Partida Rol por web

Desde el otro lado

3. La Siega

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19/02/2011, 11:36
Director

La cómoda ingravidez dio paso a un crujido y a una súbita caída. De pronto había arriba y abajo, y allí es donde Arturo había acabado. Miró hacia abajo y vio un líquido translúcido, ligeramente blanco, y trozos de lo que parecía una materia blanda y flexible, como un coágulo de sangre. Había estado dentro, aislado de todo, y ahora podía ver lo que le rodeaba.

Antes de que pudiese levantarse, alguien le colocó un grillete en una de sus muñecas. El tacto del metal era diferente a todo lo que había sentido antes, como si lo afectase de un modo especial. Era como si, de pronto, el grillete fuese parte de su cuerpo. Por eso, cuando alguien tiró de la cadena que le unía al grillete, tuvo que levantarse.

-¡Tengo a uno! -gritó una voz masculina.

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19/02/2011, 11:42
Director

La cómoda ingravidez dio paso a un crujido y a una súbita caída. De pronto había arriba y abajo, y allí es donde Carlos había acabado. Miró hacia abajo y vio un líquido translúcido, ligeramente blanco, y trozos de lo que parecía una materia blanda y flexible, como un coágulo de sangre. Había estado dentro, aislado de todo, y ahora podía ver lo que le rodeaba.

-¡Tengo a uno! -dijo una voz de hombre en la distancia.

Y cerca de él, otra, de mujer.

-Aquí hay otros dos.

Carlos escuchó luego la voz familiar de Jose Luis, a distancia.

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19/02/2011, 11:46
Jose Luis

La voz de Jose Luis resonó con fuerza.

-¿Qué coño haces? ¡Quítame esto! ¡Quítame las putas cadenas! Ha habido una explosión, ¿qué estás haciendo?

La figura del hombre de bigote no dejaba de moverse. Conforme se acostumbraban los ojos de Arturo y Carlos a su nuevo estado, vieron que estaba algo cambiado, un poco más joven, con ropa de otra época. Le habían puesto un grillete en una muñeca y la cadena iba a la mano de una mujer joven que en ese momento le ponía otro grillete a Carlos.

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19/02/2011, 11:50
Director

La cómoda ingravidez dio paso a un crujido y a una súbita caída. De pronto había arriba y abajo, y allí es donde Clara había acabado. Miró hacia abajo y vio un líquido translúcido, ligeramente blanco, y trozos de lo que parecía una materia blanda y flexible, como un coágulo de sangre. Había estado dentro, aislada de todo, y ahora podía ver lo que le rodeaba.

Se encontraba en un cráter, en mitad de la calle. Un poco más adelante había vallas de metal y cinta policial, y aquí y allá algún obrero de la construcción trabajando en taponar el cráter. Pero no parecían estar en demasiado buen estado. Eran dignos de una morgue como poco. Y la hormigonera y las otras herramientas se habían roto, al parecer hacía un tiempo. ¿Cómo podían trabajar así?

Una mano la sujetó por los hombros.

-Estate quieta.

Y clac, un grillete se cerró en torno a su muñeca.

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19/02/2011, 11:55
Director

La cómoda ingravidez dio paso a un crujido y a una súbita caída. De pronto había arriba y abajo, y allí es donde Eduardo había acabado. Miró hacia abajo y vio un líquido translúcido, ligeramente blanco, y trozos de lo que parecía una materia blanda y flexible, como un coágulo de sangre. Había estado dentro, aislado de todo, y ahora podía ver lo que le rodeaba.

Eduardo se descubrió a sí mismo tendido en una acera, junto a unos bancos. Una pareja de novios caminaba de la mano en su dirección, Ella, esquelética y enferma, le estaba dando un beso muy sonriente a su chico, al que, claramente, le crecía un tumor detrás del ojo. No se percataron de que había un hombre tendido en la acera. Caminaron sobre él, atravesándolo. Eduardo sintió que, de repente, ya no tenía sustancia. Tardó un instante en recuperar su forma, momento en el cual alguien se aproximaba hacia él.

-Joder, ha estado cerca. Ven aquí, pequeño -dijo la voz. Un fuerte brazo le sujetó el suyo y un grillete se cerró sobre su muñeca.

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19/02/2011, 12:00
Director

-Vaya mala suerte.

