Partida Rol por web

Rivoel le dijo al Paladín ~~എന്നെ അത് Dorn ഒരു ചുറ്റിക കആണ് , അത് രക്തം എന്ന് , എന്റെ ജീവനെ ഈ പാരമ്പര്യം ബഹുമാനിക്കും ഞാൻ വീണ്ടും തുടങ്ങിയ ഗാനങ്ങൾ പുറത്തായി വരുന്ന മഹത്വം ലേക്ക് നയിക്കും ഒരു മകനെ ഒരു

Al hermano Códice ya lo conocéis. La excepcional y noble guerrera que nos acompaña es Morgan. Se nos unió en Fuerte nuevo hace ya muchas dekanas. Allí recibimos el favor del honorable Alonso Escudocuervo y desde entonces , junto con otros compañeros de los que ya conocéis la trágica historia y un servidor, Rivoel Docanto ( reverencia al canto)  nos hacemos llamar Los Compañeros de la Pluma Blanca.

A Lirian lo conocimos hace unas pocas noches en esta misma posada y cuando nos vio en apuros y sin que se lo pidiéramos, amablemente accedió a ayudarnos sin saber muy bien a qué ni a cambio de qué, la cual cosa dice ya mucho sobre él. Más de lo que él mismo nos haya podido contar. 

Continuando con aquel momento privado en el templo entre él y Rivoel...

—¿Qué? —Códice había tardado unos segundos en comprender lo que le estaba diciendo su compañero.— ¡No, no...! -había exclamado al cabo—. No me refiero a hechizarle una vez en la cueva del Puma: me refería a hacerlo en la mina. —De repente, una duda había cruzado su rostro.— Porque el Puma le ha ordenado acompañarnos, ¿no? —había preguntado, preocupado, a su compañero—. Si no fuera así... —había dicho, sumiéndose en sus pensamientos brevemente—. Bueno: ciertamente, podría hechizarle al volver, cuanto antes, como tú dices... —había dicho, mirando al bardo—. Pero también podría hechizarle mañana. Y que nos acompañe.

Se había detenido entonces, dubitativo, atento a la reacción de su compañero.

La noche se fue dejando atrás un nerviosismo que invadía a todos, el día más peligroso de sus vidas había llegado y cada uno lo sabía en el fondo, era ahora cuando podían morir. Enfrentar a una horda de orcos y a un Dragón eran las cosas más evidentes para buscar quien quisiera morir.

El viaje transcurrió en un silencio que cada vez se hacía más habitual cuando Vizko estaba presente, el ascenso a las montañas fue difícil durante todo el día. Kraum conocía un atajo y los condujo por un sendero oculto que les ahorraría algunas horas de camino.

Poco a poco la vegetación de algunos pinos empezaba a asomarse por las montañas, haciéndose cada vez más denso el bosquecillo.

Y de un momento a otro, cuando el sol empezaba su recta final detrás de las montañas, se vislumbró una colina empinada, alta y escarpada, un pico que sobresalía del resto circundante, su forma empinada y ligeramente inclinada se asemejaba al de un colmillo, sin duda alguna era el colmillo de piedra.

Una columna de humo se alzaba desde algún lugar del pico y se observaba un sendero serpenteante que ascendía en zigzag por el pico hasta la entrada principal.

Al otro lado del pico, se encontraba el famoso lago negro, desde donde según los rumores y habladurías el dragón negro emergió. Las aguas negras quedaban estancadas y aparentemente era muy profundo.

-Es aquí donde todo termina -Dijo vizko kraum con una expresión sombría en su rostro, no deseaba entrar pero tenía que hacerlo era una orden directa. Su destino estaba de cierto modo atado a las acciones de los héroes que se aventuraban a matar al Dragón. No pondría su mayor empeño en atacar como primera linea y seguro utilizaría su ballesta en la mayoría de casos, huiría cuando las cosas se pusieran realmente feas, pero algo estaba casi claro: No los traicionaría sin alguna razón, a él le convenía que los héroes tuvieran éxito.

¿Entrarán directamente a la caverna?¿explorarán mejor la zona?¿Animarán a Vizko y lo unirán oficialmente a los compañeros de la pluma blanca?¿Armarán campamento y entrarán en la noche o al siguiente día?¿Códice confesará su amor por Morgan antes de entrar?... Es su turno y su decisión!

