Partida Rol por web

Los ojos me pican a causa del humo cuando Fewyhn me reprende por haber entrado en la casa ¡tenia que salvar a los inocentes! en eso momento el orco mezclado dijo que se encargaba del niño que quedaba.

El resto de la gente esta teniendo problemas con los esqueletos y ese malvado es la causa, un enano esta siendo atacado, la demonio ha sido herida en el brazo y Fewyhn tiene un feo corte en el pomulo

Ese orco a caballo es el causante de todo esto, si cae se acaba, lo ha dicho Fewyhn - cojo el arco y apunto, parpadeo un par de veces para apartar las lagrimas de mis ojos sin embargo justo cuando dejo ir la flecha una punzada de dolor en el brazo me hace cerrar los ojos un instante, los vuelvo a abrir rapidamente para comprobar si he acertado.

La profunda herida del hombro no dejaba de sangrar. el dolor era insoportable, pero por lo menos seguía viva, no como los cuerpos de los aldeanos que aquellos malnacidos subían a la carreta.

<<He de aguantar, por Torm que lo haré>> piensa la paladina mientras se lleva la mano a la herida.

Abrahel intenta hacer acopio de sus fuerzas para empuñar su espada a dos manos y emplear así todo su poderío. Mira con desprecio al cabecilla de los no muertos, pronunciando sus blasfemas plegarias para fortalecer a su ejército. La rabia le dice que cargue contra él con todas sus fuerzas, pero una vocecilla le advierte que sería una locura mientras los esqueletos sigan vivos. 

Dejando a un lado su orgullo, se abalanza contra otro no muerto, mientras de reojo ve cómo el semidrow huye hacia la la espesura.

<<Era demasiado bueno para ser verdad>> se dijo, algo decepcionada por la cobardía, aunque una acción comprensible dadas las circunstancias.

Ve al enano combatiendo con su mangual y rodeado de monstruos descarnados. <<Si puedo deshacerme de los esqueletos que nos separan, podré luchar a su lado y así ayudarnos mutuamente>>

Así pues, decidida a llegar hasta el pequeño hombre, intenta abrirse paso entre los enemigos, implorando a Torm que de fuerzas a su brazo. Un esqueleto se dispone a atacarla, pero ella hace girar su acero por encima de su cabeza y la hoja se entierra con un crujido seco en las costillas del no muerto, saltando diversas esquirlas de hueso entre ella y su objetivo.

Rebufando de frustración por no haber acertado al orco a caballo, y después de esquivar ágilmente a uno de los esqueletos, Beleg apenas si distinguía qué pasaba a su alrededor minetras cargaba otra flecha en el arco. La valiente mediana había conseguido sacar a uno de los aldeanos a rastras y el clérigo a otro: Eso proporcionó al elfo un ligero alivio, que se alegró de que se hubieran coordinado de manera instintiva mientras el resto empezaban la lucha.

Pero los hados no sonrieron aún a Beleg: la segunda flecha que disparó al cabecilla volvió a perderse en el humo, y el elfo no pudo evitar soltar una retahíla de absurdos insultos dirigidos a sus torpes manos.

El Elfo lanza otra flecha al Orco líder pero falla por lejos y este le responde con un gruñido y muestra sus largos y amarillentos colmillos; Pero por andar distraído no se percata que una de las pequeñas flechas de Ladfiena atraviesa su cota de mallas y le hiere el costado, apenas un rasguño, pero fue suficiente para hacerlo gruñir de rabia y dolor.
Klain permanece adolorido y parece en shock, no hace nada más que defenderse.

Uno de los esqueletos rasga con sus enormes garras el cuello de Beleg, en contrarespuesta al intento de ataque contra su jefe. Uno de los esqueletos que luchaba con Klain lo ataca con sus garras, pero el Enano lo esquiva ágilmente, pero dió la espalda a otro de los esqueletos, el cual aprovecha y entierra sus huesudas manos en la espalda del Enano. Cae al suelo pesadamente y el último esqueleto que combatía con él, se dirige a Ladfiena por ordenes del orco: Gruumsh le daba fuerza para que el esqueleto le obedeciera y atacara con exito a la mediana, su garra se enteierra en la barriga de la mediana y empieza a sangrar preocupantemente.
El Drow esquiva fácilmente los ataques de ambos contrincantes y se emprende a la fuga tan rápido como sus piernas dieran, hasta lllegar a la base de un árbol, el cual podría escalar y podría tener buena visión contra el Orco montado.

