Partida Rol por web

- Las flechas siempre me interesan...sin ellas no puedo ser yo mismo. - comento ya que con ellas podría aún cazar a algún cabronazo antes de volver al retiro aunque siendo sinceros estaba magullado y cansado.  No quise beber alcohol a pesar de que Armour decía que era un buen brebaje. Prefiero tener la mente despierta y conformarme con mi Jameson en casa. No tendrá el glamour de este pero bien me llega, al fin y al cabo soy irlandés.

Sigo en silencio el resto del momento, la verdad sigo meditando si unirme o no a esta organización. Pero tengo curiosidad por lo que opina el resto así que decido preguntarles y avivar un poco la conversación.

- ¿Vosotros qué opináis sobre uniros al Murciélago o no uniros? ¿Qué opción está ganando? En mi cabeza de momento la del murciélago presidente...

El modo en que Misery le disculpa hace que Li muestre una sonrisa llena de amabilidad. Parece tener facilidad para eso, para resultar cercano en el trato. Termina por asentir ante la apreciación de la justiciera acerca de la Hermandad, confirmando que sus imprresiones le parecen correctas, pero no ahonda más en el asunto.

Más serio se vuelve al oír atentamente la explicación de la pelirroja. Frunce el ceño, y por momentos agacha la mirada hacia un costado, pensativo. El oriental no parece simplemente no saber nada de ese asunto, sino que algo no aparenta encajarle.

Señora Whedon... debo reconocer que el asunto que me comenta me desconcierta. -Admite finalmente, mirando a la mujer directamente al reflejo en sus gafas tintadas- Los "batikens", como los llamamos, son un arma tradicional de la Hermandad, eso es cierto. No tanto por su funcionalidad como por el hecho de resultar una muy sugerente carta de presentación. Se emplean desde antiguo para dejar constancia de nuestra presencia a nuestros enemigos. Sin embargo, el caso que comenta no parece encajar con nuestro proceder habitual. -El hombre alza sus cejas, suspirando, antes de proseguir con su explicación- "Golpear y desaparecer" es nuestro lema, pero dar un sólo golpe en unas tierras bajo nuestro ala y marcharnos para no regresar no es lo que hacemos. Golpeamos, desaparecemos, y de ese modo reaparecemos para golpear de nuevo, hasta hacer caer a nuestro adversario. Y sí, hay lugares donde el adversario es sólo uno, pero no es el caso de Metro City, ni ahora ni hace años. No tiene sentido que nuestra Hermandad pusiera Metro City bajo su ala, y se limitase a ajusticiar a un sólo capo de la mafia. La Hermandad busca hacer caer las estructuras corruptas, para que los ciudadanos honrados tengan la oportunidad de tomar el poder y las riendas de sus vidas. Sin embargo, puede que el Murciélago sepa más que yo de ese asunto...

Tras dejar escapar de entre mis labios lentamente el humo del cigarro de entre mis labios, soy incapaz de censurar la baja risita que escapa de mis labios ante la mención del comentario homófobo pero aquello es todo lo que ofrezco a modo de respuesta. Posiblemente me he comido más coños de los que ella a visto en su vida pero no pensaba entrar en una conversación semejante en alguien que, al parecer usa el humor y el sarcasmo posiblemente como método de defensa. 

Pero dejando aquellos detalles de lado, me centro tanto en lo que el resto de los presentes como la misma mujer van comentando, cuestiones que siendo de interés en algunos instantes giran sobre los mismos temas y en otros, a cuestiones nuevas que no son en lo absoluto menores. 

- Nada de ir haciendo el cabra borracha, palabrita. - Respondo con una ligera sonrisa entre los labios, y es que si bien no suelo beber en horas de "trabajo", ese suelo es la enorme diferencia entre pensarme las cosas dos veces o meterme en la boca del lobo pensando mas bien poco en las consecuencias que podía tener en mi y a estas alturas de mi vida, con todo lo que tengo a mis espaldas, tampoco es que fuese a cambiar pero eso no tenían por qué saberlo. 

Más aunque estoy de acuerdo con respecto a lo que Karen le comenta al chico escudito sobre vaya mierda de equipo seríamos si lo dejásemos solo en el marrón que esté metido, tampoco es que vaya a obligarle a hablar después de todo, adultos somos todos como para saber qué muchas veces es más sensato pedir ayuda que intentar hacer las cosas por uno mismo, o eso quiero creer. - No la vas a pedir ni la esperas, pero menos mal que no has dicho nada de no aceptarla. - Apunté con una sonrisa que gracias a que la máscara no estaba demasiado alzada, a duras penas se puede ver. 

