Partida Rol por web

Bethlem Asylum Project

Escena primera: Y de pronto... Oscuridad - René

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11/02/2014, 12:14
Director

La luna llena preside en lo alto el cielo de Londres, difuminada por una espesa capa de nubes plomizas, producto del humo de las chimeneas de las fábricas y las casas. Las estrellas están cubiertas, y la luz de las farolas a gas le da a la atmósfera un tono rojizo infernal.

En el Soho, la escasez de las mismas le confería una penumbra tenebrosa al entorno, le confería un aspecto decadente a las prostitutas y a los trabajadores que allí se agolpaban, y aquello no hacía más que resaltar las cualidades que ya de por si tenía aquel lugar.

Y es que el Soho era uno de los grandes prostíbulos de Londres, junto a Whitechappel, entre otros. El Soho era famoso por sus putas y sus fumaderos de opio, en los que uno también podía encontrar rameras de todo tipo. 

Niñas, niños, hombres, mujeres, embarazadas o no. La carne se mostraba, alguna de forma menos insinuante que otra. En medio de calles atestadas de inmigrantes y trabajadores de fábricas, minas, obras y toda clase de trabajo sucio, las faldas se levantaban, enseñando calzas y muslos desnudos, y lo que había entre ellos en más de una ocasión. 

Los hombres de bien solían acudir de incógnito a sus sucias calles, buscando satisfacer aquellas necesidades que sus esposas no eran capaces de paliar. Buscando saciar determinados tipos de apetitos que escandalizarían a sus congéneres. Y era uno de esos hombres de bien, ataviado con ropas que pretendían disimular su condición pero que sin duda eran de mejor calidad que cualquier cosa que pudiera ponerse alguien que residiese de manera habitual en aquel barrio, el que llevaba observando a René desde hacía largo rato. 

René bien sabía lo que aquello significaba, y mientras servía pintas y copas de vino en el bar de mala muerte en el que trabajaba, había captado de cuando en cuando la mirada del caballero posándose en su trasera o en su entrepierna, clavándose en sus ojos de manera indefinida. El hombre lo deseaba, pero Louis, su jefe lo echaría a patadas si abandonaba su puesto en el momento en el que un mayor número de público acudía a llenar sus gaznates con alcohol, a procurar que el etilismo ejerciera su ardid sobre la misera en la que les había tocado vivir. 

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19/02/2014, 22:08
René Bradley

En la zona del Soho tenía una particularidad sobre el resto de lugares de la decadente Londres, las noches era el punto álgido, donde los placeres más secretos tenían cabida y podían ser saciados sin necesidad de razones. Placeres que existían pero nadie se dignaba a reconocer, hipocresía en su máximo esplendor. Y yo formaba parte de ella, no podía ser de otra manera.

Serví copa tras copa en aquella noche llena de lujuria acompañadas cada una gratas sonrisa y palabras cercanas, al fin y al cabo todos formábamos parte de aquel divertido juego. Todo parecía concurrir su curso hasta que algo llamó mi atención.

No podía evitar sentirme objeto de deseo por algún caballero, no era de extrañar, no sería la primera vez que ocurría. La curiosidad me venció, y tuve la necesidad de averiguar el dueño de aquella mirada que me desnudaba.

Lástima que tuviera trabajo, y mi jefe, Louis, dueño de aquel antro que apartaba la moral londinense, seguramente no se tomaría bien que dejara de lado mi tarea para ocuparme de las necesidades tanto mías, como las de aquel. En cualquier caso, nadie me privaría de mirar de forma fugaz utilizando toda la discreción como arma. Alertarle no entraba en mis planes, al menos por el momento.

Con un poco de suerte, la noche acabaría mejor de lo que empezó. Donde el trabajo y el placer se mezclan creando así un elixir que hacía arder mi sangre, y también mi piel.