Morgan ya estaba tumbada en su cama cuando subieron el resto de compañeros a la habitación, parecía estar durmiendo pues sus ojos estaban cerrados pero no era así, por mas que era lo que deseaba no podía conciliar el sueño. Se mantenía quieta en espera de que éste llegara cuando Rivoel se puso a hablar con el enano, escuchó lo que decía sobre el martillo y su historia pensando que un arma así les sería de buena ayuda en las luchas del día siguiente. Luego oyó la suave melodía que hizo brotar de su laud así como las palabras quedas de la historia de Qark, y el corazón de la guerrera comenzó a calmarse al compás marcado.

La exclamación de Códice hizo que abriese los ojos y lo mirase directamente, asintió casi imperceptiblemente mas para sí misma tomando nota mental de la tarea que para responder al compañero, y oyó la presentación de los miembros de la compañía al enano que hizo el bardo. -Excepcional y noble guerrera... espero no defraudar a nadie- pensó volviendo a cerrar los ojos, pues la prueba de mañana sería difícil, no solo se tendrían que enfrentar a quién sabía cuántos orcos si no que al final les esperaba el premio gordo: un dragón negro -Aunque es pequeño, quizás tengamos una oportunidad-.

...

El día amaneció claro, los pájaros comenzaron a cantar salundando al astro rey y Morgan se levantó y preparó todas sus pertenencias para la misión que les esperaba. Revisó el estado de sus armas y sus filos, comprobó que todo estaba en su sitio listo para ser cogido sin perder tiempo, y bajó a desayunar -El último desayuno... antes de la gran gesta- había que ser positivo, las desgracias se sucedían sin llamarlas. Cuando llegó Vizko emprendieron el camino, como cada vez que La Ley estaba presente se cernió el silencio sobre el grupo. La guerrera se situó esta vez al lado del infiltrado, no se fiaba de él y todo el mundo sabe que a los enemigos hay que tenerlos bien cerca.

Cuando el día ya tocaba a su fin su objetivo apareció en el campo de visión de los compañeros, el humo señalaba la zona habitada por los orcos y el sendero que ascendía era un camino de muerte si lo que pretendían era un ataque frontral. La frase de La Ley no era para nada halagüeña y Morgan lo miró con el ceño fruncido.

-Si esperas morir dilo ya y acabaré con tu incertidumbre, -dijo seria -si quieres seguir dentro de tu pellejo aferra bien tu arma y mata antes que morir. -después oteó lo que les aguardaba y habló para todos -En ese camino es imposible esconderse, eso descarta un ataque frontal, quizás podríamos negociar un paso franco con Ulfe para acabar con La Bestia. -ni ella misma se lo creía pero al menos podía ser una excusa para subir -Aunque creo que es mejor descansar antes de entrar en esa fortaleza, como dijo Códice deberíamos explorar la zona del lago.

Su voto estaba claro, ir al lago para ver qué averiguaban y pasar la noche antes de subir al Colmillo de Piedra.

La mañana empezó con su rutina habitual, agradeciendo a los dioses el nuevo día, invitó a Códice a acompañarlo en sus plegarias y rezos, aquel día hizo algo nuevo, presento su nueva arma a los dioses para que la juzgaran y no le permitieran usarla inadecuadamente poniéndola al servicio del bien y la justicia del mismo modo que ponía todo su ser.

El camino transcurrió tranquilo y en silencio, avanzaban a buen paso y eso le gustaba, Godín agradecería el pronto regreso de aquella escapada.

Dorn se fijo en la cara de Kraum y se rió a carcajada limpia -miralo, tan grande y teme a la muerte, no la temas, los dioses te esperan una vez des el último suspiro, juzgaran tus acciones y si te consideran digno recompensaran tus acciones en vida, pero si no- su cara tomo un cariz mas serio -entonces castigaran tus malas obras, las mentiras, los engaños- volvió a mirar al frente donde la columna de humo ascendía insolente - si lo que temes es que nos dirigimos a un fuerte jamas olvides que esta diseñado para evitar que entren los enemigos, pero como consecuencia tampoco permite salir a los aliados, es una ratonera y hay muchas formas de hacer salir a los ratones - rió de nuevo -Estoy deacuerdo con morgan, descansar y explorar la zona es la mejor opción, una fortaleza enana suele tener entradas secretas nada fáciles de ver para el ojo no entrenado y de todos modos, conocer la zona nos ira bien

~~Rivoel se durmió casi con el último acorde de su cancioncilla, justo cuando el laud desapareció repentinamente de sus manos. Pero esa no fue una noche cualquiera. El bardo estaba inquieto y sus sueños se prolongaron hasta el amanecer. Soñó con Vizco. La odiosa “ley” de Qark con una pluma blanca sobresaliendo bajo su capa… también con el dragón negro, la bestia a la que tenía que sacrificar  y también con El Puma , la otra bestia con la que tendrían que lidiar a la vuelta. El Mandato del “señor” de Qark resonaba en la cabeza de Rivoel una y otra vez 

…. zolo vuelvan zi ez con la cabeza de la beztia negraaaaa…zolo vuelvan zi ez con la cabeza de la beztia negraaaaaa…zolo vuelvan zi ez con la cabeza de la beztia negraaaaaa....