No es que me agrade trabajar en equipo, pero tampoco puedo ser tan obtusa y aunque me joda más de lo que estoy dispuesta a reconocer, esto de trabajar de manera organizada a la larga, será más que beneficioso para todos. Como bien lo había dicho la chica tablet, todos hemos perdido cosas por culpa de esta mierda y era hora de hacer las cosas bien o al menos, tan bien como se nos pudiese dar, lo cual sin duda iba a ser unas risas. 

Pero sin prestar demasiada atención a la botella que traen o a los comentarios sobre las balas ya que poco llaman mi atención, mi atención se posa en Montaraz y su pregunta. - Si el murciélago puede proteger a quien necesito que se mantenga a salvo yo me apunto después de todo, peor de lo que nos ha ido hasta ahora ya es jodido que nos vaya. - Comento completamente consciente de que me estoy metiendo en más problemas de los que posiblemente podré afrontar pero al menos para eso Karen ya me había garantizado el alcohol. 

Karen permanece en silencio, mirando de reojo a Armour, al comprobar su reacción acerca de sus "asuntos personales". Es difícil discernir si está de acuerdo con el proceder del soldado del escudo, pero lo que queda claro por la sonrisita que dibujan sus finos labios es que está disfrutando con ello. De hecho, se acerca uno de los vasos y comienza a juguetear con su borde con uno de sus dedos, mientras atiende a las réplicas de los demás. Una de sus cejas se alza al oír la intervención de Freda, y su sonrisa se vuelve, sutilmente, algo más cálida.

Oh, sí, tranquilos, esperamos a los tortolitos antes de brindar... -Concuerda con Armour, guiñándole un ojo mientras señala con el pulgar la cortina del otro reservado.

Sin embargo, la conversación se encauza gracias a Montaraz, quien se muestra interesado en conocer la opinión de los demás acerca de la oferta. La mujer clava sus codos sobre la mesa, y apoya una mano sobre la otra, escuchando satisfecha cómo el arquero parece bastante proclive a aceptar. No obstante, cuando Freda expone su parecer, la sonrisa de la mujer se desvanece.

Yo no me confiaría demasiado. -Expone entonces, con una seriedad que no se ha visto en ella hasta el momento. Casi con tristeza- Por mal que hayan ido las cosas, siempre pueden ir a peor. A mucho peor. -Por un instante, aparta la mirada de los rostros y máscaras de los justicieros, y la sumerge en el fondo del diminuto vaso que tiene delante, casi como si sintiera la necesidad de vaciarlo una y otra vez en su garganta- Luchamos contra un enemigo muy superior a nosotros, y cuanto más consciente sea de nuestra existencia, mayores serán los golpes que nos reservará. Es una guerra, será duro... y más vale que tengáis en quién apoyaros cuando los golpes os hagan caer.

La incomodidad que me causaba la conversación acerca de mi cruzada personal se vio incrementada por el comentario de la tal Freda. No pude evitar mirarla, antes de comprobar cómo Ácido-Base permanecía en silencio y Montaraz trataba de cambiar de tema. Bajé la mirada, y no respondí a la mujer del casco, especialmente porque no sabía qué decir. ¿Y si eran ellos quienes se ofrecían a ayudarme? ¿Qué iba a hacer, negarme?

Por fortuna, el arquero comenzó a tratar en grupo la decisión que debíamos tomar. Él mismo parecía estar casi convencido de aceptar la oferta de aquella gente, aunque lo cierto es que se había mantenido bastante parco en palabras hasta el momento. Freda parecía estar preocupada sobre todo por proteger a alguien, así que su decisión final dependería de ello. Ácido-Base se mantenía en silencio, meditando algo según creí adivinar, ya que ni tan siquiera me había respondido acerca de si podía inspeccionar una de sus balas. Parecía ensimismada en sus propios asuntos, seguramente tratando de decidir qué hacer.

Información, equipo, una base de operaciones... A mí me suena bien. -Declaré finalmente, encogiéndome de hombros- He combatido sólo desde que me puse este uniforme, y debo reconocer que las cosas en las calles están bastante mal. Va a hacer falta mucho trabajo, si queremos que las cosas cambien en Metro City, elegir bien las batallas a librar, golpear donde duela. Pero hoy, esta noche, por primera vez he estado en el campo de batalla con refuerzos a mi lado... -Indiqué mirando fijamente a la sombra bajo la capucha de Montaraz, donde un ligero brillo permitía adivinar sus ojos- ...y si os soy sincero, sienta bien. Creo que, apoyándonos los unos en los otros, podemos hacer algo bueno en esta ciudad, algo grande, cambiar las cosas. Un buen equipo, con infraestructura y un servicio de inteligencia efectivo, puede marcar la diferencia.

