Partida Rol por web

Bethlem Asylum Project

Escena primera: Y de pronto... Oscuridad - Victoria

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16/02/2014, 20:20
Director

Londres, Whitechapel, 15 de Octubre de 1883

La luna llena preside en lo alto el cielo de Londres, difuminada por una espesa capa de nubes plomizas, producto del humo de las chimeneas de las fábricas y las casas. Las estrellas están cubiertas, y la luz de las farolas a gas le da a la atmósfera un tono rojizo infernal.

Los pasos apresurados de una dama esquivan las baboserías de un borracho que aún a tempranas horas de la noche presenta un considerable estado de embriaguez y susurra ordinarieces de todo tipo a las prostitutas, que en este rincón de la ciudad proliferan como las alimañas en derredor de un trozo de carne rancia. Victoria ha tenido que sufrir este acoso verbal más de una vez, pues no es extraño que hombres como el que porta la botella de Jameson a unos pocos centímetros de ella, confundan a las señoritas decentes con las mujeres de vida alegre. 

En parte no era de extrañar. Lo extraño en Whitechapel era encontrar una mujer que no se dedicase al oficio más antiguo del mundo. Victoria había oido hablar de algunas de ellas, por boca de otros hombres, más de una vez de camino a la casa de huéspedes de la señora Rose. La hermosa irlandesa pelirroja, Mary Kelly, y su garganta prodigiosa, Janet, la rubia flacucha de pelo pajizo que aceptaba cualquier cosa que tu mujer no estaba dispuesta a tolerar por unos peniques, Claire, la morena veterana que podía enloquecer a los hombres utilizando lo que tenía entre las piernas... Eran tantas y tantos nombres que uno no podía recordarlas a todas. 

Pero aunque aquel era el pan de cada día en Whitechapel, Victoria sufría con la escena. Cada hombre, cada una de sus groserías, eran una amenaza. Sus manos grasientas, a pesar de permanecer lejos de su piel sedosa, se le antojaban peligrosas y temibles. Sus sonrisas socarronas, sus voces una pesadilla. Y los pasos tras su espalda el temor de cada anochecer, cuando al volver a casa no podía evitar forzar la marcha, procurando conservar la dignidad y no echar a correr y sin embargo ardiendo en deseos de llegar a la casa de huéspedes de la señora Rose para sentirse por fin a salvo.

Por fin, sus pasos la llevaron hasta el viejo portal. La fachada era humilde pero el edificio se conservaba limpio, algo no muy común en ese lugar. Victoria tuvo que hacer un esfuerzo por no ponerse a gritar cuando las llaves se le resbalaron entre los dedos llenos de picotazos de aguja y cayeron al suelo, sonando de manera estruendosa. 

Sintió que las miradas de quienes se encontraban a su alrededor se desviaban hacia ella, y tuvo que suspirar varias veces para alcanzar la tranquilidad que necesitaba para recoger el llavero y elegir la llave correcta y abrir la puerta. Una vez dentro, Victoria no pudo sino respirar aliviada. A los pocos segundos de entrar, sintió los característicos pasos pesados de la señora Rose encaminarse al vestíbulo de la antigua casa de huéspedes- ¿Tory? ¿Eres tú, criatura?- su voz sonó, aún sin hayarse presente en el recibidor.

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16/02/2014, 22:00
Victoria "Tory" Withcombe

Corrí por las calles tan rápido como me lo permitían mis piernas y todas las capas de tela que llevaba encima. El corazón me latía desbocado y me costaba respirar, me sujeté el costado con la mano y seguí corriendo. Los nervios me estaban matando, una vez más se me había hecho de noche y los animales habían salido de caza. Los ruidos, las frases malsonantes y las risas, tronaban en mis oídos amortiguando el sonido de mis pisadas, los olores me mareaban y el pánico me atenazaba. Tenía que llegar a casa o me desplomaría en cualquier momento.

Cuando alcancé la puerta casi choqué contra ella, intenté sacar las llaves con rapidez, pero tantas horas de costura me habían dejado las mano marcadas y se me resbalaron, el ruido al golpear el suelo resonó en las padres llamando la atención de los monstruos que habitaban las calles. Ahogué un grito que solo habría llamado más la atención sobre mí, eso era algo que no quería que sucedia sobre todas las cosas. Respiré hondo tratando de parecer confiada, como las bestias, esos hombres podían oler mi miedo. Tras recuperar las llaves del suelo conseguí abrir la puerta, entrar y cerrar con pestillo, me apoyé en la puerta tratando de controlar mi respiración. Ya estoy en casa, estoy a salvo, entre estas cuatro paredes no me pueden dañar, repetía las palabras una y otra vez sin parar como una oración. No podía aparecer frente a la señora Rose en ese estado, ya le había preocupado demasiado y no quería que, además pensara que estaba loca. Una nueva punzada en el costado me devolvió a la realidad, los restos de aquella puñalada me acompañarían para siempre, aquel hombre que me perseguía en mi pesadillas, no me permitiría olvidar.

