Partida Rol por web

BUSCANDO JUSTICIA

1 de Noviembre: Domingo por la noche; bajo el ala de la justicia

Cargando editor
13/07/2020, 11:55
# CALLES DE METRO CITY

Ha sido un día frío y lúgubre. El otoño avanza inexorable, con sus bajas temperaturas, su humedad y sus grises cielos encapotados. Todo es deprimente, pero no sólo por el clima.

Metro City parece una ciudad sin esperanza alguna. La desesperación recorre unas calles en las que la buena gente no puede sentirse a salvo si aún conserva un mínimo de sensatez. Los mafiosos dominan el mundo de los negocios, extendiendo sus sucios tentáculos por lo ilegal y lo legal por igual. Las bandas hacen suyas las calles y barrios, luchando encarnizadamente entre ellas por los territorios, extorsionando y dañando a quienes las transitan. Los delincuentes no encuentran una oposición real en la policía, muchas veces a sueldo de las propias mafias, o incapaces de hacer frente a toda la mierda que deben enfrentar mientras se cubren las espaldas. Nadie parece capaz de hacer nada por mejorar la situación.

¿Los políticos? Nadie confiaría en que de ellos surgiera una solución. Precisamente, hoy ha dado comienzo la campaña electoral a la alcaldía de Metro City. El actual alcalde, Samuel Johnson, tratará de revalidarse en una nueva legislatura, una más de su larga lista. Es difícil recordar cuándo alcanzó por primera vez el sillón de la alcaldía, pues lleva más de veinte años en el cargo. Sus opositores le acusan de connivencia con las mafias, pero o es todo mentira o es demasiado astuto para que le pillen. Lo que sí está claro es que se trata de un auténtico tiburón político, alguien sin escrúpulos al que no le tiembla el pulso para tomar decisiones difíciles. Defecto y virtud a partes iguales.

Frente a él en esta campaña, se presenta Jason Collins, un hombre aparentemente idealista con una fulgurante carrera judicial en la fiscalía. Cansado de combatir la delincuencia caso por caso desde los tribunales, se presenta a la alcaldía con la promesa de limpiar las calles de la ciudad, algo que pocos creen posible en realidad. En realidad, tampoco es el primero ni el último en presentar ese tipo de promesas electorales. Está claro que es la debilidad de Johnson de cara a su electorado.

Y hoy la campaña ha dado el pistoletazo de salida, lo único especial que augura a las próximas oscuras y grises jornadas en la ciudad. Los periódicos le dedicarán sus portadas, y los informativos de las cadenas locales arrancarán sus titulares con ello. Por la tarde, los candidatos han protagonizado la tradicional pegada de carteles frente al ayuntamiento. Por la noche, como es tradición en Metro City, se celebraba un baile de gala que reuniría a los candidatos y su personal de campaña con personalidades de la ciudad, empresarios, periodistas y, en general, todo el que es alguien. Un acto hipócrita de buena voluntad de cara a la campaña, que se suele emplear para buscar titulares, perseguir apoyos y financiación de última hora, y multitud de otras sucias maniobras políticas.

Es un evento que importa poco o nada a Hildur, ya que bajo ningún concepto estaría jamás en la lista de invitados, ni le interesan los cotilleos acerca de quién acude con quién entre las personalidades de la ciudad, o qué vestido de firma lleva cada invitada. En lugar de ello, ha estado en las calles bajo el manto de su alter ego, buscando la forma de devolver el golpe a esta podrida ciudad. Un golpe que siempre será pequeño en comparación a los que ella propina con sus infinitos tentáculos, pero que supone la única satisfacción que logra concederse. Sin embargo, la noche ha resultado ser bastante diferente a lo habitual. La policía estaba inquieta, cada poco tiempo se oían las sirenas de las patrullas circulando a toda velocidad a un lado u otro, y por más que la justiciera ha buscado le ha costado mucho más de lo habitual encontrar delincuentes y pandilleros en los callejones y solares abandonados, sin que acertase a descubrir el motivo. Al menos, hasta que llegó a sus oídos que algo había pasado en la fiesta electoral, una situación con rehenes con toda la clase política y de la alta sociedad involucrada, y algo de una niña. La nieta de la comisaria de la policía de la ciudad. Todo muy turbio.

Sin embargo, antes de que decidiera si era algo en lo que quería involucrarse, algo impacta en la pared, muy cerca de ella, y la sobresalta. Si ha sido un disparo, ha sido silencioso. ¿Un silenciador? ¿Acaso un arquero? Se pone en guardia, preparada para responder, pero sólo el silencio la recibe. Ni una mera sombra que indique la presencia de alguien más.

Es entonces cuando puede permitirse fijar su atención en lo que ha impactado. Se trata de un objeto oscuro, metálico y plano, salpicado de puntas, uno de cuyos extremos afilados se encuentra clavado en el muro, con una longitud similar a la palma de una mano.

Parece representar la forma de un... murciélago.

Al tomar entre sus manos aquel objeto que ha quedado aguardándoles en sus motos, se da cuenta de que en una de sus caras hay algo grabado en el metal, unas letras pequeñas que exigen que acercarse el murciélago a los ojos para lograr leerlo correctamente.

La Hermandad del Murciélago tiene el honor de invitarle a una reunión,
si realmente desea combatir el mal que asola este mundo
(por supuesto, cuando haya terminado, y de riguroso uniforme)

Bajo tales indicaciones aparece una dirección, que se corresponde con un barrio periférico de Metro City, un lugar tranquilo, con multitud de fábricas y edificios de trabajadores de las mismas.

Notas de juego

Puedes hacer una tirada Oculta de Conocimientos Generales, a ver si sabes algo de esa gente.

Cargando editor
13/07/2020, 12:16
# CALLES DE METRO CITY

Ha sido un día frío y lúgubre. El otoño avanza inexorable, con sus bajas temperaturas, su humedad y sus grises cielos encapotados. Todo es deprimente, pero no sólo por el clima.

Metro City parece una ciudad sin esperanza alguna. La desesperación recorre unas calles en las que la buena gente no puede sentirse a salvo si aún conserva un mínimo de sensatez. Los mafiosos dominan el mundo de los negocios, extendiendo sus sucios tentáculos por lo ilegal y lo legal por igual. Las bandas hacen suyas las calles y barrios, luchando encarnizadamente entre ellas por los territorios, extorsionando y dañando a quienes las transitan. Los delincuentes no encuentran una oposición real en la policía, muchas veces a sueldo de las propias mafias, o incapaces de hacer frente a toda la mierda que deben enfrentar mientras se cubren las espaldas. Nadie parece capaz de hacer nada por mejorar la situación.

¿Los políticos? Nadie confiaría en que de ellos surgiera una solución. Precisamente, hoy ha dado comienzo la campaña electoral a la alcaldía de Metro City. El actual alcalde, Samuel Johnson, tratará de revalidarse en una nueva legislatura, una más de su larga lista. Es difícil recordar cuándo alcanzó por primera vez el sillón de la alcaldía, pues lleva más de veinte años en el cargo. Sus opositores le acusan de connivencia con las mafias, pero o es todo mentira o es demasiado astuto para que le pillen. Lo que sí está claro es que se trata de un auténtico tiburón político, alguien sin escrúpulos al que no le tiembla el pulso para tomar decisiones difíciles. Defecto y virtud a partes iguales.