Li pareció recibir bien mis palabras acerca de su compañera y su organización, llegando incluso a sonreír cuando le liberé de tener que ofrecer disculpa alguna.

Sin embargo, aquel relajado ambiente que se había generado, tuvo que desaparecer; como no podía ser de otra manera. Los asuntos que tratábamos eran de suma importancia, y estaba convencida de que no sólo para mí, a pesar de que en mi caso todo aquello resultara mucho más personal e hiriente; y es que aquel hombre parecía realmente comprometido con lo que hacía.

Al abordar lo referido a aquella inesperada información obtenida poco tiempo atrás, Li se puso más serio, no tardando en tornarse pensativo; dándome la impresión que algo en mis palabras le extrañaba, aunque quizás no se trataba de eso, si no del cambio en mi rostro a raíz de aquella idea que debía apartar por el momento.

Escuché atenta las palabras del hombre, quien tras manifestar su desconcierto me explicó el motivo de este. Al parecer, a pesar de aquel arma ejercía la función de sello de identidad de La Hermandad de Murciélago, lo que le había relatado no encajaba con su modus operandi; pues según Li, la organización no habría cesado en su intento de erradicar la delincuencia en Metro City de haber comenzado con ello. No parecía contemplar lo más mínimo que aquel suceso hubiera sido cosa de ellos, pero aun así dejaba la puerta abierta a que se tratara de un hecho aislado del que el Murciélago sí tuviera conocimiento.

- Entonces, si alguien se hubiera interesado en ese caso... ¿No sería por que estuviera ayudándoles a ustedes, no? - pregunté desconcertada, habiendo contemplado que Aidan fuera uno de esos contactos que tenía la Hermandad, aunque no parecía ser el caso no siendo ese suceso responsabilidad de la organización; si bien no podía descartarse del todo que no tuvieran nada que ver. - En el caso de que lo sucedido años atrás no fuera ejecutado por la Hermandad... El responsable sí que debería tener algún tipo de relación con esta. Quizás alguien que dejó la organización y decidió usar los recursos aprendidos, o alguien intentaba inculparla... - comencé a conjeturar en voz alta, terminando por dejar escapar un suspiro.

Tras darme un par de segundos, volví a pronunciarme para bordar otra importante cuestión, una aún más importante; pues Li no parecía ir a poder contarme mucho más de lo sucedido años atrás.

- Ha mencionado anteriormente que una vez formamos parte de la organización, cabe la posibilidad de negociar con el Murciélago protección para nuestras familias, e imagino que es él quien tiene la última palabra acerca de la ayuda que me ofrecía hace unos instantes... - comencé a decirle, contando con serias dudas acerca de cómo recibiría lo que iba a preguntarle. - ¿Podría discutir con él las condiciones de esa protección antes de tomar una decisión? Sé que no es lo habitual, pero necesito ciertas garantías.

Necesito confiar en que todo esto puede salir bien.

A medida que Misery retoma la palabra, las cejas de Jack se alzan en una expresión de incertidumbre. Queda pronto claro que las especulaciones acerca de las que la justiciera trata de preguntar quedan muy lejos de sus posibilidades, aunque durante un instante su ceño parece ir a fruncirse ligeramente, como si tratase de peguntarse algo a sí mismo, apartando la mirada un instante para, finalmente, terminar por emitir un quedo suspiro.

Me temo que me pide que especule acerca de algo que desconozco, de lo que cuento con escasa o nula información. No se qué decirle.

Sin embargo, las conclusiones a las que Misery llega por sí sola parecen dejar al oriental ciertamente preocupado. Son conclusiones lógicas, a sus ojos, y el silencio que se adueña de él, así como la forma en que asiente sutilmente, dan a entender que concuerda con tal posibilidad. O, al menos, que la contempla como una seria posibilidad.

No obstante, Melissa bajo la identidad de su alter ego termina por cambiar de tema, retomando el asunto de la protección para su familia. Sin embargo, en un momento dado el siempre controlado Li parpadea un par de veces con cierta confusión, negando con la cabeza, aunque su rostro muestra cierta turbación cercana al pudor.