El clérigo miró la escena durante unos instántes, y ante la hondonada de flechas que estaba recibiendo, lanza un conjuro que desprendia una pequeña aura transparente alrededor de él.

Códice por su parte, valientemente rescata al niño que aún quedaba en la casa en llamas, alcanza a salir con el niño en brazos y su piel intacta. "-Gracias buen hombre... cmo podré pagarle" -Clama la mamá del niño que había sido rescatada previamente también.

Abrahel lanza su espadazo contra su rival, atinando a las costillas, pero era evidente que el monstruo no recibió la totalidad de la fuerza que le imprimió al ataque, la espada se resbalaba entre las costillas y amortiguaban los golpes que de no tratarse de esqueletos, resultarían mortales.

¿Cómo harán para revrtir la mala situación en la que se encuentran? Uno huyendo, otro muriendo y el resto en mal estado. Un nuevo asalto llega y es ahora su turno!

Fewyhn ve como una garra va a golpear y se inclina para evitar el golpe. Otro ataque de su acompañante, se inclina hacia el otro lado. Cuando los esqueletos ven que han acariciado el aire y antes de que puedan reaccionar Fewyhn ya está encaramado en un árbol. Mira al orco y tranquilamente saca su arco, susurra unas palabras
"Su'aco zhah natha elghinyrrok wh'li (El viento es un susurro de la muerte) "Prepara la flecha.
"Elghinyrr zhah natha isto tsoss (La muerte es un beso de la noche)" Y suelta su flecha, impactando en el orco.
Fewyhn observa que no le ha causado el daño que debería lleva una cota de mallas. 
Algo aún mas sobrecogedor le llama la atención. Su compañera de armas Ladfiena recibe un golpe muy feo por parte de un esqueleto "Huye lothar, no te quedes a ver que passa..."

Cuando Códice se volvió hacia la escena del combate, no podía creer lo que veían sus ojos: el enano yacía sobre el suelo, tal vez muerto, con dos esqueletos a su alrededor, y la mediana, la tiflin y el elfo se peleaban cada uno con un muerto viviente diferente... Eso sin contar a los dos esqueletos que pululaban buscando algún "viviente" al que incarle el diente, ni al orco en su caballo. Sus fortuitos aliados estaban absolutamente superados por la situación. Esto es demasiado. Ahora que los más vulnerables estaban a salvo, era el momento de enfrentar al enemigo y hacer girar las tornas.

-¡BASTA, SUCIO NIGROMANTE! -rugió al orco a caballo con su gravérrima voz mientras se arrancaba su símbolo místico del cuello-. ¡Basta de esta magia herética! Y vosotros, descarnados -añadió volviéndose hacia los zombies y retrocediendo unos pasos para coger ángulo*-... ¡Volved al polvo al que pertenecéis! ¡Acabad vuestro caminar blasfemo! ¡Largaos de los Campos de la Cosecha...! -ordenó alzando su rosa de madera, que ya comenzaba a brillar- ¡...Y ASUMID VUESTRO &%$*Ç&$% LUGAR COMO ALIMENTO DE LOS HONGOS! ¡¡¡ESA ES LA VOLUNTAD DE CHAUNTEA!!!

Y a la vez que su puño ardía con un potente fulgor, una fuerte brisa trajo el olor de la cáscara del trigo recién cosechado, sembrando el pánico en las mentes impías de TODOS Sus enemigos.

Cuando el esqueleto le intentó rebanar el pescuezo, hiriéndolo profundamente y haciéndolo sangrar como un gorrino destripado, Beleg  tubo un atisbo de lo que acompañaba a esa herida.

Frío. Y asco. El dolor casi fué lo de menos. Pero lo peor era la frustración por no haber sido capaz de hacer nada de provecho antes de verse reducido. No caeré sin luchar!!!

