Partida Rol por web

Frunciendo el ceño y poniendo un dedo en la mejilla

pues no lo tengo claro, pero si me indica dónde se encuentran algunos libros de ciencas ocultas, se lo agradecería digo mientras dejo la mochila donde me ha indicado

-Desde luego, señorita; acompáñeme.- dice levantándose de su asiento, mientras te lleva hacia una sección en el ala izquierda de la biblioteca -En esta zona encontrará diversos tratados sobre presunta hechicería, leyendas urbanas, vudú... bueno, todo lo que la gente que quiere dormir inquieta gusta en leer.- explica con una risilla silenciosa -Si lo que busca es algo más histórico o mitológico, supongo que tendrá que referirse a aquella sección.- añade indicando hacia el pasillo enfrentado a éste. Encontrará los libros clasificados por temas o épocas, según sea más apropiado, en el mismo mueble o balda. Dentro de cada sección, por orden alfabético, claro. Si no le importa, devuelva los libros al lugar del que los cogió, o déjelos sobre la mesa y lo haré yo más tarde.[/B][/I]- explicó finalmente la bibliotecónoma -¿Puedo ayudarla en algo más?- terminó con un amago de retirarse.

Negando con la cabeza

no gracias, ha sido muy amable

A continuación, me dirijo hacia la balda de la que habló en primer lugar, con paso lento. Una vez allí, comienzo a buscar títulos de vudú y magia negra. Mientras busco, voy cogiendo y apilando libros en el brazo.

Una vez que no encuentro nada interesante allí, me dirijo a una mesa donde deposito los libros para, acto seguido volver pero a la segunda balda de la que habló. Allí miro títulos sobre mitología o historias de brujería o algo relacionado con posesiones

Tras un buen rato de buscar entre los polvorientos tomos, encuentras un buen número de mitos egipcios que nada tienen que ver con lo que crees que estás viviendo y varios cuentos vudú para no dormir, que apenas si tienen relación alguna. Los libros te parecen cubrir los clichés m´`as habituales del género y salta a la vista que si guardan algo interesante, no estás hecha para descubrirlo.

Algo decepcionada, deambulas por el resto de volúmenes sin decidirte mucho por dónde continuar.

Frustada, cierro el libro y lo coloco junto al resto de la pila. Con un pequeño esfuerzo, cojo toda la montaña y la llevo a las baldas, colocándolos en sus respectivos sitios.

Luego, me dirijo al servicio, y de paso echo un ojo la mochila. Si paso por la sala de incunables, miro a ver si hay alguien antes de volver a mi sitio.

Allí, decido buscar en estos libros información sobre las enfermedades que nos están afectando.

Mientras devuelves los libros a sus baldas, puedes advertir cómo Emma saca un considerablemente grande emparedado vegetal y comienza a devorarlo a pequeños mordisquitos, mientras hojea las páginas de un libro. No tarda mucho en sacar un termo de contenido indefinido al que da unos cuantos sorbitos de vez en cuando.

Salgo de la biblioteca con mi mochila Voy a comer algo, luego la veo Srta Stetson

Me voy a comer algo

Emma se despide en silencio de la muchacha conforme la ve salir y continúa con su almuerzo mientras sigue disfrutando de un poco de buena lectura.

Tras varias horas de infructuosa búsqueda, la investigación con respecto a patologías extrañas y a tatuadores indígenas subcutáneos no parecía haber avanzado mucho. Sin embargo, todo llega a quien sabe esperar y Jane no tardó en escuchar un característico ruido en la cerradura de la sala de raros e incunables, que le indicó que alguien se disponía a abrirla desde dentro.

Aliviada por poder dejar a un lado aquel suplicio lectivo, apartó su atención de los tomos para centrarla en quien imaginaba que sería el Sr. Wilbur Smith.

Sin hacer demasiado ruido, cierro los libros y me acerco a la sala de incunables, con curiosidad

Tal vez pueda colarme y echar un vistazo, o hablar con el vejestorio ese

Sin mucha demora, la ajada figura del conocido anciano sale del recluido despacho, cerrando tras de sí la puerta del lugar con una característica reverberación metálica. Acompañando a los movimientos del viejo, el sol también había decidido retirar su propia puerta, dejando el edificio alumbrado por los diversos candiles de aceite que Emma había ido encendiendo durante la hora previa.

Ahora el anciano se disponía a cerrar el despacho con la llave que muy probablemente le había entregado la bibliotecaria: la misma que debía de haber usado cuando se encontraba en el interior de la sala. A través de la breve rendija, Jane apenas sí había podido contemplar por un instante unas vitrinas abarrotadas de libros mohosos y opergaminos de aspecto antiquísimo, que parecían no ser las únicas del lugar. Junto a ésta creyó ver comenzar un atril con una encuadernación de piel milenaria, puede que de algo más de un metro de alto. Luego todo desapareció al cerrar la puerta de nuevo el hombre.

Tomando aire, me arreglo las ropas y me dirijo hacia el Sr Smith

¡Hola Sr Smith! debí suponer que os encontraría aqui. ¿qué tal sus investigaciones? voy hablando mientras le acompaño hasta la recepción Quizás nos interpretó mal cuando le hablamos el otro día, y no queremos robarle su investigación ni nada por el estilo, tan solo estamos preocupados por nuestra situación, nuestra falta de memoria sigo hablando a ver su reacción

El hombre te mira pillado por sorpresa, con los ojos muy abiertos por la impresión (que no miedo), antes de agriar la cara en un evidente gesto de ira:

-¡Ah! ¡Usted!- replica con cierta mala educación -¿Y a mí qué me cuenta sobre su memoria? ¡No soy Médico! Vaya a ver al doctor Jones, a ver si la arregla. Está claro que a usted le pasa algo más que una simple amnesia.- añade mirándote como si estuvieras loca de remate y revolviéndose para que no lo agarres.

El anciano se dirije casi a cojeantes trompicones hasta el mostrador, donde le da una llave a Emma:

-Esta muchacha me está importunando, Srta. Stetson.- protesta por fin a la mujer.

La bibliotecaria coge la llave, saca un llavero con una anilla con sección de rosca y la mete en el aro mientras trata de poner paz:

-Vamos, Sr. Smith. Está claro que no era intención de la muchacha molestarlo. Cálmese.