Frente a él en esta campaña, se presenta Jason Collins, un hombre aparentemente idealista con una fulgurante carrera judicial en la fiscalía. Cansado de combatir la delincuencia caso por caso desde los tribunales, se presenta a la alcaldía con la promesa de limpiar las calles de la ciudad, algo que pocos creen posible en realidad. En realidad, tampoco es el primero ni el último en presentar ese tipo de promesas electorales. Está claro que es la debilidad de Johnson de cara a su electorado.

Y hoy la campaña ha dado el pistoletazo de salida, lo único especial que augura a las próximas oscuras y grises jornadas en la ciudad. Los periódicos le dedicarán sus portadas, y los informativos de las cadenas locales arrancarán sus titulares con ello. Por la tarde, los candidatos han protagonizado la tradicional pegada de carteles frente al ayuntamiento. Por la noche, como es tradición en Metro City, se celebraba un baile de gala que reuniría a los candidatos y su personal de campaña con personalidades de la ciudad, empresarios, periodistas y, en general, todo el que es alguien. Un acto hipócrita de buena voluntad de cara a la campaña, que se suele emplear para buscar titulares, perseguir apoyos y financiación de última hora, y multitud de otras sucias maniobras políticas.

Es un evento que importa poco o nada a Carolina ya que, aunque existía la posibilidad de haber conseguido alguna invitación a través de sus conocidos, ni le interesan los cotilleos acerca de quién acude con quién entre las personalidades de la ciudad, o qué vestido de firma lleva cada invitada. Sencillamente, ha perdido el interés en ese tipo de eventos. En lugar de ello, ha estado en las calles bajo el manto de su alter ego, buscando la forma de devolver el golpe a esta podrida ciudad. Un golpe que siempre será pequeño en comparación a los que ella propina con sus infinitos tentáculos, pero que supone la única satisfacción que logra concederse. Sin embargo, la noche ha resultado ser bastante diferente a lo habitual. La policía estaba inquieta, cada poco tiempo se oían las sirenas de las patrullas circulando a toda velocidad a un lado u otro, y por más que la justiciera ha buscado le ha costado mucho más de lo habitual encontrar delincuentes y pandilleros en los callejones y solares abandonados, sin que acertase a descubrir el motivo. Al menos, hasta que llegó a sus oídos que algo había pasado en la fiesta electoral, una situación con rehenes con toda la clase política y de la alta sociedad involucrada, y algo de una niña. La nieta de la comisaria de la policía de la ciudad. Todo muy turbio.

Sin embargo, antes de que decidiera si era algo en lo que quería involucrarse, algo impacta en la pared, muy cerca de ella, y la sobresalta. Si ha sido un disparo, ha sido silencioso. ¿Un silenciador? ¿Acaso un arquero? Se pone en guardia, arma en mano apuntando hacia la nada, preparada para responder, pero sólo el silencio la recibe. Ni una mera sombra que indique la presencia de alguien más.

Es entonces cuando puede permitirse fijar su atención en lo que ha impactado. Se trata de un objeto oscuro, metálico y plano, salpicado de puntas, uno de cuyos extremos afilados se encuentra clavado en el muro, con una longitud similar a la palma de una mano.

Parece representar la forma de un... murciélago.

Al tomar entre sus manos aquel objeto que ha quedado aguardándoles en sus motos, se da cuenta de que en una de sus caras hay algo grabado en el metal, unas letras pequeñas que exigen que acercarse el murciélago a los ojos para lograr leerlo correctamente.

La Hermandad del Murciélago tiene el honor de invitarle a una reunión,
si realmente desea combatir el mal que asola este mundo
(por supuesto, cuando haya terminado, y de riguroso uniforme)

Bajo tales indicaciones aparece una dirección, que se corresponde con un barrio periférico de Metro City, un lugar tranquilo, con multitud de fábricas y edificios de trabajadores de las mismas.

Notas de juego

Puedes hacer una tirada Oculta de Conocimientos Generales, a ver si sabes algo de esa gente.

Cargando editor
16/07/2020, 04:05
Ácido-Base
Sólo para el director

-Solo a mí se me ocurre salir con este frío - Protestó en voz baja frotándose las manos intentando, inútilmente, dejar de tiritar. La idea de acurrucarse en la cama con su esposa, se le hacía mucho más tentadora que seguir patrullando por las calles, en busca de... nada realmente. Por alguna razón los criminales, de dentro y fuera de la ley, habían tenido mejor juicio que ella y habían decidido pasar las noches en sus casas con sus familias, y no congelándose el culo en las calles de Metro City. Ni la policía había estado cobrando sus coimas habituales, y parecían por una vez decididos a servir para lo que se suponían que les pagaban.

"Veremos que pasa cuando acabe el teatro" Todo era por las elecciones, lo tenía más que claro. Los políticos transaban con las mafias, incluyendo la policial, y estas mantenían quietas a las pandillas y delincuentes. Al menos por un rato. Hasta que todo el circo acabara y Metro City volviera a sumirse en la decadencia habitual.

-A veces es difícil tener esperanza - Le comentó en un murmullo a una rata que rebuscaba por comida en el basurero a su lado. Llevaba años luchando para que la ciudad mejorara, muchos en su vida normal, y algunos menos desde que había adoptado su alter ego. Sabía que era una utopía esperar que todo lo que estuviera mal en el mundo se arreglara en tan solo pocos años, pero a veces le costaba ver que todo su esfuerzo sirviera para algo. -El frío me pone pesimista - Comentó de nuevo al animalillo que la ignoraba mientras buscaba su cena.

Con un suspiro, se apartó de la pared que había usado de respaldo hasta ese momento y regresó a caminar por las calles de la ciudad, escuchando de cuando en cuando la pequeña radio portátil que había configurado para imitar la frecuencia policial.

Mientras se imaginaba la cama caliente que la esperaba en su casa, también pensaba en la campaña. Llevaba años intentando probar la conexión de Johnson con las mafias, y nada había surtido éxito, a veces pensaba que quizás solo fuera un imbécil demasiado inteligente. "Sí así fuera, la nasa debería reclutarlo" Esperaba que Collins tuviera lo suficiente para ganar, pero sabía que era un deseo más que algo probable. En ese momento seguramente estarían ambos en la gala de campaña, intercambiando sonrisas perfectas y elogios elocuentes entre ellos y con la gente. Reprimió una risita al recordar como sus compañeros, casi en pánico, le habían bajado la idea a su jefe de mandarla a hacer buena letra con los empresarios y candidatos para reclutar fondos. Mantener la boca cerrada no era una de sus especialidades, aún cuando se esforzara en ello. Habían mandado a Samanta en su lugar. Bien, era mucho más hábil en relaciones públicas que ella.

