Partida Rol por web

Sacudo la cabeza, sonriendo.

-Nada, hombre, estoy cansada por el vuelo. Lo cierto es que no he traido la moto, aunque tengo que mandar a alguien a buscarla.

Camino con él por el pasillo hasta llegar a mi habitación.

-Bueno, Steve, ha sido un placer. Voy a dejar mis cosas y luego quizá bajaré al bar. Si te apetece, búscame.

Una sonrisa como despedida y entro en mi habitación.

Enma salió del bar, no era cuestión de beber hasta caer redonda. Se le pasó por la cabeza fumar un pitillo antes de echarse un rato y cuando pasó por el hall del hotel vio a un hombre que, periódico en mano, consultaba la hora como salido de un anuncio de relojes.

Pensar, lo que se dice pensar, ella no pensó nada acerca de ese tipo ¿piensa un lobo cuando ve a un cordero con una pata rota? Pues eso mismo. Pero no era cuestión de perder la compostura estando tan cerca de una reunión formal. Aunque todavía no había conectado el “modo serio” y tampoco era plan de dejarlo pasar sin más.

Así que optó por el camino de en medio. ¿Que cuál era el camino de en medio? No, en estas cosas no existe camino de en medio. Pensó. Y ahí seguía ese tío mirando su reloj ¿habrá pasado apenas un segundo o es que le gusta su reloj? No era precisamente un reloj barato. Iba bien vestido, pero le habría quedado más mono en ese sofá de cuero un traje. Pobrecillo, tan guapo y tan sólo, y sin traje. Pero con un buen reloj.

En otras circunstancias le habría hecho la famosa Entrada del Suplente. Pero decidió optar por la Entrada del Hermano Gemelo. Menos posibilidades de éxito pero menos comprometedora y mucho más divertida.

Se acercó a él, tiró un poco de aire por la nariz y habló con cierta seriedad:

-No me digas que te ha dejado colgado a ti también.-Miró su reloj- Mierda. Me avisaron que suele pasar, si no viene a la hora en punto, es que no viene.

Y sacó el paquete de cigarros esperando para ver cómo respondía y así improvisar.

Es la enésima vez que miro el reloj cuando una mujer se acerca a mi y me habla. Al principio me quedo sorprendido y miro a un lado y a otro. Pero estoy solo.

O me habla a mi, o está loca

La miro con atención. Es una mujer atractiva: pelo corto, rubio, ojos verdes, menuda. No es que sea mi tipo, precisamente. Las prefiero morenas y con curvas. Aún así, en otra época no hubiera dudado en entrar a matar. Otra época en la que aún sentía algo por dentro. Ahora, simplemente, me causa curiosidad.

Por una parte, no sé de qué coño esta hablando. Ni quién es. No estoy acostumbrado a que desconocidas se me acerquen sin más. Aunque bien visto, a estas horas suelo estar borracho, o colocado, o ambas cosas.

- ¿Disculpe? - consigo decir, entre todo el torrente de pensamientos que me invaden en ese momento.

Primero me planteo que sea una prostituta. Seguro que en aquél lugar había más de una buscando potenciales clientes. Hasta es posible que tengan un acuerdo con el hotel. Pero lo descarto casi inmediatamente. No tiene los signos evidentes, para quien sabe ver, de baja autoestima propia de la mayoría de prostitutas. Además, basta sólo un vistazo para localizar a potenciales clientes más tentadores que yo.

También cabe la posibilidad de que también esté esperando a Evans... ¿pero qué posibilidades reales hay de eso? Muy pocas, de hecho. Y aunque así fuera... ¿cómo sabe que yo también lo estoy esperando? ¿Me ha delatado algo? ¿Mi nerviosismo, quizá?

- ¿También espera a alguien?

Mi rostro permanece imperturbable. Algo que he practicado con los años. La verdad es que mis fríos ojos azules ayudan. Y mi alma hueca, también.

La ciencia de las Entradas más que una ciencia es un arte, tiene mucho de estudio heredado, de generación en generación, pero tiene también improvisación. Funcionaba por el método de acción-reacción-hipótesis-acción basada en la hipótesis-reacción-ajuste de hipótesis...

Su reloj era muy bueno y su ropa algo de sport. Ahora se mostraba imperturbable pero hace un segundo parecía nervioso.

