Partida Rol por web

A pesar de que Lance subía que el orco iba a lanzar un ataque en su contra, no pudo prever que el arma le llegaría por el otro costado, haciendole un buen tajo en el pecho.....el grito de dolor del guerrero no demoró en salir y retumbar por las paredes de aquel tunel...no podia ver bien a su atacante, pero escuchó que este soltaba su arma, rindiendose....sin embargo la furia del guerrero era tal, que tan pronto el drow le arrojó el alfajón a códice, se lo arrebató y se fue hacía el orco, mientras el drow intentaba hablar con él....Codice! apoya al drow y haz que esta sabandija suelte la lengua, y traduce lo que voy a decir!!! - le ordenó-....luego levantó a un orco desmayado y lo puso frente al que estaba con el drow...DONDE ES LA SALIDA??? -le gritó, a pesar que sabia que no le iba a entender...sin embargo esperaba que sintiera su furia y empezara a hablar-.....luego rapidamente degolló al orco desmayado, haciendo que la sangre le salpicara en la cara al otro.....la rabia del guerrero era evidente...
 

Ladfiena se dio cuenta de que el combate había terminado, Fewyhn le entrego una daga, demasiado grande para ella y demasiado aparatosa, el pomo no encajaba adecuadamente en su pequeña mano, pese a ello, era mejor que nada, se apoyo en la oscuridad mientras sus compañeros hacían las cosas, por el ruido supo que uno de ellos estaba vistiéndose y también escucho a Lance bastante irritado, por su parte cogió la comida y dio unos buenos bocados encontrando incluso deliciosos los gusanos.

Cuando Rivoel notó que el combate cesaba, dejó de emitir su épico cántico, que continuó resonando durante unos segundos.

El bardo estaba realmente asustado. Su corazón palpitaba rápidamente y respiraba con rapidez. Se pegó a la pared para cubrirse la espalda y al poco pronunció :

¿Estáis todos bien? ¿ Que ha sucedido? espero haberos ayudado con mi cántico.

Por lo que iba oyendo y lo que decían sus compañeros pudo deducir que estaban todos vivos y que había habido una pelea contra unos orcos, de los que había un prisionero. Y que estaban repartiéndose las armas y algo de botín. Cuando Rivoel se enteró de que había monedas de cobre dijo:

¿Alguno de los que podéis ver podéis machacar una moneda de cobre hasta aplastarla y poder sacar de ella un fino filamento ? Lo necesito para poder crear un hechizo de luz.

Y mientras esperaba una respuesta, cogió una de las monedas de cobre e intentó doblarla con la boca.

Si sobra algún arma yo la llevaré... ¿ hay algo con lo que podamos hacer un fuego? no se... algo de tela por ejemplo

A pesar del torpe desempeño de todos, Klain había salvado la situación de forma formidable. ¡Gracias, mi señora, por haberme enviado a este enano providencial!, rezó el sangre-orca para sus adentros, sintiéndose afortunado de tener tal aliado aunque ahora tuviera que agarrarle para que no sacara las tripas a mordiscos al último orco consciente. Necesitamos respuestas, se dijo. Tampoco olvidaba el emocionante cántico de Rivoel, todavía en retumbando en sus oídos, ni el afortunado disparo de Benen: cuando pudo finalmente hacer luz, Códice puso su manaza en el hombro del bardo a modo de agradecimiento y dedicó al mediano una sentida mirada. Incluso el guerrero que se hacía llamar Lance había tratado de defenderle, con menos suerte, del orco que le había herido. Pensaba agradecérselo, pero entonces contempló horrorizó como el guerrero cortaba la garganta a uno de los orcos inconscientes, y se lo pensó. Se lo agradeceré mejor cuando me ocupe de sus heridas. No dijo nada más: no le gustaba matar a sangre fría, ni siquiera a alguien de su mala sangre, pero... ¿Qué iban a hacer si no con los orcos? ¿Llevarlos prisioneros? No tenía sentido. Cediendo su piedra luminosa al bardo, el fraile se acercó y se arrodilló frente a su gimoteante congénere.

—Guerrero, tuviste tu oportunidad de someterte a la voluntad de la todopoderosa Shar y la perdiste: nos atacaste. Ahora responderás a mis preguntas, y a las de Lord Tormento —añadió con un gesto que indicaba que se refería a Fewyhn—, o cuando mueras mi señora arrancará tu alma de las manos de Yurtrus —dios orco de la muerte— y te torturará horriblemente por toda la eternidad. —Hablaba en orco, pero pidió a Fewyhn que tradujera para para los demás. Hablaba, además, con gran seriedad y firmeza.— ¿Cómo se sale de esta caverna? —añadió a lo que había dicho el drow, cumpliendo la petición de Lance—. Y di la verdad, porque, si no lo haces, lo sabré... te lo aseguro... y me encargaré de que sufras lo indecible antes de que mi siervo humano acabe misericordiosamente con tu blasfema existencia.