Ehm... no, creo que... debo haberme expresado mal. -Comienza a explicar, agachando la mirada momentáneamente- Si decidiera aceptar nuestra oferta y unirse a la lucha bajo el la del Murciélago, en efecto, puede negociar con él algún tipo de protección para sus seres queridos. No habría problema en que tomase la decisión definitiva tras dicha charla, por supuesto, aunque no puedo llevarles ante él si no muestras y de antemano cierta... predisposición a aceptar, no se si me entiende. -Explica con paciencia- La oferta que le he transmitido antes es... personal. -Expone volviendo a agachar su mirada, al parecer tratando de ocultar su vergüenza- Si decidiera no unirse a nosotros y huir con su hija... bueno, tras tantos años en la lucha alguien como yo se gana amigos, contactos, recursos a los que recurrir en caso de necesidad. Son cosas que poner al servicio de la Hermandad, llegado el caso, pero que no dependen de ella. -Jack vuelve a alzar su rostro, mirando a Melissa directamente al reflejo en sus gafas- Tan sólo usted y yo lo sabríamos, y aquellos en los que usted confiase. Es usted quien debe decidir, y no la envidio por ello: son dos duros caminos los que se alzan ante usted.

Durante unos escasos segundos una casi invisible sonrisa cargada de una tristeza que nada tiene de fingida aflora entre mis labios para desaparecer con la misma rapidez con la que se había atrevido a asomar. Mis pensamientos dispares por momentos terminan por encauzar en una realidad a la que no puedo ni quiero ser realmente ajena. 

Sé por experiencia que nadie es lo que aparenta, que bajo la máscara que portamos para combatir a un enemigo común se esconde otra más, aquella que usando a diario esconde verdades que jamás verán la luz; una mascara que con nuestro propio rostro nos permite parecer enteros cuando por dentro se está completamente rotos, imperfectos y mucho más débiles de lo que nos gustaría reconocer. 

Y es bajo esta premisa que mientras mi mirada oculta tras las luces de neón apagadas observa a cada uno de los presentes sé, que más de un milagro será necesario para que entre los presentes y yo pueda crearse una unión fidedigna, para estar incluso bajo la misma causa en una sintonía similar. Todos los presentes parecen ser lo suficientemente afines como para poder ser parte de un grupo conjunto siendo yo la única nota disonante, y aunque esto no me produce el más mínimo tormento personal sé que dado el momento puede convertirse en algo más que un mero inconveniente. 

- Tsk. - Chaquea aquella vocesita que siempre aflora en mi cabeza cuando me sumerjo en pensamiento demasiado profundos, siendo aquella la manera en la que cual acto reflejo, me obligo a dejar estos pensamientos para momentos donde la soledad sea la más confiable y fiel compañía. Para aquellos momentos donde dando la espalda al mundo puedo permitirme ser quien soy sin temor. 

- Quizás deberías... - Comienza a decir la voz de mi cabeza, de esa consciencia que a veces tiene la manía de aflorar para ser cortada de cuajo. - ¡Oh cállate! - Me silencio a mi misma, comenzando a preguntarme si estas conversaciones mentales conmigo misma son del todo normales o es hora de ir a ver a un profesional. 

Negando con la cabeza de forma sutil ante aquellos pensamientos que sin permiso van creando una realidad en la que por momentos prefiero no sumergirme, son tanto las palabras de Karen como el mismo cambio de su expresión lo que hacen que mis ojos se posen sobre ella durante unos instantes sumamente largos. 

Sin ser ajena a lo que transmite y posiblemente entendiéndola mejor de lo que cabría esperar, doy una larga y serena calada a mi cigarro mientras mi rostro bajo la máscara mantiene una expresión seria e incluso resignada a esa realidad en la que habito, no soy capaz de olvidar incluso en los momentos en los que con tanto ahínco lo intenté. 

- Cuando has nacido en el mismo infierno contra el que luchas puedes hacerte una idea de qué esperar. - Respondo con calma y un tono que sin delatar emoción quizás revela más de lo que me gustaría. Y es que cuando te lo han arrebatado todo, incluso la inocencia y la esperanza para ofrecerte a cambio un odio que se instaura en lo más profundo de tu ser ¿Qué golpe puede hacerte caer? No puedes romper lo que ya está roto. 

Pero volviendo al silencio del que desde un principio jamás debí salir, asiento a las palabras de Armour sin tener mucho que decir al respecto. Ya había declarado mis intenciones y de qué dependía mi decisión, las cartas ya no estaban en mi mano y no soy yo quien debe mover para seguir jugando. 