Hipótesis uno: estaba esperando una cita comprometedora. Disimula su nerviosismo.

Enma descartó inmediatamente la hipótesis del puto heroinómano plantado por su clienta. Alguien así le habría contestado con alguna sugerencia, para tener  un ingreso alternativo ya.

Hipótesis dos: podría ser un camello esperando a un cliente o mejor todavía, un cliente esperando a su camello.

 Hipótesis tres, un matón esperando a algún socio: una traición, etc. El reloj caro y la ropa demasiado sport para este sitio indicaban en esta dirección.

Hipótesis cuatro, se está meando o su equipo favorito no hace más que perder.

Hipótesis cinco... -Sus pensamientos esperaron un poco para volver-Espera al agente Evans.

Acción ajustada a las hipótesis (si era la uno se pondría nervioso y daría explicaciones, si era la dos se pondría nervioso y disgustado, en plan me han pillado, hipótesis tres, detenía a alguien, hipótesis cuatro, ya se verá e hipótesis cinco, tal vez se identifique y se marca un tanto con un compañero y le hace una coña. Quizá la cinco no era una buena opción, pero ya había llegado demasiado lejos:

Sacó su placa disimuladamente, como no queriendo montar un escándalo y dijo, con voz muy seria.

- Disculpe, pero le estamos vigilando y su comportamiento no es lo que se dice sutil.

Esto sí que es una tocada de huevos como Dios manda. Hasta estoy a punto de darle la enhorabuena y estrechar su mano, pero procuro contener mi expresión. Al fin y al cabo, no estoy en el Blue Man, precisamente. Homicidios de Nueva York. Estoy hasta las gónadas de la policía. bastante acoso he sufrido ya.

¿Cuándo me van a dejar en paz de una jodida vez?

Aún así, intento que mi enfado no se refleje en mi rostro. Después de tantos interrogatorios, he aprendido que esos pequeños detalles tocaban las narices a los maderos.

- Y yo me pregunto qué coño le importa a usted mi sutileza. ¿Me ha seguido desde Nueva York? ¿Hasta fuera de su jurisdicción? ¿En serio? ¿Aún están con eso? ¿Cuánto tiempo más a a durar esto?

Esa respuesta fulminó todas las hipótesis anteriores. Así funcionaba el método “Hermano Gemelo”. Dictaba que había que utilizar la información nueva para generar nuevas hipótesis o afinar las antiguas, y ofrecer respuestas para buscar una reacción más y más informativa. Y así en un bucle que en cada respuesta guiaba la conversación hasta lugares insospechados. Enma no lo quería utilizar ese método más que para fingir ser una antigua amante de su tardía cita, una clienta de su camello informal, o lo que fuera con tal de que fuera divertido, para ambos incluso. Pero se había convertido en uno de esos casos de “Hermano Gemelo Malvado” que van sonsacando lo que sea que el interlocutor quiera ocultar.

-Nueva hipótesis uno. Ha sido acosado por la policía de Nueva York, es un testigo o un sospechoso al que algún agente o más bien agentes que lo tienen entre ceja y ceja y no pierden ocasión de estrujar el caso para insistirle en detalles o señalarle con el dedo. En ese caso lo mejor es una estrategia evasiva, al menos momentánea.

-Nueva hipótesis dos. Es de verdad bueno saliéndose por la tangente y si fuera este el caso, en esta situación ella no podría sacarle más, incluso podrían volverse las tornas y ser él el quien pase a interrogar. También con esta hipótesis se imponía la acción evasiva.

No tenía más. Lo suyo habría sido guardar unos segundos de silencio para que él diera más información jugosa, pero quiso acabar el juego. Había ido demasiado lejos y había perdido la gracia. Así que pasó a “modo serio”. Le dio una respuesta educada y estudiada para evitar amonestaciones en el caso de queja. Incluso se sintió en la obligación de disculparse:

-Disculpe, lo que habla no viene al caso. Soy policía y he oído comentarios acerca de un sospechoso merodeando por el lugar. Aunque no estoy de servicio, es mi obligación comprobar que no ocurre nada, y por eso me he dirigido a usted de una forma quizá un tanto ambigua, incluso tal vez un poco molesta para ver si reaccionaba como se espera de un sospechoso violento. Perdone si le he parecido grosera. Y pido disculpas en mi nombre y el de mi departamento si ha sufrido alguna ofensa. Tome mis datos y está en su derecho de presentar una queja.