La noticia de lo ocurrido en la fiesta le llegó por una conversación acelerada de un grupo de chicos. Pero cuando intentó acercarse más a ellos, algo golpeó la pared a su lado. Dio un saltó atrás, sacando su arma y apuntando a donde creía que debía estar su oponente. Nada. Ni un ruido, ni una sombra de movimiento en la noche. Escudriño durante algunos segundos en la oscuridad, sin lograr ver nada, más que la ciudad cuasi vacía. Con un suspiró se volvió a ver el proyectil, frunciendo el ceño al encontrar nada parecido a lo que esperaba. "Murciélago?" Quitó el pequeño objeto de la pared, notando las letras al rozarlas con sus dedos. -Maldita presbicia - Murmuró teniendo que buscar una farola que iluminara un poco el trozo de metal para poder leer.

-Hermandad del murciélago eh? - Podía ser una trampa, aunque lo dudaba. Y de cualquier forma la noche estaba siendo aburrida. - Por qué no? - La curiosidad sacaba lo mejor de ella algunas veces, y esa vez no iba a ser la excepción.

 

- Tiradas (1)
Cargando editor
16/07/2020, 22:29
Freda
Sólo para el director

 

Nada cambia en esta ciudad, todas las noches parecen ser un calco a la anterior, y en esta espiral sin fin ni comienzo, puedo incluso remontarme al comienzo de mis días. La desesperanza se siente en el aire, dejando entre los labios el amargo sabor de la desdicha, puedo saborearlo incluso bajo el casco, y aunque un suspiro sale de mis labios, este muere ahí, olvidado como mueren tantas otras cosas con el mero correr de las horas.

Hay días, noches más bien en las que me pregunto si esto realmente merece la pena, si mi tiempo, esfuerzo, sangre y sudor no están siendo en vano, pero para mi suerte o mi desdicha, siempre hay algún hijo de puta que me devuelve a la realidad. Si, todo esto es necesario aunque agotador para los sentimientos, la mente y la moral. Sé que no conseguiré un gran cambio, pero eso es mejor que negarme a hacer nada, a vivir cómodamente cruzada de brazos mientras hago oídos sordos a los gritos estremecedores de la ciudad. Esta noche no es diferente en lo que a mi cometido se refiere, el pistoletazo de salida para la campaña electoral, no significa absolutamente nada y no traerá consigo mayor cambio que el que hemos visto hasta la fecha, ya que no importa quien se siente en el poder, nada sacará del juego a los verdaderos reyes de Metro City. 

Pero aunque sabía que esta noche sería distinta ya que el centro de atención se encuentra lejos de las callejuelas oscuras y olvidadas, al salir de casa no me esperaba tanta falta de acción, tanta... Tranquilidad. Sé que esta tranquilidad no es más que algo aparente, pero aun así resulta desconcertante, incluso agobiante, y aunque mi ceño se frunce esto, una ligera y sarcástica sonrisa se oculta tras la máscara que porto, al oír las sirenas de la policía pasar de manera constante. - Quien lo diría, si hasta trabajan de vez en cuando. - Pienso al tiempo que pongo los ojos en blanco, ya que todo el mundo sabe que la policía de la ciudad, no es más que una pantomima, una cloaca llena de ratas que viven a costa de los impuestos de los mismos desgraciados a los que ignoran en vez de proteger. 

Sigo deambulando por las calles, escondida entre las sombras que no me son ajenas, y entre las cuales tan cómodas me siento, pero aunque soy incapaz de encontrar a alguien que merezca pagar por sus actos, las calles jamás se mantienen en silencio, y las voces que hablan entre susurros, hacen que mi mirada se pose en dirección al gran evento de la noche, y a lo que ha sucedido a vista y paciencia de al parecer, no pocos ojos incrédulos. Era de esperar que un evento como esto llamase la atención de la escoria que gobierna este lugar, pero aunque es algo que no me concierne puesto que cada político tiene lo que se merece, el hecho de que haya una niña metida en todo esto, me revuelve las tripas y me crea un nudo en el pecho que me dificulta el incluso respirar. 

- Y yo que pensaba irme pronto a casa - Pienso al tiempo que niego casi imperceptiblemente con la cabeza, y es que incluso queriendo obviar lo que está sucediendo, sé que seré incapaz de quedarme tranquila hasta saber que al menos esa niña, se encuentra a salvo. Me dispongo entonces a encaminarme hacia el lugar en cuestión, pero no es ni un paso el que alcanzo a dar cuando algo se clava justamente a mi costado, sin tocarme pero sin que pueda siquiera, parecer un hecho fortuito. Doy un ligero respingo al tiempo que saco dos de mis shuriken para devolver el ataque. Mi mirada busca con más ahínco del normal a quien ha sido ya que, no huno sonido de disparo y eso, me pone tan nerviosa, como de mal humor. 

Nada se mueve entre las sombras, no hay sonido de pasos a quien poder apuntar por mero instinto, y a pesar del gruñido que escapa de mis labios, silenciado únicamente por la prudencia, giro mi mirada hacia el objeto que ha quedado clavado tan cerca mío en la pared. Un objeto metálico lleno de puntas, oscuro y con un tamaño más que importante. Miro a mi alrededor una vez más, intentando asegurarme de que nadie está acechando o al menos, dispuesto a atacar cuando menos me lo espere, y es entonces que haciendo algo de fuerza, tiro del objeto para descubrir que su curiosa forma no es más que la de un murciélago. - Al menos se ha currado la carta de presentación. - Me digo mentalmente, al tiempo que busco un lugar que pueda usar de protección, un contenedor de basura, el marco de una puerta, una esquina... Cualquier cosa que no me deje completamente al descubierto.

Solo entonces leo la inscripción del murciélago metálico, no sin antes tener que acercarlo en demasía a mis ojos, cuestión que no me hace ni pizca de gracia. Pero mucho menos me la hace el contenido de la misma. Alguien sabe quien soy, qué hago y por donde me muevo, y aunque interesante es lo que propone, no puedo evitar ponerme en guardia, ya que mi anonimato es lo único que protege a quienes realmente me importan, y en este punto no sé si solo conocen mi identidad de justiciera, o si por el contrario, y lo que sería más lógico, también conocen mi identidad civil. 

Sin importar mucho más, y teniendo en cuenta que no pone ni fecha ni hora, guardo entre las capas de mi ropa la invitación, ya decidiré que hacer con ella y cuando acudir, pero al menos por ahora, y tras inspeccionar con cuidado una vez mi entorno, me dispongo a ir al lugar donde toda la acción parece desarrollarse esta noche. 

 

- Tiradas (2)
Cargando editor
17/07/2020, 00:19
# CALLES DE METRO CITY

Lo cierto es que, haciendo memoria, la pieza de metal le resulta vagamente familiar a la justiciera que se hace llamar Ácido-Base. No es que la haya visto antes, pues desde luego es la primera vez que ve algo similar, pero la figura del murciélago sí la ha oído antes. Sin embargo, se trataba de un artículo periodístico de hace tiempo que no trataba acerca de Metro City, sino de algunas otras ciudades del país. Algo sobre delincuentes que eran entregados a la policía con extrañas quemaduras con forma de murciélago en su piel, y algunos cadáveres con la misma marca. El artículo no pasaba de ser prensa amarilla, nada serio, y ciertamente no llegaba a ninguna conclusión por sí mismo, sino que se limitaba a plantear el misterio y poco más. ¿Se trata de algo relacionado?

