Partida Rol por web

   Entra en escena una mujer vestida con uniforme de piloto militar y gorra grises, bota y maleta. Hanzo daba pequeños sorbos al agua y miraba distraidamente al local y a sus ocupantes. De vez en cuando comprobaba su telefono móvil, y lo cerraba de inmediato al comprobar que no había ninguna novedad. Distraido, se acariciaba de vez en cuando la cabeza mientras leía las etiquetas de los licores que el bar exponía.

   Entonces la mujer-piloto llamó su atención. - ¿Ahora el FBI viste a sus agentes como si fueran pilotos de los años 40? - Pensó Hanzo enarcando una ceja, incredulo. Todo aquello empezaba a escamarle. Un "Agente Evans" que no aparecía, unos delitos cometidos por unos supuestos seres que más bien parecían los delirios de un paranoide, y ahora una mujer que dice ser agente, compañera de Evans supuso Hanzo, y que parece sacada de comics o series y peliculas antiguas. ¿Que será lo siguiente? ¿Se pondrá a hacer piruetas sobre las alas de una avioneta del estilo a la fabricada por los Hermanos Wrigth?

   Hanzo se acercó a la señorita, despues de terminarse su botella de agua.

   - Mal empieza todo esto, señorita... Chang. - Si es que ese es su verdadero nombre. Cosa que en estos momentos Hanzo duda, pues más bien espera que de pronto aparezca algún imbécil con una cámara y todos griten que es una especie de camara oculta. - Llevo esperando a Evans desde primera hora de la mañana. - Hanzo no dice más. Le molesta sobremanera que le hagan perder el tiempo y le tengan esperando como si fuera un panoli. Su tiempo es oro, y en el tiempo que acababa de perder podria haber encontrado la cura para una enfermedad infecciosa.

Steve se encoge de hombros antes las palabras de Harke siguiendo la broma - Pues… no lo sé, llámame romántico pero pensé me ibas a reconocer nada más verme…- Steve no puede contener la risa y suelta una enorme carcajada que llena todo el bar. 

Por el rabillo del ojo veo a la chica rubia que estaba al otro lado que parece algo empanada y tiene una ligera sonrisa mientras no para de mirarlo -¿Que es tan gracioso señorita?- pregunta Steve extrañado a la chica rubia del pelo corto mientras enarca una ceja, su tono es completamente desenfadado. Aunque la sonrisa de la chica se torna en una especie de tristeza amarga tras mis palabras, parecía no haberme oído -Oye, ei, que era broma no te pongas así mujer, solo era una coña- dice el grandullón algo afectado, con la edad se había vuelto más empático de lo que a él le gustaría, hace unos años hubiese pensado que se estaba haciendo un marica… pero ahora sabía la verdad, solo se estaba haciendo viejo. 

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Cuando hace su aparición estelar la "agente" Chang me quedo un poco anonadado. Se estaba refiriendo a mí suponía, pero entonces salió fumanchú a darle la bienvenida, "¿que coño es todo esto? a mí me habían dicho hombres de acero, no calvos fumanchús… no todo podía ser así de bonito por lo visto" - Emm… bueno- dijo el grandullón interrumpiendo ligeramente a los dos compatriotas - creo que también me estás buscando a mí, si no estoy muy mal claro… aunque ahora mismo me pillas en un mal momento…- digo señalando a las dos señoritas que tenía sentadas a cada lado mientras pongo cara de situación. "Además no me había peinado la barba para nada".

Sonreí y sacudí la cabeza ante el comentario de Steve. Entonces él se dirigió hacia la chica rubia, que, por su aspecto, parecía haberse tomado más de un par de copas. Me quedé mirándola y le pregunté: -Disculpa, ¿nos conocemos? Tu cara me reulta bastante familiar aunque no consigo recordar de qué-  extiendo mi mano por delante del grandullón -Harker, por cierto.