No tenemos que matarlo… solo llevarle la cabeza!!!!  Gritó Rivoel  cuando  despertó  sobresaltado y empapado en sudor.
El grito despertó al resto y antes de volver  al encuentro con Kraum para iniciar el camino hacia la mina, el bardo contó a sus compañeros sus sueños y lo que pensaba que significaban.
-Vi a Vizco con una pluma blanca. Eso podría significar  que De algún modo debe ponerse de nuestro lado. Sé que va a resultar duro, pero mientras dure la empresa os pido ser lo más amistosos posible con él o al menos no despreciarlo. Al fin y al cabo debe volver sano y salvo para que El Puma cumpla su palabra. Intentaré ganarme su confianza para que nos sea útil. Creo que puedo convencerle de algo que hasta puede ser cierto…

Respecto al dragón… ¿Por qué tenemos que matarlo? Lo que El Puma nos pidió fue que le lleváramos su cabeza. Podemos cumplir nuestra parte si conseguimos atrapar al dragón y llevarlo con nosotros. Si en vez de luchar contra él a muerte, intentamos dejarlo inconsciente, no tendrá más remedio que reconocer su derrota, convirtiéndolo  en nuestra mascota. Si respetamos su vida él respetará la nuestra. ¿Por qué no hemos de intentarlo? Si llegamos frente a El Puma con el dragón como aliado, no tendrá más remedio que rendirse ante nosotros.
Con esos pensamientos en la cabeza iniciaron el viaje. Rivoel andaba junto a Vizco y lo trataba como a uno más, hablándole siempre en su idioma natal. Incluso a veces hasta le pedía opinión en alguna cosa, como por ejemplo en el modo de luchar contra  la bestia Negra. El silencio que siempre les acompañaba en presencia de Kraum, esta vez se quedó en la posada. Por el camino contó alguna historia sobre dragones y todo aquello que sabía sobre los de escamas negras y sin duda se esforzó por dejar claro que parecían estar acercándose hacia una muerte segura. ( los más perspicaces notaron que la intención del Bardo no era desanimarlos, sino otra muy diferente que pronto entenderían)
En un momento dado, cuando Rivoel notó que había ganado algo de confianza con Kraum le dijo -Vizco, sabemos que no nos acompañas por placer, pero ahora nos necesitamos. Tú necesitas que volvamos con el trofeo y nosotros necesitamos que vuelvas con nosotros… Por eso, En caso de problemas mantente siempre en la retaguardia y no entres en combate cuerpo a cuerpo. No podemos permitir que te suceda nada. Yo me encargaré de que así sea. Tan importante es regresar con la cabeza de la bestia, como que vuelvas con nosotros de una pieza. Así nos lo pidió tu dueño y señor y debemos cumplir.  Y una pregunta en idioma orco le dejó en el aire al odioso mestizo  -Estoy seguro que si por ti fuera te habrías quedando en vuestra cueva esperándonos, cualquiera de nosotros en tu lugar lo habría deseado …¿ Por qué crees que El Puma te ha obligado a acompañarnos…?  ¿No te parece extraño…?

Una vez llegados a su destino, al bardo también le pareció bien explorar el lago y sus alrededores en busca de alguna pista sobre el dragón. Para ello le pidió a Códice que lanzara un hechizo de luz sobre un guijarro, que Rivoel controlaría a distancia con uno de sus hechizos, pudiéndolo sumergir incluso debajo de la oscura laguna buscando cualquier detalle de interés que pudiera ocultarse bajo sus negras y opacas aguas. 

El día anterior, en el templo, Códice y Rivoel había continuado discutiendo aquel plan durante un rato. Primero, habían llegado a la conclusión de que Kraum les acompañaría adentro la mina: de lo contrario, ¿qué sentido tenía que el Puma les hubiera advertido de que lo quería ver de vuelta? A continuación, Códice había reiterado su disposición para hechizar a Vizko dentro de la mina, donde no podría huir para informar a su jefe so riesgo de morir en el camino. Si superaban la mina, Códice podría volverle a hechizar cuando lo necesitaran. Rivoel, en cambio, había llegado a la conclusión de que no valía la pena el riesgo: probablemente, Vizko no conocía todos los planes del Puma. O peor: puede que el Puma le hubiera revelado planes falsos, para engañarles en previsión de la jugada. En cambio, no era imposible, al fin y al cabo, que Vizko huyese y consiguiese salir de la mina para informar de la traición. No: no valía la pena. De este modo, al final acordaron lo siguiente: en la mina, Rivoel trataría de engatusar a Vizko para que se volviera contra el Puma y les ayudara voluntariamente. Adicionalmente, Códice hechizaría a Vizko justo antes de la entrevista con el Puma. Si es que volvían.

