Partida Rol por web

Con algo de desgano, pero más bien por no sentir que se durmió, asintió a su madre, comería, y aunque su madre le sirvió, sólo pudo comer unos bocados, tenía un nudo en el estómago, y debió dejar las tostadas a medio comer. Etzuko se disculpó con su madre,  e intentó sonreir para que no se preocupara más, si embargo, lucía ojerosa y cansada.

Caminó por los pasillos de la vieja casona, hasta donde estaba el Dojo, ahi, su abuelo  estaría haciendo los ejercicios matutinos, se quedó en la puerta mirándolo, y esperando que la notase, nunca lo interrumpiría, además, ya no estaba en peligro, ¿no?.

Tu abuelo se encontraba meditando justo en el centro del dojo. Parecía que hace poco había terminado sus ejercicios matutinos. Sin embargo, no te sentías segura de si interrumpir su concentración por lo que te quedaste observando...

... la esperaba fue más fugaz de lo que esperabas ya que este se había dado cuenta de tu presencia por lo que te llamó:

- Etzuko, mi nieta. Por favor, entra...

A pesar de que tu abuelo era un hombre anciano, todo su entrenamiento tanto físico como mental lo había templado como para estar alerta en cualquier situación, no importa qué.

La chica pegó un respingón cuando le habló, se había distraído en sus pensamientos, así que se apresuró en acercarse donde él, y hacer una reverencia, él, aparte de su abuelo, era su maestro, y debía tratarlo con la cordialidad que le correspondía. 

- Ojisan, he vuelto a tener aquellos sueños de cuando era niña, esos sueños en que estoy en un mundo casi destruido, pero esta vez estaba usando su katana... y combatí... es demasiado extraño todo,  fue demasiado extraño, como si fuera  real.. -  se encoge de hombros.

Tu abuelo escuchó atentamente tus palabras solo arqueando ligeramente una ceja cuando mencionaste lo de su katana.

- Mi nieta... temo decirte que esperaba que esto ocurriera algún día. Veras que anoche mi preciada katana ha desaparecido. Y, de lo que pienso es correcto, aquellos sueños que se volverán a repetir. -

Cada palabra del anciano sonaban contundentes en tus oídos, como si estuvieran martillando una dura roca. Tu abuelo si tenía una idea de lo que estaba pasando o, al menos, eso te contaba la razón...

La joven apretó su puño, y miró a su abuelo, luego, hacia el jardín, el aire era denso, o quizás para ella lo era, su abuelo sabía que estaba pasando, pero había mantenido silencio por todo aquel tiempo, desde que ella era una niña. Etzuko suspiró, y levantó su mirada hacia el cielo. ¿estará bien?, se preguntó por aquel joven de cabellos rojos.

- cuénteme todo, Ojisan, sé que no es la primera vez que pasa, y sé que usted lo sabe, cuénteme qué es lo que está sucediendo...- murmura suavemente, su voz demostraba que no estaba dispuesta a que le dieran por el desvió. 

- Mi querida nieta, tan perseverante como eres se que no te vas a ir con un no por respuesta asi que te contare. -

Tu abuelo se quedo meditando por un momento, acariciando su barba, revisando sus memorias y aclarandose los pensamientos. Eso es lo que suponías...

- Aquellos sueños no son solo sueños. Son la puerta a un mundo más cerca de la mente, de lo espiritual. Cuando era más joven también pase por lo mismo incluso, aun a esta edad, pienso que me sigue pasando. En ese mundo se reflejan las miserias y las virtudes de las personas, del mundo. Y tu tienes algo en particular ya que tu puedes despertar a voluntad mientras que muchos otros que yo he conocido no pueden. -  tu abuelo hizo una pausa reflexiva.

Lo mira impaciente, sin comprender esa pausa, aunque lo que cuenta debe ser lo que le pasa a aquel chico, la chica levanta sus cejas, - ¿y qué más sabe?- le pregunta, cuando termine de contar lo que sabe, podrá dar un orden a sus ideas, y claro, se da cuenta que su abuelo sabe mucho mas.

El anciano arquea una ceja, su pausa ya se había terminado.

- Etzuko, no hay mucho más que te pueda decir más allá de que esto te va a seguir pasando y probablemente te pase todas las noches a partir de ahora. En tanto portes a Katta no Yume, mi antigua espada, deberas cargar con esta responsabilidad. Tu deber es liberar a la gente que vive atrapada en esos sueños pero claro, también deberas cuidarte porque lo que ocurra en ese mundo y lo que tu hagas terminara afectando a este mundo, en menor o mayor medida. Sin mencionar que es posible morir mientras estes allí... -

Las últimas palabras del abuelo resonaron en tu cabeza de manera amarga. No lo parecía pero tu abuelo se sentía triste aunque sea de una manera poco perceptible...

Se queda muy seria, ahora comprendía que estaba en una misión, y parecía que su familia era la llamada a cumplir con aquella misión. Etzuko asiente  suavemente. 

