Partida Rol por web

Al abrir la puerta para que Nicte pudiera examinar el exterior, nos encontramos con aquella mujer esperando. Al juzgar por sus palabras llevaba bastante rato ahí y me pregunté si habría escuchado nuestra conversación.

Al separarse de la pared y descruzarse de brazos dejó ver un llavero con la llave de un coche, los cuales tintineaban mientras la mujer los hacía girar en su dedo.

¿Ya tenemos un vehículo a nuestra disposición?

Sonreí ante las noticias de la mujer, aunque no tardé en escuchar el susurro de Nicte, recordándome las condiciones que nuestro medio de transporte debía cumplir, así como sus “necesidades especiales”. Rocío tampoco tardó en pronunciarse, pero ella lo hizo en voz alta, comentando que no sabía conducir.

- Yo conduzco. O mejor dicho, “conduzco”. – concreté, haciendo el signo de las comillas con mis manos a la vez que pronunciaba la palabra. Con cuatro clases en un descampado no puedo decir que sepa conducir… - Pero no lo suficientemente bien como para poder ocuparme de ello, así que creo que necesitaremos ese chófer. – No sé si el tulpa conduce, pero que lo haga él es inviable si queremos pasar desapercibidos. – Por cierto, ¿Qué tipo de vehículo es? ¿Tiene las lunas tintadas? Es algo imprescindible. También necesitamos algo de ropa con la que Nicte se pueda cubrir, una gabardina con capucha o similar, y unas buenas gafas de sol. Por favor. – comenté sin más rodeo a la mujer, no había tiempo que perder. – ¿Sería posible que habláramos con el Director García antes de irnos? Hay algo importante que debemos comentarle…

No podemos irnos sin advertirle sobre esa profecía.

Gema detiene el movimiento de su mandíbula, olvidando el chicle un instante al ver a Nicte acercarse a Xandra y susurrarle. En su mirada no se percibe temor, pero sí incomodidad hacia ese ser. Enarca una ceja al ver que Rocío no sabe conducir, depositando sus esperanzas en Xandra. Sin embargo, ésta tampoco parece muy confiada en llevar ella el vehículo, de modo que Gema termina por cerrar los ojos y suspirar, dejando caer sus hombros.

Bueeeeeeno, supongo que puedo conseguiros a alguien... -Dice, sacando su móvil de la parte trasera de su pantalón. No tiene bolsillos, de modo que suponéis que lo tenía guardado en la propia cinturilla del pantalón de deporte. Sin embargo, se detiene con el teléfono en la mano al ver que tenéis más peticiones- Oye, ¿qué sois, la familia de un jeque árabe? No hacéis más que pedir... -Bromea, sonriendo- Creo recordar que tiene las lunas tintadas atrás. Las de alante fijo que no. Puedo conseguiros una gabardina, de esas típicas de pelis de detectives. Capucha... -Medita un instante, con las manos en las caderas, mirando a Nicte de arriba a abajo mientras vuelve a mascar el chicle- O una sudadera con gorro para llevar debajo de la gabardina, o un sombrero. Tengo unas gafas de sol polarizadas, aunque no se qué tal le quedarán. Y son una putas RayBan, si se joden me las pagáis... -Le guiña un ojo a Xandra, volviendo a mirar la pantalla del móvil- Anda, id a ver al jefe, os dejaré las cosas en la parte trasera del coche. Está en el garaje, sabréis llegar solitos... -Alza la vista del móvil, mirándoos seria- ¡Venga! ¿A qué esperáis? ¿Tengo que daros un cachete en el culo para que os pongáis en marcha? -Bromea, alzando la mano izquierda en un gesto de amenaza, mientras se aguanta la risa.

Pensar...

El profesor... ¿O sería mejor llamarle maestro? Víctor Caro te observa con detenimiento, unos largos instantes. En su media sonrisa se adivina algún tipo de idea acerca de ti, pero no su naturaleza. No se parece en nada a los maestros que has tenido hasta ahora, claro que ellos eran monjes, tipos en extremo serios. Caro parece... hecho de otra pasta.