El sol se ponía y el Colmillo de Piedra se alzaba frente a ellos entre sombras y carmesíes. Respirando agitadamente por el esfuerzo y sentándose en una roca para beber, Códice contempló aquella estampa natural y dio gracias a la Diosa, como hacía cada día al ocaso. Había sido un día duro, pero aquel regalo había compensado todo el esfuerzo. Era una señal.

Por suerte, la noche anterior se había acostado pronto, tan pronto como Rivoel había concluido su hermosa canción. Lirian se había ido a su habitación, quién sabe por qué. “Un tipo singular”, había pensado Códice, que no necesitaba mayor soledad que la de sus pensamientos. Viendo que al menos Morgan tomaba nota de su observación, no había insistido más y se había dejado llevar por el sueño. Estaba muy cansado y no había tardado en ponerse a roncar.

Esa misma mañana, Códice, que ya había dejado sus cosas listas la noche anterior, había aceptado la propuesta de Dorn y habían orado juntos. Luego, mientras los demás terminaban de prepararse, había salido a la calle. Frente a un puesto de fruta, el fraile había vaciado su bolsillo distraídamente y un solitario doblón de oro había caído al suelo. Olvidándose por completo de la fruta, había recogido la moneda, se había sentado en un bala de paja y se había quedado ahí un rato, mirando la moneda y pensando. No recordaba dónde o cómo la había conseguido, desde cuándo la tenía o cómo la había conservado... ¡Y había estado a punto de perderla por una manzana! “¡Pobre de mí! No hace tanto no me faltaba de nada... ¡Y ahora no me queda más que una mísera pieza de oro! ¿De qué me sirves ahora, pequeña? No me puedes comprar un dragón, ni una mina, ni un libro; si fracaso, moriré y no te necesitaré; si triunfo, pronto volveré a casa... ¿Por qué no gastarte ipso facto en el mejor desayuno que me puedas conseguir? ¿Vales acaso para algo más...?” Unos pies envueltos en trapos habían cruzado en ese momento su campo de visión. A esas horas no había mucha gente en las calles del pueblo, así que sólo había tenido que alzar la vista para ver a aquel pobre granjero, vestido con harapos, tirando de su carro cargado de mijo. No necesitó pensárselo dos veces: al entrar de nuevo en la taberna, ya no tenía la moneda. Ya no tenía nada, pero eso era todo lo que necesitaba.

El viaje por las montañas había sido toda una tortura para el (cada vez menos) fofo cuerpo del clérigo, pero la brisa fresca había hecho la travesía más soportable. Por lo demás, había tratado de guardar su hostilidad hacia Kraum: recordaba lo que había dicho Rivoel en la posada. También recordaba lo del dragón y se preguntaba si tantas aventuras no habrían vuelto loco al bardo.

Sea como fuera, por fin habían llegado a su objetivo... O algo parecido, porque técnicamente todavía no habían puesto un pie en la mina. El debate no se hizo de rogar y Códice aportó su granito de arena mostrándose conforme al consenso general: primero el lago, luego dormir, mañana la mina. La petición de Rivoel le pilló, en cambio, desprevenido.

-Vaya... —Carraspeó.— Esto es algo embarazoso, pero, bueno... —Se encogió de hombros, notoriamente azorado—. Verás, compañero: anoche no pedí a la Diosa ese poder.

Lirian se despertó de buen humor y con renovadas fuerzas aunque cuando se dio cuenta de la tarea que tenía por delante una incómoda sensación se instaló en su pecho. Un pensamiento fugaz cruzó su mente: llamar a la puerta de los compañeros y decir que se encontraba enfermo y que lamentaba no poder acompañarlos en la peligrosa misión. El instinto de supervivencia del norteño hacía su trabajo pero su honor se empeñaba en llevarle la contraria últimamente. Con un prolongado suspiro se levantó de la cama. Todo su cuerpo le pedía que perdiese tiempo, que disfrutase de aquella cara habitación, pero el hecho de haber dejado el equipo preparado la noche anterior hizo que se encontrase listo mucho antes de lo que deseaba. Vamos allá…

