Partida Rol por web

Las luces de la ciudad brillaban como un enorme y oscuro Árbol de Navidad, un fabuloso espectáculo a los ojos, que podía hacer recordar a Mei un centenar de noches silenciosas con ella al mando de su propio avión. Aquellos viejos tiempos como agente del SAD, que había pensado dejar enterrados en el pasado arremetían contra su memoria desde hacía varias horas, desde que había recibido aquel mensaje. Tenía que comprobarlo en persona, y después de todo, sólo serían como unas mini-vacaciones. Luego podría volver a su rutina y seguir la vida como si nada hubiera pasado. Ya estaba sobre el avión camino a EEUU, con pasaje de ida y vuelta cortesía de "él". 

- "Atención pasajeros, se les pedirá amablemente que todos se acomoden en sus asientos y ajusten sus cinturones. En unos minutos llegaremos al Aeropuerto de Virginia, y comenzaremos el descenso..." 

Se había esparcido el rumor de que Brett Evans, su antiguo jefe, había muerto durante una misión en Wyoming, pero ahora la situación se volvía extraña y confusa. Él de repente aparecía y le invitaba a pasar un fin de semana en Virginia para hablar sobre algo "urgente". Era por los viejos tiempos, una charla con un buen amigo, ¿cómo ignorar el asunto y ya? 

Cuarenta minutos después, Mei se encontraba en la entrada principal del Aeropuerto, con sus valijas en mano. A la orilla de la acera aguardaban varios pares de taxis, y al final de la cola, un reluciente Mercedes negro, con un hombre apoyado sobre el costado del capot. Lucía igual que siempre, con su impecable traje negro y unas gafas negras colgando del bolsillo del saco.

Nueve desaparecidos en lo que iba del mes. En el Departamento se podía sentir la tensión creciente. Estaban teniendo una mala racha, sin una pizca de información de qué estaba pasando. Las personas simplemente no se esfumaban en el aire. Tenía que haber un rastro, una pista, un testigo, siempre lo había. Pero la impecabilidad con la que se habían ejecutado aquellos secuestros (era la teoría más popular que se manejaba, al menos para tener una teoría a la que aferrarse) no tenía precedentes. 

Todas las horas extra y el café del mundo no habían valido el mérito. Y para colmo, el FBI revoloteaba por el Departamente de Policía, haciendo preguntas y exigiendo todos los datos (eran escasos realmente) sobre las desapariciones y la identidad de las víctimas. 

- ¿Puedes creerlo? Creen que no tengo suficiente con tener que encargarme de los interrogatorios como para que ahora tenga que soportar que me interroguen a mí un par de Hombres de Negro- comentó molesto el oficial Andersen a aquella chica de pelo rubio. Sus oficinas estaban una pegada a la otra, y solían compartir entre ellos las rosquillas y el café durante los descansos mientras cotilleaban un poco- En serio, Enma. Oficialmente estoy deseando una vacaciones de ésto. ¿Sabes qué? Solo me consuela el partido de los Giants el sábado ¿Tú qué harás el fin de semana? -preguntó mientras ordenaba y apilaba varias impresiones y fotocopias en su escritorio. 

El humo de cigarro inundaba el ambiente, flotando sobre las cabezas de los concurridos como una neblina reluciente de color verde, debido las luces de ambiente de aquel bar. El "Blue Man" era un buen lugar para perder un par de horas, con la mejor selección de música jazz mientras uno degustaba un buen licor. La gente allí no solía molestarse en hablar con el de la mesa de al lado, sino que se dedicaban cada uno a lo suyo, contemplando con miradas vacías sus vasos, inmersos en sus propios pensamientos y problemas. Era una vista deprimente, pero a la vez, era el mejor refugio para quienes ya no creían en nada y querían mejorar su vida con algo del mágico alcohol. La mesera se acercó para comprobar si James deseaba algo más para tomar, al ver que su vaso estaba casi vacío. 

