Partida Rol por web

¡Encima viene pidiendo que preste atención por su estado de salud!- me debatía entre empezar a reírme o tirarlo por la ventana para enseñarle modales al listillo. Estás vivo, así que estás bien. No te quejes. ¿Necesitas un curandero o qué?- le respondí cuando me dijo aquello, sin sentir demasiada importancia; no veía sangre por ningún lado así que no iba a alarmarme por su estado de salud. 

Me preocupaba más Oráculo porque seguía con esas frases tan extrañadas que no lograba entender, y cuando Tarzán me preguntó que qué le pasaba me encogí de hombros, dejando claro que no tenía ni idea.  Me esperan unos días bastante intensos, desde luego. Es parte de su encanto-  comenté sin ironía; realmente era bueno que manifestase su poder si así aprendía a controlarlo, pero para mí no sería fácil todo eso. 

Mientras estaba al lado de mi compañera de habitación con Tarzán en el cuarto la puerta se abrió, dejando paso a dos chicas que se adentraban también donde no les correspondía sin permiso alguno. Apreté los dientes y maldije la insolencia que tenían los presentes por entrar en un lugar sin pedir permiso antes, pero no era momento de ponerme a discutir.  Con toda la tranquilidad que pude cogí a Oráculo y la volví a dejar en su cama, tapándola y sentándome a su lado. Ya ha pasado, Oráculo. Relájate-debido a la fiereza natural de mi voz aquello no es que ayudara demasiado, pero era mejor que nada. 

Ahora sí, tras comprobar que mi compañera estaba en su cama de nuevo, miré a las dos nuevas. ¿Te has vuelto loca tú al entrar sin avisar?- pregunté con un tono tranquilo. Tarzán se ha colado volando en mi habitación y Oráculo le ha salvado el culo para que no se llenara de cristales-  observé que el brazo de una de ellas empezaba a arder y me quedé al lado de Oráculo, mirándola. ¿Necesitas agua o puedes controlar eso?- no me afectaba el hecho de ver que ardía ya que nos habían dicho que en este sitio las personas tenían habilidades especiales, por lo que supuse que era algo suyo innato, aunque las cosas serían diferentes si eso le hacía daño de alguna manera. 

 Me sorprende el poco o ningún miedo que muestra Xandra al abrir la puerta de al lado, pero ya que va ella primero, también me asomo yo, curiosa. En seguida me arrepiento cuando veo que mi mano prende al comprobar el estado de la habitación. No, otra vez no... ¿Porqué aparece ahora?

 Separo la mano de mi cuerpo, adelantándola, y me alejo de la puerta y de los chicos para quedar contra la pared contraria. Me agarro el brazo y me miro la mano, nerviosa, y luego cierro el puño que tengo en llamas con fuerza, pensando en absorber ese fuego, o en que al menos no se extienda más, tratando de controlarlo y tranquilizarme.

 Ignoro las palabras de Eclipse, centrada en mi problema, hasta que se dirige a mi directamente. - N - No lo se. No os acerquéis, por favor. - Les pido espacio, nerviosa, alternando la mirada entre ellos y mi brazo, para luego volver a concentrar toda mi atención en controlar el fuego.

Me empecé a reír al ver como la indígena de otro mundo relataba mi aparición.

-Pe... ¿perdona? ¿salvado?- Pregunté con un deje de ironía mientras intentaba controlar la risa.- Quizás en tú mundo es mejor estrellarse contra una pared que con una ventana, la próxima vez que me queráis salvar, ponedme un colchón.

No estaba enfadado ni mucho menos, pero nadie me había salvado de nada. Aunque al ver como a aquella chiquita le empezaba a arder la mano me olvidé por completo de cualquier otro tema. Incluso de la pequeña loca profética.

-Vaya...- Me limite a decir boquiabierto.

Dicho esto me acerqué todo lo que pude agachandome para comprobar bien cerca aquel fuego.

-¡¡Cómo mola!!- Grite fascinado, aunque no entendía muy ben como aquello podría valerle para jugar al fútbol, ¡quizás pudiera hacer un tiro de fuego!

Al ver la escena me di cuenta de que no había formulado la pregunta adecuada, ya que no había únicamente chicas en el lugar.