Escuchó atentamente las palabras del bardo acerca del plan a seguir, de cómo comportarse con Vizko y de su intención de convencer a un dragón negro para que no sólo no los devorase, si no para que además los acompañase como si de un perro se tratase hasta la cueva del Puma. En ese momento agradeció no haber desayunado nada pues a buen seguro lo hubiese vomitado allí mismo. Sin embargo él era el nuevo en aquel grupo, los aventureros con experiencia eran ellos y si decían que se podía hacer aquello sería por algo. A su mente vino un recuerdo de su niñez: el desagradable episodio con un gallo el cual siempre se le lanzaba a su padre cada vez que éste entraba al gallinero a recoger los huevos. Durante años fue así y por más golpes y palos que se llevó aquella ave traicionera nunca cambiaron sus hábitos; bueno sí, el día en que acabó en el puchero su comportamiento definitivamente cambió para bien. Quiso creer que un gallo, por algún extraño motivo, sería más difícil de domesticar que un dragón negro. Quiero creer que sí…

Apartados aquellos agoreros pensamientos de su mente Lirian echó un vistazo a los alrededores de la montaña donde se encontraban. Pronto caería la noche y deberían montar un campamento pero aún había tiempo para dar una ojeada a aquel lago. Po…po…podríamos acercarnos al la… al la… al laago. No se me da mal naaadar. – Ciertamente echaba de menos el contacto de su pálida piel con las heladas aguas del lago Dinneshere, aquello sería una forma de rememorarlo. Nunca imaginó que echaría tanto de menos el intenso frío del Valle del Viento Helado; aquel clima de los Valles, junto con al grave inconveniente de su timidez, le hacía sudar enormemente tal y como atestiguaban los grandes cercos de sudor marcados en los costados de su camisa.  A…a…además los animales…males suelen de…dejar rastros en las o... en las o… en las ooorillas. Pu..puede que que encontreeeemos huellas del dra…dragón.

La sugerencia de Morgan parecía que calaba y cuando Lirian propuso darse un chapuzón varios recuerdos llenaron la mente de la mestiza: un mar, un barco, un secuestro, el agua tirando de sus ropas hacia abajo, los pulmones ardiendo por el esfuerzo, un cuerpo lacio entre sus brazos y por fin de nuevo el aire y el sol en el rostro, felicidad...

-Si nos proporcionan luz podríamos sumergirnos por si hay alguna entrada a las cuevas. -contestó a las palabras del guerrero.

Dorn escuchaba a sus compañeros mientras su cabeza rumiaba sobre la fortaleza enana, a pesar del nombre no podía ser un gran asentamiento, quizás una mina pequeña y lo que los poco versados llamaban fortaleza no era mas que un simple bastión, se giro  hacia Kraum - kraum ¿que sabes de la fortaleza y de sus habitantes? cualquier cosa, aunque sean rumores o habladurias de borracho

Kraum ignoró a la Semiorca con sus intimidaciones y tragó saliva ante el sermón del Paladín, sabía que si era juzgado por sus actos en vida, no tendría gran oportunidad de prosperar en el lugar de los dioses cuando muriera, quería creer que no sería juzgado por Dumathoin y que después de su muerte llegaría a un lugar semejante a una gran mina.

Poco a poco empezó a relacionarse con Rivoel, era con el único que hablaba, al menos monosílabos, con el resto, incluso con el buen códice, se sentía intimidado, como un cachorro que recién deja la seguridad de su guarida. Expresó su preferencia al semielfo por hablar el idioma comercial. Si bien sabía orco, no lo utilizaba para nada. A pesar de eso, el bardo iba por buen camino con su plan, pero aún faltaba mucho. No respondió a las preguntas de Rivoel cuando las formuló.

Al llegar al lago, la luz del día ya se estaba desvaneciendo, con un conjuro de luz del bardo lanzado sobre un guijarro les sirvió para comprobar que el lago de aguas negras era profundo, muy profundo!

Buscando en las orillas y los alrededores dellago, Rivoel con sus sentidos alcanzó a divisar algo que llamó su atención: Unas huellas de algún reptil muy grande, arrastraba una cola. Pero no era experto en rastrear y perdió el rastro luego de seguirlo unos metros. Eran huellas frescas, quizá de más temprano en el día o de ayer y salían del agua, era evidente que por momentos el dragón utilizaba el lago para salir.

No encontraron mucho más que les llamara la atención ni nada que les sirviera como pistas, sin medios para respirar en el agua, era imposible encontrar la entrada que utilizaba Escamanegra.

La noche caía y el momento de acampar llegó, necesitaban descansar. Códice oró por los conjuros que recibiría para esta empresa que estaba a punto de emprender.

