Partida Rol por web

El paseo hasta la Ciudadela les llevó un par de horas. No sólo era la distancia lo que los retrasaba, sino también el miedo. Desde el otro lado del Manto, las cosas se veían diferentes. Los mortales (los pocos mortales que andaban por las calles tan tarde) no tenían cuidado alguno de donde ponían el pie o la mano y había que esquivarlos. Los coches no se detenían en los pasos de cebra si había fantasmas esperando, y las sombras tenían un matiz extraño y maligno. No sabían lo que podían encontrar, no sabían qué monstruos esperar ni si debían dejarse ver por otros fantasmas. Pero, al fin y al cabo, llegaron a la Ciudadela.

Las labores de reconstrucción proseguían. Fuera, lejos de la mirada de los legionarios, Clara y Eduardo se detuvieron para decidir el curso de acción.

Finalmente llegamos a nuestro destino, desde luego la idea de pasar el resto de la eternidad en este sitio se me hace muy cuesta arriba

"igual si me hubiera hecho budista esto sería distinto" la idea me parece estúpida y mejor me la guardo para mi, no creo que nadie creyera en una versión así de la otra vida

-y aquí estamos finalmente- busco con la mirada alguna característica distintiva y facil de encontrar para cuando vuelva Clara

-yo me quedaré por aquí, procura no tardar demasiado, este parece la clase de sitio donde uno se encuentra cosas desagradables en la oscuridad- me rio, pero mi risa es nerviosa, muy distinta de mi risa habitual, recordando que ahora estoy muerto me llevo la mano al arañazo en mi mejilla derecha, que sigue sangrando y escociendo recordándome las cosas buenas de la vida

-Volveré tan pronto como pueda. Lograré haceros un hueco ahí dentro, ya verás -dijo Clara con una sonrisa que pretendía dar confianza.

La chica se acercó a la Ciudadela a largas zancadas.

Y Eduardo esperó y esperó... y Clara no volvió.

Te ha dejado tirado, hijo. Te dije que no podías confiar en las mujeres. Siempre te abandonan cuando más las necesitas. Es algo que va con la condición femenina.

Desde luego la voz tiene razón, nunca he podido confiar en las mujeres y con razón. pero, ¿que hago ahora?

Me asomo y observo la ciudadela indeciso, hay gente (fantasmas) aparte de los soldados, ¿como saben si son hombres libres o presas para los esclavistas? ¿un carnet de identidad?¿una marca?

Si me quedo pqarado dudando no descubriré nada, así que empiezo a rodear la ciudadela en busca de alguien solo a quien "convencer" para que me responda algunas preguntas

Eduardo vio que, alrededor de la Ciudadela, abundaban sobre todo los soldados de patrulla. Llevaban una especie de uniforme y espadas. Su rectitud militar y su buena formación daba a entender que estaban entrenados para hacer lo que hacían a pesar de que unos eran viejos y otros muy jóvenes.

Mientras se escondía de ellos, escuchó unas voces a su alrededor. No veía a quién pertenecían, pero sonaban de su lado. Parecía un hombre hablando a sus compañeros, que asentían en voz baja.

Observo con preocupación a los soldados, imposible enfrentarme a ellos, y además aunque consiguiera algo pondrían esos perros monstruosos tras mi pista, si además de feos saben rastrear sería como ofrecerme para tejas

Estoy casi decidido a volver a la ciudad y recluirme en casa de Esteban cuando escucho las voces, suenan cerca y no creo que sean soldados

"que diablos, no creo que pueda estar mas jodido de lo que lo estoy ahora"

Me arrastro cuidadosamente en busca del origen de las voces

Eduardo llegó a una zona del polígono industrial que a esas horas apenas comenzaba a aclararse. Vislumbró un grupo de fantasmas hablando en voz baja no muy lejos, tras unos coches. Llevaban armas improvisadas, palancas y tuberías, y eran tan variados como los propios soldados.

Una mano le agarró por la nuca. Escuchó una voz junto a su oído.

-¡Miguel! ¡Aquí hay un espía!

Los fantasmas que se ocultaban se giraron en su dirección. No parecían nada contentos.

He de pensar deprisa, no son soldados al menos. Podrían ser esclavistas, pero los esclavistas no se esconderían de los soldados, no creo. Y evidentemente estan escondidos, vigilando la ciudadela como yo.