La cómoda ingravidez dio paso a un crujido y a una súbita caída. De pronto había arriba y abajo, y allí es donde Miguel había acabado. Miró hacia abajo y vio un líquido translúcido, ligeramente blanco, y trozos de lo que parecía una materia blanda y flexible, como un coágulo de sangre. Había estado dentro, aislado de todo, y ahora podía ver lo que le rodeaba.

Cuando abrió los ojos, Miguel se descubrió junto a una pila de escombros con forma de casa. Desde allí pudo ver su cocina cortada por la mitad, con la nevera colgando sobre la viga del piso de abajo y la puerta abierta con un montón de comida descompuesta en el interior. Pero él estaba fuera, en la calle. ¿Qué había pasado? Recordaba la explosión y la caída, y...

Alguien le colocó un grillete en la muñeca.

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21/02/2011, 09:56
Arturo

La cabeza le daba vueltas, todo pasaba de forma vertiginosa y las imágenes parecían imprimirse en su cabeza con fuego, saltaba a diversos momentos, veía diversos rostros, percibía texturas, sentía olores diversos que oscilaban a gran velocidad y no lograba reconocer más que algunas sensaciones lejanas y perturbadoras. Primero aquella esencia agradable, segura, como estar en un campo florido un día de verano, con el sol calentándole. Era curioso, pues nunca recordaba haber vivido aquello.

Nunca recordaba haber vivido.

Luego el olor a fuego, a cenizas, a humo, y sentía ganas de toser, las náuseas se agolpaban contra su estómago, y cuando abría la boca, solo experimentaba ese sabor extraño, vaporoso, y esa sensación líquida de estar en medio de un océano viscoso, cálido, sumergido sin poder respirar, pero sin ahogarse lentamente. Sin morir.

¿Dónde estaba?

Todo se había detenido en un instante, la gran agitación y luego pensó en ella. ¿Quién era ella? su cabeza parecía recibir embestidas de su cerebro, palpitando con fuerza, amenazando con salir a gran velocidad mientras intentaba unir dos ideas lógicas. La había protegido. La sola idea le proporcionaba una sensación acogedora, relajante, hacía que se estremeciera todo él. Deseo estar así siempre.

Pero aquello terminó de repente, el frío suelo lo esperaba, mientras se retuerce y trata de levantarse torpemente, contorsionándose como bajo el efecto de arcadas involuntarias... aún cuando no sentía nada en el estómago. Las ideas entonces empiezan a tomar forma, un relámpago blanquecino cruza su cabeza, aún solo visiones inconexas mientras intenta descubrir que ha sucedido, su vista está borrosa y debe acostumbrar sus ojos a aquel sitio.

Es entonces cuando el tacto frío de un metal en su muñeca lo hace perder la concentración, la curiosidad se desvanece, dando paso a una sensación de inmensa opresión, de desesperación. Sus palabras se ahogaban en gimoteos y con su mano libre intentaba alejarse del grillete... intenta quitarlo inútilmente, a éste, que atenazaba su muñeca cómo si fuese parte de su piel... el grillete lo empujaba, y de un tirón hizo que se levantara.

Su boca se abrió y sus ojos solo observaban con desesperación aquel hierro helado tan insoportable, su rostro se deforma en una expresión pintoresca y angustiante. Los recuerdos se agolpaban en una rápida procesión, hasta que creyó entender que sucedía.

-No tengo nada que ver- dice, su voz se quiebra lentamente pues cada palabra parece requerir un gran esfuerzo, abre la boca exageradamente para vocalizar cada palabra, pareciese que nunca la hubiese utilizado para hablar. -¡¡sólo estaba allí, no hice nada, no tiene pruebas!!!- continúa diciendo mientras su tono se eleva con un tinte desgarrador, afligido, desesperado...

Notas de juego

Para Carlos. Colgaré la descripción de mi personaje en la ficha :)

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21/02/2011, 16:21
Eduardo

Estoy muy confundido. Iba en coche, de repente hubo un ruido extraño, luego estaba en un lugar muy agradable, y ahora...