Con la dirección en mente, no tarda en alcanzar los aledaños del barrio donde se afinca el lugar de la cita. Allí, aprovechando las sombras de la mal iluminada calle, la justiciera puede mantener su atención fija en un callejón frente al edificio, al parecer el acceso a la dirección indicada.

Vigilando el lugar desde la distancia, logra ver que la estrechez del callejón y el ángulo en que se encuentra respecto a su posición hacen que sea difícil ver más allá de algunas decenas de metros en su interior. La noche se vuelve cada vez más cerrada, con el cielo encapotado y amenazando con comenzar a llover en cualquier instante, y lo cierto es que aunque lleva unos cuantos minutos observando no ha logrado ver nada más sospechoso que la presencia de un excéntrico desconocido, aparentemente un indigente, sentado junto a la entrada del callejón sobre unos cartones, aprovechando el resguardo de una escasa tejavana. El hombre viste una camisa arrugada y desgastada, pantalones anchos y, por lo que han podido ver en la distancia, está descalzo. Curiosamente, lleva un sombrero y gafas de sol, en plena noche, como si fuera ciego. Nadie ha salido ni entrado de ese callejón en el tiempo que la justiciera lleva observando.

La primera gota de lluvia choca contra el techo de un coche cercano aparcado sobre la acera.

Notas de juego

Tirada de Percepción oculta

Cargando editor
17/07/2020, 00:39
# CALLES DE METRO CITY

Finalmente, los tres justicieros que han compartido esta noche una dura prueba a sus habilidades adoptan una decisión respecto a cómo proceder. Si bien al arquero parece no gustarle demasiado la idea, finalmente termina por imponerse el criterio de los otros dos, decidiéndose a abordar el acceso al lugar a través del propio callejón, y no por los tejados.

Los tres juntos comienzan a descender cuidadosamente por las escaleras de incendio del edificio, buscando la manera de pasar lo más desapercibidos posible. Sin embargo, antes de alcanzar la tercera planta del edificio, algo llama su atención. casi al mismo tiempo, se percatan de un movimiento en el tejado de uno de los dos edificios que configuran el callejón en cuestión. Se trata apenas de una sombra, una figura femenina cubierta a medias por ropas negras que dejan buena parte de su figura de piel aceitunada al descubierto, y que observa desde el borde del edificio con una especie de casco negro con antifaz, en cierto modo semejante al del propio Armour.

¿Les está mirando a ellos?

Antes de poder determinarlo, la figura se da la vuelta y comienza a caminar contoneando sus caderas de forma ostentosa, para desaparecer de su vista, no sin antes hacer un gesto brusco y relampagueante con una de sus manos enguantadas, que hace restallar lo que parece ser un látigo en el aire.

Notas de juego

Tirada de Percepción oculta

Cargando editor
17/07/2020, 00:49
# CALLES DE METRO CITY

La decisión está tomada, y es que la curiosa y extravagante nota metálica no cuenta con una fecha ni hora para la cita. El temor a que esa gente conozca el secreto de Hildur, su identidad civil, hace que no pueda ignorar esa advertencia. Sin embargo, hay algo que parece más urgente a sus ojos. Y es que los políticos y ricachones de Metro City pueden apañarse solos con sus problemas. Al fin y al cabo, la mayor parte de ellos los han causado ellos solitos, arrastrando a tantos y tantos inocentes en el proceso. Pero no una niña, no una niña pequeña. Eso es algo que Freda no puede ignorar.

De modo que la justiciera se traslada por la ciudad, a través de las calles menos concurridas, de callejones y parques poco transitados, hasta los aledaños del hotel Majestic, uno de los más lujosos y exclusivos de la ciudad, convertido esta noche en escenario del mayor acontecimiento social de la ciudad.

A la justiciera no le cuesta demasiado darse cuenta de que las cosas no se encuentran en el punto que ella esperaba. Las calles circundantes están plagadas de pasma, pero parecen dedicados más a la recabación de pruebas y declaraciones, de rellenar informes e identificar testigos. Es como si todo hubiera terminado, en lugar de encontrarse en medio de una situación con rehenes. Freda trata de mantenerse en los límites de la discreción, y es a distancia que oye a varias personas comentando las últimas noticias que han recibido a través de sus teléfonos móviles, en noticiarios digitales y redes sociales. Parece que el secuestro en el hotel ha sido resuelto hace bastante tiempo, y gran parte de las unidades policiales se están desplazando hacia el puerto, donde se ha producido un tiroteo. Además, la niña ha sido encontrada, aunque en extrañas circunstancias que nadie termina de aclarar. No se sabe si ha sido liberada por sus captores o rescatada por la policía. Lo único que se sabe a ciencia cierta, por una declaración oficial de la comisaria de policía de Metro City, su abuela, es que está ya sana y salva en su casa.

Parece que Freda, esta noche, ha llegado tarde.

Cargando editor
18/07/2020, 22:21
Freda
Sólo para el director

A sabiendas de que hay cosas que pueden esperar para ser tratadas, mis pasos siguen los oscuros caminos que conozco de memoria, calles y callejones que a estas horas, y de manera normal, estarían cargados de la delincuencia habitual pero que hoy, ahora, parecen casi abandonados. Esto despierta en mi sentimientos encontrados, pensamientos diversos que si bien ya tendré tiempo de analizar, ahora mismo no es algo en lo que quiera o pueda perder el tiempo. Afianzo mi capucha y apago la luz de la máscara para no llamar la atención que ahora mismo no deseo, y mientras acelero el paso para llegar hasta el lugar de los hechos, el murciélago de metal sigue pensado en mi bolsillo. 

Los minutos pasan, las calles van quedando atrás con premura, y mientras tengo la certeza de que tengo que comprarme una moto, o en el peor de los casos, zapatillas con rueditas para ir más rápido cuando es necesario, termino por llegar a las cernías del Majestic. No sé que esperaba encontrar, pero sin duda alguna no es nada de esto. Todo parece haber acabado incluso antes de empezar, y para mi enorme sorpresa, los policías parecen más que interesados en hacer lo que ahora mismo resta de trabajo. Desde cierta distancia, presto atención a los murmullos de la gente, y sorprendida en demasía con lo rápido que se ha solucionado todo, frunzo el ceño nada convencida de lo que parece haber sucedido. 

Por mi mente pasa la idea de que esto no ha sido más que una puesta en escena, una distracción o quizás una perturba propaganda política, en esta ciudad cualquiera de las dos opciones, es sumamente posible, más aún cuando también me llegan los susurros de un tiroteo en en puerto. Esto último ya no es mi problema, no es algo en lo que tenga la más mínima intención de entrometerme a menos que sea estrictamente necesario, y como todo apunta a que no es así, giro sobre mi misma, y vuelvo sobre los pasos dados, alejándome del gentío y de posibles ojos indiscretos. 