¿Y... tenías mucho en qué pensar? -Pregunta finalmente, acercándose al extremo del círculo de luz que desciende desde ese único foco encendido del techo, donde recoge del suelo una pequeña toalla y comienza a secarse el sudor del cuello y la parte del rostro que queda visible bajo la máscara- Pensar demasiado es tan perjudicial en ocasiones como no pensar en absoluto. De hecho... yo diría que más aún.

Xandra traslada mis peticiones y la necesidad de reunirnos con el director de esta institución, bueno, no tengo prisa, el tiempo siempre ha jugado a mi favor, y esta, a buen seguro, no es una excepción.

No manejo vehículos con soltura como para hablar de ello, de modo que opto por guardar silencio al respecto.

Observo a la muchacha mientras habla, contento de que mis necesidades puedan ser atendidas. Y cuando nos pregunta si sabremos llegar le respondo sin dudarlo, - si, claro que sabremos llegar, hemos encontrado esta sala, y llegué a este lugar, quizás mas por azar que por propia habilidad... digo realizando un pequeño gesto desdeñoso, restándole importancia a este último comentario.

Mientras, observo a su espalda, como las sombras han cambiado en el pasillo. Siempre fluctúan, siempre se están moviendo... Es curioso como olvidan los humanos, cuando son pequeños, saben que las sombras bullen repletas de vida, pueden verlas corretear y burbujear, plegarse y replegarse sobre si mismas y avanzar por un estrecho pasillo hasta llegar a esconderse bajo la cama. Y cuando crecen, pierden esa capacidad de ver mas allá, y las ven como algo inerte, estático... - ya lo tengo Xandra... te sigo y con esta reflexión y estas palabras, comienzo a desvanecerme.

El chico observaba al maestro de artes marciales. Como no era su maestro ni nada, aunque en el trimestre seguro que se cogía su optativa de autodefensa, porque lo necesitaba, y seguramente fuera lo mas potable e interesante de todo el curso. Por eso, le iba a tratar de profesor. Carraspeó la voz para ganar un segundo, reunir un poco de valor y hablar con seguridad, pues el profesor imponía mucho fisicamente; 

-Pensaba en cosas, profesor Caro... e intentaba ordenar las ideas... ampliar perspectivas... ver que puedo sacar de este sitio y sus oportunidades...intentaba sacar algo en claro, algo positivo... parece que lo he encontrado.. me enseñaron a reflexionar las cosas, a tomarme mi tiempo...

Aquel hombre era lo más parecido que iba a tener a un conocido.¿Hacer amigos Neithan? Ni de coña, no iba con el... y las chicas, estaban más interesadas en pintarse las uñas, hablar del Sálvame, que encontrar una vía de iluminación o un sentido a su vida... Si tuviera que compararse con un personaje de comic, sería una mezcla de Batman con el castigador... En aquella situación, había algo de relajante, algo de familiar... o quizás algo ya conocido...

 No sólo no sabemos conducir ninguno de los tres, si no que además necesitamos un montón de cosas para Nicte, que Gema nos dice que puede conseguir con facilidad. Se permite un par de bromas que me sacan una sonrisa, aunque la última es más bien por hacer el paripé en lugar de admitir que así, de buenas a primeras, no tengo ni idea de donde está el garaje, y de hecho con el poco tiempo que llevo aquí no sé muy bien como moverme en general. Nicte primero afirma saber cómo movernos, y luego le dice a Xandra que la sigue. Pft, así también sé llegar yo a los sitios. Y es, de hecho, lo que tengo en mente.

 - Y yo. - Y ya está. Buena suerte con la guía Xandra, confío en ti. Si no como dice Nicte ya llegaremos.