Finalmente la lucha terminó. Los demás parecieron calmarse y un orco gritaba con miedo. Era fácil de suponer dónde estarían los otros. 

-¿Le habré dado a alguno de los míos con la piedra?-Pensó el mediano.-Mejor no arriesgarse a preguntar. 

El drow le había dicho que lo estaba haciendo bien. ¿Sería por no molestar? Quien sabe. Los Drow eran una raza peculiar, con lo que Benen no sabía muy bien a qué atenerse.

En ese instante sintió el tacto de algo colocado en sus manos. Era un arma, como una daga, pero demasiado grande y a la vez algo pequeño para ser una espada. La factura era algo tosca, tenía esquirlas sin pulir en alguno de los lados y el filo no era el más conveniente. El equilibrio tampoco era lo mejor para poder lanzarla y pesaba demasiado. Sin embargo, a Benen no le importó lo más mínimo. Con su honda, sus piedras y su nueva daga tenía el principio de un nuevo arsenal. La vida volvía a sonreirle y Benen Bajorrama, como siempre, le devolvería la sonrisa.

-¿Alguien tiene una cuerda o cinturón?-Preguntó.-No tengo dónde meter la daga.

La moneda puedes moldearla mejor con fuego.-Dijo después al escuchar la pregunta del bardo.-O la moldeo yo con lo que haga falta, pero cualquier cosa por un poco de luz.-Pensó el mediano sospechando que su cabeza no estaba tan fría como él pensaba. Tanto tiempo de oscuridad pasaba factura.

Ni un segundo había pasado cuando vió el fulgor creado por el semiorco unos pasos más allá.

-Alabados sean los dioses.-Pensó al ver lo que habían hecho con aquellos orcos.-Nos ha ido de un pelo. 

En ese instante, una lágrima corrió de uno de sus ojos y se quedó pasmado mirando la luz.

-G...Gracias.-Alcanzó a susurrar.

Cuando se hizo la luz Rivoel echó un vistazo general a la situación e imaginó como se habían desarrollado los acontecimientos. Vio al humano fuera de sí y prefirió no mirar cuando cogió al orco para sacrificarlo. para apartar su atención de la sangría, se apresuró a coger un hacha y con su parte roma, empezó a machacar una moneda de cobre hasta dejarla plana, para así poder cortarla en filamentos.

El orco estaba completamente horrorizado, está bien que un orco matara a otro por placer, pero así eran los orcos. Pero que un humano lo hiciera, lo aterrorizaba más de lo debido, al ver como era degollado su compañero, el orco se tiró a los pies del guerrero, suplicando y sollozando en su propio idioma.

Presto atención al semiorco mientras hablaba y accedió sin contemplaciones a colaborar. -Aquí vivimos la tribu de las plumas negras, es un complejo de cavernas laberínticas..... por favor, no me maten, señor tormento, piedad piedad! -Esta vez estaba a los pies de códice suplicando por su vida. -No dejes que ese humano me haga daño!.

Continuó suplicando y parafraseando cosas mientras el resto del grupo reunía las pertenencias de los caídos. No mucho más podía decir el orco, salvo que eran una tribu en decadencia de algo más de una veintena de orcos aptos para el combate y una cantidad similar de hembras y cachorros. Ellos solo exploraban los túneles en busca de comida cuando se cruzaron con los héroes. En cuanto a la salida, explicó más o menos, pero en un laberinto era imposible dar indicaciones exactas, incluso para los más inteligentes. El orco se ofreció de guía, pero luego de una breve deliberación, se descartó la idea, en cualquier momento los podría poner en evidencia y Klain no quería nada que ver con el orco que había intentado matar a sus compañeros.

Decidieron entonces repartir las pertenencias. Improvisaron cinturones, bolsas y fundas con las correas y la ropa que portaban los orcos. Ante la oposición que puso códice de sacrificar a los otros orcos que aún quedaban con vida, decidieron incapacitar al que estaba despierto. A ambos orcos los amarraron y los amordazaron como mejor se pudo. Tardarían un par de horas en despertar y solo el destino se encargaría de su suerte. Rivoel alcanzó a reunir material suficiente para 2 antorchas, pero andar con luz en medio de la oscuridad era una invitación a una emboscada y sin duda llamaría la atención, así que decidieron 

El grupo avanzó más o menos siguiendo las directrices que el orco les había señalado. El túnel se hacía largo y Códice aprovechó para sanar a los heridos: A Lance le sanó el feo corte en el torso que tenía, la rasgada se cerró mágicamente y el guerrero sintió la presencia de Chauntea en su interior, de lo que había sido un feo tajo, ahora solo quedaba una cicatriz. A Klain también le sanó casi por completo el tajo en el pecho y alivianó la herida sufrida en el cuello. En cuanto  si mismo, prefirió guardar su conjuro para otra ocasión.