"¿donde estoy ahora?" esa pareja horrible me despista un momento y de repente me han puesto un grillete en la muñeca, la sensación del metal contra mi piel es sumamente desagradable, como si me provocase alergia instántaneamente, y por puro reflejo doy un fuerte tirón, que no me libera claro

Me giro hacia mi captor, no se que clase de broma es está pero no me hace ninguna gracia, por algún motivo me siento raro y eso me molesta, no me gusta controlar la situación

-¿quien coño te crees que eres? sueltame esta cosa inmediatamente-

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21/02/2011, 17:00
Clara

Clara cae al suelo, a medio camino entre liberada de una prisión y vomitada por un ser extraño e incomprensible. Estaba aislada del mundo, pero ahora volvía a hallarse en el exterior, en un lugar que no reconocía y rodeada de visiones que no comprendía. Sentía frío, confusión y vértigo. Durante un segundo, la parte filosófica de su mente se preguntó si eso sería lo que sentían los bebés al nacer.

La filosofía se disipó cuando alguien le habló y, sujetándola, la atrapó con un grillete. Ella soltó un débil grito.

- ¡Ah! ¡No... no me hagas daño!

No sabía dónde estaba y tenía miedo. Ella siempre lo tenía todo bajo control, pero ahora estaba en un lugar que no reconocía, no sabía lo que había ocurrido ni cómo había llegado allí, y alguien acababa de atarle la mano con un grillete. No podía controlar nada, y eso la hacía estar aún más asustada. Y sabía que el miedo podía disparar su ritmo cardíaco, lo que podía ser letal para ella, lo que sólo hacía aumentar su terror. Quiso hablar pero descubrió que le fallaba la voz.

- Por favor... - dijo con esfuerzo - ...si quiere dinero, mis padres se lo darán...

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21/02/2011, 19:36
Viejo

Al elevar la vista, Arturo se topó con una cara cuarteada y desgastada por la edad. El viejo tenía la nariz ganchuda y las orejas repletas de pelo, mientras que en su cabeza quedaban más bien pocos. Pero lo más inquietante eran sus ojos. Estaban teñidos de negro, un negro que le helaba la sangre, como si estuviesen completamente vacíos. El hombre esgrimía la cadena con una fuerza admirable para su edad, pero quizás la naturaleza del negro metal tuviese algo que ver con ello. Allá donde el grillete fuera, allá iba, sin protesta, sin capacidad para resistirse.

El viejo no dice nada, sino que le mira con la inmensa negrura de sus cuencas. Gruñe algo, o quizá se esté aclarando la garganta. Allí es donde tiene un cuerpo extraño. Un tubo de metal incrustado en la carne, segregando una sustancia oscura y maloliente. Ahora que lo piensa, la voz que había oído antes tenía un componente metálico.

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21/02/2011, 19:42
Mujer joven

-La explosión fue ayer -contestó una muchacha de apenas veinte años a Jose Luis, que se debatía con la cadena-. Estás muerto. Lo siento.

La chica tiró de la cadena para mantenerlo bien sujeto, mientras el hombre balbuceaba algo como que era imposible, que él iba a morir dentro de tres meses y aún le quedaba tiempo. Mientras tanto, su captora se volvió hacia Carlos. Aprovechando la torpeza por acabar de salir de su placenta, le colocó otro grillete de hierro negro en el brazo.

-Aquí está todo terminado. Qué cabrones los de Domingo, se han llevado a todos los críos.

La chica estaba horriblemente deformada. Sus facciones eran una parodia de sí mismas, y su delgadez extrema una macabra visión. Tenía los ojos pequeños, la barbilla muy marcada, y el pelo caído sobre la cara como si intentase ocultarlo. Sus brazos eran ridículos y frágiles, translúcidos.

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21/02/2011, 19:49
Mujer de pelo rizado

La mujer que lo sujetaba dio otro tirón, haciéndolo caer de boca. El metal negro tenía la capacidad de arrastrarlo sin que pudiese oponer resistencia.

-No patalees y no protestes. Será mejor así, querido -dijo ella, con un tono casi maternal-. Si nos llevamos bien, mucho mejor.

Sonrió. Era bastante guapa. Tenía el pelo rojizo y rizado, y aunque rondaba los cuarenta era difícil de decirlo.

-Venga, cielo, vamos con los demás.

