Partida Rol por web

Días extraños

Susurros peligrosos

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23/11/2009, 00:42
Marta

La mañana transcurrió solemnemente aburrida para la Hermética. No hubo más reuniones ni cotilleos y el reloj se arrastró por cada minuto antes de señalar la hora de comer. Isabel salió de su despacho y bajó en ascensor hasta el vestíbulo. Abandonó el edificio y se acercó al parque cercano, donde había quedado con Marta para ir a comer.

Su hermana le dio dos besos.

-Menuda cara más larga, chica. ¿Qué te ha pasado? ¿Mucho lío?

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23/11/2009, 13:36
Isabel

La cara que puso Isabelle cuando Marta preguntó le debió quitar todas las dudas a su hermana pequeña. Había sido un día horrible.

-No sabes qué horror –le dijo después de saludarla con dos besos-. Pero vamos a comer. Luego te cuento, que necesito salir de aquí.

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23/11/2009, 15:14
Director

Isabel y su hermana disfrutaron de una comida en la que la primera puso al corriente de todo a la segunda. Marta parecía disgustada. Insistió a Isabel en que no se rindiera, que tenía que salir del bache de una vez y preocuparse de ser feliz, que había muchos peces en el mar.

Después de aquello, la Hermética regresó al trabajo hasta las cinco, hora de salida. Cogió el coche y se fue a la Capilla.

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23/11/2009, 19:59
Isabel

A Isabel le encantaba la Capilla. En aquel lugar se sentía libre y podía despreocuparse de los problemas de la oficina. Eso si, también la traía de cabeza, sobretodo cuando se frustraba en sus intentos por devolver la utilidad primaria a su aparato reproductivo y porque el proceso de aprendizaje solía resultar bastante arduo.

Cuando la hermética entró en la casona pudo respirar tranquila por primera vez en todo el día. Después de no haber obtenido resultados con el experimento, de haber tenido un encuentro tan desafortunado con Fernando y de haber pillado atascos por todas las esquinas, lo único que quería era un poco de paz y tranquilidad.

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23/11/2009, 20:49
Director

La rutina de estudio de Isabel era sencilla: pasaba dos horas estudiando por su cuenta, en la biblioteca, y practicando pequeños hechizos, y después su maestro Quinto se acercaba a pedirle la lección. El maestro era severo e Isabel había vivido en carne propia la sarta de sarcasmos y palabras hirientes que podía soltar si no mostraba progresos diarios.

Así que, por la cuenta que le traía, Isabel fue a estudiar sánscrito y tipos de símbolos mágicos que después usaría para darle forma a su Arte. Estuvo enterrada entre los libros dos horas mientras el resto de Aprendices hacía lo mismo. Al menos era interesante.

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23/11/2009, 22:05
Isabel

Cualquier día le soltaría las cuarenta a Quinto si seguía tratándola como si fuese tonta… Además Isabel estaba acostumbrada a ser ella quien daba las órdenes, así que el esfuerzo por ignorar su actitud misógina era doble. Pero a pesar de todo lo sucedido y de que al fin y al cabo razones no faltaban para dejarle un par de cosas bien claras, Isabel se calló. Aquel sitio era más importante para ella que su orgullo. Así que cuando Quinto la despachó, la hermética se fue en silencio aliviada por desaparecer de su vista.

Lo mejor que podía hacer por el momento era estudiar mucho para poder dejarle con la palabra en la boca un día de estos.

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23/11/2009, 22:08
Quinto

El maestro llegó cuando la luz comenzaba a decaer a través de las ventanas. Llevaba una túnica oscura y una capa, a la antigua usanza. Emanaba un aura de poder y grandeza. El Tytalus podía hacer verdaderas proezas gracias a sus conocimientos, lo que hacía mucho más temible sus reprimendas. Utilizaba sus esferas para dotar su voz de gran fuerza, de modo que retumbaban en la caja torácica del pobre desgraciado al que estuviese gritando.

Miró a Isabel y le hizo un gesto, como si fuese un perrito. Salió de la sala de estudio y bajó al sótano seguido por la Hermética. Una vez allí, en una habitación con un pentáculo grabado en las puertas y otro en la pared del fondo, inició su pequeño examen.

-Recita las propiedades de los metales nobles.

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23/11/2009, 22:41
Isabel

 -Los metales noble se caracterizan por tener un brillo metálico, una dureza y densidad elevada, altos puntos de fusión… -comenzó a recitar de memoria.