 Con todo lo que necesita el tulpa me pregunto algo que no tardo en trasladarle. - ¿No tienes nada de eso para cuando tienes que salir? - Y es que hay algo más que enmascara esa pregunta y no entiendo muy bien, si apenas vive entre la gente, ¿Donde pasa la mayor parte del tiempo y qué hace?

La mujer aceptó conseguirnos a alguien para que llevara el coche, lo cual estaba muy bien, sólo esperaba que fuera alguien de confianza. Respecto a lo necesario para que Nicte pudiera desplazarse sin problemas, también nos dio algunas soluciones, lo que era de agradecer a pesar de su vergonzoso comportamiento.

No me explico cómo García tiene a esta mujer en plantilla, con lo estirado que es… ¿A lo mejor es que…? Nah, ni siquiera le veo interesándose tanto en una mujer como para eso. Eso sólo me lleva a que su poder debe ser increíble...

Me había quedado en la inopia, reaccionando tarde a su broma del cachete.

- Om, no, gracias. En otra ocasión. – bromeé yo también, tratando de aparentar una tranquilidad que no tenía. – Gracias por todo, nos dirigiremos después al garaje en ese caso. – acepté, poco antes de que el tulpa también se pronunciara a ese respecto. – Y no te preocupes por las gafas, te compraremos otras si las perdemos. – O terminan dañadas, o sumergidas en una oscuridad donde no pienso meter la mano para sacarlas. – Bueno, las compraré yo. – rectifiqué mirando a Nicte con media sonrisa, pues dudaba que contara con dinero.

Entonces mis compañeros se mostraron listos y dispuestos a seguirme, con lo que comencé a salir de la sala, levantando mi mano para despedirme de la profesora.

- Hasta luego, y gracias. – le dije a esta, antes de volverme hacia Rocío. – Creo que era por aquí. – expliqué señalando uno de los pasillos y empezando a recorrerlo rumbo al despacho del director, no sin antes mirar hacia atrás, asegurándome de que Nicte ya se había camuflado en las sombras. – Nos sigue oculto, no te preocupes. – anuncié a la gaditana. – Muchas gracias… - le susurré, mostrándole un rostro mucho menos lleno de seguridad que el que había mantenido en aquella sala hacía tan solo unos segundos.

Al alcanzar el despacho del director, toqué a la puerta con firmeza, esperando a que nos dieran paso para entrar.

Me detengo para responder a Rocio, - hacía mucho que no salía. Tomé algunas cosas para llegar hasta aquí, creo que algunas de ellas se quedaron en el coche, apoyo el indice en mi cara pensativo, como he visto hacer antes a Xandra, -  puede que alguna de ellas esté en el refugio del brujo, y en la Residencia, niego con la cabeza, - no las necesitaba.

Cuando termino de responder a la joven, finalmente desaparezco en las sombras.

Camino detrás de mis compañeras, demorándome en alguna ocasión, aprovechando las sombras que voy encontrando a mi paso, sintiendo dudas y temores tras algunas de las puertas que encontramos en nuestro camino.

Hasta que llegamos a la puerta del hombre de un solo ojo. Valoro por un instante la posibilidad de escurrirme bajo la puerta, pero por algún extraño motivo, en lugar de entrar solo, decido aguardar con mis compañeras.

- Estoy aquí, les susurro desde el otro lado*, haciéndoles saber que estoy con ellas.

Al tocar el despacho del director García, la respuesta no se hace esperar. La voz áspera y seca del director suena desde el otro lado.

Adelante.

Abrís la puerta, encontrando a García inclinado sobre su mesa, cumplimentando un montón de documentos diversos, un sinfín de papeleo de aspecto aburrido. Al acceder, alza su único ojo sano para veros, sorprendido.

¿Otra vez vosotros? Pensaba que ya estaríais de camino... ¿Hay algún problema?

