Partida Rol por web

¿Estoy sola?
¿La puerta está cerrada, al menos aparentemente?

Si ambas respuestas son positivas me levanto y abro la puerta un filillo, lo justo para ver algo y escuchar, sin sacar la cabeza, todavía.

te diriges a la puerta y la abres un poquito, para ver que el pasillo se ha quedado prácticamente vacío, a excepción de Kurt, que parece estar en medio, parado y solo. Más adelante, hacia la salida del complejo, parece haber gran revuelo.

Entonces Kurt comienza a moverse y parece dirigirse a una de las puertas circundantes. Dirías que aquella por la que entró Pietro. Comprendiendo que pronto estarán todos juntos, sales a reun irte con ellos.

Me quedo sola en recepción y trato de pensar en cómo podría hacer algo, sin ponerme demasiado en riesgo. Parece que con la enfermera allí tengo pocas posiblidades de actuar. A ver si Anna hace algo, y si no echaré un ojo al jardín.

Anna se aleja y parece dirigirse hacia la entrada exterior, para ver si se acerca alguien, antes de que sea demasiado tarde. Mira un poco en derredor, pero parece no querer implicarse mucho. Quizá es... demasiado duro.

Echo un ojo al exterior, por donde se ha ido Anna. La verdad es que no quiero realizar nada que pueda comprometernos aún más. De momento.

Ves cómo tu compañera entorna la mirada repentinamente, y se dirige hacia una esquina del complejo con paso inestable. Para tu sorpresa, en la zona puedes ver un agujero de buen tamaño partiendo el muro de piedra a la altura de los desagües. El agujero parece coincidir con unos ventanucos de sótano espaciados regularmente. Una gran agitación parece provenir del interior, allí mismo.

Cuando Anna llega a la altura del agujero, su rostro se congestiona en una máscara de terror. Comienzas a ver cómo se cimbrea, antes de caer redonda al suelo, apenas sin darte tiempo más que ha observarlo impotente.

Corro hacia ella, me agacho a socorrerla pero antes miro por el agujero a ver qué veo. Anna no caerá más abajo y yo quiero saber qué pasa.

Cuando llegas a la altura del agujero, tu rostro se congestiona inconscientemente en una máscara de terror. En el interior puedes ver lo que debía de ser una sala de aspecto desaseado, con azulejos blancos deslavados en paredes y suelo, y un techo sin encalar. Un camastro de metal clavado al suelo y sin cabeceras y un pupitre (silla + mesa) igualmente afianzado era todo su mobiliario, a parte de la sempiterna letrina y una jarra de agua de madera. Aunque parece que habían colocado en la habitación, fuera de lugar, una mesita hospitalaria, cubierta por un paño.

Ahora la luz de la luna velada y de las lámparas del pasillo interior alumbran una dantesca escena de carnicería. Tus ojos advierten esquivos los restos de una persona destrozados por el suelo. las visceras alfmbran el lugar como si hubiera sido víctima de un molinillo de café gigante y destapado. La sangre ha pintado de fresco las paredes, excepto donde uno de los enfermeros del centro médico parece haber sido estampado, rompiendo varios cuadros de loza. Un manchurrón gris ha quedado enmarcado por la escabechina escarlata. Pero lo más preocupante de todo quizá sean esas zapatillas médicas abandonadas en medio de la nada. Deberían de pertenecer a alguno de los otros ocupantes, pero los miembros del suelo y el cadáver de la pared tienen las suyas... entonces ¿a quién? En medio del tétrico decorado yace el chamuscado Gianni vanzetti, con una bata médica desgarrada, cubierto de sangre, quién sabe si suya.

Apenas tienes tiempo de observar a los tres enfermeros que zumban por la sala.

¡¡AAH!!

Corro de nuevo hacia dentro, y le digo a la mujer de recepción:

¡¡Socorro!! ayuda por favor. Mi amiga, se ha desmayado y se ha dado un golpe al caer al suelo. Necesito que la atienda por favor. ¡¡AYUDEME!!

La mujer te mira con cara de preocupación, mira un momento atrás, en busca de ayuda humana, pero no ve a nadie, así que te sigue hacia Anna:

-Indíqueme dónde.- dice mientras sale.

Al llegar hasta ella le toma el pulso y la temperatura, para darle unas tortitas suaves acto seguido:

-Ayúdeme con ella, por favor. Parece que está bien.- dice mientras la examina en busca de golpes o lesiones visibles -La llevaremos a una de las salas del ala sur.- añade mientras coge a Anna de un lado esperando a que la cojas del otro.

Cojo del otro lado y la llevo hacia donde dice la enfermera, rezando para que nos encontremos a Kurt y el coronel por el camino.

-Por aquí.- dice la enfermera, guiándote hacia el área de salitas pequeñas a la que os llevó el guardia.

Entráis juntas, y la enfermera deposita a Anna lentamente en la silla. Para vuestra alegría, Anna comienza a abrir los ojos con el traqueteo. La enfermera se vuelve hacia ti tras volver a comprobarle el pulso, y solicita:

-Manténgakla despierta. Voy a buscar un paño húmedo y alguna vitamina. En seguida vulevo. Que no se duerma.- dice con rapidez antes de salir.

Una casi inexpresiva Anna te mira con ojos vidriosos e inexpresivos, antes de dar un respingo repentino y aterrorizado. Por un instante mira en derredor con atención, pero pronto vuelve a desmayársete en los brazos.

Le doy dos sonoros tortazos a Anna en las mejillas, de los que escuecen mucho, pero luego no hacen daño real. También la zarandeo y le grito:

!!!DESPIERTA!!!

Maldición, ¿dónde esán los demás?

A pesar de tu bofetada Anna parece no reaccionar. Comienzas a preocuparte, pensando que quizá se haya muerto.

¿Se haya muerto?

Busco con la mirada a ver si hay agua en las cercanías. Trato de levantar a Anna y hacer que camine. Actúo algo histérica, pues los acontecimientos ya me pueden. Trato de encontrar el pulso en mi amiga...

Lo cierto es que como peso muerto en la silla, no consigues moverla mucho. No es que tngas mucha idea de medicina, y te estás poniendo muy nerviosa. Entonces oyes unos pasos que regresan; posiblemente la enfermera.

¡¡¡HAGA ALGO!!!

Se muere. ¿ME OYE? ¡¡¡HAGA ALGO!!!

Digo medio histérica a la enfermera, consciente de que no puedo ayudar en nada, y con las lágrimas brotando de mis ojos sin mi permiso.

La mujer entra con un balde con agua y paños en la sala y lo deja todo sobre la mesa. Con presteza y preocupación la enfermera busca en sus bolsillos y extrae un frasquito pequeño que pasa por la nariz de Anna repetidamente. Esta despierta repentinamente, pone cara de nausea y echa hasta las últimas gachas sobre el suelo con olor a desinfectante:

-Señorita, ¿se encuentra bien?- dice la mujer levantando la mano izquierda y extendiendo dos dedos ante la cara de Anna -¿Cuantos dedos ve aquí?

-Todos, los veo todos. ¿Dónde estoy? ¡¿DÓNDE DEMONIOS ESTOY?! ¡DONDE ESTÁ GIANNI!?!!!!- pregunta en pleno ataque de histeria, mientras hace ademán de levantarse y manotea.