Partida Rol por web

Días extraños

Susurros peligrosos

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05/12/2009, 16:32
Lucía

Lucía mostró sus reservas en el tiempo que tardó en abrir la puerta, pero lo hizo finalmente. El chirrido metálico anunció que podían entrar a su territorio, a la casa donde era feliz en compañía del hombre que Isabel había amado, donde criaba a sus hijos y hacía lo que ella no podía. Isabel, mirase donde mirase, veía huellas de esa misma felicidad.

En el corto espacio que separaba la puerta de la propiedad a la puerta de la casa, Isabel vio que Lucía se posicionaba en el umbral, exactamente en el lugar donde el halo de luz naranja la rodeaba. Se cruzó de brazos.

-¿Quién es él? -preguntó señalando a Julio.

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05/12/2009, 16:46
Julio

-Un amigo -respondió el Hermético con una sonrisa maliciosa-. El novio de Isabel, para ser exactos.

Julio le dirigió una mirada cómplice a la maga, sin dejar de apretar la bolsa de deporte con una mano.

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07/12/2009, 00:47
Isabel

-Él es Julio… -dijo Isabel añadiendo información a la inesperada frase de su Maestro.

La hermética intentó disimular su asombro y sonrió a Lucía con toda la amabilidad que le permitió el cuerpo.

-Siento molestarse a estas horas. Espero no haber despertado a los niños… ¿Podemos pasar? –insistió.

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07/12/2009, 12:36
Lucía

Lucía dudó una vez más. Se le notaba muy incómoda con aquello, pero su educación le prohibía negarse a dejarlos entrar sin más. Tragó saliva y, lentamente, asintió con la cabeza.

La mujer les permitió entrar a un recibidor cálido y abrigado. Andrés solía ser de gustos parcos, al menos cuando estaba con Isabel, pero al parecer había cambiado de opinión. La decoración de su nueva casa era brillante y, aunque equilibrada, todo rezumaba cierto horror vacui. El salón era parecido. Todo parecía cubierto de un cuadro, una fotografía enmarcada, un abanico, una estantería. Había dos sofás tapizados en cuero rojo, una televisión de plasma de muchas pulgadas y, rompiendo el conjunto, un tren de juguete entre un sillón y la mesa de café de cristal.

Lucía se encogió de hombros y los miró.

-¿Quereis... algo? ¿De beber?

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07/12/2009, 18:58
Isabel

Isabel tardó en contestar. Estaba demasiado absorta examinando cada detalle del salón. ¿Así es como podía haber sido su vida? No sabía si debía sentarse o no. En cualquier caso le daba respeto tocar cualquier cosa de la casa.

-Yo no, gracias… -contestó centrando su mirada en Julia solo un momento-. ¿Tú, Julio?

Isabel tardó en contestar. Estaba demasiado absorta examinando cada
detalle del salón. ¿Así es como podía haber sido su vida? No sabía si debía
sentarse o no. En cualquier caso le daba respeto tocar cualquier cosa de la
casa.

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07/12/2009, 19:04
Julio

Julio negó con la cabeza.

-En realidad no queremos molestar -dijo mirando a Lucía. Luego miró a la Hermética-. Sólo venimos buscando algo. Tu poder vital.

Tras decir esto, Julio se sacó de la trasera del pantalón una pistola y apuntó con ella a la ahora mujer de Andrés, mientras miraba a la ex con media sonrisa.

-Que no haga ruido.

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07/12/2009, 19:16
Lucía

La cara de la mujer se encendió de miedo.

-¿QUÉ? ¿Qué es todo esto? ¿Isabel? -Los ojos de Lucía estaban hundidos en el rostro, horrorizados. Levantó las manos para protegerse de un posible disparo-. ¡Estais locos!

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07/12/2009, 19:37
Isabel

Isabel no se dio cuenta de nada hasta que vio la cara de Lucía y siguió su mirada. Por fin, al ver la pistola con la que Julio apuntaba a la mujer de su ex, comprendió a que había venido aquel grito y de hecho le dio la razón a Lucía. Estaban locos, o al menos Julio lo estaba.