Sin apenas pensárselo, soltó el arco, desenvainó la espada y atacó con las pocas fuerzas que le quedaban al maldito engendro que casi lo había degollado.

Lástima que realmente esas fuerzas no fueran suficientes.

La herida en la espalda la sientió como una puñalada; fría y aguda, logró sentir como desgarraba la carne de la zona lumbar, sintió como la sangre empezó a brotar caliente, saliendo de su cuerpo y manchando su ropa, su trasero y sus piernas.

Eso fue lo último que sintió antes de que toda la visión se pusiera borrosa y nublada, justo antes de que su pesado cuerpo cayera pesadamente sobre la tierra del suelo, elevando particulas de polvo a su alrededor.

De repente todo fue negro y vacío, los ruidos del fragor de la batalla se escuchaban ahora muy distantes, casi inaudibles y klain yacía ahora abrazando las sombras de la muerte.

El estomago me quema recuerdo vagamente haber gritado cuando el esqueleto atraveso el cuero, noto como la sangre baja por mis piernas "el orco los maneja" eso ha dicho Fewyhn que es el orco que si muerte todo acaba, aprobechando la inercia del esqueleto me desplazo ligeramente a su izquierda mientras meto una flecha en el arco, aprieto los dientes cuando mi tripa se queja al tensar la cuerda, disparo.

Veo como la flecha se clava en el orco pero no parece demasiado afectado, parece ser que la herida me afecta mas de lo que pensaba, la cabeza del esqueleto se gira hacia mi cojo el arco con las dos manos y me preparo para defenderme vamos saco de huesos 

_¡Maldición!_ dice la tiflin cuando impacta en las costillas del no muerto. Las astillas de hueso saltaron, pero no fue suficiente para acabar con el esqueleto, quien usa una vez más sus garras para penetrar en la carne de Abrahel, mas ésta saca su acero de sus costillas a la par que las falanges huesudas se deslizan por su armadura sin llegar a penetrarla. 

He de acabar con él e ir en auxilio del enano o perecerá_ piensa para sí. Aunando en sus escasas fuerzas, a pesar del dolor del hombro ensangrentado, la paladina de Torm no se amedrenta. Cogiendo la espada bastarda a una sola mano, efectúa un globo de oscuridad en torno a ella y el esqueleto, lo que impedirá que el enemigo vea más allá de los límites de las sombras invocadas, mientras que la tiflin podrá ver perfectamente al ser la artífice de la oscuridad.

Una vez envuelto en la más absoluta sombra, la paladina ataca de nuevo al no muerto, favoreciéndose de la oscuridad, pero en el mismo instante en que su acero desciende sobre el desconcertado e invidente esqueleto, un dolor insoportable se clava en su hombro herido, haciéndole errar el ataque.

No hables, no grites... recupérate y no te rindas_ piensa para sí, pues teme que el esqueleto se guíe por su voz y acierte con sus garras. Abrahel intenta recuperar el aliento, sosteniéndose el hombro como puede mientras la sangre que mana de su herida desciende por su brillante armadura hasta morir en el suelo.

Beleg con su espada enfundada fracasa en su intento, tampoco es que su espada fuera muy efectiva contra dichas criaturas huesudas, pero al menos lo intentaba.
La mediana, con un dolor en su barriga y malherida, tensa su arco y su pequeña flecha golpea la armadura del orco que montaba a caballo, lastimosamente golpea en un sitio donde la armadura es resistente y la flecha solo penetra al punto de rasguñarlo.
Klain por su parte, mantiene una lucha personal, cmbate entre la vida y la muerte en un limbo de profunda oscuridad donde todo depende de la suerte, o de que alguno de sus compañeros se acerque para ayudarle.

Mientras el combate se desarrolla, la guardia de la ciudad aparece, y empieza a avanzar con sus lanzas enfundadas a paso rápido, una decena de ellos se acerca mientras el orco observa y lanza unas maldiciones en su idioma natal al parecer da unas ordenes también, ya que los esqueletos que estaban con el moribundo Enano (Klain) y los que se encontraban debajo del árbol de Felwhyn se aventaron contra los guardias que recién llegaban.

