Partida Rol por web

Carlos golpeó el suelo al ser escupido por otro de esos agujeros de gusano. El viento se disipó y recibió la luz de la luna en pleno rostro. Estaba en un lugar al aire libre. Había escapado de la prisión, de Claudia, de la pesadilla. Ahora se encontraba tendido sobre un suelo de tierra y hierba. No podía tocar ni sentir el frescor vegetal, pero lo imaginaba. Era un alivio después de la asfixiante cárcel donde había pasado los últimos... ¿cuánto tiempo había estado allí?

Junto a él había un banco de madera. Sentado en el banco estaba su padre. Tenía el rostro desencajado y arrugado. Vestía una chaqueta larga y oscura, con una camisa blanca y corbata. ¿Cuándo se había puesto corbata por última vez?

Al levantarse se dio cuenta de dónde se encontraba. El cementerio. Su padre estaba tan elegante por una razón. Era de noche, pero varias de las tumbas de alrededor estaban recién removidas. Se había enterrado a muchas personas allí recientemente. A él, entre otros.

Eduardo cruzó el mar de rugidos y gemidos y apareció encima de un camino asfaltado. Era de noche. La luz de la luna lo alumbraba.

El comercial pudo ponerse en pie y mirar a su alrededor. Ya no estaba en el estudio de su padre, sino en un lugar al aire libre. Había mucha hierba y flores. Podía oler claramente el aroma de todas ellas, bailando con la brisa nocturna. También había muchas cruces. Hacía mucho que no venía, pero sabía dónde estaba. Era el cementerio, el mismo cementerio donde habían enterrado a su padre... y a él.

Se descubrió junto a uno de los nichos. Había varias coronas dispuestas aquí y allá para los otros muertos, pero el suyo, el que rezaba su nombre, sólo tenía un pequeño ramo. A su lado estaba Esteban. Tenía un brazo en cabestrillo y cortes en el rostro, pero parecía entero. Lloraba mirando al nicho y pedía perdón.

Hay un límite para las pesadillas. No lo hay para la locura. Tanto da si estoy loco o muerto, desde luego esto no es la realidad que conocía y cuanto antes acepte los cambios mejor será. 

Con parsimonia me levanto y hago el habitual gesto de ajustar las gafas empujándolas con el dedo corazón por el puente de la nariz hasta pegarlas a las pestañas por arriba. No me importa si están o no, es como un tic.

Miro alrededor con curiosidad y me siento en el banco donde mi padre está. Con el cuerpo inclinado hacia adelante apoyo los codos en las rodillas, junto las manos y agacho la cabeza. Me siento absolutamente confundido pero estoy dispuesto a reaccionar.

Hola padre.

Voy a echar de menos las conversaciones que manteníamos si no estás a mi lado más. Hay cosas que hubiera debido decirte ¿sabes? Hay cosas que debías saber y que nunca se me ocurrió que no podría decirte.

Hago una pausa ordenando mis pensamientos, sintiendo una emoción muy particular que provoca actividad en los lacrimales. Cierro los ojos para evitar que se me inunden de lágrimas.

Una vez, en una película escuché estas palabras: <<ningún padre debería enterrar a su hijo>> y no pensé demasiado en ello pero recuerdo que se me quedaron grabadas. Ahora yo no tendré que sufrir ese destino pero el precio lo pagarás tu. No querría que fuera así, me gustaría hacerte saber que hiciste un buen trabajo.

Fuiste un buen padre y nunca te lo dije. No con palabras. Me diste convicciones y creencias . . . aunque no fueran religiosas. Me diste apoyo y consejo. No fuiste demasiado estricto. Me ayudaste a formarme como persona.

¡Mierda! Suena cursi pero es verdad. Veo el . . . veía el mundo tal como era, con todos sus defectos e imperfecciones. Era capaz de distinguir perfectamente como las debilidades humanas afectaban a las decisiones. Ahora . . . voy a estar muy perdido sin ti. Aún te necesito ¿sabes?

-Siempre hemos dependido de alguien, somos inútiles solos, estamos perdidos solos...- musitó la voz del mismo Carlos. -Antes era papá, luego nuestros amigos de ideología... antes de morir era Claudia...- comenzó.

-Pero cuando estamos solos somos un fracaso... cómo cuando estuvimos en prisión... solos. Cómo cuando hace un momento, fuimos incapaces de luchar por Claudia...- había quizás algo de malicia en su voz.

