que les brinda, pero todos los días aparecía una meretriz muerta en Whitechapel, y los chicos de Timett estaban involucrados a veces. 

Ese era el pan de cada día en ese rincón abandonado de la mano de Dios. Y tú formabas parte de esa miriada de desgracia y podredumbre. Tú formabas parte de ella y la observabas, desde el tejado de la guarida que tú, tus compinches pilluelos y varios niños muertos de hambre compartíais. 

La voz de Margaret, una de las muchachas que trabaja para ti, te saca de tus cavilaciones.

- ¡Ben! ¡Ben! ¿Dónde estás?- su voz, algo ansiosa, te llega de cerca. 

Benjamin contempla la noche de las calles de Whitechapel, deseando poder cambiar las cosas, allá donde mira ve injusticias: niños hambrientos, explotados, desesperados por un mendrugo de pan, él había vivido así durante años, pero irónicamente había sido afortunado y ahora tenía un techo donde resguardarse en los días lluviosos y frios de aquella su ciudad, Londres. 

Al escuchar los ruidos de la noche era plenamente consciente del caos, la gente exprimía a la gente para conseguir lo mínimo, pero el no se engañaba formaba parte del sistema, intimidaría, robaría incluso mataría para que en su hogar no faltara al menos una comida para cada uno de los niños. 

Benjamin no tenía poder fuera de las pocas calles que rodeaban el orfanato, pero en ellas su opinión se tenía en cuenta, muy en cuenta, pocas cosas pasaban en ellas de las que no se enterase a través de los múltiples oídos que alimentaba todos los días; los más efectivos eran los pequeños, nadie pensaba que un niño pequeño pudiera prestar atención a conversaciones ajenas mientras buscaba algo que llevarse a la boca.

Aquella noche no sucedía nada fuera de lo normal; una puta remilgada que aspiraba a más mientras le mantenga la belleza, otra puta que no encontraba clientes y se quedaba sin cama donde poder pasar la noche, trabajadores que ahogan el cansancio en una pinta y como no el maldito Timett pavoneándose entra a gastar en bebida lo robado un día tendría que arreglar aquello, una cosa es compartir ingresos con chicas que se venden y otra muy distinta era robar a los que menos tienen.

-¡Ben! ¡Ben! ¿Dónde estás? - Sobresaltado vuelve a meterse por la ventana y sale de su habitación, aquella donde durante años durmió su benefactora.
- Señorita O'Meary, estoy aquí arriba... ahora bajo- Bajo las escaleras rápidamente, pues intuyo un tono de urgencia en la llamada, sin alzar demasiado la voz- Dígame, ¿qué sucede para entrar a gritos?, los pequeños están ya acostados - Mientras digo ésto recuerdo que esta noche se han tenido que acostar con el estómago casi vacío, pues no se ha podido traer demasiado alimento al plato, por lo que estaban mejor dormidos para engañar al hambre.

Mañana sería otro día donde habría que luchar por conseguir viandas.

La muchacha sonrió, con las mejillas sonrojadas.

- ¿Gritos, Ben? Sólo he alzado un poco la voz. No seas exagerado. Además a esta hora los niños aún tienen un ojo abierto y un oido puesto en marcha- miró hacia un lado, nerviosa, pasándose una mano por el pelo- De cualquier manera, eso ahora no importa. Venía a avisarte de que Josephine ha llegado hace poco con un regalo para nosotros. Se lo ha encontrado en nuestra puerta, en una cesta. Tal como encontramos en su día a Josh. Parece dormido, y está helado. Lo hemos llevado junto al fuego. 

Suspiró, visiblemente entristecida- Ven a ver, Ben.

Al ver a la muchacha azorada por la leve reprimenda no pudo menos que sonreír:

- Tienes razón, les conoces tú mejor que yo, pero por lo menos guardemos las formas de hacerles creer que nos han engañado al menos en eso, pero como bien dices no es menester mencinarlo, te pido disculpas. - En el momento que menciona el "regalo" que ha encontrado Josephine le cambia la cara, pues cada nueva incorporación que llega es una nueva boca que alimentar a partir de ese día. -

- Qué dices de Josephine?, otra más, maldita sea ya somos muchos a comer en la mesa no podemos permitirnos hacer creer  toda madre que su hijo está mejor con nosotros que con ellas- Aquello era habitual, aunque las últimos meses habían conseguido mantener estable la cantidad de bocas que alimentar.