Y le dio su tarjeta con su nombre, número de placa y el número de teléfono móvil apuntado con bolígrafo en su reverso.  Eso sí, Enma olfateaba un caso a un millón de kilómetros y aquí había uno. Cuando tuviera ocasión averiguaría su nombre y  lo investigaría. A él, a su acosador o posiblemente a ambos.

Steve estaba un tanto confuso, creía que era el que estaba nervioso pero ella parecía algo nerviosa o confusa… o cansada por el vuelo como decía ella. 

- ¿No la has traido?… Bueno en ese caso igual sí que estoy un poco loco, debe ser la altura aquí arriba hay muy poco oxígeno- dijo haciendo un gesto con la mano por encima de su cabeza. 

Camino por ella con el pasillo sin fijarme realmente en los números. 

- Emm… sí, bueno, igualmente ¿Alessa no? Soy muy malo con los nombres- "¡espero no olvidarme de este joder!"- Puess…- la respuesta de Harker me deja completamente anonadado "¿que coño es eso? ¿Está flirteando conmigo? ¿Me está invitando a una copa? ¿Como colega? ¿Como algo más?…" - Sí claro, iba a pasarme por allí de todos modos, em… llevaré un flor roja para que me reconozcas- dijo en un tono más que irónico haciendo un gesto como colocándose una flor en el bolsillo de la camisa mientras una amplia sonrisa surcaba su cara y miraba casi hipnotizado mirando sus hermosos ojos. 

Cuando ella se despide y se mete en su habitación Steve sigue caminando por el pasillo con una sonrisa de idiota al menos, hasta que mira el número de su habitación y comienza a ir en dirección totalmente opuesta, estaba exultante, hacía tiempo que no ligaba o al menos tonteaba con una tía y mucho menos con una motera así, las últimas moteras que había conocido podían tumbarlo de un revés. Estaba casi como un quinceañero que ha recibido su primer beso. 

-No estás tan viejo colega- se dijo en tono bajo a sí mismo. 

En ese momento se cruzó con un asiático con una perilla excelentemente recortada y totalmente calvo, estaba tan emocionado que no pude evitar decirle la primera estupidez que le pasó por la cabeza - ¡Arigato kinichigua!- era una frase que ni siquiera sabía lo que significaba, si es que significaba algo, de las películas de samurais supermalas que veía por la noche cuando no podía dormir… duraban cientos de horas, creo que allí no habían oído hablar de los cortometrajes pero bueno...

Siguió caminando tan normal hasta llegar a su habitación donde tiró la maleta a un lado nada más entrar -¡Joder pero si esta puta cama es como mi caravana! ¡Que me aspen joder! Esto si que van a ser una buenas vacaciones… o lo que coño sean jajajaja- 

Ahora sí que me ha pillado por sorpresa, tanto que me olvido de controlarme y no puedo evitar alzar una ceja en un claro gesto de sorpresa.

Cojo la tarjeta sin saber muy bien qué decir, y automáticamente me la guardo en un bolsillo. Creo que aún tengo un abogado para estas cosas. Ya buscaría su teléfono cuando tuviera tiempo y energía para ello.

Sin más, cojo de nuevo el periódico y vuelvo a leer mientras ignoro a la policía y espero a que se esfume, mientras me pregunto a qué coño está esperando Evans para hacer su aparición estelar.

Dios, cómo odio a todo el mundo...

Ya en mi habitación, cerré la puerta y solté la bolsa de viaje en el suelo. ¡Buff, menudo día! Pensé para mí. 

Caminé por la estancia. Estaba limpia, como no en un hotel tan lujoso, y la cama tenía un aspecto tentador. Ladeé la cabeza y recogí un folleto que estaba sobre la mesilla de noche. Una...¿carta de almohadas? Sacudí la cabeza y dejé el folleto en su sitio. Me tumbé sobre el colchón, boca arriba y con los brazos flexionados hacia atrás, entrelazando los dedos detrás de mi nuca.