- Yo me pediré un White Russian, por favor -con una amable sonrisa pidió un hombre que se acercó por detrás de James. Venía vestido de traje negro, zapatos impecables, y un rostro lleno de arrugas por la edad que sólo le daban un aspecto más relajado y sereno a su cara. Cruzó la mesa hasta llegar a la silla apuesta a la de James, y poniendo un brazo en el respaldar preguntó gentilmente antes de sentarse- ¿Le molesta si le acompaño?

Aquel hombre tenía un porte extraño, y parecía uno aquellos tipos de la tele, los de CSI ¿Realmente era un "poli"? ¿Aquello podía significar "problemas"? La camarera aguardó esperando a ver si James decidía pedir alguna cosa más, pero el hombre de traje le dijo que le sirviera una ronda más de lo que estaba tomando su interlocutor por cortesía suya, y se retiro rápidamente a por los tragos.

Después de recibir la sorpresiva invitación Mei no pudo evitar emocionarse por la noticia de que Brett Evans, su antiguo jefe, no había muerto durante una misión en Wyoming, sino que además le había invitado a viajar de Manchester en Inglaterra, donde se había ido a vivir cuando se casó de vuelta a Estados Unidos cuando no estaba en el aire.

Fue a su país de origen tan pronto como le fue posible, aprovecharía la ocasión para visitar a su madre en Boston si se daba la oportunidad, dejo ese pensamiento mientras que caminaba por el aeropuerto de Virginia con su equipaje característico de piloto de avión guardado en la maleta ya que ahora solo viajaba como pasajera y al salir le vio de pronto ... rapidamente trato de discimular la sonrisa que asomo en su rostro normalmente inexpresivo y caminó hacia Brett para extenderle la mano para saludarle antes de dejar las formalidades de un lado y en un gesto genuino le abarazo efusivamente para susurrarle después de entrar al auto con él:

" Me ha dado muchísimo gusto enterarme de lo exagerado de los informes que ... te reportaban muerto, supongo que si no tuvieras un poco de prisa para traerme hasta aqupi tan rápido te pediría que nos tomaramos una horas para charlar hacerca de los viejos tiempos ... pero no puedes negarte a decirme lo que te hapasado mientras te críamos muerto, estuve presente en tu entierro, pese a no contar con un cadaver reconocible, auque supongo conociendote que no me has pedido venir para contarme ninguna de las dos cosas o me equivoco? "

Enma, como era habitual, saqueaba sin piedad las rosquillas de su compañero husmeando los documentos con el rabillo del ojo con intención de pedirle una copia si había algo jugoso para la investigación.

Estaba promocionado un mote para el secuestrador: Fred, por Freddy Krueger.

-¿Se sabe algo nuevo de Fred?  Tarde o temprano la cagará, dicen que todos lo hacen, aunque sea sólo para llamar la atención y allí estaremos para joderle pero bien jodido. - y continuó imitando al capitán, sacando de quicio el contenido y los gestos de sus discursos- Sólo tenemos que tener paciencia. Fred, tu mamá no te hacía caso, pero eso no te da derecho a ir haciendo a la gente desaparecer por ahí- levantó la mano señalando al cielo -¡No en nuestra gran ciudad,  nuestra AMADA Nueva York! y bajó el brazo atacar la última rosquilla.

Para el fin de semana Enma tenía el gusanillo de prepararse un buen baño, furmarse un montón de porros y beber hasta quedar medio grogui. Pero le mosqueó un poco la posibilidad de que su vecino y cómplice de chismes estuviera estresado de verdad y quiso echarle un cable, o al menos sondearle por si necesitaba compañía para distraerse un rato.

– Pensaba hacer los deberes y acostarme pronto. Pero si te apuntas creo que puedo conseguir un par de entradas preferentes

Abrí la puerta y noté "algo". Fue una sensación extraña, como una descarga que me recorriera la columna. Lo siguiente fue el rastro de sangre... y los cuerpos. Lágrimas. Un grito en la oscuridad...