Avanzaron durante una hora, cuando empezaron a sentir el deseo de comer. Abrieron las raciones orcas y las comieron, algunos con más gusto que otros, pero en las circunstancias en que se encontraban, la comida de orco parecía un manjar!. Descansaron otra hora a causa de la debilidad y el cansancio por el combate, el hambre ya no era una cuestión que fuera indispensable en estos momentos, la fatiga se había ido y aunque seguían estando débiles, ya no les costaba tanto avanzar a buena marcha.

Avanzaron un tiempo más, metiéndose en uno y otro túnel, ya habían perdido hace tiempo las indicaciones que les había dado el orco ese. Empezaron a pensar si no era mejor haberlo traído, pero rápidamente se convencieron que ante la primera oportunidad, el orco revelaría la posición del grupo.

Seguían avanzando por el túnel cuando algo lejano llamó la atención: Luz. El grupo entero se ilusionó pensando que hab;ia llegado a la salida, al fin habrían llegado a la libertad de la superficie. pero no fue así:
A medida que se acercaron, evidenciaron que no se trataba de luz del día, se trataba de luz de fuego; era una habitación relativamente grande, quizá de unos 15 metros de diámetro con una fogata en el centro. A su alrededor estaban acostados varios cuerpos humanoides, 5 de ellos eran orcos combatientes y 8 eran hembras, cada una con un cachorro en brazos, seguro no presentarían amenaza en combate. Todos dormían, o al menos intentaban hacerlo! 

A uno de los lados de la habitación se encontraba la estatua de piedra rota de Moradin, la misma estatua que el orco había mencionado como el túnel que se dirigía a la salida, solo debían atravesar un obstáculo más. Pero  había más: A la derecha, es decir al otro extremo de la estatua, se encontraba una muchacha humana amordazada de pies y manos, su cara estaba llena de moretones y sangre seca adornaba su ropa, era sin duda la distracción de los orcos cuando se aburrían. parecía estar durmiendo en un sueño intranquilo. Habían otras 3 entradas más, pero ninguna de ellas podría interesar al grupo.

Por un lado estaba atacar a mansalva y aprovechar la sorpresa para acabar con los orcos mientras dormían, por otro lado estaba la opción de pasar sigilosamente hasta el túnel de moradin, pero por otro lado estaba la chica. ¿Rescatarán a la chica arriesgándose a despertar a los orcos? ¿Pasarán desapercibidos en dirección al túnel que los llevaría a la superficie? ¿Quizá les haya gustado mucho el complejo y decidan explorar una de las entradas para seguir explorando las cavernas? ¿O quizá decidan que es mejor ir a la fija y pasar por el cuchillo a los orcos que duermen en el suelo?..... Es su decisión!

Lo ssssiento códice... dijo Fewyhn con una sonrisa. Lo que haré, no te gussstará empezó a decir pero no hay mal que por ventura venga... terminó diciendo señalando a la chica. Se puso en formación, espero unos segundos que sus compañeros se prepararán y se acercó para atacar a uno de los orcos. Sus compañeros no eran sigilosos, lo habían demostrado en numerosas ocasiones, los orcos se iban a despertar y no iba a esperar a que eso pasara...

-Al menos esta vez veo por dónde voy.-Musitó el mediano entre dientes moviéndose sin hacer ruido para esconderse en el primer saliente de piedra que viese. Una única vez podría atacar por sorpresa y estaba decidido a aprovecharla.

-Me recuerda a ciertos enanos que no acabaron bien.-Pensó en ese momento.-Solo espero que esta vez la cosa no sea igual.

Ladfiena entendió la intención de Fewyhn pero a pesar de todo matar a un enemigo dormido no le parecía algo honorable y un paladín no lo haría jamas, en lugar de ello se acerco sigilosamente a la humana y empezó a cortar sus ataduras mientras miraba si todo iba bien

Veamos: cinco guerreros, ocho hembras, crías... Códice todavía estaba sopesando la situación cuando el drow, que parecía tener algún resorte en el culo (o en su pérfida alma de asesino), salió del escondite acero en mano en dirección a los orcos durmientes. ¡Pero qué demonios y diablos...! Ya era tarde para detenerle, pero... ¿Lo habría hecho, de todas formas? El diálogo y las artimañas no sirven con estos bárbaros, se dijo pensando en los enemigos que habían dejado atrás.