La voz de la señora Rose me espabiló, traté de recolocar el vestido y los pelos sueltos del moño antes de cruzar el vestíbulo y contestar.- Sí, señora Rose, ya he llegado.- con una confianza que no sentía, avancé hacía el interior.

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21/02/2014, 13:52
Señora Rose

La señora Rose llegó al fin al vestíbulo, y observó a Victoria con una expresión entristecida. Tomó una de sus tersas manos entre las suyas, cayosas y arrugadas, y le dio un par de golpecitos cariñosos sobre los nudillos- Ven, jovencita. Siéntate conmigo en el salón. La cena está a punto de terminarse y pronto podremos llenar nuestros vientres vacíos.- esbozó una sonrisa- Ya sabes lo que dicen, ¿no? - dijo, risueña, mientras tiraba ligeramente de Tory para que la acompañase al interior de la casa- ¿Qué has hecho hoy en el taller? ¿Algún vestido de novia? ¡Sabes cuánto me gustan! Ojalá me hubiera podido casar yo con mi Alfred con uno de esos vestidos que llevais las mujercitas ahora. 

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21/02/2014, 22:44
Victoria "Tory" Withcombe

La señora Rose asomó por el pasillo justo cuando conseguí controlar un poco mi estado, sonreí en cuanto la vi. Aunque no era mi casa y no era mi madre, me sentía más en un hogar de lo que me había sentido nunca con mi propia madre. Mi padre era diferente pero desde su muerte, no había nada para mí allí, añoraba a mi hermano pero él tenía su vida en aquella casa… yo no.

La expresión de la señora Rose y sus gestos cariñosos me enternecían, la mujer sabía mucho más de lo que decía, no quería que sufriera por mí, pero estaba segura de que notaba todos mis cambios de humor y mi ansiedad. -Por supuesto, señora Rose, no hay nada mejor que llegar a casa y llenar el estómago.- me quité el sombrero y el chal que llevaba y, tras dejar todo en la entrada, seguí  hacia el salón atendiendo a la conversación de la señora Rose.

-Aún es pronto para los trajes de novia, según vaya avanzando la temporada social empezaremos a recibir pedidos. De momento los futuros novios se están tanteando, no ha habido todavía anuncios de compromiso en la prensa, pero no creo que tarden. Lo que sí tenemos es muchos pedidos de trajes de fiesta, he oído que hay grandes eventos previstos para navidad, lo mejor de lo mejor. Algunos de esos vestidos cuestan incluso más que el sueldo de un año, parece mentira como derrochan sólo para una fiesta.- me encogí de hombros, no me importaban los cotilleos de sociedad, pero era inevitable escuchar los graznidos de algunas madres hablando de las posibilidades de sus hijas con tal Duque o tal Conde.  Habría muchas decepciones y muchas inocencias perdidas, de eso no me cabía duda.- Para las más mayores, está temporada es su última oportunidad, después para ellas sólo quedarán ancianos viudos o algo peor, van a echar todo lo que tienen en el intento. La alta sociedad es cruel, en cierto modo me alegra no formar parte de ella.

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26/02/2014, 13:52
Señora Rose

Hablas como una profesional- dijo, con una sonrisa- ¡Qué digo! ¡Eres una profesional! Recuerdo aún cuando llegaste aquí, Tory. Tenías los dedos siempre llenos de sangre. Sabías coser, pero no estabas acostumbrada. Ahora tienes los dedos de una costurera.-tomó su mano, examinándola- Estos cayos, evitan que vuelvas a sangrar por culpa de la aguja. Y debes estar orgullosa de tenerlos, hija. No todas las mujeres pueden decir que han ganado el pan que hay sobre su mesa. 

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01/03/2014, 17:48
Victoria "Tory" Withcombe

Sonreí ante los halagos de la Señora Rose, en realidad era casi la primera vez que recibía halagos, sabía que mi padre me había considerado inteligente pero no era su estilo demostrarlo.

Los primeros días fueron un completo desastre.- Me reí recordando cómo me dolía y cómo sangraba. –Aun así los cayos me causan problemas, apenas tengo tacto en la zona en la que están más grandes y, al final del día, siguen doliendo. Antes cuando llegué a la puerta se me resbalaron las llaves por lo que me duelen.- Miré atentamente mis manos, estaban casi deformadas por el duro trabajo y me dolían las articulaciones, nunca antes las había tenido así, como hija de un noble mis manos habían sido suaves y perfectas. - No creo que sea una profesional, sólo hago lo que diseña Madame Genevieve y, como soy casi invisible, hablan delante de mí sin importarles lo que dicen, así que me entero de todo. – Me gustaba ser invisible, me limitaba a colocar alfileres y a coser mientras Madame Genevieve tomaba las decisiones. Era buena costurera, pero nunca tendría el talento para imaginar las creaciones que salían de la tienda.

Notas de juego

Disculpa la tardanza, una semana dura, ya sabes mucho curro y también mucho sueño.