Eclipse no tiene claro qué hacer, exactamente. Tras la conversación en aquella sala, simplemente se deja llevar y pasea durante un rato por los alrededores del edificio principal. Su camino, no obstante, la lleva sin motivo aparente a un recinto concreto, una zona amplia con las luces apagadas. Ella no lo sabe, no es consciente de la naturaleza concreta de un recinto así, pero se trata del gimnasio, donde hay una gran cancha de baloncesto interior, cubierta, y unas amplias gradas. Las luces están apagadas, a excepción de un foco del techo, bajo cuyo círculo de luz se encuentra el profesor Víctor Caro hablando con Neithan. El chico parece estar explicándole algo, mientras el maestro, con el cuerpo sudado y pasándose una toalla por el cuello, atiende a sus palabras.

Sin embargo, al ver a la terrana acceder al lugar, en su rostro cubierto por ese pañuelo aparece una amplia sonrisa socarrona. Alza una mano en dirección a Eclipse y la invita a acercarse.

Ah, alguien más que no tiene claro a qué dedicar su tiempo... Acércate, Flor del Ocaso, ¿qué te trae por aquí? Pensabas entrenar un poco? Podríamos organizar una pequeña competición... -Propone, satisfecho ante la idea.

El chico asiático estaba hablando con el profesor, y hasta tuvo cierta esperanza secreta que le diera una lección secreta o avanzada... eso si que estaría bien y le animaría, o que le daría algún koan el profesor, y justo en el momento, mas interesante, alguien más se acercó al gimnasio. Si fuera un chico normal, babearía por flor de loto, una chica de cuerpo diez, rubia y enseñando carne... pero Neithan se había criado entre monjes, y mucha disciplina, así que el sexo femenino solo era otra cosa que desconocía y le producía como mucho... incomodidad y desconcierto. No pudo reprimirse.

Dijo de manera escueta y sin mucho entusiasmo, la cara un poco agachada, con gesto de apatía:

-Ah,solo eres tu...

Se quedo mirando a la terrana de arriba a abajo, a ver si se iba o se quedaba... pero se quedó ¿que pintaba ella allí? Ante la indecente proposición del profesor, el hijo del dragón respondió con con indiferencia, que podría ser confundida con altanería por otros...

-Profesor Caro, no creo que sea una pelea justa... para ella...

Aquello ya no le parecía una buena idea...

Este lugar está lleno de bichos raros, y lo peor es que me miran a mí como la extraña del lugar. A más de uno debería enseñarle una lección- su llegada no había sido de las mejores y las primeras experiencias solo le habían valido para querer volver a su hogar cuanto antes. Optó por dar una vuelta para relajarse y, quizá, encontrar algún lugar de paz donde poder desentumecer los músculos.  La mirada de Flor de Ocaso era afilada y directa: no tenía problemas en mirar a los demás  y que su rostro reflejara lo que pensaba de ellos. Eso no le haría ganar amigos, pero tampoco es que le importara.

El lugar hasta el que llegó parecía lo suficientemente tranquilo como para querer detenerse en él.  Sus ojos captaron la presencia de dos varones a cierta distancia, comunicándose entre ellos.  Entrecerró un poco los ojos, preguntándose si era una buena idea interrumpir a esos dos, pero entonces el hombre que parecía acabar de entrenar se fijó en ella y le propuso algo.  Sonrió abiertamente, pero ese gesto se desvaneció en cuanto oyó al oriental hablar de ese modo. Apretó la lanza y caminó con paso firme hasta ellos.

-¿Qué demonios te pasa a ti, estúpido?- preguntó en un tono alto, notándose claramente que el comentario le había molestado. Si lo que buscas es una excusa para marcharte con el rabo entre las piernas, ya la tienes. Vete a buscar a alguien de tu nivel por ahí.

