Partida Rol por web

Mientras todos se sentaban yo encendí mi cigarrillo de canalización, dándole unas bocanadas mientras intentaban conectar sus mentes a las bolas del carpintero. miré las esferas de cristal y vi muchos reflejos, sobre todo unos redondos y extraños bultos... Era el trasero de Aurora... ah no, es la cara de Romitelli

Di una bocanada mas mientras escuchaba las preguntas de los otros. miré a la pitonisa y le pregunté con voz seria - ¿No tienes algo para comer? - me miraron un poco extraño los demas, por lo que acoté - ah! ¿y donde está el sombrero? - a decir verdad no estaba muy pendiente... ya volvía a caer en ese estado como cuando comian los canapes de pepinillos...

Esos malditos zapatos eran más vendehumo que Fernando Niembraaa, al Gran Romitelli no le habían caído bien ni le habían aportado nada. Tantas palabras para decir nada, era increíble. Sin embargo Romitelli aún veía una utilidad para ellos.

_¡Hey! ¡Monedas! -susurró-. Me han dicho de ustedes que son ambiciosas y engreídas, pero yo lo que creo es que deben tener un gran poder. ¿Cúal es? ¿Y el tuyo, collar? Dicen que tienes un gran poder oculto. ¿Y tú daga? ¿Por qué no quieren que te toque?

Entonces viendo que los duendes Mirallá y Tomacá estaban preparando algo pero que Venaí estaba ociosa, se sacó los zapatos, la llamó y se los entregó.

_¡Venaí! ¡Mira lo que encontré entre las cosas de Shandel! ¿Son estos tus zapatos? Porque si son ellos, creo que te los quiso robar. Si quieres, en agradecimiento puedes poner en una bolsa algunos objetos mientras ella está distraída y luego dármela. ¡Sería justo, por querer robarte los zapatos! He visto esas monedas, esa daga y el collar, pero si sabes de algo que sea poderoso, puedes poner eso. Ahora, con permiso, creo que me necesitan.

Romitelli había estado hablando con Venaí en un costado de la habitación mientras los otros duentes preparaban todo. Cuando todo estuvo dispuesto y los hechiceros estuvieron sentados en las sillas, él se acercó sonriente como siempre, aunque por dentro no tenía el más mínimo interés en estar en ese lugar.

Al tomar asiento, casi se va hacia atrás del susto cuando en las bolas vio un... rostro poco familiar donde debía estar su cara. Cuando recuperó el equilibrio acercó su c...ara a la bola que la reflejaba. Se llevó las manos a ella y al tacto todo parecía estar en su lugar. La nariz, la barba, la boca, los ojitos seductores sin lentes...

Fue entonces cuando comprendió todo. Eso era lo que había sentido, esa descarga mágica cuando Aurora lo había tocado al llegar a ese extraño bosque. Era por eso que ella se había tirado al piso a reírse, mientras que Ramirus y Link lo miraban extrañados. Él era el famoso "cachetón" del que hablaban los duentes.

Incluso en la bola se reflejó cómo las nalgas superiores de Romitelli se ponían del color de la túnica. Se puso de pie (aunque tampoco era la gran diferencia que digamos) y señaló con el dedo acusador a Aurora.

_¡TU! Ya se lo que has hecho, y mejor que lo deshagas o me encargaré de que encuentres algo que no buscas, y de lo cual no creo que estas bolas puedan alertarte.

Aún agitado por el enojo volvió a sentarse y siguió mirando la bola, acostumbrándose de a poco al reflejo. Si bien quería preguntar sobre técnicas adecuadas para asesinar a algunos de sus compañeros, pudo enfocarse en el objetivo principal, aquel que le daría aún más fama de la que tenía.

_Sí, el sombrero, quiero saber cómo podemos recuperarlo.

Al final habían ignorado lo de coordinar las mentes así que no tenía muchas esperanzas de obtener algo de las bolas, pero no perdía nada intentándolo.

Link, que se encontraba de pie a un costado (las sillas se habían acabado), no pudo evitar comenzar a reir en cuanto Romitelli se puso rojo de furia, reia desconsoladamente...a  tal punto que le costo mucho trabajo expresarse sin reirse.