Tiró de Esteban de nuevo y echó a andar hacia el cráter en la carretera, un poco más abajo. La calle podía reconocerla, aunque estaba muy cambiada. Había edificios nuevos, o mejor dicho... viejos. El suelo estaba lleno de escombros que la mujer tenía cuidado en sortear mientras descendían por la pequeña pendiente. No muy lejos había un grupo de obreros trabajando con herramientas oxidadas y rotas, algo totalmente absurdo.

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21/02/2011, 19:55
Hombre de traje

Un hombre de traje le devolvió una mirada arrogante.

-¿Ah sí? ¿Y cómo me lo van a dar exactamente? -Se echó a reír, chulo y desafiante-. No sé cómo anda el cambio de euros a óbolos, pero ya lo preguntaré y te diré. Vamos.

Dio un tironcito a la cadena, suficiente para obligarla a andar. El metal negro que le estrangulaba la muñeca era extraño; parecía ejercer mucha fuerza comparada a la que apliacaba él, y no podía resistirse de ningún modo, ni con su mejor intento.

A lo lejos vieron llegar a una mujer pelirroja con un hombre de traje encadenado.

-Así que tiene uno ya... Joder, qué prisa se da. -Molesto, volvió a tirar de la cadena-. Muévete, anda. Tengo que buscar algún otro.

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21/02/2011, 20:01
Mujer de pelo rizado

A mitad del cráter se encontraron la mujer pelirroja y el hombre de traje. La primera llevaba encadenado a un hombre de traje, bastante enfadado, mientras que el segundo arrastraba a una joven de poco más de veinte años. La mujer pelirroja saludó al captor de traje con una mano.

-¿Queda alguien más abajo? Ah, supongo que no -Torció el gesto, disgustada-. Pues creo que esto es todo. Los de Domingo arramblaron ayer con todos los que pudieron.

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21/02/2011, 20:04
Hombre de traje

-Hijos de puta -contestó el hombre de traje, de mala leche-. Mira que dije que viniéramos cuanto antes, que nos los iban a quitar. Vale que estaba todo lleno de putos espectros, pero podríamos haber conseguido una fortuna. Vamos a ver qué han encontrado los demás.

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21/02/2011, 20:06
Egoitz

-Mira, lo siento de verdad, tío -siguió la voz.

Su captor era un joven de unos veinticinco, con las orejas más grandes que Miguel hubiese visto en su vida. Eran tan grandes que no podían ser humanas. Lo miraba con aire arrepentido.

-Es una putada, ya lo sé. En otras circunstancias pues... te habría hecho de mentor. Pero es que la Ciudadela está destrozada, ya verás. Yo... lo siento. Me llamo Egoitz.

La cadena en sus manos estaba laxa, y no ejercía apenas fuerza sobre ella. Parecía apunto de llorar.

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21/02/2011, 20:39
Eduardo

Me siento como si me hubieran drogado, no tiene sentido pero parece que es culpa del grillete, incluso mirar el negro metal hace que sienta nauseas de algún modo

Veo que hay una chica joven en mi misma situación

-¿que pasa aquí?¿a donde nos lleváis? puedo pagaros, muy bien, y puedo conseguiros medicamentos sin receta-

No se que pasa pero entiendo que tengo que salir de aquí, esto está mal, y ademas noto un escozor en la mejilla, me llevo la mano y la aparto con sangre "¿estoy herido?" no tengo ningún espejo pero recorro con los dedos tres heridas finas, rectas y algo irregulares

"está herida me la hizo mi mujer la última vez que discutimos, pero de eso hace años" las marca de sus uñas en mi mejilla permanece fresca y sangrante, escuece como si me la acabara de hacer "no puede ser"

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21/02/2011, 23:09
Clara

El grillete de metal la arrastraba como si fuese una muñeca de trapo. El hombre del traje la llevó hasta otras dos personas: una mujer de pelo rizado que sujetaba a un hombre, encadenado como ella. Le dio vueltas a lo que había dicho su captor: ¿óbolos? ¿de que país era esa moneda? No le sonaba de ninguno, y siempre había sido buena en geografía. Y esos tipos tampoco parecían extranjeros... pero hablaban de hacer una fortuna, y de que otros se les habían adelantado en capturar gente, o algo así. Y el otro cautivo les ofreció dinero, como había hecho ella. Probablemente obtendría el mismo éxito.