Otro de los esqueletos sigue intentando atacar a Beleg, pero este lo esquiva y tranca agilmente su ataque con su espada recién enfundada.
El esqueleto de la mediana (E4), la ataca vehementemente con sus afiladas garras, cn un solo impacto y mandaría a Ladfiena a compartir el destino de Klain, pero los Dioses están con ella.... o depronto no sean los dioses, sino su habilidad con el arco, no solo para atacar, sino para defenderse con él.
Al parecer, Torm también sonreía a su discipula, el ataque de su contrincante falla estrepitosamente.

Fewhyn, desde una rama a lo alto del árbol dispara con su arco al orco al que Ladfiena recién había impactado, pero no solo Lurue y Torm estaban sonriendo a sus fieles; el Ojo de Gruumsh también se posaba sobre el orco nigromante, la flecha apenas rozó su brazo.

Al ver la situación tan atroz en la que se encontraba, el -ahora no tan estúpido orco- voltea su caballo y le clava las espuelas. El caballo relincha y sale a correr en dirección sur, hacía el vado. Lo cruza y se pierde en la oscuridad.

A su Vez, el mestizo (codice) sacaba a relucir su simbolo sagrado, un simbolo bastante rústico pero a la vez muy bello de Chauntea, lo impone al aire y reza unas plegarias. Como efecto inmediato, los Esqueletos empezaron a sentir el pánico, como si en realidad tuvieran vida, un miedo inexplicable que hace que dejaran todo lo que estaban haciendo y salieran disparados a huir lejos del mestizo que ahora portaba el simbolo de Chauntea.

Beleg aprovechó que su esqueleto bajo las defensas para atacar con su espada y rebanarle la cabeza, Abrahel hizo lo mismo con el suyo y ladfiena esperó a que el esqueleto se alejara un poco para luego asestarle un flechazo que lo redujo a solo polvo blancuzco. Los guardias se encargarían de los cuatro restantes!

El combate casi había terminado, de no ser porque un cmpañero había caído en desgracia.

¿Ayudan al Enano? o ¿lo dejan tirado a su suerte por ser un antisocial y poco carismático?, es su turno!!

Fewyhn vio como su última flecha iba con un rumbo letal, pero en el último instante sólo rozó al orco, la guardia le había asustado y había propiciado su fallo. Su rostro se tensó. Miró y vio que ya no había dos esqueletos abajo suya. Bajo del árbol y fue donde estaba su amigo orco. Miró donde había estado en busca de rastros a los que seguir. Parecía que por allí había pasado demasiada gente y era muy difícil distinguir el rastro que le interesaba. Fewyhn volvió con Ladfiena la cual mostraba daños superficiales que le preocupaban.
Oh. Vi como esse essqueleto de tocaba. Fue culpa mía dejarte ssola!Fewyhn respiró ondo y volvió a tensar el rostro. Muchas preguntas azoraban su cabeza, pero ahora no era la hora de seguir a aquel orco. La cacería tenía que esperar. Ladfiena precisaba de su ayuda.
Lothar querida, Bussquemos a alguien que te cure essas heridass!

La paladina se deleitó al oír las vértebras desquebrajarse cuando con su acero sesgó el cuello escuálido del no muerto, separándole la cabeza del cuerpo. El globo de oscuridad había funcionado el tiempo suficiente para darle la ventaja frente al esqueleto y acabar con su no vida, pues sólo ella podía ver dentro de aquel halo de sombras impenetrables que su corrompida herencia le había concedido. 

La guardia había llegado, lo que hizo que el orco de sacrílegas artes pusiera pies en polvorosa y huyera. Los no muertos se habían encarado con los soldados de la ciudad y el clérigo de Chauntea se había encomendado a su señora para espantar a los esqueletos restantes, que huyeron despavoridos tras su oscuro amo.

Abrahel miró hacia el cielo: _Gracias, Torm, por no abandonar a tu sierva_ dijo con dicha, pues aunque herida, sentía que su dios no había renegado de ella y sabía que las acaecidas victorias en nombre de 'El Leal', eran una muestra de fidelidad y devoción, pues la 'Furia Leal' no consiente la derrota frente al mal.