- No se enoje abuelo, no vaya a soltar....jajajajajajaja.....jejejejejejee...no vaya a soltar una flatulencia por el esfuerzo...jajajAAJAJAJAJAJAJAAJAJAJAJAA.....

Cuando logro componerse, miro a la adivina/camionero/luchador de pozo y realizo su pregunta.

- Eso, el sombrero, lo recuperaran estos magos deudores....

La pitonisa intento canalizar las mentes su público, lo cual no fue fácil. Parecían niños en una juguetería dejando libre sus mentes para que las bolas rueden sin sentido aparente.  Sin embargo, algo había en todas esas cabezas encapotadas por ridículos sombreros picudos. Ni más ni menos, que otro sombrero de punta y largas alas mucho más bonito que los vestidos por estos harapientos magos.

La energía arcana dio vida a las dos bolas de Shandel formando un torbellino verdoso en su interior. Luego un árbol con una bonita casa en su copa se hizo visible, era la casa de Shandel donde se encontraban. Aquel árbol se hizo cada vez más pequeños, las ganas de vomitar lo poco que les quedaba en el estomago se adueño de ustedes a causa de la velocidad con que se elevaban en el aire. El disco entero se pudo ver como si de un panqueque se tratara, distinguiendo, gracias al continuo y arduo trabajo de contaminación desarrollado por los habitantes de Ankh-Morpork, a su ciudad natal. Mucho más lejos de lo que hubiesen imaginado de donde se encontraba la casa de Shandel.

Una puerta en el aire, con destellos sobre la leyenda “Salida de emergencia” tomo su lugar. Dejando ver en su interior un largo y sinuoso camino de adoquines amarillos, brillantes como el oro, que se perdía en el infinito. Un infinito que se hizo finito allí donde se veía una muralla que ocultaba una ciudad de ensueño. Ensueño que no tardo en oscurecer, las fuentes de cristalinas aguas fueron remplazadas por la negrura de la noche. Niños que en antaño jugueteaban en la plaza ahora luchaban por un trozo de pan con que alimentar sus esqueléticos cuerpos. Su vista se elevo al cielo en busca de una respuesta divina, pero el astro ya no brillaba como antaño, algo obstruía su paso. Algo que en parte les parecía familiar, algo que tenía un tamaño descomunal y bordados. ¿Bordados? Si, bordados en oro y plata como el… claro, el sombrero de Merlingo.

El sombrero se hizo pequeño, dejando que el sol iluminara el rostro de un mago, que momento antes no se encontraba en aquel lugar. Su mirada malvada atemorizaba al pueblo entero y reía amenazadoramente hacia ustedes. Los estaba viendo, los desafiaba, los invitaba a enfrentarse a su poder.

Las monedas parecen mirarte sorprendidas, al parecer desde hace tiempo que nadie habla con ellas. Alegres tintinean en el interior de la bolsa.

- Engreidas, puede ser, como todo aquel que ame el poder y nosotras poseemos poder, un poder muy antiguo, previo la creación de este disparatado mundo que camina sobre elefantes. Hemos visto nacer a cada uno de ellos y le hemos puesto sus nombres, trompita, pelusa, mancha y grandote. Si, si, esas fuimos nosotros. Sácanos de este lugar, esta seudo-mujer no hace otra cosa que tocar sus bolas, dejando de lado nuestro poder, poder que podría ser tuyo. Podemos darte el poder eterno.

Entre tanto Venaí tomo sus zapatos, sin dejar de echarte una mirada de desconfianza que remato con un seco – Gracias, yo sabía que no podían haber ido lejos. – Cuando pretendía decir algo más las bolas comenzaron a tener actividad y se aparto hacia un rincón de la habitación.

Aurora esperaba impaciente la revelación de su futuro, la respuesta a su pregunta, el camino y la meta final de su aventura, pero en cambio se vio transportada fuera del disco lo que le provocó un vértigo terrible, casi como si se encontrara en una montaña rusa.