Luego miró al profesor e ignoró la presencia del otro muchacho. Neithan no tenía nada especial que llamara la atención de la Terrana, así que podía obviarlo hasta que le demostrara que era digno de su atención nuevamente. Estaba aburrida. Creo que mientras esté aquí, que espero que sea poco tiempo, debo aprender lo posible del lugar siempre que alguien no me quite las ganas. ¿Por qué no ignoramos al chico y practicamos un poco los dos? Puede mirar y aprender. Con suerte se le pega algo. 

Apenas nos invitan a entrar, abandono la seguridad que me brinda la oscuridad y estiro la mano hacia la manija de la puerta, abriéndola con cuidado para deslizarme hacia el interior de la estancia, por delante de mis dos compañeras.

- Ningún problema, respondo convencido, - al menos, de momento... me vuelvo hacia las dos muchachas, esperando que sea Xandra la que exponga el tema, pues es por ella que estamos aquí.

No tardo en fijar de nuevo mi vista sobre el hombre tuerto, tratando de imaginar la cuenca vacía, y de ver mas allá... ¿cómo perdería el ojo?... Pero tras ésta reflexión hay algo mas. Intento ahondar en sus emociones mas primitivas, buscando aquella que me da sustento, y no encuentro nada, solo vacío. Donde deberían estar sus miedos, sus dudas e inseguridades, solo encuentro una férrea determinación.

- Una profecía, y... hemos considerado, que no estaría de mas que la conociese.

El Director García nos dio paso en seguida, encontrándose bastante atareado al parecer. Sin miramiento alguno, nos hizo saber que esperaba que ya estuviéramos de camino, preguntándonos después si había algún problema.

Como si viniéramos aquí por placer, soy la primera que quisiera estar ya de camino…

Pero obvié la forma en que preguntó por nuestra presencia, queriendo explicarle lo que sucedía cuanto antes para poder irnos. Sin embargo, no parecía ser la única que deseaba partir cuanto antes, y es que el Tulpa se me adelantó.

- Así es, Director García. – añadí, apoyando las palabras de Nicte. – Han sucedido cosas que parecen tener algún significado, y no queremos irnos sin darle a conocer lo que sucede, creo que puede interesarle. – expliqué, antes de mirar a Rocío. – Mi compañera se lo explicará mejor, es quien conoce más el tema de los tres. – esbocé una sonrisa de apoyo a la gaditana, esperando a que expusiera todo aquel peculiar asunto.

Ante vuestras respuestas, el profeso Caro da una palmada y se echa a reír. Parece que todo cuanto decís le parece muy gracioso, pero también debía esperarlo. No parece sorprendido en absoluto, de hecho casi parece que de lo que se ríe es precisamente de haber predico esa reacción por parte de ambos.

Jajaja, chicos... El orgullo de la juventud es algo bueno. Sin embargo, recordad esto: por mono y mimoso que seas, siempre hay alguien aún más mono y mimoso. -¿Mono y mimoso? Eso no parece ningún tipo de enseñanza zen, precisamente- Humildad, muchachos... Además, ni de las victorias ni del mero espectáculo se aprenden grandes lecciones. Las derrotas, en cambio, se nos quedan grabadas en la cabeza... y en ocasiones en la piel. Pero bueno, es el primer día, puedo entender que tengáis miedo... -Termina, con esa provocación clara y nada disimulada.

Que gran verdad decía el profesor Cano. Las derrotas, dolían, pero se aprendía mas.Cada lección que había aprendido, era así, dolorosa, alguna hasta humillante... ¿y ya había casi olvidado ese importante Koan? Mal iba Neithan. Tampoco había prestado mucho atención a la terrana, solo la había visto de silueta, sin prestarle atención pero...la miro detenidamente. Aquella chica tenía algo diferente, físicamente se salía de la norma no como las otras chicas, que parecían sacadas de un clonador, todas tablas de planchar, sin volumen y todo delicadeza... pero si la miraba bien, tenía una mirada intensa, fuerza física de allí, podía salir algo interesante. Le dio unas vueltas antes de decir algo;

-Es una lección que viene bien recordar bien, profesor Cano-se giro un momento a Flor del ocaso- Mis disculpas, cometí un error al prejuzgarte, no pareces como las demás chicas de ciudad... Por mi bien, para la practica..