De pronto, la tiflin se acordó del enano que con tanta bravura había luchado. Miró a su alrededor para localizarlo y, cuando lo vio, yacente en el suelo, acudió lo más aprisa que el dolor de su hombro le permitía. Enfundó su espada y se inclinó junto al pequeño pero fornido hombre, al llegar junto a él, para valorar la gravedad de sus heridas.

_¿Me oís, buen hombre?_ dijo con preocupación, pues no estaba segura de si estaba o no consciente _Tranquilo, señor enano, pues intentaré hacer lo posible para salvaros o tratar vuestras cuitas hasta que llegue una ayuda más experimentada que yo.

Ignorando su propio dolor y con el hombro ardiendo, la paladina le quita la capa harapienta y las prendas que cubren su torso con mucho cuidado para poder llegar mejor a las heridas del enano. Parecía tener algo clavado en el costillar y un amplio rasguño en su espalda, dada la sangre que ensopaba sus ropajes. Con extrema delicadeza, la tiflin lo situó en posició lateral, colocándole la mano correspondiente al costado dañado bajo el rostro y con las piernas ligeramente flexionadas. De esta forma, podía ver con claridad ambas heridas e intentar tratarlas.

Abrahel rasgó el extremo inferior de su preciada y nívea capa con el emblema de Torm, para sopesar la cantidad de sangre del arañazo que el hombre tenía en su espalda, tanteando con suavidad con el improvisado paño. No parecía sangrar tanto como era de esperar, pero presionó delicadamente dicha herida hasta que la sangre dejó de manar. Entonces se centró en el costado, mucho más grave. Al parecer tenía una horrenda mano de esqueleto enterrada entre las costillas. Con la tela arrancada, presionó sobre la herida con una mano mientras con la otra intentaba extraer la garra clavada, con mucho cuidado de no dañar ninguna parte demasiado delicada, ya que el enano podría morir en pocos instantes de suceder esto.

Arrojó la garra extraída a un lado y presionó la herida con ambas manos para frenar la pérdida de sangre. Soltó un momento la mano derecha para arrancar otro pedazo de su capa y presionar con ambos, de modo que pudo controlar mejor la hemorragia. Cogió entonces la capa del enano, situada junto a ella y aprovechó los jirones rasgados por las garras de los no muertos y lo vendó, cuidándose no no tocar con la sucia tela directamente la herida, sino interponiendo los trozos de su capa de paladina. Un último pedazo de nívea tela, fue arrancado con pesar y usado para cubrir la herida de la espalda antes de vendarle el torso por completo para proteger ambas heridas, pasando un extremo sobre el pectoral del enano y cruzándolo sobre el omóplato para luego enrollarlo en torno al abdomen. 

Exhausta, la paladina se desabrochó la capa. Antes por los tobillos, ahora la tela con el blasón de su divinidad llegaba hasta la parte posterior de sus rodillas. 

_Éste hombre la necesita más que yo_ dijo cubriendo los hombros del enano con ella, pues sabía que tras la abundante pérdida de sangre, necesitaba entrar en calor. Recogió el mangual del herido y se lo ciñó a su cinto para dárselo al enano cuando recuperase la consciencia... si es que volvía en sí.

<> piensa visiblemente preocupada por el fornido varón. Mira alrededor, pues con el hombro herido necesita ayuda para cargar al herido y llevarlo a la posada, donde habrá fuego para calentarse y vino que hervir para evitar que las heridas, tanto las de ella como las del enano, se enfermen.

_¡Que alguien me ayude! ¡Hay que salvar a este hombre y llevarlo a la posada presto!_ grita impotente al intentar cargar en vano al enano. 

Beleg enfundó de manera mecánica la espada mientras miraba a su alrededor evaluando qué corría más prisa. Su escrutinio enseguida localizó al enano, a quién no conocía pero había visto luchando enérgicamente contra los esqueletos, lo que automáticamente lo colocó en la lista blanca del elfo. Con pasos decididos, se acercó a él y se arrodilló a su lado, examinando atentamente sus heridas sin tocarlo para no empeorarlas: podía ver claramente la carne desgarrada y sangrando a la altura de las costillas, pero también vió que bajo el enano se formaba otro charco de sangre, seguramente por una herida en la espalda.

