Partida Rol por web

Desde el otro lado

3. La Siega

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25/02/2011, 09:32
Sombra de Carlos

-Yo no soy. Somos- si la voz tuviese labios, hubiese sonreído -¿No nos reconocemos? somos nosotros. Somos Carlos. No somos nadie más, solo Carlos, siempre lo hemos sido- repite la voz en tu cabeza.

-Nosotros saldremos de esto, nosotros podemos escapar... pero tenemos que ser inteligentes, listos, si... ésto no es un sueño normal, no...- dice con un tono meloso -... nosotros podemos ayudarnos, si, podemos salir de aquí... podemos volver con Claudia, si, podemos amarla y adorarla toda nuestra vida... pero tenemos que salir de aquí...- las últimas palabras parecen resonar con un eco particular.

-Recordamos lo que nos sucedió ¿verdad? nos traicionaron. Nos enviaron a prisión. Abusaron de nosotros.- continúa la voz -Esa mujer ahora quiere enviarnos de regreso, y nuestro sueño no terminará si sucede eso... no... continuará, será una pesadilla... es por eso que debemos huir, debemos intentarlo, si, y para eso, no debemos hablar, debemos golpear antes de ser golpeados... o caeremos y sufriremos. Y no queremos eso, no... nos aterroriza eso...- la voz ahora parece quebrarse un poco.

-Usemos todo lo que tenemos... si...- y guarda un profundo silencio

Notas de juego

Mi oferta sigue en pie. 4 daditos de sombra si te decides a usar menos palabras y más violencia ;D

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25/02/2011, 12:41
Carlos

No me jodas, parezco el Gollum ese de la paranoia de Tolkien. Esto si es aún más irreal lo cual empieza a resultar preocupante.

Si fueras yo sabrías que en mi vida he ejercido la violencia física. Si fui a la cárcel fue precisamente por negar esa posibilidad. Y además, no hay nada más violento que las palabras justas. Un arma hace daño y mata pero las palabras humillan, hieren, duelen y perviven en nuestra memoria.

¿Qué pretendes que haga? ¿Que me pegue con esta tía? Eso es absurdo.

Si fuera yo sabría algo de las tentaciones y deseos de venganza pero eso no puede ser . . . ¿verdad?

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25/02/2011, 13:57
Sombra de Carlos

Si fuimos a la cárcel fue precisamente por negar esa posibilidad... y ahora iremos a un destino peor... por negarnos- susurra la voz del mismo Carlos antes de sumirse en un completo silencio en su mente. Tan solo esa última retorcida versión de las palabras que él mismo había dicho resonaba en su mente.

Notas de juego

Muy bien. Retiro mi oferta entonces.

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25/02/2011, 14:07
Viejo

-No puedes hacerme daño -respondó el viejo entre sus dedos, a través del tubo, que secretaba una sustancia negra y repugnante-. No tienes cómo. Pero yo a ti sí.

Enarboló entonces parte de la cadena con una mano mientras con la otra sujetaba el extremo por el que Arturo estaba encadenado. Los eslabones de acero negro se cernieron sobre su cabeza, golpeándole con una fuerza considerable. El dolor que se extendió por todo su cuerpo fue como si le hubiese quemado con acero al blanco vivo, como si su piel se deformase por completo y perdiera parte de sí mismo. No obstante, era de constitución recia y no recibió ninguna herida, ni siquiera sangraba. Eso sí, el dolor permanecía en su cabeza, más mental que físicamente, como un recordatorio de lo que volvería a pasar si lo intentaba.

- Tiradas (3)

Notas de juego

Por terminar.

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26/02/2011, 00:02
Clara

El tipo del traje comenzó a hablar de cosas extrañas y hacer amenazas horribles que hicieron callar a Clara enseguida. No sabía si de verdad podía arrancarle la cara o borrarle la boca, pero ya no estaba segura de nada. Y encima ese tipejo asqueroso decía ser ahora su propietario... eso habría que verlo. ¿Ella, esclava? Y una mierda. No se había dejado dominar por una enfermedad mortal sin cura conocida, ¿y esperaba someterla ese pelele? Por ahora jugaría a la chica indefensa, pero pronto le enseñaría lo que había aprendido en un par de años de clases semanales de kick-boxing.

- Por favor, no me haga ninguna de esas cosas... - dijo, con fingida sumisión - Ya me callo. Pero dígame... ¿y mi amiga que iba en el coche conmigo? ¿también es una... fantasma?

La palabra le sabía mal en los labios. Eso eran tonterías, tonterías en las que ella no creía. Pero ya habría tiempo de buscar explicaciones, por ahora debía concentrarse en una cosa cada vez.