Estuve un rato allí, pensando en mis cosas, antes de incorporarme, coger mi cartera, mi móvil y salir de la habitación en dirección al bar. Me apetecía tomar algo, por lo menos, intentar mitigar mis pensamientos durante un rato.

Salí al pasillo y me acordé del grandullón. Destacaba en un lugar como aquel, aunque en cierto modo, yo también. 

Al pasar cerca de recepción, vi a una chica rubia, con el pelo cortado muy rente. Había algo que me resultaba familiar, quizá pudiera ser que la hubiera visto antes en algún sitio. Le estaba mostrando algo al caballero que minutos antes, leía el periódico, y éste, no parecía muy contento. Me encogí de hombros y me dirigí al bar.

-Un Jack Daniels, por favor- le pedí al camarero al sentarme en la barra -. Sólo una piedra de hielo, gracias.

Qué mal. Se nota que esto no es Nueva York. Quién sabe, tal vez ese tío era de esos criminales famosísimos que se esconden a la vista de todo el mundo. En todo caso su cagada había sido de antología, pero a su favor había que decir que el tipo era seco, seco. Se sentía como sansón con el pelo corto.

Salió a la calle y se encendió un cigarro tenía un poco de fresco, subió el cuello de su americana y dio una vuelta a la manzana. Ver a los taxistas y el movimiento de la calle a esas horas la centró. Ahora otra copa y a descansar. Era capaz de acabar borracha su primer día de trabajo, pero no se iría a la cama así, a pelo.

De nuevo en el bar, esta vez más animado, pidió un New York Sour que combina sorprendentemente bien el bourbon con el vino tinto.

Al cabo de un buen rato la puerta del ascensor del vestíbulo se abre dejando ver la enorme silueta de Steve. 

Cuando salió del ascensor parecía haberse cambiado la camisa de leñador roja por otra verde, unos pantalones vaqueros negros en vez de azules y parecía que se había peinado la barba, seguramente hasta se había bañado y sus botas de piel de caimán parecían brillar tenuemente. 

Se acercó hasta el recibidor -Oye, y… ¿aquí tenéis gimnasio? ¿No? ¿Enserio? ¿Me estás diciendo que tenéis hidromasaje en la ducha y no tenéis gimnasio?…pues… menuda putada… bueno y ¿donde está el más cercano? ¿Me lo puedes apuntar? Muy bien, eres grande tío- le dijo al de recepción sin quitar la sonrisa ni un momento. 

Luego pasó a grandes zancadas hasta llegar al bar, no sin preguntarse antes si el tío que seguía leyendo el periódico no entiende que lo han dejado plantado, pero bueno no era asunto suyo, así que hizo un gesto de saludo cuando el hombre levantó la cabeza, como si lo conociese de toda la vida, total ser simpático era gratis. 

En el bar había más bien poca gente, unos cuantos pijos sentados en las mesas y como sacado de un bar de carretera dos chicas duras en la barra "al final no va a estar ni tan mal este hotel… bueno, que coño, en realidad esto se pone cada vez mejor". 

Me siento entre medias de ambas a cierta distancia de cada una. -Buenas noches- dijo cortés como si llegase al bar de su pueblo. -Ponme una birra por favor, pero ponme, ponme una jarra eh no me pongas una de esos vasos para maricas, gracias.

- Ei, se me ha olvidado la flor roja, ¿no sé si te acordarás de mi?- le digo a Harker de coña para romper un poco le silenciosa capa de hielo que parece congelar esa parte del bar. 

   De camino hacia su habitación se encontró con un grandullón. El gigante con camisa de leñador que parecía tan fuera de lugar y que habia sido ruidoso en aquel hotel. Hanzo sonrió divertido al recordar las caras de turbación del servicio del hotel, y de algún cliente clasista, que parecían horrorizados por la demostración del hombre, más propio de un taller o un reality de esos que te montan la chopper de tus sueños, o convierten una tartana en un coche de colección.

   - Buenos días. - Hanzo frunció el ceño. Inspiró profundamente. Ultimamente habia muchísima gente interesada en aprender japonés, o que hacia como que hablaba en japonés. Hanzo siempre fue una persona muy cosmopolita, no como su padre, y no se sintió insultado por el intento del grandullón. Abrió la puerta de su habitación, dos contiguas a la del grandullón, y solo deseó que no fuera de los que montan fiestas nocturnas con prostitutas y música a todo volumen.