El sí parece que va ganando, siempre y cuando se cumplan ciertas condiciones. Habrá que esperar a que Ácido Base y Misery decidan aunque creo que la pelirroja se sumará. Hoy no ha sido una mala noche y hemos logrado poner a la niña a salvo. Solo es una vida pero al menos nos hemos cargado a unos cuantos y hemos conocido al cabrón que organiza esto. Ese debería ser nuestro objetivo, cargarnos al calavera ese.

- Bueno, esperemos que no tarden demasiado. La noche ha sido larga y no sé el resto pero yo me muero por dormir unas cuantas horas y luego ver qué sucede...

Sonrío ligeramente viendo que Armour tiene ganas de seguir luchando en equipo y sigo  esperando a que Misery regrese con Jackie. Me apetece que la noche avance, estar quieto no es uno de mis fuertes.

La conversación sobre lo sucedido años atrás no parecía ir a tener mucho recorrido, con lo que no tardé en pasar a asuntos más importantes, aunque quién sabía si más adelante podríamos desarrollar más aquel tema. Aun así, Li no sólo manifestó que era poco o nada lo que sabía sobre aquello y que no sabía qué decir; sino que pareció valorar aquellas conjeturas hechas en voz alta.

Al abordar el asunto de la ayuda que La Hermandad del Murciélago pudiera prestarme, el hombre no tardó en negar con cierto aire de confusión y vergüenza en su rostro. No comprendía qué sucedía, aunque en seguida me hizo saber que algo estaba mal en mis palabras.

Al parecer cabía la posibilidad de negociar con el Murciélago antes de aceptar unirme a la organización, aunque para ello debía mostrar cierta predisposición a ello, algo que me pareció natural. Pero aquello no era todo. Me sorprendí al escuchar que su anterior oferta era tan sólo a título personal, algo que Li expresó agachando su mirada con pudor. Tras explicarme más cosas sobre aquella ayuda, terminó por alzar su rostro, prometiéndome discreción y haciendo palabras aquella gran verdad: debía decidir entre dos tortuosos caminos.

- Discúlpeme, yo... - comencé a decir, totalmente avergonzada, apoyando una de mis manos sobre uno de sus antebrazos. - L-le agradezco muchísimo el ofrecimiento. - le dije temblándome ligeramente la voz, con unas palabras cargadas de emoción y sinceridad.

Solté su brazo tras apretarlo ligeramente y me di un par de segundos antes de pronunciarme algo más serena.

- Espero no tener que pedirle su ayuda por el momento. - terminé por hacerle saber, esbozando una media sonrisa teñida de amargura. - Si llego a un acuerdo con su jefe, me uniré a ustedes... Creo que será la mejor manera en la que podré ayudar a mi hija. - afirmé con pesadumbre. - Le confieso que tengo mis dudas sobre si me han escogido por mi capacidad o por quién soy, pero sea como sea, será más lo que podrán hacer contra la Tormenta Infinita conmigo que sin mí. Puede que no sea la mejor de los que han convocado hoy, pero nadie pondrá tanto empeño como yo en acabar con esos malnacidos. - concluí con determinación y un atisbo de rabia.

Además, de aquella manera quizás evitara poner en peligro al resto de mi familia. Después de todo, si los miembros de la Tormenta Infinita no tenían al alcance a la nieta de la comisario de Metro City, quizás fueran a por uno de sus hijos.

Se había quedado en silencio dándole un repaso a las conversaciones de esa noche solo para estar segura de que todo cerraba tan bien como creía. Se sentía dentro de alguna película, todo aquello era tan surreal en un sentido, y a la vez resultaba hasta lógico. Todos ellos saliendo a las calles por las noches para proteger a la gente de la ciudad, hubiese sido estúpido pensar que a nadie se le habría ocurrido la idea antes. Se hizo hacia atrás en el asiento sintiendo el pequeño pero familiar tirón de la cicatriz de su pecho. La única pregunta que quedaba era para si misma ¿Podría confiar en ellos o no?. 

El comentario de Montaraz la trajo de vuelta a la mesa, y sonrío ante la simplicidad que había dado a todo, asintiendo a la condición de Freda que era también la suya - Si el Murciélago acepta dar protección, hasta ahora tiene mi voto, sí - Admitió encogiendose de hombros, seguía pareciendo demasiado bueno para ser verdad pero a veces había que tomar las cosas por lo que eran y dar un salto de fe. 