Un hombre rompió en ese momento el recuerdo que me atormentaba desde entonces. No llegué a oír lo que me dijo, pero por su postura, por su gesto, entendí que estaba pidiendo permiso para sentarse a mi mesa. Volvía a estar en el mundo real, en el deprimente y a la vez acogedor "Blue Man". El nombre siempre me recordaba, por estúpido que parezca, a "Los Pitufos", pero era prácticamente como mi segundo hogar.

Tras echarle un vistazo al viejo, miré alrededor. El bar estaba concurrido, pero no lleno. Aquél hombre podría haberse sentado en cualquier mesa libre. Había otras mejor situadas si lo que quería era relajarse con la música o tomar algo en la barra. El tipo tampoco cuadraba con el sitio. No parecía... no parecía... simplemente no parecía. No cuadraba.

Me quedé mirándole unos segundos, intentando calar al tipo. ¿Qué coño quería?. ¿Pretendía venderme algo? ¿Era un Testigo de Jehová que venía a soltarme el sermón? ¿Uno de esos "maduritos" acabados de salir del armario y quería experimentar?. No lo sabía, y eso me cabreaba un poco. Al final cogí mi vaso y apuré las últimas gotas de Bourbon antes de dirigirle la palabra al fin.

- Piérdete.

Claro. Conciso. Directo. Esperaba que aquél gilipollas captará el mensaje y me dejara tranquilo.

Estaban en una habitación simple y modesta. Las paredes blancas resplandecían con la luz blanca que emanaba del foco del techo. Incluso la mesa de vidrio exhibía reflejos de aquella luz. De un lado de la mesa, se encontraba un hombre entrado en edad, con arrugas que surcaban su frente, y un traje negro totalmente impecable que contrastaba con el atuendo del segundo hombre en la habitación. El otro, Henry, no podía permitirse un traje de esos. Y de todas formas no le habrían durado debido a sus diversiones. Sobre la mesa se hallaba una carpeta con toda la información de la vida de Henry, y una fotocopia de la carta de solicitud que él mismo había enviado hacía un mes.

- Bueno...señor Smith, si me lo permite, iré al grano- dijo mientras jugaba con una mano con los papeles, haciéndolos girar sobre la mesa, mientras examinaba con la mirada a su interlocutor. Era una mirada de esas que te ponían inquieto y te tranquilizaban a la vez. Era la mirada de un hombre con experiencia- ¿qué es lo que espera encontrar en el SAD? No solemos recibir cartas de solicitud, sino que normalmente nosotros intentamos que los agentes del FBI se incorporen a nuestro Departamento. Algunos piensan que nuestra existencia en el Bureau no está justificada, ya sabe, por todos esos casos sobre el yeti y los avistamiento de ovnis ¿Por qué ha decidido acudir a nosotros?

En un gesto rápido de empatía, Evans devuelve aquel abrazo, intentando no perder la compostura y mantener su formalidad característica. Tras separarse, te dedica una rápida sonrisa y te abre la puerta del coche. 

- Me alegra que hayas venido. Temía que creyeras que era una broma de mal gusto. Los reportes de mi muerte fueron...algo precipitados. Quizás tengamos tiempo para hablar de eso luego- se acomodó en el asiento para mirarse en el espejo retrovisor mientras ajustaba su corbata un poco, y finalmente encendió el motor del coche para comenzar el viaje- Te llamé porque realmente necesito la ayuda de una vieja amiga. Espero que escuches lo que tengo para decirte, y pienses en lo que voy a proponerte...Las cosas en el Departamento se han puesto difíciles. El Director del FBI nos mantiene más ocupados que nunca, y la mayoría de nuestros agentes trabajan día y noche en casos "ordinarios" para no levantar sospechas sobre nuestras actividades a los demás departamentos, lo cuál nos ha dejado sin agentes que atiendan los problemas especiales de los que nos deberíamos hacer cargo- Dejó de mirar la carretera por un momento, aprovechando el rojo del semáforo, y le echó una mirada a Mei- Estoy armando un nuevo equipo, con gente totalmente nueva. Te necesito dentro.