La noche a sido tranquila a pesar de todo, y aunque no hubo la acción habitual, mis labios se curvan en una serena sonrisa, cansada, pero satisfecha al saber que aquella niña se encuentra a salvo. Eso es lo único que importa para mi, y aunque no sería una mala opción irme a casa a descansar o emborracharme, lo que pase primero, mis pasos lejos de desviarse hacia mi hogar, siguen el camino que lleva hasta las afueras, hasta el lugar al que he sido citada al tiempo que mis sentidos vuelven a la normalidad, a esa tensión continua que es lo que hasta la fecha, me ha mantenido con vida. 

Cargando editor
19/07/2020, 00:00
Director

Con la dirección en mente, la justiciera que quienes conocen lo hacen como Freda no tarda en alcanzar los aledaños del barrio donde se afinca el lugar de la cita. Si en algún momento ha tenido ocasión de intervenir en los acontecimientos delictivos que han copado la noche, ese es un barco que ya ha zarpado, como tantos otros que abandonan los muelles de Metro City cargados de contrabando y esperanzas perdidas. Tan sólo le queda acudir a la invitación tan excéntrica que ha recibido. Allí, aprovechando las sombras de la mal iluminada calle, la justiciera puede mantener su atención fija en un callejón frente al edificio, al parecer uno e los accesos a la dirección indicada.

Vigilando el lugar desde la distancia, detrás de unos contenedores de basura mal colocados, logra ver que la estrechez del callejón y el ángulo en que se encuentra respecto a su posición hacen que sea difícil ver más allá de algunas decenas de metros en su interior. La noche se vuelve cada vez más cerrada, con el cielo encapotado y amenazando con comenzar a llover en cualquier instante, y lo cierto es que aunque lleva unos cuantos minutos observando no ha logrado ver nada más sospechoso que la presencia de un extravagante desconocido, aparentemente un indigente, sentado junto a la entrada del callejón sobre unos cartones, aprovechando el resguardo de una escasa tejavana. El hombre viste una camisa arrugada y desgastada, pantalones anchos y, por lo que han podido ver en la distancia, está descalzo. Curiosamente, lleva un sombrero y gafas de sol, en plena noche, como si fuera ciego. Nadie ha salido ni entrado de ese callejón en el tiempo que la justiciera lleva observando.

La primera gota de lluvia choca contra la tapa del contenedor, emitiendo un hueco sonido de plástico y vacío.

Notas de juego

Tirada de Percepción oculta

Cargando editor
19/07/2020, 10:43
Freda
Sólo para el director

Caminando entre las sombras de calles siempre mal iluminadas y solitarias, con la máscara apagada y la cabeza gacha para no despertar más preguntas de las que estoy dispuesta a responder de buena gana, sigo el camino hasta la dirección apuntada en el trozo de metal que aún guardo en mi bolsillo. Es un paseo sereno al menos en apariencia, pero en mi cabeza, las dudas sobre lo sucedido minutos atrás, se suman a todo lo que tiene que ver con "La hermandad del murciélago". He oído nombres rimbombantes muchas veces, nombres de agrupaciones que van desde la más pura obviedad hasta el más completo misticismo, pero entre todas estas, una como aquella, no me sonaba si quiera por casualidad. 

Pero aunque esto me perturba en demasía, también lo hace el hecho de que hayan dado conmigo con tanta facilidad. El lanzamiento del murciélago metálico había sido limpio y certero, en el lugar apropiado y en el momento justo. Sabían que no llevaba un arma de fuego a mano, eso es obvio puesto que nadie es tan idiota como para actuar sabiendo que una ráfaga de tiros pueden comenzar a volar sin importar más que la propia supervivencia, así que me conocen y esto, sumado a no saber si conocen mi identidad civil, me pone sumamente nerviosa, ansiosa y sobre todo, de muy mal humor. 

Mis pensamientos viajan demasiado rápido como para poder responderme a mi misma, a sido una noche extraña, incluso para esta ciudad y por lo mismo, solo soy consciente de donde estoy cuando tengo cerca el edificio en cuestión. Tanteo mis armas que siempre porto en el mismo lugar, pero me gusta comprobarlo antes de que las cosas puedan torcerse, no necesito más que un movimiento rápido para coger mi tomahawk, y cojo uno de mis shuriken para jugar con el entre mis dedos, mientras busco y me desplazo hasta una posición que me permita mantenerme resguardad y al mismo tiempo, que me permita ver tanto como me sea posible. 

De cuclillas, puedo observar cómo hay un callejón que parece ser uno de los accesos al edificio, pero aquello es todo lo que logro contemplar, es un sitio estrecho pero que no ofrece grandes vistas para mi puñetera suerte. El clima tampoco parece ayudar a la labor de vigilancia, ya que el cielo comienza a encapotarse, oscureciendo aún más el paisaje, y una gota es la que resuena al chocar de sorda manera contra la tapa del contenedor tras el cual me resguardo, haciéndome poner los ojos en blanco. - De puta madre. - Me quejo mentalmente, pero sin moverme aún del lugar. Entonces es cuando reparo en el hombre que que se encuentra sentado a un lado de la entrada, resguardado por un pequeño tejado y que a todas luces no solo parece un indigente, sino que también parece ser invidente. 

Muevo aún más rápido el shuriken entre mis dedos, sopesando la posibilidad de lanzarle el shuriken y ver su reacción, comprobar si realmente es invidente o si por el contrario, aquello no es más que una fachada, pero es que parece ser tan obvio lo segundo, que me niego a pensar que sea así, nadie puede ser tan idiota... O sí, a estas alturas ya me creo cualquier cosa. Suspiro pesadamente y descarto la idea de la comprobación al menos por ahora. Y mi mirada comienza a viajar por todo a lo que tengo al alcance de la vista desde mi posición: Posibles cámaras de vigilancia, entradas alternativas, posibilidades de escalar el edificio para vigilar desde el tejado, y si es posible o no,  moverme hacia uno de los costados del mismo sin tener que pasar por aquel estrecho pasillo, y si hay otros sitios medianamente seguros que pueda usar para acercarme sin exponerme demasiado, contemplo ideas, opciones antes de meterme donde no tengo ni puta idea de qué me voy a encontrar. 

Joder, hasta para mi misma todo esto suena a paranoia pura, y aunque en algún momento culparé de esto a mi ruso camarada, sé que me he granjeado suficientes enemigos como para que esto sea una trampa, una bastante elaborada debo decir, pero no pienso adentrarme a ningún lugar a ciegas. 