Donde hay esclavos hay esclavos fugados, como yo mismo, y con la cantidad de ñoños anti-maltrato animal, anti-cazar focas, anti-blablabla seguro que alguien se opone a convertir en materiales de construcción a los recien difuntos. Nunca me han gustado estos grupos humanitarios, pero tal vez de ellos consiga la información y protección que necesito

Pese al instinto de huir me levanto con las manos en alto y camino hacia ellos

-no soy un espia. Soy como vosotros-

"y mas me vale no equivocarme"

-Ya, ya, como nosotros -contestó con sorna el que le tenía agarrado. Le empujó hacia delante haciendo que tropezase y tuviese que hacer equilibrios para no caerse.

El grupo le rodeó amenazador. Había siete, tres mujeres y cuatro hombres. El que parecía el líder, un joven alto y moreno, se le encaró.

-¿Te envía la Ciudadela? Habla ahora. Te conviene. Si no lo haces... No seremos simpáticos.

Ya no hay opción de salir corriendo, tal como hablan de la ciudadela y de espias no pueden ser esclavistas, espero

-no me envía nadie, escape esta mañana de que me convirtieran en un ladrillo y no se donde ir, ¿no sois vosotros también fugados? no, no creo-

Bajo las manos, he de aparentar seguridad para que me tomen en serio, parecer seguro es básico en una venta, y ahora he de venderme yo si quiero conservar el culo

-creo que sois unos... ¿que? liberadores de esclavos?¿antisistema? lo que sea necesitáis gente, me necesitáis a mi-

-¿Te has escapado y te iban a convertir en ladrillo? ¿Y cómo lo has hecho, tío listo? -inquirió Miguel, cruzándose de brazos ante Eduardo.

La gran pregunta claro, pero como no me han atacado ni encadenado ni nada nada mas decir esto creo que si tengo razón sobre donde estoy, empiezo a sentirme mas cómodo. O me sentiría si no tuviera que recordar esa "fuga" o mas bien "no recordarla"

-no se como escape, estallo una pelea y.. todo se hizo negro. Me desperté fuera de la carcel-

Prefiero no hablarles de la partida de poker con mi padre si no es necesario, de modo que me cruzo de brazos como este tipo aparentando seguridad

-¿y vosotros que pretendéis rondando la ciudadela?-

-¿Se supone que nos tenemos que creer eso? Menudo espía que nos han mandado. Chicos, dadle una buena paliza.

Miguel se echó hacia atrás. Sus compañeros avanzaron enarbolando las armas.

Levanto los brazos alarmado y retrocedo unos pasos

-eh capullos, que si es verdad que me ha pasado eso. ¿que clase de espía seria viniendo con esa historia? ademas, si fuera un espía no vendría a enterarme de los secretos de unos muertos de hambre, habría enviado unos soldados a por vosotros y listo-

Desde luego mi historia es una mierda, pero es lo mismo que le paso a Carlos así que supuse que sería habitual, y ahora parece que estoy en problemas. Intento fijarme en quien esta mas flojo de todos estos tipos

-Vale, digamos que te creo. ¿Qué nos ofreces? Decías que eras lo que necesitábamos. ¿Qué ayuda nos puedes dar? -inquirió el líder, cruzándose de brazos de nuevo.

Me aguanto un suspiro de alivio cuando dejan de amenazarme directamente, es facil porque no necesito respirar, pero ahora viene lo dificil de la venta, ya que el producto no tiene mucho valor en realidad, así que he de inventarme ese valor

-soy nuevo por aquí, muerto quiero decir. Pero cuando estaba vivo era de la policia secreta, se como encontrar información, y como pelear si hace falta. Claro que he llegado aquí sin armas-

-De la poli secreta, ¿eh? -Miguel pareció pensárselo un poco-. La verdad es que andamos justos de gente. No estaría mal que te unieras a nosotros. Pero antes de que digas que sí, te prevengo: me joden mucho, mucho las traiciones. Si se te ocurre tocarme la moral voy a lanzarte al Nihil más negro que encuentre, así que ándate con ojo.

"al fin" sonrío aliviado y levanto las manos en gesto de paz

-tranquilo hombre, los de la ciudadela solo me han dado un puesto en su pared y un palmo de acero en las tripas, no les debo nada-

Hago un gesto amistoso hacia alguno de los tipos que me rodean, el que me mire peor -tranquilo colega, estamos en el mismo barco-

Pasado el peligro, al menos de momento, me entretengo en mirar con mas atención a mis nuevos compañeros

-El plan es entrar en la Ciudadela y tomar el control. ¿Cómo lo ves? -preguntó Miguel con sorna-. Si hay que intentarlo, que sea ahora. Después del Maelstrom están muy jodidos y tienen las defensas al mínimo. Nosotros tenemos algunas armas, un par de espadas de Acero Estigio para dar por culo. Ellos tienen más, pero estoy seguro de que podemos hacerlo si nos lo curramos. ¿Has estado dentro?