Clavó la vista en el vaso ante las palabras de Karen. "Una guerra eh?" No es como si no supiera en lo que se metía en primer lugar, ella solo lo estaba haciendo dolorosamente claro. Suspiró y miró a todos - Si puedo confiar en ustedes para darle la noticia a mi familia si pasa lo que todos sabemos, estoy bien - Aquello la había atormentado cada una de las noches. La culpa de saber que si un día no regresaba, Micaela y su hija se enterarían por los periodicos con suerte, o nunca sabrían lo que había pasado. 

Tomó las balas de la mesa y las puso directamente frente a Armour -Recreate - Había esperado intencionalmente hasta que este diera su aprobación o rechazo a la idea -Esta te hará sentir que estás abrazando a pikachu, y esta otra te puede dejar pegado a un lugar o a algo por un buen rato - Explicó señalando cada una y respondiendo la pregunta que la mujer le había hecho antes, si no fuera porque el comentario anterior de esta la había devuelto bruscamente a la realidad y dejado pensativa, el entusiasmo de poder mostrarle su tecnología a otros no le hubiera permitido quedarse callada. 

Jack se inclina hacia delante, un atisbo de reverencia propia de su aspecto de maestro de artes marciales sacado de una película china. Parece costarle aceptar el agradecimiento de la mujer, tratándose de algo tan personal, en tantos sentidos. Y es que el asunto que les atañe es muy personal para la justiciera pelirroja, y el favor que Li le ofrece es también de índole personal, pero por la expresión del rostro del oriental, casi podría afirmarse que también es algo personal para él. Como si el problema que tiene ante sus ojos le calara muy profundamente.

No mueve un músculo mientras Misery toca su brazo, pero lo aparta al verse liberado de su contacto, notándose la incomodidad en su gesto. Sin embargo, su expresión cambia al ofrecer la justiciera su respuesta, curvando sus labios en una comedida sonrisa. Está claro que le complace comprobar la disposición de la mujer a unirse a su causa. Sin embargo, al oírle mostrar sus dudas acerca de su capacidad, el ceño del hombre se frunce ligeramente.

¿Duda caso de su capacidad, señora Whedon? -Pregunta abiertamente, ladeando ligeramente su rostro con curiosidad- He visto a simples campesinos alzarse en armas contra aquellos que los oprimían, enfrentando armas de fuego con simples hoces de su trabajo en el campo. He sido testigo de cómo algunos de ellos se alzaban y crecían por el poder de su inquebrantable voluntad, hasta convertirse en héroes para los suyos, símbolos contra la opresión, guerreros y líderes sin igual. Usted ya ha dado el primer paso, y ese primer paso es lo que nosotros buscamos, la única materia prima imprescindible. -El hombre se toma una pausa, antes de proseguir- Como he dicho antes, albergaba mis sospechas acerca de su identidad, pero no he podido confirmarlo hasta que me lo ha confesado. No es su identidad como agente policial, viuda y madre, o como hija de la Comisaria, lo que ha llamado nuestra atención. No es a Melissa Whedon a quien queremos, sino a Misery. Queremos a la mujer valiente que se las ha ingeniado para equiparse con la tecnología que tenía a su alcance y ha buscado cambiar las cosas en esta ciudad. -Jack Li sonríe levemente, de forma controlada como todo lo que hace- Será mejor que regresemos con los demás. Hay... alguien que no está esperando.

Con tan crípticas palabras, Jack se pone en pie y descorre las cortinas, dejando paso educadamente a Misery para regresar al otro reservado, junto a los demás.

Karen atiende en silencio a las palabras que se suceden alrededor de la mesa, donde los justicieros reunidos van mostrando sus diversas posturas respecto a la adhesión a la Hermandad. Parece ir a decir algo, pero entonces la cortina del otro reservado se abre y todos pueden ver a Jack Li cediendo el paso educadamente a Misery, encaminándose ambos de nuevo a la mesa. Jack comprueba que su sitio ha sido ocupado en la bancada, donde Karen ha tomado asiento junto a Armour abandonando su taburete, de modo que el oriental decide silenciosamente tomar asiento en éste.

Sobre la mesa hay una aún humeante taza de té, sobre su correspondiente platillo, y siete vasos de chupito llenos, junto a una botella de tequila demasiado decorada como para ser barata, cuya etiqueta reza "Patrón en Lalique extra añejo". Karen sonríe a los recién llegados, guiñándole un ojo a Jack Li mientras éste toma asiento. Armour, por su parte, tiene ante él no sólo uno de los vasos de tequila, sino también dos balas de gran tamaño, proyectiles especiales que se encuentra inspeccionando detenidamente. Por su parte, Freda ya no lleva su máscara iluminada cubriendo todo su rostro, sino que se la ha alzado ligeramente y puede intuirse un mentón femenino y los labios donde descansa un cigarro encendido.