El recuerdo de esos jóvenes orcos reavivó una duda que se había abierto camino en su mente: cuando la dicotomía era vivir o morir, las decisiones eran fáciles, pero... ¿Y cuando hay más opciones? ¿Debería, por ejemplo, perdonar la vida de estos monstruos, si era posible? Al fin y al cabo, toda vida es sagrada, y aquí hay muchos inocentes... Pero, ¿y qué hay de la naturaleza violenta y asesina de estos seres, que sin duda les llevará tarde o temprano a acabar con la vida de inocentes campesinos? El hecho de que él mismo tuviera sangre orca en las venas, y que no tuviera claro si su carácter civilizado se debía a su sangre humana o era algo que cualquiera podía alcanzar, no le ayudaba con el dilema.

Mientras pensaba, ¡los dos medianos habían desaparecido! No tardó en encontrar a Ladfiena yendo hacia la mujer encadenada, pero de Benen no había ninguna rastro. Dispuesto a ayudar, el fraile chaunteano se preparó para saltar al ruedo en el mismo momento en que el sigilo de sus compañeros se fuera al traste y comenzara el combate. Ayudaré a la señorita Correestepa, decidió mientras contemplaba de los etéreos movimientos de su compañera. ¡Es lo mejor que puedo hacer!

Como tenía acostumbrado, Rivoel amenizaba el camino con alguna historia, poema o cántico, siempre en tono bajo, para no llamar la atención a posibles enemigos. Cuando llegaron a la sala de los orcos, el semielfo tragó saliva cuando vio como el Medio oscuro decidía el destino de los presentes. Los orcos guerreros no eran muchos, pero desconfiaba de las hembras, que eran mayor número. En esa raza no se distinguía muy bien hombre de mujer. temía que al verse amenazadas y para defender a sus pequeños, se lanzaran al ataque por instinto de supervivencia.

-Yo no me olvidaría de las mujeres. Cualquier hembra es capaz de cualquier cosa por salvar a sus crías.  Susurró Rivoel al ver como sus compañeros se confiaban de atacar solo  a los guerreros. ¿ Esta matanza es necesaria...?

Al ver que todos seguían pensando en el ataque, Rivoel quiso poner a salvo a la humana y acompañó a la mediana en su cometido. Hacha en mano se acercó en silencio hacia la joven para intentar sacarla de allí con vida. La despertó delicadamente, haciéndole un claro gesto para que guardara silencio. Luego le rasgó las ataduras y esperó para, aprovechando el desconcierto del combate, dirigirse con ella hacia la salida, evitando pasar cerca de la pelea e intentando. 

Mientras  desataban a la joven, Rivoel  susurró a la mediana  - Prende una de mis antorchas por si tenemos que salir huyendo.

El guerrero se sorprendió al ver la rapidez con que el drow se dirigia a atacar a los orcos dormidos...ni siquiera se habia tomado la molestia de pensar en otras alternativas o de trazar un plan con su grupo, sin embargo, no se molesto con el drow porque bien sabia que atacar era el mejor plan en esta situacion, pues sabia que su torpeza con el sigilo despertaria a los orcos y empeoraria las cosas...

al ver a sus compañeros adelantarse y tomar posiciones, decidió imitarlos y lentamente ando en la punta de los pies tratando de hacer la menor cantidad de ruido, sin embargo cada paso que daba le parecia como si de sus pies salieran relampagos...esperaba no despertar a los orcos y poder atacarlos mientras dormian...

cuando finalmente llegó a un orco, rapidamente pasó su arma por el cuello, dejando que la sangre se escapara rapidamente por su garganta y aniquilandolo...

El Mediano fue el primero en reaccionar, buscando al orco que estaba cerca de una roca, aparecería como una sombra y clavaría el puñal en el cuello del feo durmiente. La imagen de su asesinato sigiloso pasaba por la cabeza de Benen y una imperceptible sonrisa se dibujaba en su rostro  medida que avanzaba tan sigilosamente como podía. Pero todos los planes d Benen y del resto del grupo se fueron al traste con los gritos y murmullos de Fewyhn.

El Semidrow avanzaba con su espada de pirata a toda marcha en contra de los orcos para hacerles rendir cuentas. Todos los orcos despertaron y notaron la presencia del grupo, los machos aún desorientados intentaron agarrar las armas aún en el suelo mientras las hembras aferraban a sus cachorros.