- Tiradas (1)
Cargando editor
19/07/2020, 15:54
Armour

Aunque era evidente que a Montaraz no le hacía demasiada gracia, finalmente alcanzamos un cierto consenso acerca de cómo afrontar aquella incursión. No resultaba sencillo actuar de aquella forma, debiendo improvisar y tomar decisiones sobre la marcha. Muchos comandos de fuerzas especiales debían actuar así, manteniendo la coordinación mientras se adaptaban al terreno y a los obstáculos e imprevistos. Sin embargo, pocos de ellos lo hacían sin apoyarse en una rígida y estricta cadena de mando. Eso era algo de lo que nosotros carecíamos, pero que parecíamos estar supliendo con grandes dosis de voluntad y sentido común.

Me adelanté a mis compañeros para afrontar la bajada por aquellas escaleras en primer lugar, dado que de encontrarnos alguna sorpresa podía crear una cobertura con mi escudo tras la que parapetarlos a ellos, y así fuimos bajando los primeros pisos del edificio. Al menos, hasta que un movimiento atrajo mi atención sobre el edificio de en frente, una figura observándonos desde las alturas. Adopté inmediatamente una postura defensiva, con el escudo ante mí, y advertí a quienes me seguían alzando un puño a mi lado.

¿Qué demonios?

Parecía una mujer. Llevaba casco, con antifaz como el mío, pero sus ropas aparentaban estar destrozadas y dejaban buena parte de su piel al descubierto. ¿Mulata? Posiblemente, pero su raza era lo de menos. Lo verdaderamente importante era si estaba allí como nosotros, para acudir a aquella cita, o si por contra era uno de nuestros anfitriones. Aunque quizás hubiera otras posibilidades. En cualquier caso, no tardó en desaparecer en la oscuridad de los tejados, dejando tras de sí el sonido inconfundible de un látigo.

¿Alguna idea de a qué ha venido eso? -Pregunté a mis compañeros, relajando mi postura y echando un vistazo a la calle a la que estábamos descendiendo, antes de proseguir.

- Tiradas (1)
Cargando editor
19/07/2020, 22:08
Misery

Finalmente tomamos la decisión de acceder al lugar de la reunión por el callejón, aunque no era la mejor idea para todos los presentes. Para ello, decidimos bajar por la escalera de incendios del edificio en el que nos encontrábamos, descendiendo Armour en primer lugar; a quien seguía de cerca.

En un momento dado, el justiciero nos advirtió con su puño para que nos detuviéramos, dándome cuenta entonces de que alguien se encontraba en el otro edificio. Se trataba de una mujer enmascarada y algo ligera de ropa que terminó por alejarse del lugar caminando, para desaparecer poco después tras golpear el aire con lo que parecía ser un látigo.

Allan en seguida preguntó por qué había sido aquello, mientras yo abandonaba la pose defensiva que había adoptado instintivamente tras ver a aquella mujer.

- Puede que no hayamos sido los únicos invitados a todo esto, y que al igual que nosotros esa mujer estuviera intentando ver qué se cuece alrededor. - conjeturé. - O puede que sea una de ellos y quiera que la sigamos. - terminé por añadir, extrañada por el gesto del látigo, aunque puede que este no hubiera sido más que un gesto de chulería; una especie de carta de presentación.

- Tiradas (1)
Cargando editor
20/07/2020, 06:17
Ácido-Base
Sólo para el director

"No creo que haya muchos vigilantes que utilicen un murciélago como emblema" Aún recordaba aquella historia, había dado bastante de que hablar en su momento aunque la mayoría, incluso ella, la había descartado como otra leyenda urbana. Quizás iba a conocer a quien la había creado... o a su club de fans. Se estremeció ligeramente al pensar el tipo de personas que podía ser admirador de un justiciero que se dedicara a ir matando gente por la ciudad, o al menos, eso era lo que la historia había dado a entender. -Sea quien sea no lo han presentado de forma halagadora - Murmuró para sí, estacionando bajo la luz de una de las pocas farolas que parecía andar en esa calle.

-Alumbrado público de calidad - Remarcó sarcásticamente, apagando el motor del auto, sintiendo alivio de haber llegado. Juraba que conducir era una de las cosas más estresantes de su alter ego, si no fuera porque hubiera llamado demasiado la atención, hubiera tomado el transporte público. Probablemente de las pocas cosas que aún andaban relativamente bien en esa ciudad. Pensó en su esposa que siempre que podía se ofrecía a llevarla a donde sea. La extrañaba, aún cuando la había visto esa misma mañana. "Terminemos rápido con esto" Con un poco de suerte aún estaría despierta cuando llegara si se daba prisa.

Bajó del auto, procurando mantener el silencio que parecía caracterizar a aquella parte de la ciudad. "Si es una broma voy a matar a alguien" Pensó, luego de corroborar que el callejón era la dirección correcta y de intentar varios minutos ver algo en la oscuridad. El olor a humedad y la certeza de que pronto estaría parada bajo la lluvia la hacían querer volverse a su casa, pero la curiosidad aún era más fuerte que la casi segura probabilidad de que todo fuera una broma de mal gusto. Volvió la mirada hacia el hombre que estaba descansando junto a la entrada del callejón, frunciendo el ceño al notar que no llevaba nada en los pies. "Hace frío, joder" -Señor? - Llamó con amabilidad acercándose un par de pasos hacia él -Hay un hotel dos cuadras calle abajo, me permite pagarle una habitación por la noche a cambio de una pregunta? - Realmente le interesaba más que el hombre no quedara a la intemperie en una noche como esa, pero por respeto y porque realmente le serviría prefería pedir algo a cambio. Sí era verdad que había alguien esperándola lo más probable es que ese hombre los hubiera visto. La primera gota de lluvia la hizo maldecir en voz baja -Sabe de alguien que haya pasado por el callejón hace poco? -

- Tiradas (1)
Cargando editor
20/07/2020, 10:01
# CALLES DE METRO CITY

Los tres justicieros apenas logran bajar un piso más, cuando Armour vuelve a agacharse y cubrir al grupo con su escudo, alzando un puño en un gesto claramente militar. Algo ha llamado su atención, algo que también ven sus compañeros desde su retaguardia, adoptando ambos posturas defensivas tras el justiciero que les ofrece cobertura. Para Montaraz, es una autentica lástima haberse quedado sin proyectiles, ya que esa posición es ideal para poder disparar desde una posición bien defendida. En la mente de los otros dos, tan sólo cabe recordar que portan sendas armas de fuego.

Lo que llama la atención del trío es una oscura presencia en la calle. Alguien acecha en las sombras del lugar, observando la entrada al callejón a distancia. Una larga cabellera rubia es lo único que destaca en la mujer completamente cubierta de negros ropajes que oculta su identidad tras un antifaz que rodea sus ojos. Aunque todos alcanzan a ver el brillo de una pistola colgando de su cinturón, tan sólo Misery logra verla con la suficiente claridad para comprobar que se trata de un arma modificada, un gran revolver poco convencional y seguramente creado fuera de la industria armamentística. La obra de un artesano, un maestro armero, o al menos alguien que sabe lo que se hace.

Tan sólo un instante antes, Misery ve por el rabillo del ojo otro movimiento extraño en la calle. Al otro extremo, una tenue luz se mueve entre los contenedores de basura, un rostro siniestro retroiluminado que desaparece tras la esquina.