   Hanzo tomó una ducha, y se arregló la perilla recortandose los pelos que estaban comenzando a salir alrededor de su cuidada perilla. Luego se vistió con ropas formales y de colores oscuros. Hanzo era una persona seria y sobria a la hora de vestir. Odiaba llamar la atención y los colores chillones. Comprobó que no tenia ningun mensaje en su bandeja de entrada, ninguna llamada - abria oído si Evans le hubiera llamado, como prometió. - y al ver que no tenía nada decidió bajar al bar a esperar.

   En el bar encontró, de nuevo, con la enorme figura del gigantón y a otras dos chicas jóvenes. Se acercó a la barra y esperó a que el camarero atendiera al gigantón.

   - Una botella de agua. Gracias. - Pidió. La voz de Hanzo era suave y hacía énfasis en los puntos cada vez que acababa una frase. Hablaba rápido y directo sin irse por las ramas, casi como si se tratara de un militar dando órdenes a su tropa.

Miraba el reloj de la pared... no tenía ni idea de cuando llegaría Evans. Aproveché que el camarero pasó cerca de mi lado de la barra para señalarle mi vaso: -Otro, por favor.

Absorta en mis pensamientos, vi por el rabillo del ojo a la chica del pelo corto. Fruncí el ceño, su cara me resultaba familiar, pero ¿de qué?

Entonces, antes de despejar mis dudas, a cerca de aquella mujer, apareció Steve. Se había cambiado de ropa. Sonreí cuando se sentó a mi lado -¿No hay flor en el hojal?- le seguí la broma. Entonces el camarero le sirvió una gran jarra de cerveza, bien fría -¿Cómo prentendías que te reconociera, entonces?

Había visto a este hombre gigante antes. Pero mierda, le conocía y no sabía de qué. No, en el trabajo imposible, no se lo imaginaba pasando desapercibido entre rejas, ni fuera de ellas. No se imaginaba olvidándose de alguien tan peculiar y encantador. Le  había caído muy bien ¿alguna borrachera?

Lo había visto alguna vez. Eso seguro… ¿y esa chica? Tardó unos segundos en caer. ¡Ese hombre tan grande y barbudo con actitud tan simpática era la viva imagen de un pirata de una de sus películas favoritas de la infancia! ¡El pirata del aire gigantón de Porco Rosso! ¡Y con esa chica tan joven y guapa ya tienes la típica pareja encantadora de Miyazaki!

 ¡Qué entrañable! ¿Acaso estaría borracha? No, ¡claro que no! ¡Pero se estaba poniendo tierna! ¡El pirata gigantón de Porco Rosso! ¡Quién le habría dicho que lo iba a conocer en carne y hueso!

De repente un escalofrío se llevó la sensación de embriaguez como si de sopetón le hubieran dado una noticia terrible. Llevaba mucho tiempo sin pensar en su infancia y su mirada se volvió triste. Pidió otro New York Sour. Menudo día.

Era una situación sumamente importante para el futuro como para que el mismo Evans la resolviera, y esperaba que con ella acargo todo saliera bien. Suspiro profundamente antes de responderle al agente Evans en el estacionamiento y mirar que se retirase en su auto:

" Las cosas se haran como me dices, pero necesito que me des folos y nombres de ellos yo trataré de encontrarlos. Trabajamos juntos, no se si ellos o yo seremos buenos agentes, ni compañeros pero te daré tiempo para que te nos unas en noche con todos luego de arreglar los últimos papeleos de ésta reunión "

Entonces con la información de los reclutas les buscó vestida co un uniforme de piloto militar, gorra, botas y una maleta de viaje en el lobby para presentarse con cada uno, en caso contrario preguntaría por ellos en la recepción, entonces les dice mas o menos lo mismo:

" Buen día ! Soy la agente ... Chang, vengo de parte del agente Evans para darle una cordial bienvenida, presentarme como otra agente del equipo, y su compañera de ahora en adelante, me imagino que tiene muchas preguntas al respecto, pero le pido por favor que me acompañe para reunir al resto del equipo para que ya todos juntos algunas de estas se aclaren y las otras espern al Agente Evans en persona que nos alcanzara por la noche "