La discusión de los planes a seguir estaban sobre la mesa: podrían ascender por el sendero cautelosamente sin ser vistos hasta que llegaran a la cima durante el día los orcos dormían. En la noche y cerca al hogar de unos orcos no era prudente prender fuego, así que mejor permanecer a oscuras en la noche, pero eso implicaba que solo los que pudieran ver en la oscuridad hicieran guardia ¿Cómo se repartirían los turnos de guardia?¿Prenderán un fuego para que todos puedan vigilar y amanezcan más descansados para el siguiente día? ¿Renunciarán al descanso y asaltarán lamina por sorpresa y de inmediato?...

Tras el último rayo de sol, Códice se puso de nuevo en pie (si Kraum se había sorprendido de que fuera un sacerdote, Códice no se fijó) y se acercó a sus compañeros, que discutían qué hacer a continuación. Códice entonces sugirió montar campamento en algún lugar recogido y alejado y no encender ningún fuego: Rivoel y Lirian podrían hacer la primera y la última guardia, que se correspondían con el crepúsculo y el alba.

Por lo que respecta a la misión, Códice había estado dándole vueltas a cierta idea desde hacía rato.

—Si se me permite intervenir, he pensado algo que nos podría ayudar —comenzó, no sin cierta excitación optimista—. Es algo parecido a lo que hicimos contra los mercenarios de...

Su explicación se detuvo en seco cuando recordó de golpe la dura realidad: no quedaba nadie que hubiera estado con él aquella noche, ahora tan lejana. Menos entusiasmado tras ese jarro de agua fría, continuó de otro modo.

—Ehm... Bien: nuestro gran problema, ahora que nos hemos quedado sin más opción que cruzar la fortaleza, es que no sabemos nada de la misma ni de sus ocupantes, ¿no es así? —Fue una pregunta retórica.— Resolvamos esta desventaja: cojamos a uno de esos pulgones y saquémosle toda lo que sepa.

Dicho así, el plan no parecía demasiado elaborado, pero el clérigo se apresuró a continuar la explicación. Primero, capturarían a uno o dos de los orcos del siguiente modo: a la mañana siguiente (cuando la mayoría de los orcos estarían durmiendo como es su costumbre), el propio Códice se acercaría a la mina fingiendo indefensión y confusión, como un pobre viajero desorientado y desvalido que pide asilo. (Esto ya lo había hecho antes, aclaró.) Los orcos tratarían de asaetearle, pero no podrían: Códice se habría protegido mágicamente. En ese momento, un orco -o varios, pero seguramente no más de media docena- saldría a apresarle, momento que Códice aprovecharía para correr hasta el lugar donde estarían escondidos sus compañeros. Tras una breve y discreta refriega, no tendrían más que dejar a un par de orcos con vida para que Códice usara sus hechizos y les sacara la información.

—Como digo, esta treta ya funcionó antes, y por aquel entonces yo no tenía experiencia alguna en estas lides —concluyó, dando a entender que se sentía mucho más preparado que la primera vez—. Funcionará, sin duda.

Morgan asintió a las propuesta de Códice con respecto a la ubicación del campamento y a la necesidad de no encender fuego para no delatar su posición, no quería una visita nocturna por parte de los orcos aunque estando tan cerca no la descartaba en absoluto -Va a ser una mala noche-. Escuchó en silencio y sin interrumpir, a pesar que su cara decía que no estaba de acuerdo, cuando el clérigo se propuso como cebo y cuando acabó, todo ufano por la experiencia adquirida desde entonces, las cejas de la guerrera se fruncieron haciendo que se viese una gruesa línea por encima de sus pardos ojos.

-Hay mucho camino desde la fortaleza hasta cualquier sitio donde podamos escondernos.

No dijo nada mas, ella nunca se había encargado de las estrategias y no sabía que otra opción dar pero hasta un ciego podía ver que, como ya había dicho anteriormente, la distancia era demasiada -No podemos arriesgarnos a perder a otro miembro mas- pensó apretando la mandíbula por el recuerdo de los caídos. Mientras buscaban un buen sitio para acampar Morgan se ofreció para hacer la guardia de medianoche, la peor, pero entre los que no veían en la oscuridad, del que no se fiaba y los que tenían que descansar bien para poder tener acceso a sus conjuros, era la mejor opción -Voy a repartir las armas un poco por si acaso*-.

Un lugar alejado del sendero que pudieran utilizar los orcos,había sido una buena idea acampar donde no pudieran ser sorprendidos, al menos de los orcos de Ulfe.

La noche iba pasando, fría como suelen ser en las montañas y las guardias dobles se iban relevando cada cierto tiempo, siempre con dos vigilando en cada momento.