El descenso de regreso al planeta fue igual o peor de desagradable. Si esa era la manera en la que las bolas contestaban las preguntas, la chica no pensaba hacer ninguna más... o tal vez una o dos, dependiendo de lo que pudiera ver luego. Cuando la imagen se fue estabilizando lo que vio allí no fue lo que esperaba. La visión de una ciudad arruinada y la cara fea de un mago que portaba el sombrero de Merlingo no era lo que la chica consideraba su meta final: ella quería encontrar a su héroe y tal vez salir en televisión alguna vez, en los programas de chimentos, pero no verle la cara a un tipo viejo y malo.

-Miren, parece que ahí está el lavandero jefe. Ya vimos donde se encuentra (supongo que alguien prestó atención al cartel de bienvenida que tenía la ciudad no? ese cartel del estilo "usted está entrando a La Ciudad Mas Verde, población 2568 habitantes"), así que después lo buscamos en el mapa. Ahora... podríamos seguir con mi pregunta por favor?

Mientras las bolas se revolvían en la cara de todos (suponiendo que lo de Romitelli era una cara), me puse a mirar los objetos en la habitación con algo de aburrimiento. No entendía lo que veian ellos pues mi cabeza no daba para tanto. Incluso aquella alucinación viendo bolas hacía todo muy bizarro

- ¿Como podemos saber donde queda esa ciudad? es que aún no entiendo la ciencia de ver bolas que brillan si no traen instrucciones para entenderlas... - Di una bocanada mas de mi porro cigarrillo y lo poco que quedaba lo apagué al restregar la colilla contra mis huesos. En la visión, cuando vi a los niños solo atiné a decir - Hey! son hermanitos mios! -

Ramirus se agarró fuertemente a la silla cuando comenzó el vertiginoso viaje, temeroso de salir volando en cualquier momento. No perdió detalle de la visión lejana del Disco, de la puerta celestial de emergencia, la ciudad, los niños, el sombrero, el malvado mago,...

... seamos sinceros: lo cierto es que en cuanto penetraron en el largo túnel, el viejo se quedó completamente dormido, como quien se queda así delante de un aburrido programa de televisión. Fue la intervención de Aurora la que le sacó de sus ensoñaciones, justo a tiempo de ver la cara del lavandero jefe.

Algo desorientado, se restregó los ojos tratando de despejarse y se quedó esperando a ver cómo transcurrían los acontecimientos, con la mirada fija en la bola de cristal. La visión de la imagen estática del rostro del lavandero hizo que sus párpados se volviesen pesados de nuevo y, si no cambiaban pronto de programa o ponían anuncios, lo más probable es que se quedase dormido otra vez.

_Ohh, esto ha sido demasiado para mi.

Romitelli se puso de pie, tomándose la panza con las manos.

_No se preocupen por mi, averigüen cómo llegamos a esa puerta y vámonos de aquí. Yo iré a sentarme contra aquella pared y le pediré a Venaí un té.

Caminando en zig zag como un borracho, el cachetón fue hasta donde estaba Venaí y se sentó a su lado, parecía más cachetón que nunca.

Al sentarse junto a Venaí, le susurró:

_Listo, me los saqué de encima por un rato. ¿Qué era lo que ibas a decirme?

Luego se giró a la daga y al collar, y apenas moviendo los labios dijo:

_¿Y para qué sirven ustedes? ¿Tienen más para ofrecerme que las monedas?

Venaí pareció no escuchar al viejo mago o decidió no prestarle atención, aparentemente fascinada con los extraños gestos que adquirían los magos frente a las relucientes bolas. Sin embargo la bolsa de monedas no le sacaba los ojos de encima tintineando tentadoramente para no ser abandonada en aquel lugar lleno de moho y olor a sahumerio barato.

- Olvídate de ellos - le decían con voz metálica como se de un tragamonedas se tratara – Juntos dominaremos el disco de punta a punta, puedo darte el poder eterno, el poder del oro. Que puede darte esa daga cobarde o esa dentadura disecada que no puedas comprar con mi ayuda. – La daga por un momento intento decir algo, pero ante una mirada brillante como el oro de la bolsa se escondió y encogió de hombros (o un gesto similar, pero sin hombros, ni nada que se le parezca) – ¡Vamos, no seas cobarde, podemos huir juntos!