-Sin nadie a nuestro lado... no somos nadie...-

 Siento aun la terrible sensación de perdida que siguió a la partida de poker y perder el anillo de mi padre "no volveré a fiarme nunca de nadie en ese agujero inmundo que es la muerte"

Me incorporo en un lugar desolador, un cementerio, mi tumba. No me han hecho mucho caso, casi siento lástima de haberme perdido mi entierro, supongo que al menos esa bruja de mi mujer dejaría que viniese mi hijo

Entonces me doy cuenta de que ahí está Esteban, herido pero vivo, verlo me alegra bastante hasta que me doy cuenta de que esta llorando

-no me jodas...- me acerco a donde está el. Hasta un idiota integral como yo se puede dar cuenta del porque de sus lágrimas

-no fue culpa tuya. Así que ni se te ocurra lamentarte, ¿como ibas a saber que habían puesto una bomba allí?-

Pero no puede oirme claro y me siento incomodo, es como si le espiase llorando, eso esta mal, y al mismo tiempo no quiero irme, Esteban es parte de mi vida, una parte muy importante, e irme sería como darle la espalda, no me gusta estar muerto

-no es como si tuviera un sitio mejor donde ir- miro a mi alrededor como temiendo ver legionarios o esclavistas de esos, ¿si vuelvo a aquel sitio volveran a intentar convertirme en ladrillos?

La realidad es que no tengo ni idea de donde ir o que hacer

-supongo que podría acompañarte colega, pero no si sigues llorando como una niña-

Me quedo cerca de Esteban esperando a que deje de llorar

Escucho esa voz y me parece alguien completamente ajeno quien habla. Dice que soy yo pero no puede ser, es alguien que me acompaña pero no soy yo.

Verás padre, hay alguien conmigo y dice muchas tonterías, como que soy yo mismo. Por ejemplo, se lamenta de que estemos solos, siempre he dependido de los demás. Eso es una tontería, tu y yo lo sabemos. Los hombres somos animales sociales, no tenemos sentido fuera de un conjunto, de una sociedad. Eso es algo común a la inmensa mayoría de las especies, tu me lo enseñaste. Y lo hiciste bien.

El problema que tengo es que no se cual es mi conjunto ahora. ¿Qué soy? ¿Un muerto? ¿Un muerto viviente? ¿Un fantasma? ¿Un loco? ¿Un loco que ve visiones constantemente?

Suspiro y dejo pasar unos segundos. Si estoy muerto mi padre no podrá oírme ni verme. Podría intentar tocarle pero eso quebraría el momento, la comunicación. Si estoy muerto, le toco y puedo palparle quiere decir que él está también muerto. Si no puedo tocarle no podrá oírme ni contestar. Pero realmente no necesito oír su voz para saber la respuesta, siempre fuimos capaces de comunicarnos.

Aunque no pueda hablar contigo normalmente sé que cuento con tu ayuda como siempre he podido contar.

Un vigilante hizo su última ronda por el cementerio. Era ya tarde. Solía cerrarse cuando oscurecía. Hoy podía ser diferente. Las familias que lloraban a sus muertos por la explosión quizás contaban con un poco más de tiempo. Pero ya se había acabado.

-Señores, es hora de cerrar.

Esteban se limpió las lágrimas con la manga y echó a andar hacia la salida del cementerio. Se encontró por el camino con un hombre ya anciano y entristecido, que se apoyaba en un bastón para caminar. Y cerca de ellos dos había dos fantasmas. Ambos se conocían. Eran Eduardo y Carlos.

Me disponía a seguir a Esteban, no es que tenga nada mejor que hacer, cuando veo a otro de los que estaban prisioneros conmigo. No es que tuviéramos tiempo para presentarnos, pero son los únicos que he conocido tras mi muerte que no estaban interesados en engañarme o convertirme en materiales de construcción

Así que camino hacia el y le saludo levantando la mano, y mirando de vez en cuando a Esteban, sigo queriendo acompañarle

-eh, hola. ¿Como escapaste? y ya puestos ¿como escape yo?-

-¡¡Es una trampa!!-

Chilló la voz en la cabeza de Carlos con fuerza.

-Lo recordamos, él nos envió a aquel agujero, él envió a Claudia a aquel suplicio... él nos hirió. Esta fingiendo, lo hemos visto... sólo espera hacernos daño, pero esta vez...- dice con voz baja, cómo si pudiesen oírle -nos vamos a defender.-

-Nos volvemos a encontrar- la versión retorcida del subconsciente de Carlos habla directamente a la sombra de aquel hombre, de Eduardo -Parece que ya le has devuelto el control a tu psique y yo te debo un favor. Así que si puedo ayudar a hacer la vida de tu amigo el ingenuo un poco más miserable, seguro haré la de mi psique aún más-

Es un desgraciado que no sirve para nada, ni siquiera para proteger aquello que ama. No respeta mi memoria. No respeta nada.

Pero eso hará que sea más sencillo abrazar al Olvido.