Por aquí todo listo. -Indica Karen, que sostiene ya su vaso de tequila en la mano- Todos están predispuestos, aunque la mayoría quiere negociar protección para los suyos antes de aceptar.

Lo mismo por parte de la señorita Misery. -Replica el oriental, tomando un sorbo del té- ¿A qué viene la botella?

¿Cómo que a qué viene? -Se muestra falsamente consternada la mujer- Es una noche especial, estamos brindando... Y no me mires así, sólo es un chupito antes de irnos...

En fin... -Termina claudicando Jack, que se toma su té prácticamente de un trago, aunque lentamente, y acerca a su posición uno de los vasos, con resignación, para satisfacción de Karen. Lo alza con ambas manos, casi ceremonialmente, y mira a cada uno de los presentes durante un instante- Aún falta concretar los detalles, pero ciertamente su predisposición a luchar a nuestro lado es digno de celebración. Brindo por ello. Y tras el brindis, les acompañaré a conocer a El Murciélago.

- Pues apuren sus bebidas que no sé el resto, pero yo tengo ganas de conocer al Murciélago. - comento ya que no sólo tengo ganas de conocer a nuestro futuro benefactor. Me muero de ganas de poder llegar a casa y descansar, ha sido una noche larga y muy completa.

Parece que a partir de esta noche tendré compañeros en las incursiones nocturnas. Será interesante ver si me entenderé tan bien como con la pelirroja y el soldado. Luego tengo que comentarlo una cosa a Misery, o puede que lo haga otra noche entendiendo que hoy es mejor que descanse ya que ha tenido una noche dura de cojones.

Volviendo a resguardarme en mis silencios puesto que nada tengo que decir con respecto a los temas que vuelven a ocupar la mesa. Cojo uno de los vasos de chupito mientras espero desde una paciencia que a saber de dónde a salido que los que faltan hagan acto de presencia para poder avanzar en esta noche que, dentro de todo, está siendo mucho más larga y pesada de lo que podría haber augurado cuando salí de casa. 

Aun tengo muchas cosas en las que pensar, cuestiones que sopesar con respecto a lo ofrecido incluso cuando de cierta manera ya he aceptado unirme a tan variopinto grupo de...¿Héroes? No, si fuésemos héroes yo no estaría aquí así. Vigilantes. 

Misery y el oriental se unen a nosotros entonces, y tras ser puesto en antecedentes por Karen o al menos de cierta manera, se une al brindis tras haberse tomado el té de golpe. Pero aunque mi rostro se muestra sin que emoción alguna resalte en lo poco que se ve de mi, una ligera sonrisa asoma ante las palabras de Montaraz con las cuales no puedo estar más de acuerdo. - Skål - Digo mientras alzo ligeramente el vaso dispuesta a meterme entre pecho y espalda todo el contenido de un solo trago.

Realmente me había emocionado el ofrecimiento de Li, y me sentía profundamente agradecida. Bastaba con ver su cara para saber que hacía aquello de corazón, lo que me hacía pensar que todo aquello iba más allá de que se tomara en serio su trabajo.

Sentí el deseo de disculparme al notar que mi gesto le había incomodado, pero deseché aquella idea al creer que quizás aquello le incomodaría más aún, y terminé retomando la palabra para compartir con él lo que pensaba hacer.

No tardó en responderme, habiendo mostrado cierta extrañeza ante parte de lo que le había dicho. No fui capaz de decir nada ante sus palabras, ni siquiera responder a aquella primera pregunta, cuya respuesta era claramente afirmativa después de la desastrosa noche que había pasado como Misery. Lo sucedido en el muelle había terminado bien, pero dudaba que hubiera sido así de no haber contado con ayuda.

Pero pensar en aquello no traía nada bueno, así que intenté apartarlo de inmediato y simplemente asentí a Li cuando me instó a regresar junto al resto, devolviéndole aquella comedida sonrisa suya.

Pasé al descorrer el hombre las cortinas, reuniéndonos pronto con el resto, y aguardé a que el hombre tomara asiento para hacer lo mismo donde hubiera un sitio libre. Los demás parecían bastante relajados, y traté de no mostrarme demasiado seria, si bien me estaba resultando prácticamente imposible.