Un bufido de fastidio pareció inundar la habitación y un pensamiento pareció filtrarse de la bola – los magos están cada vez más devaluados en este mundo, deberían dejar de fumar tanto y encerrarse con sus libros como antaño – sin embargo fue algo tan fugaz que se terminaron por preguntar si en verdad lo había sentido o si sus mentes le habían hecho una jugarreta.

La cuestión es que las bolas de pulido cristal tomaron aire y comenzaron a analizar las preguntas realizadas por el grupo de magos. Después de toda su energía sabía bastante bien, salvo la del huesudo mago que resultaba bastante desabrida. Las preguntas realizadas por cada uno volvieron a retumbar en su cabeza, dando lugar a una nueva visión. Aparentemente más precisa que la anterior gracias a un bonita representación multimedial.

Sigue el amarillo, lara lara lara – la vos de Shandel se unió al final, pero desapareció rápidamente. Leyendas con extraños nombres tomaron su lugar, marcando lugares de aquel bonito mapa elaborado por el gran y más copado de los narradores, digo dioses. Lago de los muertos, Ciudad Oscura, Montaña de las almas, McDonalds, peaje, último suspiro, pentágono, entre otros tantos antes de llegar a la ciudad donde el lavandero jefe parecía tener su humilde morada.

¡Ah! pues el programa de la tele cambió, así que el viejo no se quedó dormido de nuevo. Todo lo contrario; al escuchar la canción en seguida se puso a tatarearla y a seguir el ritmo dando golpecitos en el suelo con el bastón. Luego apareció el mapa y Ramirus fue siguiendo el sendero amarillo, moviendo y retorciendo la cabeza para recorrerlo con la mirada. Después de unos cuantos giros de cuello llegó a las puertas de la ciudad. 

Después volvió marcha atrás, hasta el comienzo. Recordaba que antes de haberse quedado dormido, la bola les había mostrado el inicio del camino adoquinado: una puerta celestial de emergencia.

- Ejem... -carraspeó- ¿Y cómo se supone que alcanzaremos la entrada a ese camino?- preguntó a las esferas de cristal; le estaba empezando a resultar gracioso esto de las bolas. 

Oh, qué diablos, esa daga es realmente una cobarde y el collar parece mudo.

Ante este pensamiento, Romitelli tomó la bola de monedas mientras todos tenían aún la atención puesta en las bolas y la escondió en su túnica.

Se acercó a Venaí y sacudió sus recuperados zapatitos para llamar su atención.

_No olvides que los tienes gracias a mí, que los encontre entre las pertenencias de tu jefa. Te esperaré afuera, veamos si puedes traerme algo lindo en compensación.

Romitelli había estado sentado agarrándose la barriga como si estuviera descompuesto, al lado de Venaí. Había dado unas vueltas, le había comentado algo al oido a Venaí y finalmente se puso de pie con esfuerzo. Caminaba hacia la salida, zigzagueando.

_Creo que saldré a tomar aire fresco, me sentiré mejor así. Por lo poco que pude entender, tenemos que seguir el amarillo, pero el rojo no estaría mal tampoco, es más directo. Como sea, vean cómo podemos ir, yo los esperaré afuera.

Y así siguió Romitelli caminando a los tumbos y con las manos en la barriga hacia la puerta, para salir de ese lugar.

Link movía la cabeza de un lado al otro tarareando la canción, junto a él estaba Oz que le seguía el compás, hasta que se levanto de la silla bailando.

- Seguir el camino de amarillo...amarillo..

Y de pronto cambio la letra y comenzó a bailar y caminar por la habitación con Oz al ritmo de esta nueva canción.

Guau, que buenas bolas! ya se que pedir para mi próximo cumpleaños. La joven Bohr Ail estaba impresionada. Hacía mucho que no veía tal despliegue de multimedia y otros cachivaches en elementos de adivinación y eso que no se perdía un número de la revista Maga adolescente  donde salía lo último de la moda en cuestiones de accesorios brujeriles.