Andersen no intento siquiera ocultar la gracia que le hacían las imitaciones de su compañera acerca del Jefe. Hizo gesto como si se enjugara una lágrima de risa, y se dispuso a guardar los papeles en sus respectivos folios y carpetas, aminorando el desastre que reinaba sobre su escritorio.

- Ya, eres terrible ¿nunca has pensando en unirte al teatro?- instintivamente metió la mano en la caja de rosquillas, sólo para darse cuenta de que Enma ya había liquidado todas y cada una de ellas mientras él estaba quejándose distraído. Se prometió no cometer de nuevo ese error- Bueno, estoy esperando ansioso el día en que Fred olvide atarse los cordones del zapato y termine embarrado en el suelo, te lo juro. Lo más irritante es que estoy seguro de que algo se nos ha escapado, y "ellos" no lo quieren compartir- dijo haciendo una mueca de desagrado al referirse a los del FBI- O quizás no tienen nada, y sólo están lanzando un farol para sentirse más listos que nosotros...-terminó de ordenar un poco sus cosas, y le dio un sorbo a la taza de café que se hallaba cerca de la caja vacía de rosquillas. Ya estaba medio frío- Claro, sería estupendo. No pensé que fuera a agradarte la idea- dijo algo sorprendido ante la propuesta de su compañera, decidiendo que ya no importaba lo de las rosquillas.

Entre el sonido ambiental de los teléfonos sonando, los papeles en movimiento y las pisadas de los oficiales que iban y venían, irrumpió una voz tranquila y llena de autoridad que Enma no reconocía, aunque a Andersen le tomó unos segundos ubicarla.

- Señorita Rehnqvist, soy el Agente Evans, del Departamento de Asuntos Especiales ¿puedo robarle unos segundos? -no era difícil entender el chiste de Andersen. Traje formal negro, zapatos negros, corbata negra, y unas gafas oscuras adornando su rostro ¿Qué podía querer aquel sujeto con ella?
 

Mei escuchó atenta a su exjefe y se acomodó en el asiento recargandose para meditar un momento lo que escuchaba y lo que debía responder ... le miró directamente a los ojos no sin antes decir:

" ¿Aún sigo teniendo pesadillas acerca de algunas cosas que sucedieron aquella noche en esa mansión a las afueras de París y quieres que vuelva como si nada? ¿Por que razón crees que volvería a participar en algo como eso exponiendo algo mas que mi vida todas las noches? "

-Estudié algo de teatro, pero era un mundo demasiado violento para mí. Sonreía Enma con mirada cruel, asintiendo mientras Anderson hablaba de los merodeadores metiendo la mano en la caja de rosquillas vacía.

Levantó un poco una ceja cuando éste le contó su sorpresa con se apuntara ella al partido -A las chicas sofisticadas también nos gustan las tonterías que hacen esos bestias tan monos, además, desde la tercera fila una hembra como....

Y se quedó mirando al hombre de negro que los había sorprendido, un poco como si fuera una broma.  Si hubiera sido su primer día le habría seguido el rollo pensando que era una novatada, pero ¿de verdad? ¿con gafas de sol y todo? A pesar de esos pensamientos, su mente entró en "modo formal" y se incorporó para tenderle la mano a ese hombre:

- Por supuesto Sr.

Le vino a la mente una conversación que se había repetido muchas veces con su tío, cenando o regando el jardín: "a veces el que pregunta dice más que el que contesta. No sólo porque una pregunta esconde la semilla de su propia respuesta, sino porque delata lo que el interrogador desea y lo que sabe. Ten cuidado con quién sabe lo que buscas y quién sabe lo que sabes".  Así que, con la esperanza de sonsacar algo al hombre de negro, acompañó al agente Evans a su despacho.  