Lo primero era ver la edad de la criatura, si era un recién nacido y no demasiado feo, podría intentarlo colocar en alguna familia que incapaz de tener hijos estuviera dispuesta a acogerlo, aquello ya había funcionado alguna que otra vez. 

- Vamos a ver lo que nos ha traído la providencia esta noche.- Se dirigió al salón, si aquello podría llamarse así era únicamente por la chimenea que en aquella época estaba encendida día si y día también. El resto del mobiliario eran unas sillas que habían vivido una época mejor , pero que seguían prestando un buen servicio; también había un par de cochambrosos sofás individuales, un trisillo amplio donde había visto sentados a seis de los chiquillos escuchando atentamente las historias que se inventaba Ben antes de que se fueran a la cama.

Allí se encontraba Josephine calentándose al fuego con el canastillo, con una cálida sonrisa se dirigió a la mujer:

- A ver Josephine, ¿a quién te has encontrado hoy en la puerta?

Josephine se llevó un dedo a los labios, emitiendo el sonido característico que uno empleaba cuando debía procurar una atmósfera silenciosa- Está dormido... Su madre ha dejado una nota, pero no sé lo que pone...-metió una mano en el bolsillo de su falda y tendió a Benjamin una nota doblada, escrita en papel marrón barato. 

"Soy una mujer soltera sin recursos. No puedo hacerme cargo de esta criatura que ha crecido en mi vientre. Creedme cuando os digo que me duele tener que separarme de la sangre de mi sangre, pero mis pechos están vacíos y no tengo lugar donde proporcionarle un fuego, ni hogaza de pan que llevar a su boca. 

Llamadle Carlisle, en honor a su tio, decidle que tiene orgullosa sangre irlandesa en las venas. Su padre fue un malnacido pero eso él no debe saberlo. Que Dios os guarde, a vosotros y a él. No trateis de buscarme. Será en vano"
 

Al ver el gesto de Josephine asintió y rebajó la velocidad de sus pasos para contemplar a la criatura, cuando se asomó contemplo una vez más la inocencia encarnada, no podía evitar tener compasión de una criatura así, pero era muy consciente de lo que supondría una boca más... Bueno al menos eso vendría dentro de un tiempo...

Leyó la nota que le ofrecían, en ella no había ninguna información que no hubiese leído otras veces, chica ingenua y sin trabajo se queda en cinta de un truhán borracho, el cuál la abandona al saberlo y la deja sola con la barriga creciendo siempre era la misma historia, si quería que se llamase Carlisle así sería, ya se vería si el niño había nacido con los arrojos necesarios para vivir la miserable vida que le había tocado en el bombo del azar.

Con un tono bajo que reflejaba la aceptación de las circunstancias Benjamin miró a las dos muchachas y les dijo:

- ¿Por un casual alguna de ustedes no conocerán a alguna recién parturienta que pudiera alimentar durante un tiempo a esta criatura? Si así fuera, háganle saber que recibiría una aportación por mi parte ya fuera alimento u otro tipo de ayuda, aunque ya sabéis que lo único que no podemos ofrecer es dinero.

Miró a las dos para ver cual de las dos podría ayudar a Carlisle a sobrevivir los primeros días, por ahora no podían aspirar a más. Mientras él intentaría informarse del susodicho tío por si pudieran encontrar alguna ayuda de él.

- Puede que alguna de las chicas de la pensión de Barret haya dado a luz o esté en cinta. - dijo, preocupada- Tendría que asegurarme. La mayoría de ellas se desentiende de cualquier criatura con un brebaje de viejas-suspiró, apesadumbrada- Si no encontramos ninguna, deberíamos comprar leche de vaca o de cabra y hervirla. 

Con cara de preocupación Benjamin escuchó la solución que proponía Margaret, lo mejor sería encontrar a alguna recién parturienta que pudiera proporcionarle el alimento necesario a Carlisle , por lo que asintió a su propuesta:

- Muy bien Margareth, pues en cuanto puedas deberías salir en busca del sustento para el niño.- Mirando a Josephine - Si no te importa, ¿podrías quedarte con él mientras busco algo que darle para comer?, creo que en la cocina tenemos leche para el desayuno de mañana.

Sabía que el que se quedaría sin desayuno sería él pero ya lo recuperaría por otro lado... Durante unos minutos pensó donde alojar al pequeño, por esa noche podría quedarse con alguna de las dos. Benjamin esperaba que alguna de las lo cogiera el cariño suficiente para hacer los sacrificios que iban a ser necesarios. 

