Partida Rol por web

Evans se mantuvo rígido, escuchándote aquello que le contabas sin alterar su actitud. Miró a la pieza de jade que tanto aprecio tenía Samuel sin mostrar especial interés.

Creo en la profesionalidad y el trabajo bien hecho, señor Yevdokimov. respondió asertivo, pero sin abandonar una sonrisa levemente socarrona. No estoy negociando, le estoy ofreciendo una oportunidad. Que acepte o no, a mi no me aporta más que poseer un activo más en una lucha que va más allá de lo que puede creer. No le estoy obligando a que tome una decisión, pero si quiere marcar las diferencias.. aceptará. dijo con seguridad, el tipo tenía la sorprendente habilidad de no parecer arrogante, casi caía simpático.

Cuando lanzaste tu exigencia, Evans sonrió con cierta complicidad mientras deshacía el camino hecho hacia la puerta. Le miró una vez más.

Mientras usted esté decente cuando llegue el momento, podré arreglarlo. respondió lacónico. Nos veremos en veinte días, señor Yevdokimov. Trate de no meterse en líos hasta entonces. Buenas noches. tal como vino, se marchó con la misma profesionalidad que había mostrado hasta ese momento.

Habías pasado un fin de semana tranquilo en tu apartamiento en Virginia Beach, hacía poco más de dos semanas que habías empezado el último curso de carrera. Todo parecía indicarte que ibas a afrontar la recta final de la carrera plácidamente, pues te apasionaba aquello que estudiabas y habías demostrado ser una excelente estudiante. Pero algo ocurría ese lunes, había ajetreo en la universidad y no tardaste demasiado en averiguar la presencia de coches de policía, coches que estaban frente a tu facultad.

Te abriste paso entre la multitud hasta un cordón policial que cerraba el acceso al seminario de parapsicología de la facultad, una sensación de miedo se apoderó de ti.. ¿estaría bien el profesor Prior? ¿el profesor King? y el impulso de entrar fue detenido por un agente de policía.

Lo siento, señorita. No puede pasar. dijo con voz grave.

Supongo que por lo general, nadie espera llegar un lunes cualquiera a la facultad y encontrarse con que allí hay revuelo y coches de policía, aunque, siendo sinceros, tampoco es la primera vez. Camino hacia la puerta, imaginando que de nuevo alguien ha entrado a hacer la gracia, a robar equipo o a romperlo, a hacer pintadas burlándose de la gente que estudia psicología y parapsicología. "Malditos escépticos. ¿Entro yo en sus facultades a reirme de la teoría de la evolución?"

Sin embargo, a medida que me acerco, veo que a cosa es seria. No solo hay coches de policía. Parecen tener acordonada una zona en concreto y la gente parece nerviosa. Intento abrirme camino entre la gente, que, apelotonada, se susurran unos a otros preguntándose qué ha pasado.

Consigo llegar hasta un cordón policial justo delante del seminario al que debía dirigirme hoy, y me impiden el paso.

- ¿Qué ha ocurrido? - Le pregunto al hombre que me impide el paso. - Tengo que dar clase con el profesor Prior esta mañana.

El policía te miró con severidad, pero atisbabas comprensión en su mirada. Su tono mecánico se volvió amable, con una sombra de preocupación.

Me temo que ha habido un incidente, señorita. dijo con gravedad. Ha habido un accidente en el seminario, el señor King ha muerto y el señor Prior quedó malherido. bajó un tanto la voz para no alertar demasiado. Hable con la agente Barrett, ella podrá ayudarla. Está fuera, junto al furgón del FBI.

¿El FBI? ¿Qué pinta aquí el FBI? Escuchaste algunos comentarios apagados a tu alrededor, el policía volvió a cuadrarse, dispuesto a hacer su papel como vigilante del cordón policial.

Desde tu posición apenas podías ver nada, pero tras el hombre estaba la puerta del seminario abierta. Todo lo que alcanzabas a ver era el destrozo monumental de muebles y papeles por el suelo, varios CSI tomando muestras y, si forzabas la mirada, los pies de alguien tumbado.. ¿el señor King?

Lo que siento tras las palabras del policia y ver aquellos pies solo puede definirse como horror. Me llevo la mano a la boca para evitar un sollozo al imaginarme al profesor King...