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27/02/2011, 14:48
Director

-Vamos a la Ciudadela, este sitio no es seguro -contestó la chica deforme. Al ver que el maleante se intentaba imponer al anciano dio un fuerte tirón a la cadena-. ¿Estás bien, Martín? ¿Necesitas ayuda?

-No -respondió él, tirando a su vez de la cadena que ataba a Arturo, ahora con más fuerza y determinación si cabe.

Salieron de la cafetería pasando por la puerta y caminando a través de los escombros al mismo tiempo. Como realidades superpuestas, el antiguo café seguía en pie, mientras que, en una realidad intangible para ellos, se hallaba derruido y destrozado por la explosión.

-Hay que llegar al refugio cuanto antes. Puede haber réplicas y nos necesitan -insistió el tal Martín.

Echaron a andar hacia el centro de la calle, donde había otras cuatro personas, dos de las cuales se hallaban encadenadas.

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27/02/2011, 14:52
Hombre de traje

La mujer de pelo rizado, al escuchar aquello de la otra chica, enarcó las cejas con sorpresa e interés. El hombre de traje negó con la cabeza, más a su compañera que a su esclava.

-No, no queda nadie. O se los han llevado o no han muerto aquí -respondió. Luego se volvió hacia Clara-. ¿Has oído? Tu amiga puede estar ya en la Ciudadela. Vamos a buscarla, ¿vale?

Era una imprecación más que un comentario amable, y no había que ser un genio para darse cuenta. Con gesto hosco, el hombre del traje señaló en dirección a la cafetería. De allí venía otro grupo formado por cuatro hombres y una mujer. Tres de aquellos hombres iban encadenados, mientras que el más anciano del grupo y la chica tiraban de ellos.

-Por allí vienen Martín y Laura. Laura tiene dos. Zorra anoréxica... -murmuró con desprecio, para sí.

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27/02/2011, 14:59
Director

Los dos grupos de esclavistas y esclavos se encontraron en el centro de la carretera, al abrigo de los extraños edificios superpuestos y doblados, de épocas pasadas y modernos, escombros, basura y porquería, sin olvidar el grupo de albañiles y encargados del ayuntamiento que se dedicaban a apuntalar los edificios sanos y a derribar los que se encontraban en las últimas. Albañiles moribundos y de mejillas hundidas, riendo a pesar de la cercanía de sus propias muertes y, a pesar de todo, tocados por un brillo colorido que los nuevos muertos nunca habían visto, pero que indudablemente eran signo de vida.

La mujer de pelo rizado y el hombre de traje llevaban consigo a una chica joven y a un hombre vestido de traje, con un arañazo enrojecido en la mejilla. El otro grupo eran un viejo de ojos negros y vacíos con un tubo en la garganta que borboteaba una sustancia como el petróleo y una joven desnutrida y deformada al máximo, de aspecto enfermo. Entre los dos llevaban otros tres fantasmas encadenados, todos varones.

Los esclavistas se saludaron con una sonrisa.

-Sólo falta el vasco -dijo el hombre de traje-. ¿Dónde coño se habrá metido?

-Si en diez minutos no ha llegado, nos vamos -dijo la chica delgadísima-. No estamos seguros aquí.

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27/02/2011, 16:53
Miguel

Miguel tardó un rato más en tranquilizarse, y ni siquiera entonces dijo su nombre, pues aún estaba en estado de shock por aquella visión. Al menos había dejado de tirar de la cadena. Miguel se miró las muñecas, las cuales le dolían por los tirones, pensando que iba a tener unas grandes y rojizas rozaduras. Sin embargo, y para su sorpresa, descubrió que no había ni una sola marca en ellas.

Entonces el hombre si que levantó la mirada para ver a su captor. Estaba claro de que aquello era un sueño. Era demasiado raro para ser otra cosa.

-Miguel -dijo finalmente. ¿Qué mal podría hacerle decir su nombre a una invención de su propia cabeza? Al fin y al cabo despertaría un rato después y volvería a su monótona vida.

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27/02/2011, 18:37
Eduardo

Miro con desagrado a los otros esclavistas, su aspecto es grotesco, no como los que nos llevan a la chica y a mi que parecían bastante normales. Detrás llevan encadenados a tres hombres "¿muertos como nosotros?" no lo se, pero si tan perdidos como nosotros por sus miradas

-¿entonces estamos en el infierno?- nunca he sido creyente, pero supongo que si me equivoque con eso habré acabado en el infierno, un asco de sitio la verdad

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27/02/2011, 20:18
Arturo

La situación se invierte tan rápido que no alcanza a reaccionar ni a procesar lo sucedido, ve aquella cadena como una amenazante serpiente negra que repta rápidamente sobre aquel aire viciado, y se agita con una ondulación amenazante que golpea a su rostro sorprendido...