Clara, por su parte, se volvió hacia los obreros que rodeaban el crater. Parecían sacados de una peli de Tim Burton... ¿es que ahora los góticos trabajaban como albañiles, maquillados y todo? Daba igual, lo importante era que nadie estaba haciendo nada por ellos. ¡Les llevaban con grilletes, por dios! ¿de verdad a nadie le llamaba la atención?

- ¡Eeeeeh! - gritó hacia los obreros - ¡Llamen a la policía! ¡Nos quieren secuestrar!

A continuación, como temiendo represalias, se volvió hacia el hombre que la llevaba encadenada y le dijo, en tono suplicante: - Por favor, tengo un problema cardíaco... Si me fuerza demasiado, sufriré un infarto, y entonces no podrá cobrar ningún rescate...

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22/02/2011, 00:18
Director

El hombre de traje se echó a reir ante la mirada despreocupada de la mujer de pelo rizado.

-¿Un infarto? Chiquilla, ¿te notas el corazón acaso? No tienes pulso. Estás más muerta que mi abuela.

La mujer pelirroja asintió.

-Eso es. Y no nos podéis comprar ni con recetas ni con dinero, no hay manera. Se ha terminado, chicos.

De pronto, como un fogonazo, el recuerdo de la explosión les volvió a la cabeza. Clara recordó sus últimos minutos con vida. El coche había caído de lado y una tubería de agua se había reventado cerca de ella. El agua le mojaba la cara, despertándola de su sopor. Notaba un fuerte dolor en la cabeza y le costaba abrir los ojos. Su conocimientos médicos le permitían saber, ahora, que probablemente era víctima de un traumatismo craneal. Pero de aquello no quedaba ni rastro. En algún momento había cerrado los ojos y entrado en esa bolsa caliente de líquido amniótico.

Eduardo recordaba un poco más. Su coche no había quedado tan dañado, pero los bomberos habían tenido que sacarlo de allí con la rotaflex. Le habían dicho que todo iría bien, pero él notaba la piel de la cara apergaminada y tenía mucha sed. Recordaba el fuego, la deflagración de la bomba dándole de lleno. Lo habían arrastrado hasta la acera y ahí había entrado en parada. Lo último que había visto eran las caras de los ATS, muy difusas, mientras lo intentaban reanimar.

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22/02/2011, 12:52
Carlos

Estupor. Estupefacto.

Aturdimiento. Atontado.

Despertar. Vigilia.

 

Como si de una charada se tratara mi cabeza da vueltas a las palabras mientras vuelve a funcionar. Como un computador que sigue su metódico proceso de arranque. Del mismo modo tomo conciencia . . . ¿de qué? No entiendo nada. ¿Qué ha ocurrido? Recuerdo un gran ruido y caer al suelo y luego . . . nada.

Veo movimiento. Oigo ruidos. Empiezo a distinguir gente y voces.

Abre los ojos, como en esa asquerosa película. Vamos Carlos, abre los ojos. Idiota, los tienes abiertos pero no enfocan. Esfuérzate, puedes hacerlo.

Me muevo. Un gesto instintivo e inconsciente. Una mano hacia la cara para poner las gafas en su sitio. Pero no puedo. Algo me lo impide. La otra mano hacia la cara, buscando las gafas.

¿Pero qué ocurre? ¿Dónde están mis gafas? No veo bien sin ellas pero no puedo mover la mano bien, como si algo la sujetara. ¿Qué es? ¿Una cadena?

Una mujer. Un viejo. Un hombre. Un hombre esposado. Esposado como yo.

¿Qué ha ocurrido? ¿Qué hemos hecho? Podría haber sido la mayor juerga de mi vida y si no la recuerdo de nada me sirve. Pero esto no parece efecto de una juerga. Y esa mujer . . . mira esa cara. No la distingo bien pero le pasa algo. Y el viejo . . . ¿qué tiene en el cuello? Joder, no veo bien sin gafas. ¿Dónde están mis gafas?

Mmmmmm . . . ejem, ejjjjjejejejemmm. Mis gafas. Necesito mis gafas.

Pruebo a incorporarme pese a tener un brazo sujeto.

 

Cita:

La explosión fue ayer . . . Estás muerto. Lo siento.

 

 

¿Explosión? ¿Ayer? ¿MUERTO? ¿De qué habla esa mujer?