Tras un rato en el bar, aparece una mujer uniformada que resalta entre la multitud. No somos los único que se dan cuenta, pues más clientes la miran, como diciendo ¿De dónde ha salido? Entonces, dice algo sobre el agente Evans. Trago saliva al recordar lo sucedido. Luego reconozco al asiático que, justo cuando Steve y yo íbamos al ascensor, quién es el primero en avanzar hacia la mujer. Abro la boca para decir algo, pero Steve, para mi sorpresa, parece haber sido también reclutado por Evans. Esto es cada vez más extraño. 

Me bajo del taburete, muy cómodo por cierto, y doy un par de pasos hacia la "piloto".

-Alessa Harker- le tiendo la mano -. Evans también me ha convocado aquí.

Y el gigantón habló, como si el pirata del aire hablara a través suyo para animarla. Mientras se giraba con idea de entablar conversación la chica de Miyazaki se le presentó y Enma le tendió la mano, cambiando su expresión por una amplia sonrisa.

-A mí también me suena tu cara, es como si ya nos conociéramos, pero… creo que no. Soy Enma Rehnqvist. Mucho gusto. Hola –y miró ampliando todavía más la sonrisa al pirata del aire.

Parecía que la noche se estaba arreglando cuando entró la mujer vestida precisamente de militar del ejército del aire. Pensó, anda ya, y casi dudó si estaba soñando e iba a hacer su entrada Porco Rosso, pero cuando la mujer nombró a Evans, ella se levantó de su asiento diciendo -Enma Rehnqvist. Estoy….- a la vez que sus nuevos amigos hacían lo mismo. Les miró y les hizo un gesto con la cabeza –Mucho gusto.

Despues de escuchar atentamente a Akamatzu en absoluto silencio, la mujer sacó un folder plástico con algunos registros de su maleta para leer unas anotaciones allí ... y después de eso le respondió al hombre oriental que la interpelaba:

" Buen dia ... señor Hanzo, lamento la pérdida de su valioso tiempo y en su momento se lo haré saber al agente Evans y si comienza mal cualquier convesación cuando las personas reclaman antes de saludar y presentar con otras que apenas les acaban de conocer, sin embargo tengo fé en que podamos corregir sus modales y mejorar esta presentación, por favor le pido que me acompañe para reunirme con los otros miembros del equipo antes de que todo pueda empeorar áun mas ... "

La mujer bajó la cabeza frente a Akamatzu para mostrarle sus repetos y saludarle como normalmente se hace en oriente antes de continuar su camino hacia la recepción sin detenerse para dar mas explicaciones cuando aún dentro del bar se le acercó Steve con una actitud atrevida y bastante diferente a la anterior mostrada por Hanzo, detras de él venían dos chicas y les sonrió de primera intención haciendoles la seña para que le siguiera sin detenerse para mostar su pasaporte y decirle al recepcionista:

" Buen día caballero (señorita) me llamo Mei Chang y mi jefe, el señor Brett Evans ha hecho una reservación para hospedarme en su hotel, para los trámites de inmigración le muestro mi pasaporte, donde se encuentran mis datos para cotejar la reservación, también me ha pedido que confirme el apartado del pequeño salón de negocios para una reunión hoy por la noche con las especificaciones que hizo "

Cuando termino se giró hacia el musculoso y desgarbado hombre que seguramente era americano para decirle jovialmente por un momento después de releer unas páginas de una agenda, así como al par de mujeres que venían detrás de él y eran otras dos más del grupo, entonces le dijo primero a él y después a ellas :

" Buen día señor ... Taylor ... entonces, creo que no es tan malo el momento ya que usted mismo se ha presentado con otro par de los candidatos para el grupo que podemos formar, ... las señoritas ... Harker y ... Renkvist según me parece, disculpe si mi pronunciación no fue la apropiada ... me presento también, soy la agente Chag, Mei Chang a su servicio, me agradaría si me lo permiten por favor terminar de registrarme, llevar mi equipaje a mi habitación, darme un rápido baño y regresar con ustedes al lobby para charlar un momento y así dar oportunidad que unos cuantos mas puedan alcanzarnos, ¿les parece bien? "