Códice y Kraum vigilaban, ya casi finalizando la noche, cuando a lo lejos escucharon algunos murmullos. Eran varias voces orcas, varias en realidad, pero por lo lejos llegaban como murmullos. Así de rápido desaparecieron las voces, siendo imposible determinar si salían o llegaban a la mina e imposible preparar a todo el mundo para ir a investigarlos sin que fuera arriesgado, salvo que los guerreros decidieran ir sin sus armaduras.

Rivoel intentó sonsacarle información a Vizko, pero sabía lo mismo que ya sabían. Sin embargo no desaprovechó la oportunidad para intentar convencerle sutilmente de volverse en contra de su líder.

El poco de la noche que aún quedaba se fue diluyendo a medida que el astro empezaba a despuntar en el horizonte, un nuevo día comenzaba y era hora de hacer algo...

¿Marcharán directo a la entrada de la mina?¿Harán un cebo para atraer la atención de algunos orcos?¿Habrán trampas de por medio?¿Mandarán a Kraum a negociar?

En un momento de la noche, unas grandes manos sacaron a Códice del sueño: era Morgan, que acababa de terminar su parte de las guardias y se iba a dormir. Dorn estaba ya despierto desde hace tiempo y Códice, medio adormilado al principio, se puso el camisote, cogió la ballesta y la maza, y se reunió con él. No necesitaban fuego: gracias a unas mantas y a la infravisión de enanos y orcos, para ambos era casi como si fuera de día. Aprovechando de vez en cuanto para intercambiar algunos comentarios sobre religión, pero sin desatender su labor, el tiempo fue pasando.

Al cabo, Dorn despertó a Kraum y se fue a dormir. La guardia con Kraum fue menos grata y más silenciosa, pero quizás de no ser así les habrían pasado desapercibidas aquellas voces orcas en la lejanía. En cuanto las oyó, y tras lanzar una significativa y aterrada mirada a su compañero de guardia *e indicarle con gestos que se preparase para la acción (armadura puesta, armas desenvainadas, listo para despertar a los demás)*, Códice se movió tan sigilosamente como pudo hacia las voces y, sin avanzar mucho y apenas asomándose, trató de ver qué hacían los orcos y entender lo que decían.

Llegó el momento de dormir no sin antes pensar durante mucho tiempo lo que harían al día siguiente. Después de muchas negociaciones entre todos los miembros del grupo, parecieron llegar a un acuerdo en preparar algunas trampas y atraer a los orcos hacia ellas para poder coger algunos prisioneros que pudieran darles información. Ya entraba la noche y aún estaban pensando en el plan cuando el bardo propuso dormir y dejar los detalles para el día siguiente. Pronto se organizaron las guardias y cada uno iba haciendo la suya. A Rivoel le "tocó" con Kraum y el bardo aprovechó para entablar conversación con él. El bardo le hizo creer a Kraum que era para saber dónde se encontraba éste en todo momento, puesto que para no delatar la posición del campamento no habían encendido ningún fuego, pero en el fondo Rivoel pretendía convencer al cruel medio orco de que El Puma no fuera tan buen jefe como le parecía y que era mejor ponerse del lado del grupo al que ahora acompañaba...