-¿Qué ha pasado? – pregunté nerviosa.

Todos parecían estar bien, aunque el chico debía sentir dolor en el hombro y la compañera de Eclipse se encontraba bastante nerviosa. Esta intentó calmarla y la recostó, cuando observé que la mano de Rocío estaba prendida en llamas.

-Así que a esto te referías con fuego… - dije como si tal cosa.

No me preocupé, puesto que ya me había dicho que su habilidad estaba relacionada con el fuego, pero su reacción al apartarse me hizo sospechar que no la controlaba aún del todo.

Eclipse me devolvió la pregunta de forma tan extraña que me limité a fruncir el ceño, escuchando a  continuación su explicación sobre lo sucedido y la réplica de Gabriel. Al menos ya podía hacerme una ligera idea de lo que había pasado; estaba claro que más de uno necesitábamos aún mucho entrenamiento.

-Vale, tranquila. – dije acercándome a Rocío, a la vez que lo hacía Gabriel, sólo que este en lugar de tranquilizar a la chica mostraba fascinación. - ¿Llamamos a alguien? ¿O quieres intentarlo sola? – dije cogiéndole la otra mano, tratando de calmarla, y es que parecía algo asustada.

 Estaba tan concentrada en el fuego de mi brazo que no vi a Gabriel hasta que lo tuve a escasos centímetros de mi mano, que aparté rápidamente en cuanto fui consciente de lo cerca que estaba. - ¡No! - Exclamé a Gabriel mientras retrocedía. No mola, las llamas no desaparecen, y no quiero hacerle daño a él, ni a nadie.

 Xandra también se acerca. ¿Es que no me han oído? ¿Hablo en otro idioma? Al menos mi compañera de cuarto se acerca con intención de ayudar, al contrario que el rubio, que sólo me pone más nerviosa. Aprieto su mano cuando me la da, buscando apoyo, fortaleza y confianza, pero en cuanto compruebo que el fuego no hace más continuar subiendo por mi brazo, la suelto con un movimiento rápido y brusco y retrocedo un poco más, temiendo que mi otra mano pueda empezar a arder mientras agarra la de Xandra

 - N-No puedo... - Giro un segundo el cuello en un movimiento rápido para tener una vista general de los chicos antes de volver a mirar al fuego, que empieza a hacerme sudar, y no únicamente por el calor, si no por la frustración y los nervios que me está causando. Por otra parte tampoco quiero que llamen a nadie. Qué van, ¿A sedarme o algo así? ¿Cómo a un animal o a un monstruo? - No os acerquéis, por favor - Repito ahora con más ímpetu. El fuego no parece extenderse demasiado rápido todavía, así que por el momento sólo les pido algo de espacio, mientras creo que aun puedo disponer de algo de tiempo para controlarlo sin tener que recurrir a nadie.

Mi compañera de cuarto se zafó de mí, estaba más nerviosa de lo que pensaba e insistía en que mantuviéramos la distancia.

-Vale, no nos acercamos… - dije mirando a Gabriel, esperando que me hiciera caso, aunque no tenía pinta de ser de esos. – Pero relájate, ¿Vale? No es para tanto, no exageres, ¡Ni que fueras andaluza! – traté de bromear y relajar así la tensión. – Respira por la nariz y expulsa por la boca, despacio, céntrate en eso. - le pedí firme, pero con amabilidad.

No es que fuera ninguna experta en técnicas de relajación, pero aquello solía hacerlo en pilates, y la verdad es que daba resultados.

No es que le diera mucho tiempo a hacer cosas, de hecho ni llegó a su cuarto. De lejos, vio a su compañero de habitación hablar con otro de los chicos.Y todo pasó muy rápido ¿que demonios pasó? Porque ver a Gabriel volando descontrolado y hacia donde las chicas. Menudo expectáculo. ¿Tendría algo que ver Romasanta? Tenía que averiguarlo. Se puso a correr todo lo rápido que pudo, para ver que había pasado, para ver si Romasanta estaba bien o si había tenido algo que ver. Pero primero, llegaría, evaluaría, antes de preguntar nada. A ver si había más gente o que, porque habían quedado para ir a la piscina y tal.  

- ¿Miedo? - miro la puerta cerrarse tras la salida de Gabriel.