No soportaba a Quinto, ni a él ni a sus maneras de tratarla a ella y a las demás acólitas. Cuando estaba en la habitación con él se tensaba y no podía evitar apretar la mandíbula y aunque intentaba disimular aquella reacción, Isabel sabía que él debía darse cuenta si no estaba demasiado ciego.

- … un lustre característico, una alta ductilidad, maleabilidad y tenacidad, y elevadas conductividades térmicas y eléctricas –acabó.

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23/11/2009, 22:57
Quinto

-Bien.

El maestro se metió una mano en uno de los bolsillos de la túnica y extrajo un trozo de lo que Isabel identificó al instante como osmio. Se lo entregó a la Hermética.

-Tienes cinco minutos para convertirlo en oro y en osmio otra vez. Vamos.

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24/11/2009, 22:41
Isabel

Para satisfacción de Isabel, aquello le resultó facil.

Por suerte hacía poco que había estudiado las propiedades particulares ambos materiales, así que no tuvo grandes problemas a la hora de transformar el Osmio en Oro y tampoco al hacer volver el metal a su estado natural, es decir, otra vez a Osmio.

El proceso siempre resultaba empcionante. Isabelle, mientras repetía unas palabras en sánscrito, podía sentir como cambiaba la textura y la forma del material en su mano mientras entrecerraba los ojos para que la energía que desprendía el proceso en forma de luz no la cegara.

Esta vez Quinto no la había cogido desprevenida.

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25/11/2009, 07:49
Quinto

-Un método subversivo de hacer las cosas -objetó Quinto-. ¿Nadie te ha enseñado el modo sephirótico, niña?

Chasqueando la lengua de disgusto, arrebató el pedazo de metal mutable y lo volvió a guardar.

-Puede que pedirle en sánscrito a la piedra que cambie te funcione, pero eso no es lo que yo te he enseñado. Y yo soy tu Maestro. Si vas a tergiversar mis modos o los de la Orden, puedes irte. Ahí fuera hay otras Tradiciones que podrían gustarte. Podrías darte a los excesos con la Burla del Éxtasis o llorar por tu vida perdida con los Seres Huecos. ¡Y serás el hazmerreír de toda la Orden!

Isabel había descubierto lo que funcionaba para ella. A pesar de su naturaleza Patrón, no creía estar siendo revolucionaria. Sencillamente, había convertido en oro el osmio del mejor modo que conocía. El hecho de que Quinto le gritase era algo normal. Si hubiese realizado una inscripción de letras hebreas, él las habría criticado igualmente.

El Maestro, poniéndose un guante con símbolos inscritos, acercó su mano a una de las lámparas y sujetó la electricidad misma y la mantuvo sobre la palma, crepitando. La electricidad se convirtió en luz y luego en fuego. Lanzó una llamarada hacia Isabel, que se apagó mucho antes de alcanzarla, pero aún así la asustó. Quinto rió entre dientes.

-El Código Hermético prohibe hacer magia sobre un compañero de Tradición. No voy a hacerte daño... siempre y cuando te mantengas firme en las creencias de la Orden. Toma.

Quinto le hizo entrega del fuego. Si Isabel no quería quemarse con él, tenía que dominarlo.

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25/11/2009, 21:30
Isabel

Isabel levantó las manos instintivamente para protegerse la cara de las llamaradas, pero el fuego solo la deslumbró. Ese hombre… No podía con él. Cada día que pasaba era más cruel y despreciable, e Isabel estaba convencida de que si no estuviese atado a las normas de la Orden no habría dudado en hacer un par de metros más largas esas llamaradas.

La hermética le miró intensamente, con desprecio, y después a la llama que chispeaba en su mano. Si lo conseguía se las arreglaría para denigrarla de nuevo, y si no lo conseguía, Isabel se abrasaría la mano… Ambas posibilidades debían gustarle a Quinto.

Isabel dio un par de pasos hacia delante, levantó la mano (mano en la que llevaba un anillo con el símbolo de la esfera de fuerzas) y muy concentrada, la acercó a la llama, la cual empezó a moverse como si una corriente de aire se hubiese colado en la sala. Tras unos segundos el fuego pasó de la palma de Quinto a la suya y dejó de agitarse violentamente.