- Joder, está muy grave...- susurró preocupado, más para sí mismo que a nadie en particular.

Con todo el cuidado del mundo, empezó sacando un trapo limpio de su bolsa y lo rasgó para hacer vendas. Guardó una parte para limpiar con agua las heridas de ambos lados y lo vendó alrededor del cuerpo tan fuerte como pudo para detener la hemorragia. Poco a poco, la sangre dejó de empapar las vendas y pudo notar que el enano empezaba a respirar con algo menos de dificultad.

Cuando el trance del conjuro terminó y la llegada de la guardia puso fin al combate, el hermano Códice estaba tan agotado que se habría tirado en la hierba cercana con mucho gusto. Pero el trabajo del clérigo empieza cuando acaba el combate, como decía siempre el hermano Bistro, su maestro, que había sido aventurero en su juventud. Al volverse hacia los otros valientes que habían luchado contra los esqueletos, lo primero que vieron los ojos de Códice fue a la mediana llamada Ladfiena con la mano ensangrentada en el vientre y doblada sobre un charco de algo oscuro.

-¡Por las cavernas floridas de Vonnegut! -exclamó asustado, corriendo hacia ella-. ¡Permitidme que os ayude, señorita Correstepa!

Por algún motivo que el medioorco no entendió, la mediana se revolvió en sus brazos cuando éste la tumbó en el suelo y colocó sus manos sobre la herida, pero eso no significó ningún problema para la mole andante que era el clérigo. Códice evitó conscientemente mirar al drow que estaba junto a la mujercita, y se concentró en sus plegarias.

-¡Oh, Señora del Grano! Que Tu magia sane las heridas de este heroico cuerpecito, que ha sufrido al contacto de esas bestias blasfemas, Tus enemigos...

A medida que recitaba las palabras, notaba como la herida en el vientre de la mediana se iba cerrando bajo su manaza, aunque sin llegar a curarse del todo. El mestizo sabía por experiencia que las venas alrededor del corte habían tomado una coloración verduzca, dejando una especie de tatuaje en la piel que la mediana vería si se quitaba la ropa, así que explicó:

-Encontraréis que el entorno de la herida tienen un aspecto... especial. Es un efecto de la magia curativa de la Diosa: en unas horas se habrá ido.

Y partió a ayudar a los demás. Su siguiente paciente fue el enano maloliente de la taberna: de no ser por el elfo que estaba a su lado, tratando de estabilizarlo, tal vez Códice hubiera pensado que estaba muerto. Respirando por la boca para no captar el olor, Códice se acercó a la pareja. No tuvo que esperar mucho a que el elfo terminara de vendar al enano y le dejará espacio para hacer su labor. En esta ocasión, el clérigo puso sus dos grandes garras sobre la herida sangrante del costado del enano y pidió a su diosa que ayudara al moribundo. Mientras lo hacía le pareció ver un ratón de campo entre las barbas del guerrero, pero desechó la idea por absurda. Cuando levantó las manos, la herida había dejado de sangrar y el enano recobraba lentamente la consciencia.

-Por cierto: me llamo Códice -dijo tomando de la mano al elfo, que al momento pudo sentir como las fuerzas volvían a su cuerpo y la herida de su garganta dejaba de sangrar. El clérigo sonrió con su monstruosa dentadura al ver cómo el elfo notaba su magia. Antes de partir, también dio al elfo las explicaciones pertinentes sobre el aspecto que tendría su cuello y las heridas del enano.

Encontró a la paladina mirándose con cuidado un feo corte que tenía en el hombro.

-Con vuestro permiso, lady Isthar... -dijo el semiorco con amabilidad. Entonces puso con cuidado su mano sobre el hombro de la tiflin y el dolor desapareció-. ¡Habéis combatido como sólo una paladina de Torm podría hacerlo! -exclamó sonriente mientras dejaba la herida y daba un fuerte apretón de manos a la hembra, todavía algo aturdida.