Era mucho mejor que no hacer nada, una buena practica, se podía aprender mucho... actitud de estudiante, nunca tenía que olvidar eso, podía aprender algo de todos y siempre...

Eclipse enarcó una ceja cuando vio que el hombre se reía. ¿He contado un chiste acaso? Vaya panda de raros. Al final Oráculo va a ser lo más normal que encuentre. Su discurso era extraño, cuanto menos, pero mejor estar ahí metida que en un sitio donde no la quisieran.  Las palabras que hablaban sobre la derrota, en cambio, sí que llamaron su atención y la invitaron a quedarse un rato más.  Bueno, yo tampoco suelo perder, y no creo que lo haga contra este… lo que sea.  En cuanto oyó la palabra miedo apretó los dientes.

Dejó que Neithan hablara y relajó ligeramente el rostro. –No es la primera vez que lo hacen, pero por suerte puedo demostrar a los demás que se equivocan- sonrió con autosuficiencia. Suponía que si un superior esperaba que compitiera contra ella debía de estar a la altura, y el chico al menos tenía un porte que invitaba a pensar que no era un debilucho. Interesante.  No voy a disculparme por llamarte estúpido porque has actuado de esa forma, pero espero que podamos llevarnos bien a partir de ahora. Necesito desentumecerme, así que vamos a divertirnos.  Le dio un par de golpes a la altura del hombro con la palma abierta y luego miró al profesor.

Venga, ya nos tienes donde querías. Ponnos a prueba. 

 El director parece molesto por la visita repetida. Yo ni siquiera he estado aquí antes, y pienso hacérselo saber. 

 - Sí. - Doy un paso al frente después de que hable Xandra. - En realidad yo no he estado aquí antes, pero bueno. - Aclaro, antes de ir al grano. - Antes estaba con Cassandra y otros chicos y de repente ha dicho algo preocupante, como una profecía que se ha cumplido casi por completo: 'El lobo se volverá contra la propia naturaleza, la Sombra saldrá a la luz, y será la señal de la llegada de la muerte afilada'. Poco después Romasanta ha perdido el control y se ha transformado en hombre lobo, Eclipse se ha enfrentado a él controlando plantas, y ahora Nicte ha salido a la luz. - Creo que no hace falta que explique lo que viene ahora, que además me da bastante miedo, pensando que he visto con mis propios ojos cada paso de la profecía y ahora tengo al lado a esa 'señal'. No quiero estar ahí en el último. 

 ¿Estas cosas son normales en los primeros días o algo así? Lo que acabo de decir, de buenas a primeras, me parece tan raro de contar como de creer. 

 - No sé si esas cosas siempre se cumplen, pero con un final así que aun queda por cumplirse me parecía que debería saberlo. Ha pasado todo muy rápido. - 

El profesor atiende a la reacción que tienen los dos estudiantes. Una sonrisa mal disimulada de satisfacción se adivina en la comisura de sus labios, aunque en seguida la borra, pasándose la toalla por el rostro y el cuello y arrojándola al suelo a su espalda.

Bien, os veo muy decididos... -Afirma dando una sonora palmada mientras se sitúa al límite del círculo de luz que el único foco encendido genera en el suelo- Éstas son las reglas: no os matéis. -Afirma, y aunque parece una broma parece decirlo totalmente en serio- El objetivo de esta prueba no es determinar quién es "mejor", la victoria o la derrota no son lo verdaderamente importante. No debéis abandonar este círculo... -Abre los brazos, abarcando la circunferencia de luz del suelo, delimitándolo como el lugar donde restringir vuestro enfrentamiento- ...sin haber aprendido algo. Comenzad.