-¿Pero… qué haces? –preguntó perpleja-. ¡Julio! ¡Baja el arma, por Dios! –exclamó pero en voz más baja que la de Lucía, como si estuviese intentando calmar los ánimos de ambos.

La hermética no podía dejar de mirar a su Maestro. Nunca se habría esperado tal reacción de Julio… y no le gustaban las armas de fuego. O bueno, eso pensaba, ya que nunca había visto a nadie empuñar una.

-¿Se puede saber que estamos haciendo?

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07/12/2009, 20:24
Julio

-Tomando lo que es tuyo. Vamos, Isabel, ya no hay marcha atrás y lo sabes.

Julio no parecía un loco, sino una persona sensata que empuñaba un arma por una buena razón. El Maestro dio un paso adelante. Lucía dio uno hacia atrás.

-Isabel, escúchame -dijo Julio mirándola a los ojos-. Esta mujer está aquí, viviendo tu vida. Pariendo a tus hijos. Durmiendo con tu marido. ¿Es eso justo? ¿Por qué ella puede y tú no? ¿No te cabrea eso? A mí sí. Es una puñetera injusticia. Tú te mereces algo mejor.

El Maestro asintió con energía.

-Me has dicho que estabas dispuesta a hacer cualquier cosa por recuperar tu fertilidad. Aquí está. Te estoy ofreciendo la posibilidad de engendrar hijos. Acéptala.

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07/12/2009, 22:00
Isabel

Isabel dudaba mientras escuchaba a Julio. Era cierto, aquella mujer tenía todo aquello que debía ser suyo: su marido, los niños, la casa… Andrés le había arrebatado su vida y se la había entregado a una desconocida. Aquello nunca podría perdonárselo…

-Claro que me cabrea, Julio. Tú lo sabes bien. Daria cualquier cosa por poder dar a luz a mis propios hijos.

… Pero no estaba preparada para tomar todo aquello de vuelta si implicaba llevarse por delante a Lucía. En casa de Julio lo había visto todo muy claro y nítido, pero ahora, viendo la pistola en sus manos, su decisión comenzaba a diluirse. Lucía, aquella mujer a la que tanto había odiado, no era la misma que aparecía en su imaginación y en sus pesadillas. A quien veía en ese salón, completamente asustada, era una mujer inocente.

-No puedo –Isabel se echó a llorar-. Esto es demasiado.

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07/12/2009, 22:13
Julio

Julio apretó los dientes. Lucía había empezado a llorar, pero lo que le irritaba era Isabel.

-¿Crees que esto es difícil? Isabel... no sabes nada.

El Maestro se colocó a su espalda. Puso la pistola entre las manos de la Hermética, obligándola a guiarla hacia la mujer que lloraba de pie en el salón. Julio puso sus labios sobre la oreja de Isabel.

-Querida amiga, piénsalo. Es sólo una mujer. Una intrusa. ¿Cuánto tardó Andrés en cambiarte por ella? -El tono de Julio era intoxicante. Malicioso. Y aún así, muy sugestivo-. Dos semanas. Quizás menos. Quizás ya se acostaba con ella mientras aún vivías juntos. ¿Cuánto tardaron en tener a los niños, eh?

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08/12/2009, 16:18
Isabel

La mano de Isabel temblaba peligrosamente mientras Julio la obligaba a apuntar a Lucía, y los malos pensamientos que el Maestro introducía en su cabeza la hacían dudar aún más. Ella era la víctima, ella había sido traicionada, desechada, cambiada por otra mujer… ¡En solo unas semanas! Andrés debía haber estado con ella desde hace tiempo. Eso quería decir que Lucía no era tan inocente como parecía… Maldita puta… Isabel frunció el ceño y levantó la barbilla mirando a aquella mujer con odio.

-¡No sabes cuando he sufrido! –le gritó a Lucía-. Mientras tú te follabas a mi marido y le dabas lo que quería yo me he consumido. La culpa es tuya.

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08/12/2009, 16:27
Julio

Julio sonrió. Dejó a Isabel para coger a Lucía por el pelo y taparle la boca.

-Dejarse llevar es fácil, Isabel. Lo difícil es saber por qué haces lo que haces.