"¿Qué ha podido pasar? ¿Que hable con el FBI?"

No entendía qué pintaba el FBI en un supuesto accidente, más me habían dado la forma de conseguir cierta información. Le doy las gracias al policia y me dirijo al lugar en el que me ha dicho que está aquella agente, Barrett.

Afuera, frente a la facultad aparcada a un lado viste la furgoneta negra con las letras FBI en amarillo en los laterales. Viste a una mujer con el gesto ceñudo vestida con una armilla con esas mismas letras hablando acaloradamente con un teniente de la policía de Virginia Beach.

Y le repito que no tengo porque darle explicaciones, teniente. dijo con sequedad. Este caso queda bajo jurisdicción del FBI, diga a sus hombres que se aparten o colaboren. Me es indiferente, ¿ha quedado claro? 

Las aclaraciones de la agente del FBI parecieron quedar claras al policía, que se retiró a regañadientes murmurando algo sobre la arrogancia de los federales. No tardaste mucho en ser detectada por la mujer, te miró con gelidez mientras se dirigía a ti.

¿Qué quiere? preguntó con sequedad.

Ni el lugar ni la agente son difíciles de localizar. La furgoneta negra es fácil de ver y de identificar, y desde luego la mujer de aire controlador también lo es. Además ni siquiera me deja ni preguntar. Se dirige a mí con un tono bastante desagradable, lo que hace que algunas de mis defensas naturales se activen, y me hagan ponerme a la defensiva.

- Buenos días a usted también. Mi nombre es Dianna. Me dijeron que la buscara, que podía ayudarme. - "Aunque empiezo a dudar que con esa actitud de mandataria quiera o pueda hacerlo." -  Soy alumna de los profesores King y Prior. Tendría que estar clase con éste último en este momento.

La mujer te miró durante unos pocos segundos antes de responder, tenías la certeza que había prestado atención a cada una de sus palabras. Esa mujer parecía hecha de hielo, pues cuando te habló se mantuvo en su actitud severa y rozando la arrogancia.

Bien. Espere un momento aquí. se volvió hacia la furgoneta a paso ligero, golpeó el lateral haciendo sonar el metal. ¡Carson! Tienes trabajo, interroga a esta chica. Alumna de King y Prior. Voy a ir con Carter al escenario, esperemos que no la hayan jodido.

Dicho esto se marchó junto a una mujer de unos cincuenta años bastante bien conservada, en dirección a la facultad, ¿quizá Carter? Casi al instante apareció el agente Carson, con una sonrisa amplia que rompía con la dureza de Barrett.

El joven agente federal se colocó bien la corbata, aunque era obvio que su actitud habitual era la de una sonrisa perenne en el rostro, este pudo ponerse en la situación que no era precisamente agradable.

¿Señorita..? preguntó lentamente para tener un nombre con el que referirse a ti. Soy el agente especial Ethan Carson, espero que pueda responderme a unas preguntas. sacó un bloc de notas y un bolígrafo.

Entiendo que era alumna de los señores King y Prior, ¿qué relación tenía con ellos? preguntó anotando tus respuestas. ¿Tiene idea si tenía enemigos? ¿Cosas raras últimamente..?

"Vaya, ¿no se suponía que iban a ayudarme ellos a mí? Al menos éste parece más agradable."

- Dianna Dobson. Sí, soy alumna suya. Mi relación con ellos era bastante buena, como con el resto del departamento. Hacíamos bastante buen grupo, y más teniendo en cuenta que somos el hazmereír del resto. ¿Enemigos, dice? Claro, cualquier gracioso de cualquier otro seminario. Como le digo, la gente se toma demasiado a cachondeo este tipo de actividades, y no es la primera vez que asaltan la facultad para hacer la broma. Claro que nunca ha habido heridos. Solo destrozos materiales... Y cosas raras... es el departamento de parapsicología. Vivímos de eso.

El agente Carson fue tomando nota detalladamente de tus palabras, parecía aplicado en su trabajo.

No se ofenda, señorita Dobson, pero requiero hacer esta pregunta, ¿dónde estaba anoche entre las once de la noche y la una de la madrugada? preguntó Carson, si había sospecha en ti no lo demostraba, parecía franco con su disculpa.