Lo héroes fueron más rápidos y Benen clavó la daga en la nuca del orco sin que este lo alcanzara a notar, la muerte cayó sobre él instantaneamente dejando tras de si un charco de sangre pululenta.
El semiorco permanecía estático en su lugar, observando claramente el caos que en menos de un par de segundos se iba a formar: machos orcos llenos de testosterona atacando con sus hachas de batalla mientras las hembras desarmadas intentaban huir con sus crías. No se equivocaría.
Ladfiena avanzó a pequeños pasos y llegó a donde la muchacha prisionera, a toda prisa empezó a cortar con su 'gran' daga las mordazas que le tallaban las muñecas.
El Enano -Al igual que el SemiDrow- parecía estar disfrutando de la escena, como un toro enfurecido cargó con sus cortas patas hacia un orco que se arrastraba para recoger su arma; La espada del enano atravesó por completo el cráneo del orco y lo partió en dos pedazos limpios.
Rivoel decidió ayudar a la mediana, llegó con su hacha en mano mientras advertía de la peligrosidad de las mujeres orcas. Ayudó a cortar la cuerda que ataba a la muchacha de los pies.
Fewyhn enceguecido por la sed de venganza, lanzó su ataque junto al Enano, atacó a otro orco, pero justo en el instante en que la espada descendía y cortaba el aire, el orco se corrió unos centímetros, suficiente para que la espada del Drow golpeara al suelo con un golpe seco, el Alfajón vibró por unos instantes y estuvo a punto de romperse, pero la suerte estuvo de parte de Fewyhn.
Lance intentó acercarse calladamente a otro orco, pero la bulla de su grupo y del combate lo hizo cambiar de parecer y salió al ataque junto a sus compañeros. El alfajón del guerrero se estrelló contra la espalda del orco y un río de sangre empezó a emanar desde el cadáver maloliente pielverde.

Los orcos aún no reaccionaban cuando Benen estaba de nuevo atacando con su daga a otro orco en el suelo. Esta vez falló y su daga no penetró el tachonado que vestía el orco.
Códice alcanzó a llegar al lugar donde estaba Ladfiena y Rivoel justo en el momento en que liberaban a la muchacha, la pobre presentaba claros signos de debilidad y deshidratación -sin mencionar las feas heridas- así que el fortachón sirviente de Chauntea se cargó la muchacha al hombro y empezó  dirigir sus pasos hasta la entrada, seguido muy de cerca por el bardo. Mientras tanto, Ladfiena cogía algo de ropa seca y material que Rivoel le había dado y cogió un palo, envolvió la tela e improvisó una antorcha que encendió con el fuego de la llama central de la habitación.
El Enano seguía dando espadazos a diestra y siniestra, esta vez fue para uno de los dos orcos machos que aún vivian. El corte fue limpio, el primer tajo cortó su mano limpiamente y el segundo su cuello, desprendiendo la cabeza del cuerpo.
El último orco macho en pie, corrió con la mala fortuna de encontrarse de cara con los ojos negros del Sangre de Drow, la furia que desprendía era comparable a la vehemencia con la que atacaba Klain a esas horripilantes criaturas pielesverdes. La espada de Fewyhn se clavó entre las cejas del orco y penetró varios centímetros al interior de su cabeza, dejándolo sin vida antes de que pudiera rogar por clemencia.

Y fue ahí donde el caos se desató. Las hembras al ver como en cuestión de segundos eran asesinados los machos, empezaron a lanzar chillidos agudos, acompañados en coro por los horripilantes gritos de las crías, algunas hembras tenían dos y tres críos. Empezaron a correr por la habitación y algunas pudieron pasar por la espada de algún PJ (eso lo decidirán por roleo). Todas empezaron a dirigirse gritando y chillando por las tres entradas que daban contra el fondo de la habitación.

Segundos después, el sonido del acero desenfundado y gritos gruesos acompañados de rugidos llegaron a la habitación donde se encontraban los fugitivos. Sin tiempo para registrar los cadáveres y solo pudiendo recoger algunas armas que estaban a la vista (ver notas) el grupo emprendió la fuga, sabían que habían llamado la atención de más orcos y debían huir a toda prisa si no querían verse rodeados de enemigos en solo unos instantes.

Klain cogió 3 cosas, una más grande que la anterior y se las echó al hombro: Un escudo pequeño de madera que yacía postrado contra una estalagmita, a la pequeña Ladfiena que cargaba una antorcha y la gran hacha que yacía cerca del primer orco que mató -Coger lo que mas poder- Masculló el Enano entre dientes a sus compañeros mientras empezaba la carrera a la salida.

Avanzaron por un único túnel que daba a la salida, la luz al final del túnel era clara y cargada de esperanza, pero a las espaldas los héroes tenían perseguidores. Las maldiciones se escuchaban cada vez más cerca. Avanzaron a la velocidad que los pies permitían hasta que llegaron a la luz que habían estado persiguiendo por muchos días..... demasiados días.