El Maestro empujó a Lucía al suelo y le puso una rodilla en la espalda. Abrió la bolsa mientras intentaba ahogar los gritos de la mujer y le ató las manos con una cuerda. También sacó lo que parecía un estuche de cuero para cuchillos.

-Si te doy el don de la fertilidad -advirtió Julio mirándola por encima de las gafas-, deberás darme algo a cambio.

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08/12/2009, 17:00
Isabel

-¿Qué vas a hacer con ella?

Isabel se había quedado con la pistola en las manos y seguía apuntando a Lucía, aunque se le había pasado la euforia con la que había hablando unos segundos antes y ahora volvía a pensar que no debían estar aquí.

-¿Darte algo a cambio…? –pregunté Isabel confundida. Se suponía que Julio era su amigo, alguien que hacía cosas por ella sin esperar a cambio nada más que eso, la amistad-. ¿De qué hablas? ¿Qué quieres que te dé a cambio?

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08/12/2009, 17:04
Julio

-No me vas a dar nada material. Sólo quiero que cumplas con la parte del trato. Tú debes completar el ritual.

Julio ya le había hecho participar en otros rituales. La mayoría exigían sangre, pero del mismo modo en que exigían azufre, mercurio y bezoares. Sin embargo, Isabel sabía que este sería diferente.

El Maestro sacó un cuchillo del estuche y se lo ofreció a Isabel.

-Dibújale un pentagrama invertido en el pecho y otro en la espalda. Yo prepararé el suelo.

Cuando Isabel cogió el cuchillo, él rebuscó en la bolsa hasta sacar un palo acabado en una tiza. Empezó a dibujar círculos concéntricos en el suelo de madera, con meticulosa tranquilidad.

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08/12/2009, 23:31
Isabel

Isabel dejó la pistola a un lado con rapidez, agradeciendo poder quitarse ese peso de encima, y después cogió el cuchillo que Julio le tendía. Sin saber muy bien si podría rasgar la piel de Lucía, se agachó junto a ella. No tardó mucho en levantar la camiseta de la mujer y en apoyar la fría hoja en su espalda, pero el costó empezar, aunque finalmente lo hizo: fue un corte superficial e irregular debido a que su mano le temblaba. Cuando la sangre empezó a brotar, no soportó la visión de lo que había hecho y el cuchillo se resbaló de sus manos.

-Esto no está bien… -murmuró desde el suelo-. No puedo hacer esto, Julio. No puedo.

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08/12/2009, 23:55
Lucía

Al sentir la frialdad del cuchillo entrando en su carne, Lucía emitió un grito ahogado por la mordaza improvisada que le había puesto Julio. Respiró deprisa, mirando a Isabel con los ojos desorbitados de terror, temblorosa, alucinada.

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08/12/2009, 23:57
Julio

Julio se acuclilló junto a Isabel y la miró friamente.

-¿Te da pena esta mujer? Isabel, me dejas perplejo. Pero bien -Tomó el cuchillo del suelo y señaló con él a la Hermética-. Si no quieres seguir... ya lo haré yo. Eso sí, no funcionará tan bien como esperamos. Quinto habrá ganado.

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11/12/2009, 14:52
Isabel

-Soy una buena persona... no soy una secuestradora ni una psicópata… -dijo cuando Julio la señaló con al cuchillo-. Y hasta donde yo creía pensaba que tú tampoco lo eras.

Isabel se puso de rodillas y se levantó.

-No te reconozco y eso no me gusta. Y por Dios, claro que me da pena. ¡La estamos torturando! –exclamó extendiendo los brazos-. Tiene que haber otra manera, Julio, seguro que tú sabes de alguna otra manera de vencer la magia de Quinto.

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11/12/2009, 14:59
Julio

Julio realizó un corte profundo que rasgó la piel produciendo incluso sonido, aunque pronto quedó ahogado por los gritos de Lucía.

-He ido demasiado lejos para echarme atrás. Y tú también.

Realizó otro corte, y otro más para terminar el pentáculo.

-¿Has visto de lo que soy capaz? Pues Marta todavía no. Pero lo hará.