Veo como mi padre se marcha y silenciosamente le dedico un gesto de despedida. Este es mi entierro, está aquí por mi y aunque no lo sepa tengo su consuelo, su compañía, me siento reconfortado.

Adiós padre . . . o quizá hasta otro día. Al fin y al cabo sé donde localizarte ¿verdad? Puede que pase a verte algún día. Ya continuaremos hablando.

Miro su espalda y su cansino andar, está ya mayor. Ojalá que esto no le cause daño, ojalá lo supere con facilidad.

Con recelo miro al tipo de la extraña prisión. No parece el mismo, algo ha cambiado en él o disimula muy bien. Me pongo en pie y me acerco lentamente.

Tú me mataste, me sacaste de ahí. Pero no vuelvas a hacerlo. Desaparecí así que no se como escapaste de allí. Sobre todo no vuelvas a hacerlo, no me gustó nada el lugar al que fui a parar, no quiero volver ahí.

Tras una pausa evaluando al tipo me decido a acercarme con precaución.

Soy Carlos, ¿quién eres tú?

-también parecía muy normal antes de mutilarnos con la espada...-
susurra la voz en la cabeza de Carlos.

 -¿te mate?- no se, creo que recordaría algo así, pero está ese momento en negro, no se lo que pudo durar ni lo que pude hacer mientras "padre" se hizo cargo

-yo soy Eduardo, no recuerdo eso de que te matara, en la prisión todo se volvió negro y luego desperté en un sitio muy desagradable yo también-

Distraidamente me rasco el pequeño corte sangrante en la mejilla, sigue ahí escociendo

-bueno, al menos ya no nos van a hacer ladrillos ni nada así. Yo pensaba seguir a mi amigo- señalo al vivo que se aleja con aire abatido del cementerio

-no se que mas hacer la verdad, no me apetece volver por la ciudadela y ni idea de a que se dedican los fantasmas normalmente. ¿tu tienes algún plan?-

¿Algún plan?

Ladeo la cabeza pensativo, la verdad es que no lo había decidido pero tengo algunas cosas que hacer y una necesito hacerla cuanto antes.

Sí, tengo que hacer una visita. Hay alguien a quien tengo que ver. Voy hacia la universidad pero me temo que será un largo camino. ¿O los fantasmas podemos tomar el autobús? ¿Tenemos que pagar?

La verdad es que aún me siento capaz de bromear sobre la situación porque no he asumido la realidad aunque a nivel subconsciente sé que es cierto. Y más que subconsciente, la idea está ya en mi conciencia.

En fin, voy hacia la ciudad así que supongo que podemos ir juntos.

¿Así que no te acuerdas de nada? . . . Hay una parte que yo tampoco recuerdo muy bien pero supongo que nos matamos mutuamente y por eso salimos de ahí. Me pregunto qué fue del tipo silencioso que estaba todavía allí dentro. ¿Le has visto por aquí?

-Será mejor que vaya delante de nosotros... donde podamos ver todo lo que intente... no queremos que nos vuelva a hacer daño...-
susurra la voz insistentemente

-Estamos fraternizando con un demente... un psicópata. A veces parece que nos haya gustado ver a Claudia violada y golpeada... parece que quisiéramos volver por más...-

 Asiento por lo de su visita a la universidad, supongo que todos conocemos gente que sigue viva, y una vez muertos apetece verles. Eso me recuerda  ami hijo, y a mi ex-mujer. Igual debería visitarles

-no he visto a nadie mas desde que.. volví. La verdad que conocemos a poca gente y deberíamos mantenernos en contacto. Tu ves a la universidad y yo acompañaré a mi amigo. Nos vemos mañana por la mañana en...- en el cementerio no, me da mal rollo, ha de ser en algún sitio normal

-en el centro, la cafetería Florida. A ver si podemos decidir que hacer a partir de ahora, esto de ser fantasmas es nuevo para los dos- yo también intento bromear un poco, supongo que nos hará bien

¿Es que nunca has oído eso de mantén cerca a tus amigos pero aún más cerca a tus enemigos?

¿Acaso sabes de alguien más con quien podamos hablar? Tanto si quiere hacernos daño como si no debemos utilizarle para averiguar cuanto sea posible. Además, estamos muertos ¿recuerdas?

Ahora vamos a ver a Claudia, no me creo nada de lo que pasó en la prisión esa. Fue como una pesadilla.

Y calla de una puta vez. Al menos por un rato.

Mañana . . . en La Florida. Vale, nos vemos.

Dejo que Eduardo siga a quien sea que quiere acompañar y con curiosidad miro todo alrededor. ¿Cómo puedo desplazarme rápido? ¿Podré subir a un autobús o coche? Lo probaré.