La luz del sol golpeó como un puño de acero lo ojos de los que huían, y quedaron ciegos durante un corto instante en el cual no pararon de correr. El viento frío golpeó los cuerpos y no tardaron en darse cuenta del paisaje que tenían delante: Picos y montañas en la dirección que miraran, no habían senderos ni caminos, solo pasos agrestes y riscos amenazantes. Los picos alpinos amenazaban desde el cielo con desprender la cáscara blanca que los bañaba, muy altos para tratarse de las colinas de la daga desde donde habían iniciado el túnel. Era evidente que ahora se encontraban solos y desprotegidos en medio de las montañas boca del desierto! 

Con miedo en las entrañas y frío en los huesos, avanzaron algunas pocas millas, con la certeza de que los orcos ya no los perseguían gracias a la luz del sol, pero si contaban con algún buen explorador entre sus filas, seguro saldrían a cazar esta noche.
Avanzaron lo que más pudieron, vacilando en cada momento, la mayoría sabía de los horrores que podían encontrarse en esas montañas, y los orcos estaban entre los menos temidos.
Pero al parecer tymora les sonreía y no se encontraron con nada el resto del día, cuando se ocultó el sol, habían llegado a una abertura en una de las montañas que seguro los protegería del viento helado de las montañas, allí se instalaron para pasar la noche.

La chica estaba semi inconsciente y no pronunciaría palabra coherente hasta el próximo día (si es que llegan a un próximo día), pero tiritaba de frío. Todos vestían con mantas para clima frío excepto ella, sus harapos no ofrecerían protección alguna contra el clima que no daba tregua. Podrían encender un fuego para pasar una noche placentera con el frío fuera de sus huesos y la comida recolectada por Klain, Fewyhn y Ladfiena caliente y bien preparada, pero el fuego podría atraer atención indeseosa en medio de la noche. Algún ser inteligente o algún depredador curioso. Pero si no era así, alguien debía pasar una noche con frío y si ese alguien era la muchacha, quizá no sobreviviera para ver de nuevo el sol de la mañana.

Se encontraban en el límite occidental del valle, debían coger camino en dirección al oriente para regresar al interior del valle de la daga, o coger al oeste para llegar a un mar de leguas y leguas de desierto yermo. La decisión era lógica, pero los aventureros nunca eran reconocidos por tomar decisiones lógicas en sus vidas!.

¿Dormirán sin fuego esta noche? ¿Encenderán alguna fogata para reconfortarse durante la noche? ¿Alguien se las dará de paladín del amor y la bondad y ayudará a la muchacha con su manta de invierno quedando completamente desnudo? ¿Tomarán guardia durante la noche, o dormirán todos plácidamente?.... Es su decisión y su turno.

Mientras encendías la antorcha, allá dentro de la caverna en medio del combate, lograste divisar un resplandor a unos cuantos metros, un broche de oro de alto valor yacía bajo unas setas que crecían al pie de una estalagmita. Quizá a algún orco se le cayó mientras 'jugaba' con su prisionera.

Lo cogiste y lo guardaste.

¿Lo cogerás para tí sola y no le dirás a nadie? ¿Compartirás tu hallazgo con tus compañeros? Es tu decisión!

El combate fué rápido y letal. Aprovechando la escasa luz y la abundante sombra, donde alguien como Benen era mortífero, se lanzó sobre cada orco que vió. Por primera vez en no sabía cuanto tiempo, el mediano se sentía fuerte, se sentía poderoso, se sentía vivo. Ya no tenía miedo. La sensación de poder que le embargaba al ver como la hedionda sangre de orco liberada por su daga caía al suelo era indescriptible. Benen era alguien nuevo, y por los dioses que le encantaba. Ni siquiera las hembras se libraban, cada una que pasó por su lado se llevó un tajo de su daga que en algunos casos hizo que ellas y las crías que portaban cayeran al suelo. En el fondo sabía que aquello no estaba bien, pero por alguna razón había dejado de importarle.

A la carrera, el mediano se lanzó a por las dagas que había en el suelo. Eran demasiado grandes para él, pero aún así le servirían hasta que pudiera hacerse con otras de su talla. Poco a poco Benen Bajorrama volvía a estar armado, y esta vez no dejaría que lo cogiesen.

-Cojo un puñado de cosas, luego ya veremos quien se queda que.-Dijo agarrando también una jabalina y un escudo.-Lo importante es sacar de aquí lo más que podamos y rápido. 

Acto seguido se dió a la fuga.

Las voces de los orcos lo perseguían, cada segundo se acercaban más y más. Aquello no tenía visos de acabar bien, pero el grupo apretó el paso y salieron de la cueva directos a la luz. El sentir aquel subidón de adrenalina, aquella ceguera en los ojos y aquel miedo recorriéndolo hizo que por un instante se sintiera como en las cuevas, vulnerable y asustado. Sin embargo esta vez fué diferente. Se sentía a salvo. Había vuelto a la superficie y la luz del sol lo recibía. Aquello no sería su fin, solo un nuevo comienzo.