¿El señor King y el señor Prior estaban realizando alguna investigación que pudiera haber causado esto? hizo una pausa, tratando de hacerse entender. Ya sabe.. algún experimento parapsicológico que pudiera salir.. ¿mal? 

No entendías bien del todo esa pregunta, pero recordaste que la última semana tanto King como Prior estaban muy entusiasmados con la lectura de un nuevo volumen a la colección del seminario. No te habían revelado su nombre, y cuando preguntaste se mostraron bastante esquivos y taciturnos. 

Hago un ligero gesto de restar importancia cuando aquel hombre me pide que no me ofenda. Entiendo el tipo de preguntas que suelen hacer. Preguntas de rigor. Por mi parte no tenía problemas para responder a nada.

- Estuve en casa. Creo recordar que a las once ya estaba dormida. Soy bastante dormilona y cuando debo madrugar para venir a la facultad me acuesto pronto.

La segunda pregunta, aunque también era totalmente lógica, en realidad me coge un poco por sorpresa, ya que no imaginaba que ningún experimento relacionado con la materia pudiera resultar peligroso. Hasta ahora todo lo que se había hecho había servido para darles la razón a los escépticos, pero en parte ahí estaba la gracia de todo.

- Experimentos que puedan salir mal... que yo sepa no. No usamos químicos, ni explosivos, ni objetos cortantes... Usamos libros, ingredientes de cocina... lo más peligroso pueden ser las velas sin vigilancia.

Me río levemente, en parte por los nervios y en parte porque sé que este tipo de cosas pueden resultar ridículas. Al final de la risa, me encojo de hombros y vuelvo a mirar al hombre a los ojos.

- Bueno, al menos hasta ahora todo ha sido inofensivo. A no ser que el nuevo y secretísimo libro que estaban leyendo fuese por fin un verdadero grimorio y hayan conseguido desatar el Apocalipsis...

Hablo con cierto tono de sorna y también algo molesta. Jamás los profesores nos habían impedido leer nada de su colección ni negado información sobre lo que allí había hasta que llegó ese maldito libro, que les cambió el carácter a ambos.

El agente Carson lanzaba poco disimuladas miradas a Dianna, aunque se mantenía en un perfil profesional anotando lo que decía. Incluso demostró cierto sentido del humor al percibir la sorna del comentario de la joven, pero trataba siempre de mantener el estricto perfil serio que se esperaba de él en unas circunstancias como esas. 

¿De qué libro se trata? miró con intriga a tus ojos. ¿Puede describirlo? preguntó pendiente de tu respuesta.

Suelto un bufido de molestia al recordar de nuevo aquel libro, y cruzo los brazos.

- Apenas me dejaron ni verlo... pero parecía grande, pesado, con una de esas cubiertas de cuero antiguas. Me recordaba a una bilbia o a un gran diccionario, la verdad, pero no llegué a ver si tenía letras o dibujos en la portada.

Me encojo de hombros mirando directamente al hombre y funciendo los labios en un gesto de inocencia. Deseaba poder ayudar más y me sentía impotente y algo triste. Agacho la cabeza. La rabia de la impotencia me hace sentir un nudo en la garganta, y ciertas ganas de llorar. Pero respiro profundo e intento calmarme, aunque no consigo disimular cierto temblor en la barbilla.

El agente Carson anotó tus últimas observaciones con extrañeza, guardó el bloc pensativo en el bolsillo de la americana,a aunque al final comentó en voz alta.

No se ha encontrado ningún libro con esa descripción en el seminario, señorita Dobson. dijo dubitativo, luego añadió con gravedad. Informaré sobre ello, puede que alguien estuviera interesado en ese.. libro. Por como lo describe no debe ser fácil de esconder y llevar, puede que tengamos algo. comentó mientras saca una tarjeta de color blanco con su nombre y el emblema del FBI.

Si recuerda algo más, señorita Dobson. Ahí tiene mi número de teléfono, puede llamarme en cualquier momento si lo precisa. hizo una pausa, a pesar de su talante sonriente procuraba mostrarse serio. Cualquier detalle nos puede ayudar en esta investigación. Muchas gracias por su colaboración, pase buenos días.

Se despidió con un asentimiento, aunque se quedó un instante por si querías comentarle algo más.