Ya era entrada la noche. En el taller reinaba mayormente la calma, pues era la hora de cierre de una larga jornada de trabajo. Se podía escuchar aún la melodía de "Californication" de los Red Hot Chili Peppers retumbando por todo el taller. James, uno de los que trabajaba para aquella mole gigante que llamaban Steve, aún seguía ordenando un poco las herramientas que encontraba por el suelo o desperdigadas por donde no debían estar, mientras Ricky había ido a verificar que el desguesadero estuviera bien cerrado para que nadie se colara por la noche. 

El jefe había ido a su oficina, pero Steve prefería no molestar, ya sea que estuviera haciendo las cuentas del mes, o atendiendo a la naturaleza. Se dedicó a dejar todo tal como lo encontraban cada mañana. Era de los que creían que siempre que te esfuerces, la vida te daría una recompensa, así que daba lo mejor de sí para que le felicitaran cada tanto por el esfuerzo extra. 

- Uhm, que raro...creí haberte recogido hace un momento- dijo al ver una llave francesa tirada cerca de un rincón del taller, por donde se hallaban los elevadores. Justo al agacharse para recogerla, oyó un sonido proveniente de su costado. Era el ruido del metal contra el suelo. Otra herramienta había caído de panel donde debería estar colgada sin motivo aparente. Frunció el ceño y se acercó refunfuñando, aunque un escalofrío le recorrió la espalda- Ya, claro, Steve. Ves "Actividad Paranormal" y ya te pones nervioso a la primera que estás solo- dijo calmándose a sí mismo, sin estar preparado para la respuesta que oyó a sus espaldas. No era la voz del Jefe, ni de Ricky. Tampoco era un cliente. Era una voz carrasposa, vibrante, sigilosa. Se volteó rápidamente con la herramienta en la mano, y estuvo a punto de desvanecerse debido a aquel olor fétido que acompañaba a la voz, como el de un animal muerto. 

Dió un grito de horror. Un grito apenas audible, interrumpido, pero que llego a los oídos del dueño de aquel lugar. 

Brett suspiró profundamente, y apartó la mirada. Dos segundos después el semáforo dio el verde y continuó manejando. Hubo un silencio en el auto durante unos momentos, como si aquella conversación nunca hubiera pasado, mientras el hombre meditaba lo que Mei le había respondido.Habían comenzado a internarse en donde comenzaba el área comercial de aque lugar, y se podía apreciar una gran cantidad de personas paseando por la acera, las luces brillantes de varios anuncios, y el ruido saturado característico de las calles llenas de tráfico activo.
 

La tensión en el auto comenzaba a volverse un poco incómoda, hasta que el agente finalmente decidió hablar.

- Todas estas personas...puede vivir sus vidas, continuar adelante, porque no conocen lo que hay detrás de las sombras. No conocen la maldad que existe en éste mundo, que acecha cada noche sus vidas sin que ellos puedan hacer nada. Pero no están solos. Nosotros peleamos para que el mundo siga girando, para que la gente no tenga que temer a los monstruos que habitan en la casa de al lado, y el mundo no sea un caos de miedo y pánico...La gente nos necesita. Nosotros ya hemos visto lo que hay allí afuera, y no podemos fingir que todo está bien. Algo grande está pasando, y no puedo controlar las calles yo solo. Ojala pudiera, pero...-estacionó rápidamente el auto, con mucha habilidad, en un lugar vació contra la acera. Rebuscó entre los bolsillos internos de su saco y saco algo- te necesito. Y tú también necesitas ésto. Es hora de subirse al caballo Mei, y seguir adelante. Sé que no es fácil, pero nosotros podemos marcar una diferencia- Acercó un poco su mano hacia su compañera, extendiendo la antigua placa del SAD que había entregado Mei cuando renunció al Departamento- No te obligaré a hacerlo, puedes dar la vuelta y no me sentiré defraudado. Pero tu ayuda me sería muy útil aquí. Aquí podemos evitar que se pierdan muchas vidas.