Cuando la mujer camionero terminó de hablar, esperó a ver que decían los demás. El camino amarillo le había parecido demasiado largo y caro... los peajes en Mundo Disco solían ser bastante elevados como para pagar los cinco o seis que se veían por allí. Por otra parte, el nombre del camino violeta lo hacía tentador... pero ya el video del hada cantora había dejado claro que estaba obstruido así que tendrían que recorrer el más largo. Salvo que...

-Psss, Billy... te quedan pases para el subte? me parece que ese es el camino más pancho- Aurora hablaba bajito para no desconcentrar a las bolas. Sin embargo, Link se puso a cantar a todo pulmón así que su intento de no perturbar el ambiente no tuvo mucho éxito. En un primer momento se quedó mirándolo con cara de WTF? pero enseguida se unió a la fiesta. Después de todo era una jovencita en edad de ir a los bailes de salón con bolas de espejos, así que cuando el cafetero terminó su canción, se puso a cantar una que hacía un tiempo pasaban por la radio para que la bailanta continuara.

Mientras veo el mapa digo- Que buen trabajo hacen con el PhotoCHOP aquí... pero Disney... ya estamos como muy grandecitos no? - meto las manos en mi bolsillo y empiezo a escuchar a los que estan cantando. Mientras se ridiculizaban entre ellos (cosa que no me importaba en lo mas minimo pues yo SÍ canto bien)

Aurora me preguntó si tenía tickets de metro y la verdad es que tenía tiempo sin comprar; ya casi no salía del campus - Bueno, tengo un par de billetes... si corremos duro podemos saltarnos los torniquetes - Revisé en mis bolsillos a ver si mi dinero seguía ahí mientras los miraba a todos como demasiados "alegres"; en ese momento me decidi - no mas café para ustedes... -. Ellos cantaban a todo pulmon, yo bailaba como sabía hacerlo

Las bolas se sumieron en la más profunda oscuridad, la nada misma y el negro Tom tenían más blanco en su haber que las dos bolas en aquel momento. Momento eterno y diminuto a la vez (los minutos de aire son demasiado caros como para desperdiciarlos con un fondo negro). Los rostros de tus compañeros comienzan a flotar en el aire alejándose. Dejándote solo con la oscuridad y un puntito purpura. Más bien una pelota de PinPon, tenis, bueno… Futbol. La pelota se movía rápidamente hacia el desafortunado mago que representas.

Arrojándote al piso intentas esquivar aquella bola de poder arcano que amenazaba con desintegrarte con una gran explosión. Sin embargo aquello nunca ocurrió. Solo el tacto de una avejentada mano fue en lo que se convirtió aquella energía… bueno, una mano seguida de brazo, hombros, torso, cabeza y todo lo demás. Pero por sobre todo aquello un destellante sombrero lucia en todo su esplendor. Para los distraídos, es la representación de Merlingo suspendida en el seno de la fuente arcana, o algo así.

- ¡Te estaba esperando! – Dijo Merlingo inundando la habitación de un aura de poder nunca antes vista – Si, si. Como sabrás mi sombrero ha desaparecido. No puede estar perdido por ahí con el riesgo de  caer en las manos equivocadas. No, no, no, claro que no, es mi sombrero, lo han hecho los sastres de más respetados del Disco. También eran algo afeminados, ¿sabes?. Pero como decía mi tío Lueht, si un sastre o un peluquero no es un tanto afeminado no es un buen profesional del rubro.

Como te decía, necesito que lo recuperes y lo pongas a buen recaudo en la universidad, nadie sabe que podría pasar sino es así. El sombrero contiene un gran poder, un conocimiento que solo un mago poderoso puede soportar y en caso… en caso de ser manipulado erróneamente… bueno, nos juntaremos todos a tomar un té y fumar tabaco en un lugar muy frío.

Te he seleccionado para esta tarea, pareces ser el mago más capacitado de este grupo de incompetentes, a cambio. Sí, claro que hay algo a cambio, no te pediría que emprendas algo tan peligroso por nada. Conozco mejor que nadie la mente de los magos jóvenes, no por nada he escrito el libro “Magos y aprendices en la pubertad”. Un libro muy popular en mi época. Pues bien, recupera el sombrero y te proporcionare todos mis conocimientos a cambio. ¡Ten cuidado!

La figura se desvaneció dejándote en la oscuridad nuevamente.