En él encontraría la imagen de un padre temporal pero era necesario encontrarle cuanto antes la imagen de una madre, pues sabía que era imprescindible para su subsistencia. Mañana movería algunos hilos, tenía el nombre de algunas damas que podrían estar interesada en adoptar a un niño de esa edad, una tabula rasa que moldear al gusto. Siempre era más fácil encontrar a alguién que adoptase cuanto más pequeño fuese el niño.

También recordó que tendría que hacer venir a la matrona para que le echara un ojo al niño y confirmar que estaba sano, si daba en adopción a un niño con algún problema sin saberlo recibiría como mínimo una multa y en lo malo podrían meterse en un buen lío.

Margaret asintió, y se apresuró a alistarse para salir. Josephine, mientras tanto, tomó al niño en brazos, y lo apretó contra su cuerpo, entristecida- Nunca tendré hijos, Ben. No para que tengan que vivir esta miseria- dijo, compungida- No para que tengan que hacer lo que nosotros hacemos, ni para que crezcan sin saber leer una mísera carta. - suspiró, y colocó con cuidado las mantas que envolvían a la criatura.

Sin duda aquellas dos muchachas eran lo más parecido a una madre que los chicos que allí vivían podían tener. Margaret era aún una soñadora a su edad, y ansiaba encontrar un hombre provechoso y poder tener una familia. Josephine siempre había sido más pragmática en cambio. 

Sonrío ante el comentario de Josephine, - Todas decís lo mismo hasta que os cambian las ganas, o hay algún accidente de por medio. Espero que lo cumplas Josephine, hasta no tener asegurado el provenir de las crituras es mejor no traerlas a este mundo de mierda..

Dejó con estas palabras el salón y viendo que el niño estaba callado decidió ir primero a su despacho,un maltrecho cuartucho donde tenía medio ordenadas la fichas de los habitantes del hospicio, para cumplimentar el nuevo ingreso.

Una vez rellena la ficha de Carlisle la dejó apartada de las demás hasta saber si se podría oficializar al día siguiente. Al ser tan pequeño, el crío tenía posibilidades de encontrar un hogar, lo que traería una buena cantidad de monedas a la economía del hogar, revisó si tenían algún solicitante reciente que hubiera indicado como requisito que fueran recién nacidos.

Una vez realizado el trámite fue a la cocina a la cocina a confirmar si tenían un poco de leche como previsión de no poder darle nada más al bebé. Aliviado comprobó que su recuerdo era correcto y aún les quedaba un poco de la leche de la mañana anterior, por lo que en un cazo se puso a cocerla para dejarla preparada para la criatura, sabedor de que dentro de un rato exigiría alimento sin ninguna contemplación ni paciencia.

Benjamin se centró en realizar aquellas comprobaciones. Mientras, pudo escuchar los pasos de Margaret dirigiéndose hacia la entrada del hospicio, y el sonido de la puerta tras su espalda. 

El pequeño Carlisle lloró momentáneamente, revuelto en sus sueños por el ruido de la cerradura, pero Josephine se apresuró a calmarlo, utilizando una voz menuda y melódica para cantarle una nana. Fue ella misma la que poco después asomó por el quicio de la puerta, en la cocina- ¿Crees que Margaret estará bien? A estas horas... Una jovencita como ella, sola... 

Al escuchar la sugerencia de Josephine maldijo para sí, le costaba horrores diferenciar cuando pedía un favor a uno de los chicos o de las chicas pues él quería tratar a todos por igual sin distinción.

-Mierda!, puede que tengas razón, cuando le dije "en cuanto puedas" no pensaba en ya mismo, pero como entenderás el crío, tu y yo agradeceremos la rapidez ... Margareth es espabilada no creo que tenga ningún problema- Dijo esto mientras dejaba lo que estaba haciendo comentó a la chica, con una sonrisa intentó disimular su preocupación, pero Josephine que le conocía sabía lo que estaba pasando por su cabeza -Te importa acabar esto, me acabo de acordar de que tengo algo que hacer fuera, a ver si la pillo antes de que se aleje- Se asomó por la ventana para ver si veía a la muchacha y poder avisarle que la acompañaría él, se intuía que realmente no tenía nada que hacer.

- Margaret, espera voy contigo! que tengo que hacer unas cosillas fuera- Tras gritarlo por la ventana salió raudo por la ventana una vez cogió la desecha gorra y los resto de lo que en un tiempo fue un buen abrigo y salió a la calle con la esperanza de ver por donde estaba Margaret.