Los Chili Peppers resonaban suavemente por todo el taller, el hilo musical que habíamos instalado hace poco se dejaba notar, tal vez estuviese algo fuera de lugar en aquel barrio pero... de vez en cuando uno debía darse sus pequeños lujos.

-Venga James que ya casi no queda nada de semana- dijo con tono sarcastico con su potente voz que reverberaba por todo el taller, dejó a James guardando meticulasemente la herramienta como hacía siempre, mientras Ricky se ocupaba del desguace... o eso decía él siempre, era un buen chico, pero todavía nos quedaba mucho trabajo con él seguro que entre los dos acababa siendo un buen mecánico y que se dejase de esas chorradas de las bandas.

Steve pasó a la oficina en la que lo recibió el bendito aire acondicionado que con una leve brisa para amortiguar el duro día de trabajo. Abrió la estrecha puerta del servicio donde pasó de lado para poder meterse dentro, habían puesto el hilo musical y tenía aire acondicionado en el despacho pero... esa puerta todavía seguia siendo ridiculamente pequeña y sobre todo ridiculamente pequeña para él.

Mientras hacía de vientre echó una ojeada a una de las revistas especializadas en lucha libre que había comprado durante la semana. "Estos chavales no tienen ni idea... ¿eso es un martinete volador? Por favor..." los reproches brotaban de su mente al ver las imagenes de los nuevos de la profesión. Indignado procedió a limpiarse y ponerse a trabajar de nuevo.

Se sentó en el escritorio para comprobar todas las facturas del día y comprobar en el ordenador los pagos que había recibido... y los que no, esta era en realidad la parte más dura del día, le costaba concentrarse pero nadie más iba a hacerlo así pues al final siempre conseguía ponerse manos a la obra.

Justo en el preciso momento que la concentración parecía acompañarlo para terminar la insidiosa tarea oyó el chillido agudo de... "¿James? Mierda...". Se levantó casi de un salto lanzando la silla contra el armario que estaba detrás y salió corriendo más agilmente de lo que su enorme corpachón podía aparentar.

Mientras iba hacía la parte del taller donde había visto por última vez a James los pensamientos asaltaban su cabeza con ira descontrolada "¿Se habrá roto el elevador? Espero que solo halla sido un susto. ¿Y si son los...?" no quería pensar en esa maldita banda que le había causado problemas al principio de instalarse allí, parecía que ya se había ganado su respeto eso no tenía sentido, en ese momento se arrepintió de haber dejado finalmente su escopeta recortada en la caravana en lugar de debajo del escritorio del despacho, "mierda" solo esperaba que James se hubiese asustado con su propia sombra y que todo quedase en un susto.

Pasó el primer elevador y se dirigio raudo hacia el segundo...

El dramático discurso de Brett la había envuelto nuevamente como en tiempos pasados debido a us sincero y discreto sentimiento de protección a los inocentes que así como su padre, tío y hermano habían simplemente fallecido ignorantes de a que se habían enfrentado y a los aún mas inocentes seres queridos mas indefensos que ella que dejaban desamparados, aunque en esta ocasión sabía la gran verdad que había en su discurso también, de manera que cuando hizo silencio y se detuvo solo tardó un momento más para darle dramatismo a su decisión, antes de agarrar la placa y decirle:

" Esta bien ... sabes no podría dejarte solo en esto, sin embargo me parece que es muy importante que tanto a mi como al resto del equipo se nos de un tiempo prudente para entender la situación, conocer un poco mas a que nos enfrentamos y estar mejor preparados individualmente y en equipo para enfrentar lo que nos espera, tu elegiste a los miembros del equipo, confías en ellos? "

Después de guardar la placa y extenderle la mano para estrechar la suya le dijo finalmente al señor Evans:

" Por otro lado hay un objetivo personal que tu bien conoces ... te voy a pedir por favor que si nos lo cruzamos me ayudes a terminar con él por mi misma "

Hoy día era el gran día, al fin Henry había recibido esa tan ansiada entrevista, al ver a su entrevistador, con signos de tantas, batallas y tanto trajín, pensó sin dudar, este... es mi lugar.