Tres pares de ojos observan en silencio cómo la mujer sale de las sombras y camina hasta la entrada del callejón, diciéndole algo al indigente ciego, si es que eso es lo que es, que pasa la noche descalzo en ese lugar. Éste le responde algo, pero inmediatamente la mujer se gira bruscamente, mirando fijamente en dirección a la escalera de incendios desde donde es observada.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Todos hemos sacado la tirada, pero sólo Misery ha sacado un Crítico :P

Podéis incluir a Ácido-Base en vuestra respuesta ^^

Cargando editor
20/07/2020, 10:30
-- Jean Jaques Mourreau

Ácido-Base sale de la cobertura que las sombras de la calle le proporcionan, y decide avanzar abiertamente, tomando las debidas precauciones pero sin ocultar su presencia. El excéntrico indigente llama demasiado su atención como para no centrarse en él, de modo que decide abordarlo directamente, sin duda alguna en su decisión. Es mientras se acerca al desconocido que se fija mejor en su aspecto, del todo inusual a todas luces. Ya no sólo por su indumentaria, su sombrero y el hecho de que vaya descalzo. Además, está perfectamente afeitado, y por las formas que marcan su camisa y la apertura de su abotonadura mal abrochada, se ve que ese hombre está en una forma envidiable, pese a su edad. No es ningún chaval, podría tener más de cincuenta años.

Hace mucho que ninguna dama me invita a una noche de hotel, señorita, me siento halagado... -Indica el desconocido con un cierto deje extranjero en su voz, poco marcado, muy disimulado incluso. Europeo, ¿tal vez francés? Sus palabras van cargadas de evidente ironía, como si pretendiera insinuar que la invitación va más allá de pagarle un lugar donde dormir, aunque sea evidente que no es así. Más bien parece burlarse de la invitación- ...pero mucho pago me parece por una respuesta que le habría concedido gratis. Además, habríamos de dejarlo para otra noche más propicia. Hoy tengo una tarea que desempeñar, de modo que le diré tres cosas: -Indica el hombre, dedicando a la justiciera una sonrisa enigmática- La primera, que no, no ha pasado nadie por aquí en bastante rato. La segunda, que lo que busca se encuentra más adelante, a la izquierda y abajo. Y la tercera... que tiene compañía.

La primera respuesta es la más sencilla de asimilar. La segunda, en cambio, resulta algo confusa. ¿Le está dando indicaciones, respecto a la dirección de la convocatoria recibida a través de ese murciélago de metal? Eso implicaría que ese hombre forma parte de la organización que la ha abordado, esa... hermandad. Sin embargo, no hay mucho tiempo para analizar la situación, puesto que las últimas palabras advierten a Ácido-Base de la presencia de alguien más en la calle.

Cargando editor
20/07/2020, 12:48
# CALLES DE METRO CITY

No es exactamente en la calle, y no es exactamente "alguien", sino un grupo de personas. Al buscar alrededor, la justiciera termina alzando la vista hacia las alturas, descubriendo a un variopinto trío de personas de peculiar aspecto en el descansillo de una escalera de emergencias exterior del edificio de en frente. El primero que la mujer logra ver es un hombre con un uniforme táctico urbano, un casco con la letra "A" en la frente que ejerce además las funciones de antifaz al rodear los ojos, y que se cubre a sí mismo y a sus acompañantes que se encuentran tras él con una especie de escudo, un disco de metal con los colores de la bandera estadounidense y una estrella en su centro.

Justo tras él se agazapa una mujer de larga cabellera pelirroja, que cubre sus ojos con unas curiosas gafas  que dificultan identificarla. Porta un curioso uniforme azul marino y blanco, y un par de bastones similares a los de la policía pero de inusual diseño, con una extraña mezcla de metal y madera y lo que parece ser algún tipo de dispositivo electrónico.

A la cola del curioso trío trata de esconderse un tipo ataviado con ropajes inspirados en el medievo, cubriendo su cabeza con una capucha que sumerge en sombras su inescrutable rostro. Porta a la espalda un arco y un carcaj, aunque éste parece vacío.

Los tres se encuentran alerta ante la presencia de Ácido-base y su curioso interlocutor, quien parece encontrar muy divertido lo que está sucediendo, a tenor de la sonrisa que muestra su rostro.

Notas de juego

Puedes incluir a Armour, Misery y Montaraz en tu respuesta ^^

Cargando editor
20/07/2020, 12:55
Director

La prudencia es la única arma que permite a los habitantes de Metro City sobrevivir al mal que asola la ciudad. No es que la prudencia sea lo que arrastra a algunos a buscar justicia por su propia cuenta, pero quien se ve arrastrado a tomarse la justicia por su mano hace bien en tenerla como aliada, si quiere sobrevivir más allá de la primera noche.

Así es como Freda decide evitar ese callejón estrecho, que tal parece una ratonera, y rodea el edificio analizando la situación. Sus ojos, ocultos tras las luces que decoran su casco y lo vuelven siniestro y amenazador, buscan a lo largo y alto de la fachada. No hay cámaras por ninguna parte, ni rastro de otros medios electrónicos de detección, pero tampoco escaleras de emergencia exteriores. Es curioso, porque debe ser de los pocos edificios de la zona que carecen de ellas, debiendo estar tales vías de evacuación por el interior de su fachada. ¿Casualidad? Tal vez, pero en esta pútrida ciudad pocas cosas se deben al mero azar.

En un par de ocasiones, al alzar la vista hacia la parte alta del edificio le parece detectar algún tipo de movimiento, en la parte más alta, asomando por el tejado. Sin embargo, sea el movimiento de algún ave o de alguien asomado al borde de la tejavana, a la justiciera le es imposible determinar más allá de que ahí arriba hay algo. Sin embargo, ascender hasta ahí puede ser tremendamente difícil, pues ante la ausencia de escaleras de emergencia la única posibilidad pasaría por lograr encaramarse a un balcón y tratar de ir ascendiendo por ahí, piso a piso, con todo el riesgo que eso supone.

Finalmente, la justiciera termina rodeando el bloque entero, hasta alcanzar el extremo contrario de ese callejón que trataba de evitar. Contenedores e basura, charcos en el suelo en los que empiezan a reflejarse las primeras gotas de lluvia, y al contrario que al otro lado ni un alma en las cercanías. Eso es todo lo que Freda logra encontrar.