Siente el tirón de su propio cuerpo perdiendo el equilibrio, siente como el mundo intenta girar descontroladamente y como su mano, parte de los eslabones malditos de aquella, le sostiene apenas, siente también el contacto desgarrador del hierro espectral sobre su nariz como frío lacerante, como si la hoja gélida de un cuchillo desgarrara su piel mie, siente como todo su cuerpo se agita en una dolorosa queja y experimenta sobre su rostro la sensación de una horrible quemadura.

Cae de rodillas, su mano queda suspendida de forma incómoda, y la otra cubre su cara de inmediato, ahogando un lamento. No sentía nada más que aquel dolor, un escalofrío recorre su cuerpo, no hay sangre, no hay herida, solo esa aflicción, como si todo él vociferara con el solo contacto... y su orgullo le dijera que era imposible que un anciano enfermo le hubiese golpeado así.

-Maldito gilipollas...- dice con la mano cubriéndose las palabras, cómo si así la pena fuese más soportable. Luego el tirón, y su mano apresada le obliga a ponerse de pie y a caminar.

-¡Que miras, cabrón de mierda!- le grita, quitándose por un momento la mano de su boca, al sujeto de gafas que está cerca a él y que ha visto la escena con una expresión entre tranquila y extrañada.

Camina forzadamente, temeroso, sin saber a donde lo llevará a aquello... recuerda a Laura, mientras empieza a observar el sitio, como si pensara encontrarla, pero su gesto cambia -que mierdas es esto...- susurra. Es como si viera doble, mientras las paredes y vidrios permanecían en su sitio con un aspecto desgastado y agrietado pero firme, con manchas de humedad y un color opaco, podía ver también los agujeros y la destrucción causada por la bomba, como si estuvieran y no estuvieran allí...

Y luego, ese aire frío y ese aspecto desolador del paisaje, no recordaba haber llegado allí, no sabía donde estaba... no podía estar en la misma cafetería.

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27/02/2011, 20:42
Arturo

Es arrastrado por la calle. El lugar parece una pesadilla siniestra lejos de lo que alguna vez hubiese podido imaginarse. Las farolas parecen hechas de un hierro sucio y oxidado, el pavimento se agrieta allí y acá y los edificios son una caricatura que no logra explicarse... doblados, deformes, parecen a punto de derrumbarse dejando un siniestro bramido detrás, al tiempo que otros ocupan su lugar con un aspecto más sólido pero igualmente decrépito...

Como si existieran y no existieran al mismo tiempo.

Seguía sin entender nada. Luego, los albañiles, como entes sin cerebro revolotean en sus trabajos, con un brillo que no había visto en su vida, un aura ligeramente diferente, una película burbujeante y luminosa les llenaba, reaccionando y mutando de acuerdo con las emociones que expresaban sus rostros... se sentía atraído a ir hacia allí, como un mosquito hacia la luz, como un sediento hacia una fuente de agua.

"Malditas cadenas" pensó bajando involuntariamente la mano que cubría su nariz, tratando de organizar sus pensamientos.

fueron llevados hasta el centro de la calle, había más personas allí, más personas extrañas y más personas encadenadas. Un maldito pijo de traje, de esos que seguro hubiese asaltado antes, de no ser por haberse prometido... no hacerlo más, y una rubia de cabello rizado, sosteniendo a otros capturados, a través de esos condenados hierros.

-¡Soltadnos ahora gilipollas... no tenéis derecho de encadenar a nadie!- dice cerca a la desesperación, pero sabe que está atrapado, tiene miedo del dolor y solo libera su frustración con sus insultos y palabras. Después de todo, el tampoco había tenido derecho de robar, o de cosas peores, y lo había hecho... pero ahora... ahora era de nuevo él la víctima.

-Os vais a enterar si no me soltáis... os juro que vais a arrepentiros...- amenazó entre dientes, tratando de acallar el terror que le provocaba ser castigado de nuevo, tratando de luchar, no iba a quedarse allí, no después de tanto...

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27/02/2011, 22:24
Clara

El tipo del traje le dijo que en eso que llamaba "la Ciudadela" quizá encontraría a Loreto. No sabía si quería encontrarla... por una parte, estaba confusa y asustada y se moría por ver una cara amiga, pero por otra parte, desear verla era desear que ella tampoco hubiese sobrevivido...

Si es que lo que dicen estos cabrones esclavistas sobre que somos fantasmas es cierto... porque la simple idea es absurda. El alma y esas cosas no existen. Lo que llamamos vida es un conjunto supercomplejo de reacciones químicas, y la muerte es solo la ausencia de dichas reacciones. Nada cambia. Nada es eterno. Y las historias de fantasmas son una gilipollez. Pero ya averiguaré lo que me ha pasado luego. Debo concéntrarme en el presente.