Después de que Karen y Li se pusieran al tanto de las novedades, la primera nos animó a brindar. No creía encontrarme en situación de celebrar, si bien parecía estar haciendo avances en resolver lo que más me preocupaba en este mundo, pero un trago me vendría muy bien. Así, mientras algunos se pronunciaban y se mostraban dispuestos a tomar lo que parecía ser tequila, cogí uno de aquellos vasos de chupito y lo alcé; tomándomelo acto seguido sin mediar palabra alguna, y quedándome con las ganas de servirme otro.

Al fin el grupo parecía estar completo de nuevo. Dio un vistazo atento a quienes serían sus compañeros a partir de esa noche. Las personalidad de los cinco parecían de lo más dispares, bueno, no iba a aburrirse, de eso no había duda. Le causo algo de gracia escuchar la expresión de Karen al referirse a ellos como un trabajo bien hecho. Esperaba en un tiempo poder contar con la misma satisfacción de su parte respecto a la decisión que acababa de tomar. Se acercó un vaso y lo alzó, ladeando la cabeza con una sonrisa, las cartas estaban sobre la mesa, solo había que ver que pasaba. Ahora las palabras de Jack eran exactamente lo que quería escuchar - Salud - Dijo simplemente tomándose el chupito de un trago, sintiendo el familiar calor que le recordó vagamente la idea de haber hecho un trato con el diablo. Aunque más bien parecía que eso había ocurrido la noche que había decidido ponerse ese traje. 

Tan sólo restaron unas pocas palabras, antes de que aquella cortina se descorriera y Misery regresase a la mesa junto a nuestro anfitrión. De todas ellas, quizás serían las de Ácido-Base las que más llamaran mi atención, ya que parecía esperar que pudiéramos encargarnos de notificar a su familia el peor de los destinos, en caso de producirse. Era algo que conocía bien, aunque nunca me había visto en el deber de hacerlo: informar a la familia de un soldado de su caída en acto de servicio. Lo conocía como lo conocíamos todos en el cuartel, por el temor que causaba tal momento. Sin embargo, no era ese el motivo por el que sus palabras llamaron tan poderosamente mi atención, sino por otro detalle.

¿Estaba declarando con ello su intención de confiarnos su identidad?

Tal vez era conversación para otro instante, dado el retorno de Jack Li y nuestra pelirroja compañera, con quien también tenía una charla pendiente. Karen le mostró su intención de brindar por el importante momento que estábamos viviendo, de modo que dejé de inspeccionar en detalle aquellos dos proyectiles, una tecnología que valoré como demasiado avanzada para mí, y me incliné sobre la mesa para depositar las dos balas delante de Ácido-Base, con un mudo "gracias". Tomé entonces mi propio vaso, y me dispuse a brindar.

Por las nuevas... -Por un instante, me vi tentado a emplear la palabra "amistades", pero ciertamente y salvo alguna excepción, se me antojó demasiado pronto para algo de tamaña entidad. El tiempo diría si los sentados en aquella mesa terminaríamos siendo amigos, pero sí que daba la impresión de que estábamos todos dispuestos a ser otra cosa- ...alianzas.

Vacié el contenido de aquel vaso a través de mi garganta, y mientras depositaba el cristal sobre la mesa de nuevo cerré los ojos ladeando mi rostro en una mueca que evidenciaba que era algo bastante más fuerte que el tipo de bebidas a las que estaba habituado.

En cualquier caso, eso era lo de menos. Lo importante era que íbamos a conocer a ese Murciélago.

Finalmente, todos los asistentes alrededor de la mesa, a excepción hecha de Montaraz, apuran sus vasos rápidamente, en un brindis que termina anunciando el justiciero del escudo. Karen sonríe al oír sus palabras y le propina un ligero codazo para ofrecerle chocar los vasos antes de bebérselo, mientras que Jack toma el suyo con ambas manos de forma ceremonial, ingiriendo su contenido de forma inusitadamente lenta, para tratarse de alcohol de alta graduación.

En silencio, todos van poniéndose en pie. Jack encabeza la marcha, caminando tranquilo por el pasillo, no en dirección a la pista de baile, sino el sentido contrario, adentrándose más y más en ese entramado de telas rojas. Karen aguarda a cerrar la marcha, aunque con picardía no disimula la forma en que echa un vistazo a la parte trasera de las féminas del grupo.

El pasillo rojo lleva a uno mucho más normal, con paredes denudas de ladrillo y puertas de madera desgastada. Por una de ellas, que Jack abre con una llave que llevaba entre sus ropas, salen al exterior.