Cuando el interlocutor empezó a hablar, era tal la emoción que no podía casi mantener mi calma habitual, siempre fui un tipo tranquilo, hasta que me interesaba algo, o alguien, y en esta situación se habían cumplido ambas, luego de que el interlocutor me preguntara sin vacilar sobre porque yo había decido aplicar para su organización conteste sin dudar - ¿Avistamiento de ovnis?, Yetis?, no señor no se equivoque, vine para poder vivir una aventura, si esa aventura significa enfrentarme a esos "seres" que ustedes creen, Sin duda lo haré, pero no creo que esa sea la verdad, digo, imbécil no soy...- sonreí sin dudar muy levemente, levantando mi ceja- Tuve un colega, bastante habilidoso que murió hace poco, su técnica era envidiable, y verlo a usted hoy aquí, con su temple, con su... presencia de haber vivido grandes retos, disiparon toda duda que podía tener hasta este momento. Señor, si le soy sincero - mire fijo a mi interlocutor y sin pestañar y con mi mayor convencimiento le dije - Estoy aquí, para vivir cosas que, en el lugar que estoy hoy en día, no viviría, mi objetivo es ser el mejor, y sino, enfrentarme al mejor - Con una gota cayéndome por el costado de la sien, me quede viendo impaciente a este hombre que tanto respeto me generaba, pero a la vez, tanto pavor tanto por su presencia como por su respuesta.

Una sonrisa apareció en el rostro de Brett como respuesta. No era amplia, ni eufórica. Era una sonrisa gentil y genuina, de tranquilidad. Mei lo conocía, y sabía que por su cargo y llevar el mando de otras personas, el agente prefería no demostrar demasiado y mantener el aire de formalidad y respeto solemne que era necesario para que no hubieran conflictos de confianza excesiva con sus "soldados". Aunque con Mei podía relajarse un poco más, debido a todos esos años juntos y las experiencias compartidas. No era necesario ocultar su satisfacción. Al oír la petición de la señorita Chang, volvió a adquirir su cariz profesional y asintió lentamente.

- Entiendo. Puedes contar con ello. Si se da la oportunidad, me encargaré de que tengas el camino libre para saldar cuentas...Sobre lo anterior- se rascó instintivamente el cuello, pensativo, hasta que encontró la seguridad que necesitaba para sus palabras-. Tengo buena madera para trabajar. Tienen el incentivo suficiente para enfrentarse a ésto, sólo necesitan conocer la manera de hacerlo...Por eso te he traído aquí. Quería que fueras la primera en llegar, para que me ayudaras cuando les diera toda la información sobre la mesa. Una vez que acaben el proceso, los llevaremos al "Redil" para entrenarlos y formarlos como equipo. Tendremos mucho trabajo por delante, eso te lo aseguro- dijo con una sonrisa extraña, sabiendo la sorpresa que Chang podría llevarse de los nuevos candidatos. Encendió el auto y comenzó a conducir nuevamente hasta un hotel, donde les esperaban sus habitaciones.

- Me encanta este lugar. Cuando tenía trabajo en la ciudad, me gustaba pasarme por aquí a beber un poco, aunque ya no me hago tanto esos tiempos. Gracias- dijo a la muchacha que traía su bebida y una nueva ronda de bourbon para James. Tomó un poco de la bebida de su vaso antes de proseguir, mirando tranquilamente a su interlocutor, como si no hubiera oído la "petición" de Davenport en absoluto- Uno de mis colegas me contó su historia. Siento mucho lo de su familia, realmente. Es una pena cuando suceden esas cosas. Tan pronto me enteré de los "datos" de lo sucedido -soltó, dejando esa sensación de misterio en sus palabras, dando a entender que tenía datos sobre el caso. La policía decía lo mismo, aunque sólo eran teorías flojas, que terminaron perdiendo fuerza para darle paso al ensañamiento contra la figura del único sobreviviente de la familia, James-, decidí que no podía no tomar cartas en el asunto. Sé cuán duro puede ser todo ésto. Pero me gustaría creer que he venido para ayudarlo. Aunque eso depende de usted, claro.

