Partida Rol por web

-¿Un renegado? No, legionario, es un infante. De hecho lo echábamos en falta. Escapó de la celda ayer gracias a un Tormento. De algún modo consiguieron una espada... -La mujer negó con la cabeza, disgustada-. Es propiedad de la Ciudadela y será Forjado de inmediato.

Maldita vieja, solo oirla me pone furioso

-yo no tengo nada de infante maldita vieja, como te ponga la mano encima retorceré tu huesudo cuello-

Encadenado mis amenazas son bastante vacias, y ocultan un miedo creciente, mis planes de traicionar a mis nuevos compañeros y conseguir algo de esta ciudadela se desvanecen viendo lo que me espera, de algún modo esperaba que por saber un poco mas de esta tierra de los muertos ya me tendrían mas consideración, que inocente

Tenemos que hacer algo YA. No podemos dejar que nos entreguen, hay que obligarles a atacar, deben quitarnos estas cadenas.

Denunciémoslos si no nos liberan, que tengan que luchar con todos y nosotros escaparemos entretanto.

La respuesta de Miguel fue volverse y darle un golpe de lleno en el rostro.

-¡Cállate la boca, basura!

La anciana ni pestañeó ante las amenazas de Eduardo.

-Llevadlo a la Forja. Estamos trabajando a toda velocidad, pero parece que no sois capaces de retener a los infantes en las celdas. Que no haya errores esta vez.

"silencio" esta sombra mía no tiene visión, si hago lo que dice no conseguiré nada, solo escapar como un perro. He de ser paciente y esperar la oportunidad adecuada para conseguir un beneficio, de venderme a quien mas me convenga, no de huir ante los problemas, así nadie se hace rico

El golpe de Miguel me saca de mis pensamientos y casi me hace desear hacer caso a la sombra por estúpido que resulte. Pero me llevo la mano a la cara y le miro con odio, tienen que actuar ya o perderemos la oportunidad

¿Lo vemos?

Acabaremos en la Forja. Desapareceremos para siempre. Podemos no creer nuestras propias palabras pero eso no hará que tengamos menos razón. El tiempo se acaba, debemos decidirnos rápido. Si los delatamos podremos salir de aquí. Tenemos que huir.

Miguel asintió y dio la orden de que arrastrasen a Eduardo, pero no fue en dirección a la Forja. En realidad, no parecía tener ni idea de a dónde debían ir. Uno de los falsos legionarios preguntó:

-¿A dónde vamos, Miguel?

El líder frunció los labios. Preguntó a Eduardo disimuladamente:

-¿No hay alguna manera de coger desprevenida a la vieja?

Debi hacer caso a mi padre y traicionar a esta panda de perdedores, maldita sea

Cuando les respondo se nota en mi voz que estoy bastante a disgusto, si no tienen ideas igual deberían dejar a otro ser el lider -¿y yo que se? yo solo he estado aquí una vez y como prisionero, ni idea de donde va a beber la vieja, pero puestos a romper algo podríamos ir a la forja y eliminar a los que la llevan, eso les dolería, ¿no?-

-¡Sí! -dijo uno, que al parecer tenía ganas de repartir estopa.

-Nuestra misión es apropiarnos de la Ciudadela -recordó Miguel-. Tú nos has dicho que esa señora nos llevaría ante el Anacreonte.

-Vamos a reventar la Forja, Miguel. Y cuando se pongan a buscarnos, vamos a por la vieja y nos cargamos al Anacreonte.

-Si conseguimos una espada negra... -murmuró el líder...-. Con eso podríamos matarlo definitivamente. Bueno, hay que moverse. Tú sabrás dónde está la Forja, yo aquí dentro no he estado nunca.

-y además, el herrero seguro que también sabe donde esta el Anacreonte- asiento y empiezo a guiarlos hacia la forja, aunque no muy tranquilo precisamente, eso que han dicho de la espada negra me ha preocupado, empezaba a pensar en esto como un purgatorio, no puedes morir, solo sufrir un tormento, como lo han llamado, desagradable pero pasajero. Pero ahora...

"pero una espada negra de esas debe ser muy valiosa, si me hago con ella tendré al fin algo valioso con lo que negociar"

He de estar muy atento, y sobretodo no arriesgarme a luchar si no es imprescindible, esta existencia es una mierda, pero visto lo visto lo siguiente podría ser mucho peor

Los condujo hasta la Forja, cuyo calor se notaba desde varios metros más allá de la entrada. No había vigilancia, pero dentro sí que patrullaba un legionario. Las celdas de puertas negras en las que habían metido a Eduardo el día anterior bullían con gritos y llantos, y un continuo goteo de prisioneros que se iban y no volvían daban a entender que la Forja funcionaba a plena potencia.

-Vosotros, metedlo en esta celda -dijo un legionario al grupo, haciéndoles una señal. Tras abrir la puerta miró a Miguel y frunció el ceño-. ¿Quiénes sois vosotros? ¿A qué Legión pertenecéis?

Desde luego no pienso esperar ni un segundo mas a que Miguel y su panda de indecisos se animen y digo en voz alta, pero sin gritar, no sea que me escuchen dentro de la forja

-a por el renegados, acabad con el-

Miguel saltó sobre el legionario y le sujetó por el cuello mientras éste forcejeaba para soltarse. Dos más le empezaron a dar patadas para retenerlo y uno intentaba mantenerlo callado. Pero el soldado comenzó a gritar y a pedir auxilio, y un ladrido anunció en la distancia que se acercaban más soldados de refuerzo, y puede que perros.

-maldición, ¿porque tardáis tanto? quitadme las cadenas rápido, vamos a necesitar todas las manos para luchar-

"o para huir perdedores, menudo grupo de cretinos" sin embargo mas que rabia es el miedo lo que crece sin control en mi interior, estos tipos vana huir y me van a dejar tirado encadenado. No puedo permitirlo

Miguel soltó una maldición.

-¡No hay tiempo! -Cogió la espada del legionario caído y se la tendió a Eduardo-. ¡Lucha como puedas!

Del otro lado aparecían cuatro soldados y uno de aquellos perros retorcidos.

-¿Qué pasa ahí? -preguntaron.

Miguel cargó enarbolando la espada.

-¿que no hay tiempo? ya te lo dije maldito- de todos modos cojo la espada y la empuño como puedo encadenado, esto de venir a por respuestas no me esta yendo demasiado bien, y si miguel me ha tomado por carne de cañón va muy desencaminado. Aunque avanzo al encuentro con los legionarios me cuido bien de no ser el primero en dar la cara

No podemos fiarnos de ellos, lo sabíamos. Ahora tenemos que buscar una salida. Ya no hay oportunidad de hacer otra cosa, tenemos que salir de aquí como sea. Que se las apañen, nos han traicionado. Corramos.

¡CORRAMOS!

¡¡¡ CORRAMOS  !!!

La batalla estalla y lo único que tengo claro es que la opción que grita la voz de mi padre en mi cabeza es la peor opción, encadenado y solo no llegaré muy lejos. Mi suerte esta aquí, ¿pero como? ¿apoyando a los renegados conseguiré algo? incluso si este ataque sale bien que significara eso. ¿ser fugitivos perseguidos? nunca me gusto Robin Hood.

Pero ¿que me ofrece el otro bando? ser material de construcción sin mente por el resto de la eternidad, genial. Pero si consigo demostrar mi valor... y solo hay una manera de hacerlo...

Sin mediar palabra lanzo una estocada contra la espalda de Miguel tan pronto como se gira, no tendré otra opción