Enarco las cejas sorprendido y me giro hacia la psicóloga mientras me habla. Jamás hubiera dicho que Gabriel fuera alguien con grandes miedos, la verdad es que siempre transmitía esa enorme seguridad...

No siento miedo, por lo menos no de mis poderes. Recuerdo haber sentido miedo al rechazo, cada vez que conocía una nueva familia. He sentido rabia y frustración, muy a menudo. Me he sentido incomprendido y desamparado. He sentido tristeza y odio al perder a la chica a la que he amado. No miedo.

En silencio, me descalzo y me tumbo sobre el sofá, con la mirada fija en el techo. Desvío por un momento los ojos hacia Verónica. *definitivamente me había equivocado con ella, antes se mirar de nuevo hacia el techo.

- Estoy listo - digo algo nervioso pero con una sonrisa en mis labios.

La mujer escucha con atención, aunque extrañada, lo que le cuenta ese chico nuevo apresuradamente. Su gesto no parece desvelar si le cree o no, sino simplemente analizar lo que le están contando mientras termina de secarse su extraña melena, castaña pero con el flequillo teñido de blanco, con la toalla. En un momento levanta la mirada hacia el techo, sopesando la situación. Es el instante en que aparece a la carrera otro chico, Neithan.

Déjame adivinar, tú también has visto a un chico salir volando hacia una de las habitaciones, ¿no? -Pregunta la profesora con sorna, antes de lanzar un suspiro- Vale, venid los dos conmigo, pero como todo esto no sea más que una broma vais a pasaros la tarde corriendo alrededor de la cancha de baloncesto, con pesas en los tobillos...

La mujer hace un gesto para que la sigáis y se encamina a paso decidido hacia las escaleras.

Cuando Eclipse coge en brazos a Kassandra, a la que ella se refiere siempre como Oráculo, nota cómo la menuda chiquilla se pone rígida y deja de balbucear. Se sume en un estado silencioso en que se encoge y deja que la fornida mujer la eleve sin problemas, dejándola sobre la cama. Sin embargo, cuando la terrana se vuelve para recriminar a los demás, se da cuenta de que la pequeña muchacha deja una mano pegada a su cuerpo, fija en su antebrazo. La mano se aferra con firmeza, y al tacto va volviéndose fría y temblorosa. A pesar de estar tapada por la sábana, la joven Cassandra se incorpora con la cabeza bien alta, y comienza a hablar en tono neutro.

Hechizo de contraportal, han lanzado el hechizo de contra portal...

Tras tan enigmáticas palabras, la chica suelta a Eclipse y cae sobre la cama, aparentemente sin sentido.

En una de las habitaciones, con la puerta abierta, Rocío trata sin éxito de controlar una llamarada que rodea su mano y parte de su brazo, extendiéndose hasta el codo y amenazando que seguir su camino hacia el hombro. A su lado, Xandra trata de calmarla mientras Gabriel observa fascinado las llamas de la andaluza. Más allá, al fondo de la habitación, Eclipse atiende a la chica que sufrió el ataque en el patio, que parece haberse desmayado sobre la cama junto a la ventana abierta.

Por el pasillo aparecen tres personas. Romasanta y Neithan siguen de cerca a una mujer vestida con un chándal sudado, cuya melena castaña con el flequillo teñido de blanco muestra también la humedad de haber estado haciendo un exigente ejercicio físico. No por nada la mujer parece estar en un estado de forma excelente. Según doblan una esquina de los pasillos, la mujer sin inmutarse coge un extintor de la pared con una sola mano, por el centro del cilindro, como si no pesara en absoluto, y se acerca a la habitación.

¿Alguien puede explicarme qué está pasando aquí? -Pregunta mientras echa un vistazo a todos los presentes, especialmente a Rocío- Hay gente que no debería estar en esta habitación ni en este bloque, gente que debería descansar, y gente que quizás necesite algo de ayuda para controlarse... -Dice mirando primero a Gabriel, luego a Cassandra y Eclipse, que está sentada a su lado, y finalmente a Rocío, moviendo el extintor como si fuera un globo infantil.

Cierras los ojos, relajandote como puedes. Los sonidos de la habitación se van difuminando, quedando tan sólo el eco de tu propia respiración. Pero no parece que pase nada, todo sigue igual.