El hombre tomo sus gafas negra de su bolsillo y comenzó a jugar con ellas sobre la mesa mientras hablaba. No dejaba de mirar a James a los ojos con calma. Aquel hombre no parecía estar jactándose de lo que decía, ni jugando con la mente de James, sino que se mostraba sincero y se presentaba como un amigo ante él. Aquello era extraño e incómodo. ¿Cuántas veces alguien se interesaba por la persona de al lado? Siempre habían intereses de por medio en éste mundo podrido y oscuro, y la postura de aquel hombre creaba toda una paradoja en los preceptos de la sociedad en la que vivían.

Los comentarios de aquel hombre me golpearon como un puñetazo en el estómago. Me dejaron sin aliento. Me quedé paralizado un instante, a medio camino de coger la nueva copa de bourbon, y le sostuve la mirada. Después vino la ira. Una cólera fría como no había sido capaz de sentir en años.

Mi cabeza era un torrente de pensamientos cruzados: ¿Me conoce? ¿Cómo? ¿Quién es? ¿Policía? No, no lo parece ¿Qué quiere? ¿Cómo sabe tanto de mi? ¿Qué sabe de mi familia? ¿Qué pretende? ¿Dinero? ¿Extorsión? ¿Drogas? ¿Quién coño es este tipo? ¿Para quién trabajaba?

No parecía mala persona. A lo largo de mi vida me había encontrado con todo tipo de gente sin escrúpulos que me habían ofrecido su ayuda para resolver el asesinato de su familia. Todos resultaron ser fraudes. Sin excepción. Pero aquel hombre se presentaba allí diciendo que no podía hacer nada, pero que quería ayudar. Eso era nuevo. Era desconcertante. Y me cabreaba.

- Está bien - dije, alcanzando finalmente la copa de bourbon - Tiene hasta que me acabe la copa para explicarse. Después - añadí bajando el tono y acercando mi rostro al suyo, de manera intimidante - juro por Dios que le meteré una bala entre ceja y ceja como no me guste lo que oigo.

Me recliné de nuevo en mi asiento y tomé un largo trago del licor ambarino. Una sonrisa irónica apareció en mis labios.

- Puede empezar por decirme quién coño es usted

Cuando Alessa ingresó a su departamento, no notó nada raro en la puerta, hasta que decidió poner la llave en la cerradura y notó cómo la puerta cedió hacia adentro. Estaba abierta. Aquello ponía los sentidos de cualquiera a punto, y la piel de gallina. El sonido de los autos andando fuera del edificio entonces se volvió más intenso para ella, y a la vez más lejano. Robarle a una mujer cualquiera era plausible, pero ella no era una mujer cualquiera. No hubo tiempo siquiera para concentrarse en lo que estaba pasando. Una mano salió de la oscuridad y la jaló de la ropa hacia adentro de su departamento. El tacto frío del metal en su garganta le hizo nublar su mente, previendo que aquello era sin duda una pistola.

- No grites. Haremos ésto de la manera fácil si no te resistes- murmuró con una voz áspera y furiosa aquel sujeto, sin dejar de sujetarla de la ropa como si fuera un halcón con su presa. En la oscuridad incluso, Alessa pudo ver que no se trataba de un vulgar ladrón, sino que todo lo contrario. El hombre vestía de traje y camisa por lo que sus refinados ojos podían vislumbrar ¿Sería algún mafioso enojado, o un matón de alguien con mucho dinero molesto por algún compañero que ella había logrado meter tras las rejas?- Quiero respuestas. Me dirás cuál es tu trabajo, y la identidad de tu "Alimentador". Comienza a hablar...-no le temblaba el pulso, parecía alguien experimentado y de sangre fría. Le dió un pequeño empujón a la joven, para alejarle más de la puerta.