   Hanzo frunció el ceño. Si fuera como su padre, no fuera ilegal matar a la gente y fuera el Japón feudal, habria decapitado a Evans y a Chang por la falta de respeto. Pero por suerte no era su padre, aunque a Hanzo le costaba olvidar el tiempo que Evans le habia hecho perder. No tanto por el hecho de perder su tiempo, que podria haber estado empleando en otras cosas, sino por el hecho de la falta de respeto que a demostrado por hacerles esperar tanto tiempo.

   De todos modos, Hanzo exhibió una sonrisa tranquila y correspondió al saludo de Mei Chang. Huelga decir que la mujer se ha mostrado respetuosa y un poco picajosa, cosa que le divierte sobremanera a Hanzo. Dado que parecía que aquellos personajes irían a formar un grupo, peculiar en opinión de Hanzo, el japonés decidió presentarse.

   - Creo que vamos a ser compañeros de a saber qué. Me llamo Aka... - decidió invertir el orden. En japón uno se presentaba formalmente por el nombre de su familia, y luego el suyo propio. En occidente lo hacían al revés y no sería la primera vez que le tratan por el nombre de su familia. Queria evitar eso. - Hanzo Akamatsu. - Les saludó con una leve inclinación y luego les tendió la mano para estrechar la de Steve, Enma y Alessa.

Realmente molesto porque me interrumpa otra vez una absoluta desconocida, dejo el periódico a un lado con un bufido de disgusto.

Sin embargo, hoy es el día de las sorpresas. Así que esta mujer vestida de militar, o de lo que fuera, viene de parte de Evans. Qué cojones más grandes tiene. Y encima llega tarde. Muy tarde.

- Ya era hora. Llevo mucho tiempo esperando. Esto no es profesional. Informe a Evans de mi parte, si es que se digna a aparecer en algún momento.

Me levanto, al fin, del sofá y me dispongo a seguirla. Ya es hora de hacer algo productivo

Sonreí cuando la mujer con rasgos asiáticos me estrechó la mano.

-Un placer, señorita Chang. No se preocupe, tómese su tiempo para registrarse, así podré terminarme la copa- dije con educación, esperando que su actitud fuera muy diferente a la del agente Gus. Entonces miré al caballero bien vestido, y asentí a la par que estrechaba su mano. Sus modales era muy rectos. Eso me agradó -. Mucho gusto, señor Hanzo. ¿Quiere acompañarnos?

Había aprendido que la educación abre más puertas que el carácter. Cierto que a veces mi mal genio salía a la luz, pero en ese momento me sentía bastante cómoda, algo nerviosa por la intriga, pero relajada en general. 

Me dirigí a la barra de nuevo, donde la piedra de hielo de mi Jack Daniels había sucumbido. Vaya, hombre, ahora se habrá aguado. Me senté en el taburete y miré al barman.

-¿Puedes retirármelo y servirme otro? Gracias- al fin y al cabo, apenas había podido beber la mitad de la otra copa.

Después de pedir un momento a Alessa Harker, Enma Rehnqvist, Akamatsu Hanzo, la mujer de rasgos orientales mira como Steve Taylor hace acto de presencia para reclamarle también por el retraso del agente Evans y entonces la Mei hizo un esfuerzo por contener la molestia que le provocaba recibir tantos reclamos tan fuera de lugar a nombre de su jefe y amigo, pero se contuvo y con una sonrisa en los labios le respondió a James mientras que confirmaba su identidad con los registros recibidos:

" Buenas noches ... señor Devenport! Soy la agente Chang y el agente Evans estará con nosotros hoy por la noche, así que entonces podrá reclamarle cuanto guste; pero me ha pedido cuando le vuelto a ver hoy que me adelante para avisarles su retraso, pedirles que mientras tanto disfruten su estancia en el hotel y podamos comenzar a integrarnos como un posible futuro equipo de trabajo, les decía a los demás aquí reunidos que me dieran un momento para dejar mi maleta en la habitación, darme un rápido baño para aligerar el cansancio de un largo viaje para que comencemos a platicar al respecto "

Cuando se marchó la militar, Enma reprimió la risa. Pero había bebido un poco de más y aunque podía controlarse necesitaba un desahogo para poder pasar a “modo serio” en la reunión. No se, había un poco de tensión después de esa entrada tan marcial, así que entre compañeros tan simpáticos no era tan mala idea relajarse. Apuró la copa, se puso firmes y dijo con voz marcial imitando al sargento de la película “El Sargento de Hierro”

-Soy el sargento de artillería Highway. He bebido más cerveza, he meado más sangre, he echado más polvos y he chafado más huevos que todos vosotros juntos, capullos.

Y dio una patadita al suelo para sentarse con una sonrisa de oreja a oreja.

Veo la cómica imitación de Enma y río a carcajadas, sin contenerme.

Incluso, tengo que delizar mi dedo índice por debajo del párpado inferior, para limpiar una lágrima. Me duele el estómago de la risa, y tardo en respirar con normalidad, con una mano en el vientre y la otra en la barra, para no caerme.

-Dios... ay, no puedo... espera- cojo aire en profundidad por la nariz, para estabilizarme -. Ahora.

Bebo un trago largo, humedeciéndome luego los labios con la lengua y miro uno a uno a quienes, al parecen, están allí por la misma razón que yo.

-Bueno, señores y... señorita. Me resulta curioso que todos hayamos sido convocados a este lugar por el mismo hombre.

Después de asegurar Mei un pequeño salón del hotel, su habitación y subir junto a un botones a ella con la maleta, asegurar la puerta y desnudarse de camino al baño para darse un regaderazo, se sintió mucho mas relajada y descansada, entonces se cambió de ropa por algo mas cómodo, negro y limpio antes de regresar de nuevo con los demás con una postura mas relajada y una sonrisa sutil en los labios tras escuchar algunas risas entre los nuevos reclutas sin saber exactamente la causa, así que espero a que terminaran para entrar al bar con ellos para tomar asiento junto a ellos antes de decirles:

" Bueno, disculpen por favor el retraso señores .... no se exactamente que les haya explicado al respecto exactamente el agente Evans ... porque apenas me informó al respecto hace un rato que fue a recogerme al aeropuerto, de camino a este hotel, pero les agradecería mucho si todos nos hacen el favor de presentarse y contarnos lo que saben hasta ahora; al final yo haré lo mismo y les platicaré un poco acerca de mi propia experiencia, espero que les sirva para tomar una muy importante decisión que deberan elegir, porque para el trabajo que estamos ahora reunidos, obtener la mayor y mejor información antes de actuar no solo es importante ... es vital "

   Claro que asintió a la invitación de Harker. Todo aquello le resultaba rarísimo, una broma. Y Hanzo pesó que aquel grandullón y las dos jóvenes, no eran más que víctimas de la misma broma. El rostro del japonés se relajó después de que Harker le invitara, e incluso llegó a sonreir cuando la otra chica hizo la imitación de Clint. La sonrisa de Hanzo se ensanchó y soltó una risita, contagiada por la dolorosisima, al parecer, carcajada de Harker. El ambiente se relajo muchísimo, tanto... tanto... que Hanzo estuvo a punto de pedir una coca-cola.