- entonces... deberé cumplirlo, abuelo... - inclina su cabeza ante él - volveré a ese mundo, y no saldré de ahí, hasta liberar a los atrapados -  mira la espada de su abuelo, quizás el portador de esta, o su heredero, estaban llamado a cumplir con aquella misión.

-Orare por tu bienestar, Etzuko. - hubo una pequeña pausa - Bien, debo encargarme de unos asuntos así que avisale a tu madre que saldré hasta tarde. Volveré antes de que te acuestes a dormir. Cuidate hasta entonces...

Tu abuelo se levanto, te hizo una reverencia y abandonó la habitación donde se encontraban...

Desde que tu abuelo se fue pasaste el día entrenando en el dojo con aquella espada. Meditando y dejando correr tu imaginación, tratando de recordar aquellos sueños, preparando tu mente para saber como serían las cosas de ahora en adelante. A fin de cuentas, eran vacaciones de todas formas así que mucho que hacer no tenías.
Parecía que el día se había hecho eterno, tu cuerpo se sentía cansado, tu mente igual y ya eran las 23 para cuando tu abuelo volvió a la casa. No habías comido nada en todo el día, y parecía que estabas más flaca que la muerte pero eso no parecía importarte...

-Etzuko, ya es suficiente. - la voz de tu abuelo, a pesar de estar tranquilo, resonó en todo el dojo y en tu cabeza - ¿Estuviste entrenando todo el día?

Al escuchar a su abuelo llegar, pierde el equilibrio y cae de trasero,jadeando, ahora recién siente como sus músculos están tensos y adoloridos, y sus manos sangran. se las miró, arrugando el ceño.

- eh... sí...- murmura sin muchos ánimos, colocándose de pie, e inclinándose hacia su abuelo con respeto - necesitaba despejar mi mente - seguía sonando sin muchos ánimos, con los ojos a media hasta, en realidad temía irse a dormir.

Tu abuelo te miró de arriba a abajo y luego se detuvo en tus cansados ojos...

- Conozco esa mirada. Tienes miedo. He visto a otros como tú, chicos que también han tenido miedo de aquello pero no te preocupes. Ve y despeja tu mente... esta noche yo me quedaré a tu lado. En cuanto algo vaya yendo mal yo me encargare de despertarte. -

lo miro con cierto desconcierto, no, no era desconcierto, era más bien desconfianza, ¿cómo sabría que algo estaría mal?, pero no dijo nada, no manifestaría que dudaba de la palabra de su abuelo y sensei, así que solo asintió y ya de pie, se iría a dar un baño y curar sus manos. Ardían rabiosamente. 

En su cuarto, se sentó en su futon, en posición de loto, aún tenía miedo de dormir, pero lentamente el sueño la fue ganando...

...tus parpados finalmente ceden y tu consciencia vuelve a la oscuridad de donde todos salimos. Ya era tarde para volver a despertarte...

Vuelves a abrir tus ojos pero en un paraje distinto, desolado y con nubes naranjas, frío y quieto hasta el momento en que escuchas unas voz viniendo enfrente de ti.

Creí que nunca volverías por aquí...

Levantaste la mirada y lo viste, un chico de pelo naranja y espada rota sentado sobre unas rocas relavitamente más altas que tu. En definitiva se trataba de Hoshi...

"no pudiste evitarlo..." Pensó, su abuelo no había podido impedir que apareciera en ese mundo, del que no sabía nada, se puso de pie buscando su katana.

- pensé lo mismo... que no volvería, pero sigo aquí... - toma una bocanada de aire, e intenta determinar dónde estaba - ¿dónde estamos y cómo diste conmigo?- le pregunta con la voz cansada.

- No te ofendas... - Hoshi empezó diciendo - ...nunca dí contigo. Llevo aquí varias horas descansando un poco por lo que yo podría preguntarte: ¿Como es que tu diste conmigo? -

Hoshi dio un salto y aterrizó justo a poco más que medio metro de ti. Acto seguido extendió su brazo para ayudarte a levantarte.

- Estamos a poco más de media hora de un pequeño refugio para gente como nosotros. Creo que sera mejor a andar vagando por el desierto, ¿no crees? - Hoshi sonreía con sus dientes blancos y brillantes los cuales hacían contraste con sus negras y opacas ojeras. Visto desde cierta perspectiva parecía algo perturbador.

- ¿dar contigo?, ey... eso no es cierto, acaba de estar en mi cuarto y volví a aparecer en este lugar... ah...- reclama y se cruza de brazos - en fin, tienes razón, si existe ese refugio es mejor ir, no quiero encontrar una de esas cosas, y ahí, me cuentas un poco más de este mundo, mi abuelo no pudo decirme mucho...- se puso a su lado, observándolo con atención.

- ¿siempre estás en este lugar?... ¿en este mundo? - aún debía averiguar porqué razones terminaba en ese lugar.