Hasta que oyes una voz, a tu lado. Una voz familiar, cercana, que te sorprende y te llena de tristeza- Hola, mi amor -Abres los ojos, y continúas en el sofá, pero tu cabeza reposa en los muslos de una chica. Y no una chica cualquiera.

Es Marta.

 Xandra mantiene la distancia y me tranquiliza, además de forzarme una sonrisa con su broma. La chica tiene razón, así que intento tranquilizarme y mantener la calma, relajando mi respiración como ha dicho. 

 Llegan Neithan y Romasanta con una mujer mientra me mentalizo para controlar el fuego. La mujer se acerca con un extintor, pero no pienso acabar llena de esa espuma rara, y aunque no me gusta pensar en ello viéndola así, mantengo la calma todo lo que puedo y finalmente tomo el control del fuego, que extingo. En mí sólo mando yo. Sacudo el brazo, aliviada, y suspiro antes de contestar a la mujer.

  - Xandra y yo escuchamos gritos en la habitación de al lado, y nos acercamos para ver qué pasaba. - Explico nuestra parte. No tenía muy claro eso que decían de la ventana, así que prefería que eso lo contaran ellos antes de meter la pata. - Y lo del fuego... No fue a posta, y el olor de la habitación no es cosa mía, pero lo mío ya está bajo control. - Me escuso. 

 Miro a Cassandra sobre la cama y recuerdo lo último que ha dicho y su forma de decirlo, a lo que no presté mucha atención antes al estar concentrada en controlar mi poder, pero ahora dando vueltas al motivo de que haya dicho eso.

Oyes una voz en tu interior, una voz que te habla. En realidad no es una voz, es como recordar algo que no sabes, como descubrir un conocimiento nuevo sin que nadie ni nada te lo proporcione. Es... antinatural.

Es eso que ha dicho Cassandra. Hechizo de contraportal, no tienes ni idea de qué está hablando. Y sí la tienes. De hecho, lo sabes perfectamente, sin razón aparente. Comprendes el funcionamiento de los portales dimensionales, cómo enlazan puntos inconexos del universo y el cosmos, doblando la realidad hasta unir puntos como si formaran uno sólo. Comprendes el modo en que los practicantes de artes arcanas, no sólo los llamados magos, sino también los demonios, los genios y espíritus, abren esos portales para desplazarse a través de ellos largas distancias.

Y aún más. Comprendes ese concepto, hechizo de contraportal. Es un antiguo y peligroso hechizo, empleado por avanzados practicantes del oscurantismo para agredir y asediar a sus adversarios en el mundo de la magia. Lo sabes, lo puedes ver en tu memoria. Es un peligro que se sitúa en los bordes de la realidad esperando el momento adecuado de surgir de la nada. Y su momento es siempre el mismo. Cuando un determinado místico abre un portal a un determinado lugar.

Una trampa...

La mujer en llamas seguía sin controlarse y todo ese espectáculo continuaba en mi habitación, haciéndome perder la paciencia; por si esto fuera poco, Tarzán se estaba poniendo en modo gallo y a mí me costaba controlar mi mal humor, por lo que decidí respirar profundamente mientras permanecía al lado de Oráculo.  Al notar que su mano se volvía fría y que decía aquello solté un gruñido, queriendo echar de allí a todo el mundo. Contrólate, contrólate. Se irán o los tirarás por la ventana- y lo peor es que era cierto. La verdad es que sus palabras hicieron que mi atención se desviara ligeramente de todo lo que sucedía allí, tratando de pensar en aquello de “hechizo de contraportal”.

En medio de todo ese caos, y como si no fuésemos suficientes ya en nuestra habitación, depredador vino acompañado de dos personas más hasta el dormitorio, y yo saludé con un gesto de la cabeza al único de los tres con el que había hablado.  La mujer –que parecía ser otro de los que mandan en este lugar de locos- comenzó a decir lo de que hay gente que no debería estar aquí y a mí entraron ganas de empezar a reírme a carcajada limpia por el maldito descontrol que tenían aquí montado.  La chica en llamas dio su excusa de porqué habían llegado hasta aquí y yo me puse en pie tras comprobar que mi compañera estaba bien cubierta por las mantas.