Caminó alegre durante todo el día en compañía del resto. De vez en cuando silbaba o canturreaba alguna cancioncilla de su hogar, sobretodo canciones infantiles u obscenas, y, en algún caso, las dos cosas. Llevaba todo un arsenal, su honda, sus piedras, tres dagas, jabalina y escudo, aunque estos últimos se los ofreció a cualquiera que los quisiese. Seguramente casi cualquiera de ellos los usaría mejor. 

Tras unas cuantas horas de viaje, el grupo llegó a un lugar seguro... o al menos eso esperaba.

-Se me ocurre una idea.-Dijo sin darle demasiada importancia.-Aunque igual es una estupidez. 

Creo que lo más conveniente sería no encender fuego.-Dijo.-Por precaución. Podemos hacernos con unas cuantas ramas largas y cortas. Atarlas con enredaderas y afilar las puntas para formar una pequeña valla defensiva que nos sirva de parapeto en medio de la noche. Si la aseguramos bien y la cubrimos con ramas verdes de arbusto para que no nos encuentren podemos usar esta abertura durante uno o dos días como mucho para descansar hasta que nuestra acompañante y nosotros estemos recuperados del todo.... más no sería recomendable, porque es casi seguro que los orcos nos buscarán y deberíamos alejarnos lo antes posible. 

En fin, ya os digo que igual es una tontería, pero creo que nos daría algo de seguridad y unos segundos de tiempo si nos atacan para encender antorchas.

Otra cosa que se me ocurre es cubrir el suelo con hojas para aislarnos del frío y dormir apilados. Puede que no sea lo más cómodo, pero así conservaremos el calor. Los más pequeños, Ladfiena y yo, podemos dormir junto a nuestra invitada apoyándonos sobre ella para mantenerla caliente. Además creo que Códice por su tamaño sería un aceptable foco de calor para uno de los laterales. La otra manera posible que me viene a la cabeza es que todos juntemos los pies formando un círculo, como si fuesemos los radios de la rueda de un carro con las cabezas hacia afuera. De esa manera, las mantas de todos formarían una cubierta bajo la que estaríamos todos, con lo que todos tendremos calor y podremos dormir bien.

Ocultos todos en aquella brecha de la montaña, Códice se vio por primera vez en todo el día con la tranquilidad suficiente para echar un vistazo* a las magulladuras y heridas de sus compañeros: quería asegurarse de que ninguno tenía nada que pudiera empeorar con el tiempo. Mientras el bardo y el mediano exponían sus propuestas y valoraciones, el fraile aprovechaba la luz rojiza de las últimas horas del día para dar su visto bueno a un corte que la chica tenía en el muslo.

—No pudiendo hacer un fuego, está claro que lo de dormir apilados no es opcional. —De esta forma daba su visto bueno a la idea de Benen.— Sin embargo, quiero hacer notar que probablemente tengamos que hacer fuego tarde o temprano. —Los valumbrinos no eran unas nenitas acomodadas, pero Códice echaba de menos algo de calor.— Y por cierto: siendo siete, sin contarla a ella —añadió señalando a la chica*—, creo que no estaría de más hacer guardias.

En cambio, se guardó su opinión sobre lo de quedarse unos días allí. Los Plumas Negras seguro que aprovecharán la noche para salir a buscarnos. Le parecía una imprudencia, pero sus aliados tenían bastante más experiencia que él en estas cosas. Sobre lo que sí opinó fue sobre el camino a seguir: si estaban cerca de los Quebrantados ("¿Eso no está muy al sur?", preguntó), en efecto era la mejor opción. Códice recordaba a algunos siervos de Ilmáter que habían pasado por el templo de Chauntea en Valle de la Sombra: no compartía con ellos su obsesión por el sufrimiento, pero sí su dedicación a las personas que sufren. Para él estaba claro que esas personas compasivas les ayudarían a volver a casa. Además: no son pomposos lathanderitas... En cuanto al tema de la criatura que los había salvado, el clérigo estaba convencido de que todo lo que necesitaban saber sobre ella estaba en la pequeña exploradora.

Fewyhn sentía su corazón latir al mil por horra. Su brazo descargó un par de potentes golpes sobre los hombres. Cuando todos murieron miró a las mujeres a y a los niños. La sangre de su cara goteaba, en su cara había una expresión de psicópata que aterrorizaba a todos, incluso a sí mismo. Él era el que más aterrado estaba, no pudo reprimir todo el odio por el que atravesaba, pero la mirada de aquellos niños... en idioma orco gritó a las madres ¡Experimentar la ira del pueblo Drow!. Dejó que se marcharan... Al salir y el fétido sol le diera de lleno Fewyhn saboreó lo que hace años vivió, de nuevo la libertad...
No fue hasta que llegó la noche cuando realmente se sintió más tranquilo. La tortura psicológica de la cueva había sido un trauma... Cazar junto a Ladfiena le daba paz. Yo are la primera guardia dijo Fewyhn... se subió a un árbol y desde ahí vigiló. Se había subido algo de comida y tranquilamente la devoraba...