Cojo la tarjeta sin levantar la cabeza y sin decir nada. Un par de lágrimas silenciosas que no han podido contenerse, recorren mi rostro. Trago saliva, contendiendo un sollozo. Me seco los ojos con la manga de la cahqueta antes de levantar el rostro y asentir.

Abrazándome a mi misma, le doy la espalda al agente y comienzo a caminar despacio en dirección contraria a la puerta de la facultad, al lugar en el que sé que hay un banco de piedra. Necesitaba sentarme.

El agente te miró con compasión, cuando le diste la espalda puso tu mano en el hombro en un gesto cálido.

Lo siento, señorita Dobson. Averiguaremos qué ha ocurrido, se lo prometo. dijo con gravedad antes de que marcharas. Aunque cuando distes unos pasos, Ethan te dijo.

El profesor Prior fue trasladado al Hospital General de Virginia Beach. dijo leyendo su bloc. Le intervinieron esta mañana, por si quiere ir a verlo.

Comunicado eso, Carson volvió a sus labores, no sin antes dirigirte una leve sonrisa que manaba optimismo.

Asiento a las palabras del agente, aunque no muy convencida. Tantos crímenes jamás se resuelven, que cómo tener la seguridad de que este no iba a ser uno de esos.

Cuando el agente habla del hospital, cambio de idea. En lugar de dirigirme al banco de piedra a sentarme, voy en dirección a mi coche para ir a Virginia Beach. Comprobar por mí misma que al menos el profesor Prior estaba bien me ayudaría a pasar el susto, aunque pensar en King hacía que las lágrimas volvieran a mis ojos. Además, no tenía nada que hacer allí. Las opciones eran ir al hospital o a casa, y me sentía más útil y tranquila con la primera opción.

Enfilaste camino hacia el Hospital General de Virginia Beach, fue un trecho largo y desgarrador, una sensación de desamparo te embargaba. Los poco más de diez kilómetros que separaban el campus del hospital se hicieron eternos, sentiste alivio cuando aparcaste frente al edificio y respiraste el aire con frescor al océano. Había un par de coches patrulla aparcados en la entrada, dos policías hablando entre ellos que, sin duda, estaban allí por el profesor Prior.

Te metiste en el hospital como una exhalación, preguntaste por tu profesor en recepción y te mandaron a Cuidados Intensivos. Parecía que estaba estable, una enfermera te condujo hacia la habitación donde un par de policías custodiaban el acceso. Estos te interpelaron, dispuestos a no dejarte pasar a pesar de que te identificaste como alumna del profesor. Parecían tener órdenes de no dejar pasar a nadie, pero la febril voz de Prior se coló desde el interior de la estancia.

¿Dianna..? ¿Eres tú..? Ven, chiquilla.. la voz de Prior sonaba muy débil, nunca la habías escuchado así. Ante la petición del anciano, los agentes cedieron dejándote entrar un poco a regañadientes.

Era una habitación solo para Prior, nada excepcional en ella y en el centro la cama donde tu viejo profesor reposaba envuelto en vías y vendajes. Tenía la cabeza descubierta, pero su semblante era muy débil, carente de la vitalidad que poseía a pesar de tener cerca los ochenta años. Alargó su mano hacia la tuya, logró sonreír con tranquilidad y cariño. En cierto modo, era un abuelo para ti.

Dianna.. sabía que había escuchado tu voz. tosió levemente. Me alegra verte.. saber que estás bien.. ¿y Stephen? ¿Está bien..? preguntó por el profesor King, parecía no saber qué había ocurrido. 

No entiendo por qué no me dejan pasar. Incluso después de decir a los guardias que había hablado con agentes del FBI se resisten a dejarme continuar. Menos mal que a Prior, a pesar de su edad y del accidente, parece que el oido no le falla. Cuando me abren paso, entro prácticamente corriendo y busco darle la mano al profesor.

- Sí, profesor, soy yo. Acabo de enterarme de que está usted aquí. ¿Qué ha ocurrido? ¿Ha sido por alguna broma de otro departamento? Se han pasado de la raya. Les denunciaremos. Esto no quedará así.

Aprieto con cariño la mano del hombre. Evito en la medida de lo posible contestar la pregunta sobre King. No me atrevía a darle la noticia estando en una situación tan vulnerable.