   Entonces volvió a hacer aparición la agente Chang, y Hanzo escuchó lo que tenía que decir. Miró alrededor y vio al camarero, y algún que otro cliente más en el bar. Luego volvió a mirar a Mei Chang y frunció el ceño levemente, mirando igualmente a sus compañeros. - ¿Así recluta el FBI? ¿En serio? ¿Y la CIA? ¿En serio estos tios ganaron la II Guerra Mundial? Entrando en un bar y pidiendo que los posibles reclutas hablen de lo que Evans les mostró. Claro... venga... vamos a hablar todos de las cosas raras que Evans me mostró, podemos pedir refrescos y comprar una bolsa de ganchitos. Y luego les diremos al resto de clientes: No os preocupeis, no estamos locos, olvidad lo que habeis escuchado. El colmo sería que Chang sacara un boli, como en Men in Black, para borrarles la mente. - Pensó Hanzo mientras le daba el último sorbo a la cocacola. Tenía una maldición. En ese momento lo corroboró. Adoraba el sabor de la cocacola, era algo que se permitía pocas veces al día, no porque no pudiera permitirse una tonteria así, es que aquel sabor y el roce burbujeante del gas en su garganta, era tan relajante y único que para Hanzo era algo casi sagrado. Y siempre, siempre que disfrutaba de una coca cola, habia algo que le rompía el momento.

   - Bien, señorita Chang... me presento. Me llamo Hanzo, Hanzo Akamatsu. Y... - Volvió a echar un vistazo alrededor. - No creo que sea el lugar más indicado para decir nada acerca de lo que sepamos o dejemos de saber. - Hanzo procuró hablar lo suficientemente alto como para que solamente se enteraran sus interlocutores. - Si quieren podemos subir a mi habitacion o ir a otro lugar menos concurrido. - Al fin y al cabo paga Evans. Hanzo hizo una pequeña pausa, y entonces preguntó. - Si Evans te ha traido desde el aeropuerto... ¿por qué está usted aqui y no Evans? ¿Dónde demonios está Evans?

Después de la breve charla con la agente Chang y de seguirla de un lado para otro sin ton ni son, decido que ya está bien de que me manejen como una marioneta.

- Avíseme cuando llegue Evans. Estoy seguro de que sabrá cómo localizarme.

Acto seguido, y sin darle tiempo a contestarme, me doy la vuelta y me dirijo al ascensor, dispuesto a aislarme en la soledad de mi habitación, donde podría relajarme con una dosis de mi "medicina especial". Que ya iba siendo hora.

Tras el ataque de risa, sentí cómo el alcohol se me subía a la cabeza. 

-Señor Hanzo, Enma, Steve- los miré a todos -. Creo que entre el bourbon y el viaje en avión, mi cuerpo necesita relajarse. Si me disculpáis, voy a darme una ducha. Para cuando llegue Evans- miré el reloj de la pared -. Habré regresado. Quizá incluso antes.

Se despidió con una sonrisa cansada, justo cuando Mei regresaba.

-Disculpadme, señorita Chang, no me encuentro bien, volveré en un rato- seguí de largo, atravesé la recepción y vi que el hombre que leía el periódico había abandonado su sillón. Me dirigí al ascensor.

Deseaba darme una ducha caliente y tumbarme en aquella cama tan grande. Mi cerebro almacenaba demasiada información de los últimos días y necesitaba descansar.

Al llegar al ascensor, vi que estaba a punto de cerrarse la puerta, corrí para llegar a tiempo y puse el pie para que el sensor obligara a abrirse de nuevo la puerta. Cuando ésta se abrió, me encontré con el caballero que momentos antes calentaba el sofá de recepción.

-Perdona... no quería esperar al siguiente- dije con una sonrisa.

Aprieto el botón, sintiendo ya la presión del mono. Veo cómo se cierra la puerta del ascensor y respiro hondo, contando los segundos para que llegue a su destino.

Sin embargo, en el último momento algo se interpuso delante de la puerta y la obligó a abrirse de nuevo. No puedo disimular mi disgusto.

Hoy está siendo verdaderamente un día de mierda

La causante de mi inesperado retraso es una mujer joven, atractiva, algo menuda, lo que no hace más que añadirle cierto encanto. Siento algo en el pecho al verla... el puto mono, y la impaciencia, sin duda.