-En este lugar no hay control alguno, cada uno entra cómo y cuándo quiere en las habitaciones. Tarzán- dije señalando a Gabriel- se ha colado por nuestra ventana y luego ellas dos han entrado, supongo que por el espectáculo que ha dado el varón.  Nosotras estábamos muy tranquilas en soledad- casi gruñí esto último.  Realmente lo único que me apetecía ahora mismo era dar una vuelta en solitario para relajarme, porque estaba a punto de hacer alguna locura.  Me acerqué de nuevo a mi compañera para comprobar si estaba descansando ya y esperé prudentemente –o eso creí yo- a que todo el espectáculo acabara para irme a dar un paseo. 

Ese nombre te suena, "hechizo de contraportal". Tu padre lo nombró alguna vez. Él conoce bastante bien el mundo de los portales abiertos que conectan puntos del mundo que, de otro modo, estarían a grandes distancias. Sin embargo, tú no conoces ese tipo de detalles. Sabes que es un hechizo relacionado con ellos, con los portales, pero ¿qué hará realmente? ¿Y qué significa que la oráculo lo haya nombrado?

¡Semejante jaleo! Al ver toda la extraña actividad que está sucediendo en la habitación a la vez, me quedo sin palabras, Rocío con su brazo en llamas, Xandra hablándole con suavidad, la chica de la venda en los ojos pálida y desvanecida, con una seguramente preocupada Eclipse a su lado.

La cual por cierto ¿me ha saludado?, le sonrío de vuelta, pero cierro la boca al momento, pensando que quizas enseñar los dientes en su cultura sea muestra de agresividad, y con aspecto algo avergonzado, le devuelvo su saludo con un gesto de la mano y un cabeceo titubeante.

Observo a Gabriel, que para nada parece avergonzado por estar en el ala de las chicas, y parece un pavo con el plumaje hinchado y me empiezo a preguntar si no lo ha hecho a proposito... no se, ya le preguntaré luego. - ¿Lo-lo ve Señora? Este es Gabriel y salio volando hacia aquí, ¡parecía descontrolado! - doy un par de pasos hacia adelante, sin llegar a trasponer la puerta - ¿Ey gente, ¿estáis bien?, siento la intromisión - enrojezco levemente -, pero nos preocupaba que Gabriel o alguna de vosotras estuviera herido/a, ¿alguien se encuentra mal? Puedo ayudar... - miro a la concurrencia, parándome especialmente en la chica de la venda en los ojos, dejando claro con mi actitud que no pasaré de la puerta, si no se me da permiso expreso para ello.

Me dirijo a Gabriel - Pero bueno, ¿qué te ha pasado?, pensé que te ibas a romper algo... - acabo en un tono más apremiante.

La chica de la venda empezó de nuevo a hablar de forma enigmática, diciendo algo sobre un hechizo y un portal. No tenía ni idea de magia, así que no sabía a qué podía referirse, pero lo dicho en el patio de entrada me había dejado bastante descolocada. Convendría hablar con ella, pero con Eclipse como su perro guardián iba a resultar complicado, esa rubia no parecía atender a razones.

Entonces continuó llegando más gente. Bueno, no sólo gente, sino encima un profesor.

¿Cómo tienen tan pocas luces? Nos podría caer una buena, sobretodo por no haber informado del descontrol de Rocío.

Por suerte esta se apresuró a explicar lo que pasaba con calma, justo después de poner la situación de su brazo bajo control. Aunque Eclipse no iba a ayudarnos con sus acusaciones.

-Claro que hemos entrado porque pasaba algo, estabais gritando, por el amor de dios. – respondí ofuscada a las palabras de Eclipse, mirando un instante hacia arriba en un gesto de frustración.

Me abrí paso entre los presentes, susurrando a Romasanta antes de salir por la puerta.

-Muchas gracias… - le murmuré molesta.

Y tras echar mi melena hacia atrás salí, girándome para ver el interior.

-Rocío, ya sabes dónde estoy, no quiero seguir molestando aquí.

Y sin más dilación entré en nuestro cuarto, dispuesta a deshacer el equipaje y volver a la normalidad. O lo que a partir de ahora sería la normalidad…