Códice se sorprendió gratamente cuando el drow se puso de su parte en lo referente a hacer guardias. Recordó entonces cómo horas atrás, en el combate, Fewyhn había abandonado toda prudencia por pura arrogancia y poniendo en peligro las esperanzas del grupo. La tensión de aquel momento había hecho que Códice se mordiese la lengua. Y ahora hemos escapado... ¡Alabada sea la Gran Madre! Por fin tenemos un momento de alegría, paz y reposo: no lo estropearé con reproches. Además, no podía olvidar que Fewyhn, contra todo pronóstico, había dejado escapar a aquellos que no suponían una amenaza. Algo inusual en una mala hierba. había reconocido. Tristemente, el fraile sabía que muchos humanos habrían sido incluso más crueles. Muchos humanos... o medianos, pensó mirando a Benen. Por lo demás, Klain había sido tan eficaz como siempre, y Lance había podido demostrar por fin su valía. ¡El tallo fuerte siempre da frutos!

La victoria fue una caos: cargado como iba, con la muchacha a hombros, y asustado por el sonido de más enemigos acercándose por los túneles, Códice había hecho oídos sordos a la directriz de Klain y había corrido en dirección a la luz exterior tan rápido como su orondez se lo había permitido (rezando para que sus aliados pudieran coger tantas armas como les fuera posible). El impacto de la luz del día no había sido mucho menor para él que para sus primos purasangre, pero con la ayuda de Rivoel y Ladfiena, el mestizo había evitado caídas y golpes. ¡La Señora les riegue de bendiciones y les abone con riquezas!

El calor, la luz del sol, el aire fresco de aquellas tierras, el viento acariciando su piel... los olores... ¡Ah, los olores! Todo había llenado su corazón de esperanza y alegría. Tu Creación nunca dejará de sorprenderme, mi diosa... Con todo, la aridez y escasa vegetación de aquellos parajes le causaban cierta confusión. Sus compañeros no tardaron en aclarárselo: “¡Las Montañas de la Boca del Desierto...!”, había exclamado sin dar crédito. Aquella información había sido tal impacto que había comenzado a mirar el paisaje como si lo viera por primera vez. Y no era para menos: por lo que él sabía, su maestro Bistro le había encontrado de bebé en brazos de su padre moribundo en algún lugar de aquella cordillera. De su madre orca, nunca se había sabido. Conque así es mi lugar de nacimiento..., se había dicho Códice, repentinamente pensativo.

El mestizo había permanecido en este estado de introspección todo el día, dejando a sus compañeros las decisiones sobre comida, cobijo, peligros y huida. Tampoco había hecho más preguntas a Ladfiena sobre su amigo (no tan) imaginario, ni había hablado demasiado con la chicuela a la que había rescatado. El olor de la joven humana hablaba de miedo y humillaciones, pero la alegría de estar vivos y libres era tanta, tan compartida y tan contagiosa que Códice creyó notar cómo mejoraba incluso su humor. Las carantoñas, bromas y canciones de Rivoel habían tenido parte del mérito.

La noche cayó demasiado rápido sobre el grupo y el frío heló los huesos de todos. Se dispusieron a dormir lo más apretados posibles y extrañamente fue Klain quien se apiadó de la chica y brindó su capa para que guardara cobijo. La muchacha vaciló pero aceptó con una sonrisa mientras el Enano quedaba completamente desnudo.
Reunieron unas hojas para aislar el frío del suelo y se acostaron en torno el Enano quien más lo necesitaba. Era una situación extraña e incómoda, pero la vida del aventurero generaba confraternidad y conexiones mas cercanas entre quienes compartían las desventuras y las cercanías con la muerte. El Enano estuvo a punto de morir no una, sino dos veces en pos del grupo y acostarse junto a su cuerpo desnudo no suponía gran problema.

La luna se ocultaba en el cielo y la noche era negra como a piel de Fewyhn, guardia solo harían los que podían ver en la oscuridad. Fewyhn empezó con el primer turno mientras Códice revisaba las heridas del Enano y las propias y las restauraba con el poder divino de su Diosa. Hizo lo mismo con la chica, pero sus heridas se debían más al cansancio y al hambre que a los abusos físicos. Sin embargo fue evidente la causa de sus heridas entre sus piernas......