- Tiradas (1)
Cargando editor
23/07/2020, 00:03
Ácido-Base

Al acercarse más notó lo extraño del hombre. La ropa no le llamaba la atención, era común ver gente con la ropa más variada o sin ella... como el terraplanista que vivía en la quinta avenida, y a menudo hacia sus protestas totalmente desnudo. No, la parte interesante sobre este hombre era que sin duda no era un indigente. "No me dejes que tenga razón" Se quejó a algún ser imaginario, recordando su primer pensamiento sobre una trampa y como lo había descartado. Ligeramente más en alerta que al principio, le sonrió y ladeo ligeramente la cabeza aceptando la burla, y notando el ligero acento que aún conservaba. -Demasiado juzgar por las apariencias, verdad? - Mantuvo la sonrisa con suavidad honrando su error. "Si no es una trampa, entonces... es un recibimiento"

Hizo silencio, escuchando con atención la respuesta. La primera se la había imaginado correctamente, la segunda explicaba porque llevaba varios minutos parada allí como una idiota, enfriándose el culo. Desgraciadamente la tercera cosa que le dijo era bastante más urgente que las otras dos. Miró alrededor y finalmente hacia arriba, había una razón que no había sentido a nadie acercarse por detrás. Tres personas que sin duda resaltaban tanto como ella en la ciudad. Quien hubiera lanzado el murciélago tenía una misión en mente. "O nos han citado a todos para una fiesta de disfraces" Se encogió de hombros a su propio pensamiento, mirando a sus acompañantes con atención, aún estaba insegura de la buena fe de todo aquello, pero si era una trampa después de todo era hecha por alguien con demasiado tiempo libre. Miró de reojo al hombre del sombrero, que era él único que parecía saber que estaba pasando allí a juzgar por la sonrisa.

-Hermosa noche para una reunión - Saludó irónica mirando a las tres figuras de la escalera de incendio, manteniendo la alerta solo por si acaso - Asumo que a ustedes también los ha convocado cierto mamífero volador -

Cargando editor
24/07/2020, 07:06
Freda
Sólo para el director

 

Abrigada entre las sombras y escuchando el silencio, mi mirada busca en las paredes de este viejo edificio algo que llame mi atención al tiempo que mi respiración se vuelve cada vez más lenta, más profunda incluso, intentando así mitigar la ansiedad que siempre antecede a una pelea, a un momento de tensión que rara vez, sale bien. Motivos para desconfiar tengo por montones, más razones para retroceder que para avanzar, pero aun así, un intento de sonrisa aparece entre mis labios al no notar cámaras ni ningún dispositivo de seguridad, así como tampoco las escaleras de emergencias obligatorias en toda construcción. No sonrío por confianza, sino más bien porque esto me gusta cada vez menos y aún así, soy incapaz de dar un paso atrás. 

No soy la prudencia hecha mujer, eso es algo que asumí ya hace muchísimos años, casi los mismos en los que aprendí que saltar al vacío y a oscuras es una opción que solo he de tomar cuando es exclusivamente necesario. Por ello bufo al mirar hacia arriba y admirar cómo algo se mueve en el tejado del edificio, una sombra cuya forma y procedencia no soy capaz de advertir desde aquí abajo, ya que la única opción que tengo de subir es saltando de balcón en balcón rezando por no caer y destrozarme contra el suelo. No, hacer el subnormal lo dejaré para otra ocasión, para cuando hayan vidas en juego, cuando la posibilidad de morir por una acción así, realmente valga la pena, pero por curiosidad... Por curiosidad solo me como un disparo, pero hasta ahí. 

Entonces mi mirada se fija en el pasillo, en la misma callejuela que había visto desde el otro lado y pongo los ojos en blanco, al menos no es una emboscada visible, aunque cualquier cosa ya puede suceder, y sea como sea, estoy segura que quien sea que me haya lanzado el murciélago metálico, ya debe estar más que advertido de mi presencia, lo cual, no se si me tranquiliza, o me pone incluso, mucho más nerviosa. 

- Debería avisarle a alguien que estoy aquí. - Pienso, intentando ser medianamente responsable, pero con la misma rapidez que esta idea aflora, desaparece de mi mente. No voy a preocupar a nadie ni mucho menos poner a alguien en peligro por mis actos, y es que estoy segura que decir dónde estoy por si no aparezco al día siguiente, es lo mismo a decirles que vengan a cubrirme la espalda... Vamos, lo sé porque es justamente lo que yo haría así que no. Suspiro y niego con la cabeza. - De perdidos al río. - Susurro para mi, al tiempo que decido salir de las sombras hacha en mano, para encarar aquel pasillo y ver hacia donde mierda me conduce. 

Cargando editor
24/07/2020, 15:40
Armour

El primer susto que supuso la presencia de aquella mujer sobre el tejado parecía un caso aislado, pero nada más lejos de la realidad. Apenas logramos descender una nueva planta antes de descubrir que había alguien más en la calle, un desconocido con uniforme negro que no pude reconocer, una mujer de rubia cabellera y enmascarada, que se movía agazapada con algo brillando en su cadera.

Arma. -Indiqué disimuladamente a mis compañeros, deteniendo mi avance y cubriéndonos mientras alzaba un puño para advertir de nuestra detención. Suponía que, incluso sin adiestramiento militar, todo el mundo conocía aquel gesto, que se veía a menudo en el cine y la televisión.

Ajusté el escudo convenientemente ante mí, creyendo más o menos ajustado que mantendría a mis acompañantes justo tras la línea de fuego que detendría con mi escudo. No es que el disco de metal pudiera cubrirnos completamente, no era lo suficientemente grande, pero al menos ofrecía la cobertura justa mientras nos mantuviéramos agazapados. Bajé mi puño y llevé mi mano a la empuñadura de mi pistola, pero no la saqué de su funda.

¿Qué estaba haciendo?

No centrarse en nosotros, desde luego. En lugar de ello, se dirigía hacia el desconocido, aquel excéntrico presunto indigente, intercambiando con él algunas palabras... hasta que se giró bruscamente hacia nosotros. Hice fuerza inconscientemente con el brazo que sostenía el escudo, como si esperase recibir algún impacto inminente, y mi otra mano se enroscó en torno a la empuñadura de la pistola, pero continué sin extraerla. Algo me decía que no era en un tiroteo en lo que debía acabar aquello, que aquella mujer no estaba allí para tendernos trampa alguna. En lugar de ello, sus palabras me confirmaron lo que ya empezaba a sospechar, que se encontraba allí por idénticos motivos a los nuestros.

De modo que alcé de nuevo mi mano, pero no con un arma en ella, sino con un murciélago de metal oscurecido, mostrándolo por encima de mi escudo.

Eso parece, señorita. -Afirmé con excesiva formalidad, aquella con que dotaba al personaje en que me convertía cuando dejaba de ser aquello en que mi familia, la política y mis propios errores me habían convertido- Ha sido una larga noche, espero que sepa disculpar el exceso de celo.

Asumiendo que aquel fortuito encuentro no iba más allá de la coincidencia de compartir un mismo destino, miré a mis compañeros en busca de su aprobación y me incorporé de nuevo, dispuesto a continuar descendiendo por las escaleras hasta la calle, para reunirnos con aquella desconocida en la entrada del callejón. Con ella... y con aquel indigente que ya intuía que no lo era. Por supuesto, lo hice tomando las máximas precauciones, escrutando cada punto de acceso y ruta de escape de aquella calle, así como los puntos tras los que era posible obtener cobertura. No creía, sinceramente, en que aquello pudiera ser una trampa, pero en la guerra nunca podía uno confiarse.

Y, para qué engañarnos, estamos en guerra.