Procuro mantener un semblante neutral, no obstante, y la miro fríamente.

- No se preocupe. Es un país libre - por desgracia, añado para mis adentros.

Aquellos gélidos ojos azules, casi grises, me atravesaron como un puñal. Mi sonrisa desapareció, auyentada por su frialdad. El hombre era atractivo, pero su expresión era de pocos amigos.

Un mal día...supongo. Pensé al ver su actitud. Miré el tablero para marcar mi piso, pero vi que ya estaba encendido el pulsador.

-Ah, vale. Vamos a la misma planta- dije retirando mi dedo y sonriendo de nuevo. Pensé en preguntarle algo. No estaba acostumbrada al silencio y solía relacionarme fácilmente con la gente. Pero aquel hombre... no parecía con ganas de conversar. Meti las manos en los bolsillos de mi chupa de cuero, apoyé la espalda en la pared del ascensor y suspiré. Estaba cansada. Aquella militar, piloto o lo que fuera, me ponía de los nervios.

¿Dónde me he metido?

Veo cómo se le borra la sonrisa de la cara al verme. En su defensa he de decir que es el efecto que suelo causar. No es fácil tratar con alguien que está muerto por dentro. De alguna manera, la gente lo nota. Quizá sea porque no me esfuerzo en absoluto por disimularlo.

- El mundo es un pañuelo - digo, aliviado porque el ascensor no tenga que hacer ninguna parada extra antes de llegar a mi planta.

Le hago sitio en el amplio ascensor. Supongo que ella ya tiene bastante con soportar mi presencia. Y yo, la verdad, no tengo ningún interés en acercarme más de lo estrictamente necesario, a pesar de que no me encuentro incómodo.

Alzo una ceja, extrañado conmigo mismo con esto último, mientras miro cómo los números se van iluminando uno a uno al ritmo que el ascensor sube piso tras piso.

El silencio me incomodaba. No estaba acostumbrada a ello. Observé al hombre que iba conmigo en el ascensor. No podía dejar de mirar sus ojos pues, aunque fríos, eran hermosos.

De vez en cuando desviaba la mirada para que no se diera cuenta de que lo esba observando. En una ocasión arqueó una ceja y yo fruncí el ceño. Un centavo por tus pensamientos, le habría dicho. Sonreí para mí y sacudí ligeramente la cabeza de un lado a otro.

Me fijé entonces en su vesimenta e inmediatamente bajé la mirada hacia la mía. Ambos no íbamos vestidos para un hotel de lujo, pero yo destacaba aún más.

Miré el tablero del ascensor. ¿Cuánto más iba a tardar este trasto? Me mordí el labio inferior, por el ansia. Una mala costumbre que tenía...

Agradezco el silencio sobremanera. Nunca he entendido la manía que tiene la gente de llenar los silencios del ascensor con frases vacías. Como hablar del tiempo. Detesto hablar del tiempo. Es evidente el tiempo que hace, gracias. Pero no, la mujer se mantuvo callada, lo que era de agradecer.

En un momento dado, cuando me giro para seguir revisando la trayectoria del ascensor, veo cómo se muerde el labio inferior. Un gesto que, sin duda, le añade más encanto. En otro tiempo, no la hubiera dejado escapar. Ahora me hace sentir curiosidad... lo que ya es mucho.

Al fin llega el ascensor a su destino, y con un sonido acampanado se abren las puertas. Doy un largo suspiro, aliviado por el inminente chute, y me dispongo a salir rápidamente de aquél habitáculo cuando tropiezo con la mujer en el umbral de la puerta. Al parecer, ambos habíamos decidido que era el momento de salir... a la vez.

El roce con su piel no es desagradable, pero no puedo evitar sentirme molesto conmigo mismo. La situación roza peligrosamente el ridículo.

- Disculpe - farfullo, sin muchos miramientos, y me dispongo a salir de nuevo, sin esperar a que ella reaccione.