Les llevaron con dos esclavistas más, ambos terriblemente grotescos, que podrían ser salidos de una película de Tim Burton o algo así. Lo de fugarse cada vez le parecía más complicado. Se arrepintió de no haber dejado fuera de combate al del traje antes de darle tiempo a reunirse con más compinches. Ahora era más difícil... quizá los otros prisioneros la ayudarían si intentaba pelear, pero no podía confiar en ello. Bueno, ya encontraría su oportunidad.

Uno del otro grupo de presos empezó a amenazar a sus captores, lo que le hizo pensar que quizá sí colaborarían en un intento de fuga. Al menos ese. Si veía una oportunidad, trataría de avisarle para que colaborase. Pero de momento permaneció callada y en su papel de "mosquita muerta".

Vamos, puedo salir de ésta. Si logré sacar un excelente en Oncología clínica, puedo superar esto y mucho más.

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28/02/2011, 00:36
Sombra de Arturo

La voz resuena con un tono ácido, casi divertido

-no puedes escapar sabes, creías que te habías escapado, que no tendrías que pagar por todo lo que hiciste, pero eso no es así- se escucha una risa, fría y sin humor, una risa cruel

-bienvenido a tu condena, baja la cabeza y acéptala como un hombre. Sabes que te lo mereces- las últimas palabras destilan un desprecio casi palpable, que parece resonar durante un momento en la cabeza de Arturo

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28/02/2011, 09:57
Egoitz

-Vale, Miguel. Pues... ven.

El chico de las orejas grandes tiró suavemente de la cadena y obligó al agorafóbico a ponerse en marcha. Aquel metal negro tenía algo que no había visto ni sentido en su vida, pero resistirse a él, a ser conducido a donde el tal Egoitz le llevaba, era imposible. Lo sacó de los escombros/recibidor de su edificio y salieron a la calle, donde todo era muy diferente a lo que hubiese visto alguna vez.

Los edificios estaban cambiados y parecían superponerse unos con otros. Algunos eran muy antiguos y parecían fundirse con los nuevos. El suyo se mantenía en pie, pero al mismo tiempo había sido destruido y sus pertenencias esparcidas por las inmediaciones. La carretera tenía un cráter un poco más allá, y eso le hizo recordar una fuerte explosión y el sonido de las paredes derrumbándose. Había visto ATS y ambulancias, y las luces de la policía, pero apenas podía recordar por qué...

En el centro de la carretera (cortada por las obras), había un grupo de varias personas. Algunas llevaban cadenas, otros no.

Egoitz saludó a los que no estaban encadenados y bajó la cabeza con humildad.

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28/02/2011, 10:11
Hombre de traje

-¡Que cierres la puta boca! -le espetó el hombre de traje, tirándole una patada a distancia-. Aquí no se habla a menos que yo lo diga, ¿entendido? Joder, qué cruz de niñatos...

El anciano le hizo una señal negando con la cabeza y el hombre de traje resopló.

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28/02/2011, 10:14
Mujer de pelo rizado

-Ya vale, Antonio -dijo la mujer de pelo rizado-. ¿Nunca has sido un infante? Están asustados, los pobres... -Se volvió hacia Eduardo y le contestó con media sonrisa-. No existen ni el cielo ni el infierno, cariño, todo depende de ti mismo. Esto no es un castigo, es una oportunidad...

Reparó en algo en la lejanía y señaló hacia allí.

-Por allí viene Egoitz.

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28/02/2011, 10:17
Egoitz

El último de los esclavistas, por lo que decían, no tardó en llegar. Era un chico de orejas y nariz muy grandes, y mirada de cachorro. Llevaba encadenado a un hombre asustado, pero con la plácida sensación de que todo era un sueño del que no tardaría en despertar.

-No he encontrado más... -dijo al llegar ante el grupo, evitando sus miradas.

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28/02/2011, 10:20
Mujer joven

La deforme joven con el cuerpo de una anoréxica terminal bufó riéndose cuando la otra mujer dijo aquello del cielo y el infierno.

-Si parece que te lo crees y todo, Pili -Miró con interés la captura del chico vasco y asintió-. Entonces nos volvemos a la Ciudadela, ¿no?

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28/02/2011, 10:49
Miguel

Miguel Levantó las manos y se peinó el pelo hacia atrás al acercarse al grupo. Hacía tiempo que no tenía tanta gente a su alrededor, ni siquiera en sus sueños, así que quería estar presentable... Aunque llevase una bata de cuadros.

-¿Así que vamos a alguna ciudad fantástica de altas torres y muros? -el hombre se cruzó de brazos-. Esto es por el libro que empecé anoche... ¿Quienes sois vosotros? -preguntó envalentonado por la idea de que nada de aquello era real, a pesar de que jamás había tenido un sueño tan vívido (aunque había oido hablar de ellos).