 

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25/11/2009, 21:53
Quinto

-Haz que cambie de color. Vamos. Es un Efecto sencillo.

El Maestro se cruzó de brazos, impasible aunque ella se las arreglase correctamente. No era muy dado a los halagos, e Isabel lo sabía perfectamente.

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25/11/2009, 23:26
Isabel

Isabel suspiró y retrocedió alejándose de Quinto. Ahora que tenía la llama en sus manos no existía al necesidad de permanecer junto a él. La hermética se concentró de nuevo en la llama y movió inconscientemente el dedo en el que portaba el anillo. De nuevo fue solo cuestión de segundos, aunque esta vez fueron unos pocos más. La llama se había vueto de color morado.

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26/11/2009, 14:33
Quinto

Quinto la hizo repetir una y otra vez los mismos Efectos hasta que a Isabel le dolió la cabeza. Su voz, tan profunda y retumbante, se incrustaba en sus oídos y los hacía vibrar excesivamente. Pero como siempre, terminó, y el Maestro no hizo elogios a pesar de que lo había hecho razonablemente bien.

Isabel se retiró con intención de marcharse de allí, habiendo finalizado su estudio, muy cansada, tanto física y mentalmente. Y pensar que tendría que despertar en ocho horas y que ni siquiera había cenado...

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26/11/2009, 14:42
Julio

Mientras caminaba por el pasillo que conducía fuera, Isabel vio de lejos a Julio, el segundo Maestro. Resultaba muchísimo más afable que Quinto y, a decir verdad, le había echado un cable en varias ocasiones. Y, en especial, con su problema personal.

-Hola, Isabel -saludó con una sonrisa-. ¿Tienes un minuto? Me gustaría preguntarte algo...

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26/11/2009, 14:44
Director

Era la segunda vez que Isabel rebuscaba en los libros algo sobre la Esfera de Vida. Había soñado la posibilidad de solucionar su esterilidad con un conjuro. Tendría que revisar la técnica en uno de esos tomos, pero sin conocimiento sobre la Esfera en sí, no podría conseguirlo. Además, tendría que ser en secreto. No estaba segura de qué haría Quinto si se enterase de sus propósitos.

Así que allí estaba, un viernes noche con la nariz metida en un libro polvoriento en la escasa luz de la biblioteca de la Capilla. Cuando notó una mano sobre el hombro casi le da un paro cardíaco.

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26/11/2009, 15:24
Isabel

Quizás si pasaba unas páginas más encontraría la respuesta a todas sus preguntas. Eso era lo que siempre pensaba cuando entraba en la biblioteca. Isabel podía emplear horas y horas en buscar información para su experimento. Simplemente no tenía medida. Nunca había leído un libro las suficientes veces.

Cuando la hermética notó el peso de una mano en su hombro, cerró el libro de golpe y se giró en su asiento deseando que no fuese Quinto quien se encontraba a su espalda.

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26/11/2009, 16:01
Julio

Cuando ella se dio la vuelta, se encontró un rostro conocido perteneciente a alguien con quien no había hablado. Era un hombre que rondaba los treinta y cinco, con barba y gafas y aspecto de sabio despistado.

-Los misterios de la vida -dijo, pues tal era el nombre del libro-. ¿Interesada en esa Esfera? Es realmente útil.

Julio, se llamaba Julio. Recordaba su nombre de un día en que vio que Quinto le pedía consejo. Era el otro Maestro de la Capilla, experto en Entropía, que tendía a chocarse con las cosas por ir ensimismado pensando en sus asuntos.

-Creo que no nos han presentado. Soy Julio y, técnicamente, soy tu superior. Pero yo no creo en la férrea jerarquía hermética, que sólo nos distancia unos a otros.

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26/11/2009, 16:19
Isabel

Isabel miró al hombre  con miedo pensando por un momento que se trataba de otra persona, pero por suerte para Isabel no era Quinto, aunque no estaba muy segura de haberse salvado. Nunca había hablado con Julio, así que no sabía que podía esperarse de él. Por lo menos en apariencia era mil veces más amable que el otro Maestro.

-Yo soy Isabel… -se presentó ella levantándose de la silla.

Hablaba con voz queda, intentándose recuperar aún del sobresalto.

-Emm… La esfera de la vida es fascinante –es lo único que se le ocurrió decir en aquel momento-. Lo siento, es que me has asustado. No esperaba ver a nadie por aquí.