Me notaba muy debil, el ultimo disparo me había costado un esfuerzo superior y el estomago me ardía con un dolor agudo, encaro al esqueleto actuando mas por instinto de supervivencia que por otra cosa, cuando los brazos me pesaban como rocas el esqueleto empieza a correr, la cabeza me duele, los ojos me pesan por pura inercia cojo una flecha, de algún modo extraño noto que es muy sencillo tensar el arco y disparar, no tanto mantenerme en pie, me siento caer.

Tengo la mirada borrosa cuando el orco mezclado se acerca, intento levantarme y luchar de nuevo pero ni los brazos ni las piernas me responden, noto como me coge y domina facilmente a pesar de mis intentos de escapar, aprieto los dientes con fuerza  para sobreponerme al dolor pero es inutil, estoy exhausta y cierro los ojos.

 El dolor empieza a remitir inexplicablemente ¿sera esto lo que se siente al morir?, ya no podre ser una heroina ni acompañar a Fewyhn al sol.

Escucho al orco mezclado decir algo pero no alcanzo a entenderlo, algo de blasfema, enemigos, magia y diosa ¿va a ofrecerme en sacrificio? no puedo permitirlo, todavía con la mirada enturbiada busco mi arco, me arrastro como puedo a por el y lo uso de bastón para levantarme mientra noto como las fuerzas vuelven poco a poco, cuando me siento lo bastante segura como para sostenerme sobre mis propias piernas me giro en busca del mezclado.

Lo veo saludando a la demonio ¿serán cómplices? Fewyhn dijo que la demonio tenia que ser buena por el simbolo sagrado pero el orco mezclado era el primo del que mandaba a los esqueletos.

Fewyhn esta a mi lado Fewyhn ese orco mezclado es primo del otro que huyo, se lo oí decir antes, no permitamos que huya cojo una flecha y la cargo en el arco ¡QUIETO VILLANO! tú y tu primo no atacareis a mas gente inocente ni ofrecerás a nadie en sacrificio digo mientras tenso el arco apuntando al mezclado, los brazos todavía me pesan y noto como tiembla el pulso, pero no le dejare huir como su primo.

Códice se giró alarmado al oir a la mediana gritar de esa forma. ¿¡Otro enemigo!? ¿¿De dónde habrá salido...?? Le costó unos segundos darse de cuenta de que se estaban refiriendo a él.

-Eh.. ¿Qué...? -Levantó las manos en gesto de paz.- ¿Qué decís, señora? -¿Yo y mi primo...? ¡Ah! ¡Yo y mi "primo"!- ¡No! ¡Os confundís, os lo aseguro! ¡No tengo nada que ver con las maldades del orco que nos atacó! ¿¡No veis que soy un sacerdote de la Diosa!? -añadió ofreciendo sus manos ensangrentadas por las curaciones-. ¡Por los rayos de Lathander! ¡Pero si me jugué el pellejo al entrar en la casa en llamas!

El semiorco se acercó a Ladfiena y aunque a Fewyhn no le gustara y sin su consentimiento procedió a curar a la mediana. Fewyhn esperó a que estuviera lejos para volver a Ladfiena, quien en un acto de valentía se levantó, tensó su arco y se dispuso a enfrentarse al orco.
Lothar interrumpió a la mediana muy sosegado, aunque la mediana parecía decidida a acabar con el semiorco no se daba cuenta de que poco daño le iba a hacer. Tieness la flecha al revesz La mediana parecía tan exhausta que no se percató que poco daño le iba a hacer, bueno algo de daño le causaría...
Fewyhn se inclinó hacia la mediana para tenerla más cerca, se interpuso entre ella y el semiorco Lothar, ssssiéntate. Tranquila. El orco no tiene que pagar lass fechoríass de sssu primo. dijo pausadamente. Sabía perfectamente que si la mediana quisiese al orco muerto ya estaría agonizando en el suelo, por lo que tendría dudas y una oportunidad de sosegarla. Yo hablaré con él, le convenceré para que reniegue de sssu familia y a los ojoss de Eilistrae acepte la bondad. Con la mano lentamente llevaba la mano del arco hacia abajo. La ayudó a sentarse y le ofreció algo de agua, acto seguido fue tranquilamente hacia el semiorco.

Sorry, no vuelve a pasar!!!