~~Kraum, creo que no respondiste a las preguntas que te hice por el camino, pero seguro que has pensado en ellas... yo llevo pensando en eso desde el momento que salimos de la cueva y la verdad, aún sigo pensando . Por un momento creí que tendrías el mandato de traicionarnos a la menor oportunidad, pero he ido descartando ese pensamiento. Hacerlo  sería demasiado estúpido por tu parte y tú serás cualquier cosa menos eso, si no ¿Por qué El Puma iba a tenerte cómo su mano derecha…? Es evidente que eres el mejor de sus hombres y eso precisamente es lo que más dudas me provoca ¿Qué clase de líder enviaría a su mano derecha a una muerte segura…? El Puma sabe también como nosotros que enfrentarse a un dragón es muy peligroso. De nada sirve quedarse atrás disparando, los dragones vuelan y su aliento no elegirá víctimas, si no que llegará a todos nosotros, como pasó con los mineros…. Puedes pensar que te ha elegido a ti para asegurarse del éxito de la misión, pero yo creo que si de verdad le importara el éxito de la misión hasta él mismo nos habría acompañado. Más bien pienso que le importa bien poco que matemos a no al dragón. Lo que realmente le interesa es deshacerse de nosotros. Sabe que no somos aventureros corrientes, que no nos mueve el oro, sino valores y formas de pensar que él detesta. Desde que llegamos somos sus mayores enemigos en Qark después del alcalde y por eso creo que se nos quiere quitar de en medio. Y más ahora que nos acompaña un paladín. ¿De verdad crees que si tenemos éxito y tú sobrevives, un representante de los dioses en la tierra como Dorn, enviado por ellos para hacer el bien y ser justiciero va a permitir que te vayas de rositas….? ¿A caso crees que el Puma no habrá pensado en eso? Si el dragón nos mata se acabaron los problemas para él, al menos hasta que llegue a Qark otro grupo de aventureros como el nuestro. Pero si conseguimos derrotarlo… Nos convertiremos en héroes, los habitantes de la ciudad nos vitorearán y seremos sus ídolos. El Puma no podría ni tocarnos un pelo sin provocar la ira de toda la ciudad contra él… A no ser que tuviera  una buena excusa para acabar con nosotros ¿Y si su mano derecha hubiera muerto acompañándonos…? Eso legitimaría su venganza. Eso es lo que pienso que en realidad quiere tu señor que suceda, que mueras frente al dragón… O mejor aún, que llegados de matarlo contigo en pie , el Paladín o cualquiera de nosotros te juzguemos cuando la población nos pida tu cabeza… Muy sutilmente, pero nos está provocado para que te hagamos daño… Primero te envió tras el asesinato  de nuestros amigos. Te aseguro que en ese momento solo los dioses te salvaron de la muerte… Luego nos enseñó la cabeza del mediano para acrecentar nuestro odio… Pero sobretodo, nos ha dicho claramente que si te hacemos daño a ti se lo hacemos a él… esa frase es una amenaza encubierta, porque sabe que tarde o temprano nos enfrentaremos a él y que querremos hacerle el mayor daño posible. Quitarnos de en medio a su mano derecha sería lo más sensato, pero tranquilo, sabemos que es lo que quiere para legitimar nuestra muerte y no lo vamos a hacer. Nos acompañarás como uno más. Yo velaré porque Seas respetado y llegado el momento…Piénsalo Kraum, piensa bien de qué lado debes ponerte…

~~Llegó el momento de dormir no sin antes pensar durante mucho tiempo lo que harían al día siguiente. Después de muchas negociaciones entre todos los miembros del grupo, parecieron llegar a un acuerdo en preparar algunas trampas y atraer a los orcos hacia ellas para poder coger algunos prisioneros que pudieran darles información. Ya entraba la noche y aún estaban pensando en el plan cuando el bardo propuso dormir y dejar los detalles para el día siguiente. Pronto se organizaron las guardias y cada uno iba haciendo la suya. A Rivoel le "tocó" con Kraum y el bardo aprovechó para entablar conversación con él. El bardo esperó a que  su relevado de la guardia también durmiera para quedarse a solas con Kraum y así que éste no se sintiera intimidado por nadie, ahora que parecía que se  había tomado algo de confianza con él...

Pero sólo la luna supo lo que hablaron....

Tras dedicar casi una hora a sus oraciones antes de dormir Dorn se quito la armadura con sumo cuidado dejandola al lado de su saco, cada pieza la contemplaba un momento en busca de cualquier rastro de deterioro, la limpiaba con un paño y la dejaba en su lugar, continuó este ritual hasta que se saco toda la armadura, solo entonces se acostó.

Lo despertarón sobre la media noche, apenas cogió el martillo que le habían regalado teniendolo en todo momento en su regazo siguiendo las runas con la punta de los dedos.

La hora con Morgan pasó en su mayor parte silenciosa sin embargo a Dorn no se le escapaban las continuas miradas que lanzaba a Códice, cosa normal, ambos eran semiorcos sin embargo poco después pregunto a la guerrera donde había aprendido enano.

Llegado el momento dejo que la mujer despertara al Clérigo, la noche paso mas amena hablando de los dioses incluso averiguo el origen del amuleto que portaba al cuello, por mas que lo observaba no podía creer que aquella talla tan bien modelada fuera obra de una mediana con unas dagas orcas, le habría gustado saber mas pero la hora paso rápido, Dorn se despidió del clérigo y despertó a Kraum justo antes de posar la mano sobre su hombro se dió cuenta de que no había mirado en el corazón del semiorco a ver si lo consumía la maldad, casi de forma inconsciente noto como su mente llamaba a los dioses para juzgar al semiorco pero entonces cerró la mano y la puso sobre su corazón, no así, no de forma furtiva, era justo que cuando mirará en su corazón lo hiciera de frente, no a escondidas como un vulgar ladrón, de nuevo alargo la mano y empujo de forma suave pero firme el hombro -Despierta, es tu turno Kraum- cuando la ley desperto Dorn volvió al lado de su armadura, dejo el arma en su sitio y se dejo llevar por el sueño.