Partida Rol por web

Los romanos demostráis lo que vale vuestro entrenamiento: Petreyus, Quintus y Marcus asestan golpes brutales a sus adversarios. El resto vais logrando ventaja. Pero los britanos no se dejarán matar tan fácilmente.

Mientras el anciano, tan indiferente a la sangre y la matanza a su alrededor como al sonido del mar, sigue con su cántico, que está llegando a un punto álgido.

Iban avanzando hacia el anciano, pero él también terminaba su cántico. 

-¡Al anciano! ¡Petreyus! ¡Marcus! ¡A por él! -soltó de nuevo a pleno pulmón, mientras atacaba con la lanza a su bárbaro.

El arma dio con el escudo y el bretón la tiró hacia fuera, mientras trataba de apuñalar a Antonius con la suya. No obstante, la maniobra del barbudo no tuvo suficiente ímpetu y no logró traspasar la armadura del romano.

-Bastardo... -escupió este. Estaban empatados, no lograban dar ni un paso.

El cuerpo ya encogido del bretón permanecía aún inmóvil, como una estatua, mientras agarraba su lanza con la mano derecha. Miraba su pecho como analizando si aquellos eran sus últimos momentos. Ese instante fue suficientemente largo como para permitir a Quintus asestar un revés horizontal a su rival.

Le golpeo brutalmente en su garganta. Sale sangre de su laringe. El olor a sangre del enemigo me vuelve loco.

Ataco a mi enemigo con toda la furia, matándole. Que los dioses se apiaden de su alma.
 

Un nuevo hombre me salía al paso, antonius tenia razón, no habia que perder más tiempo, y atacar al anciano, por lo que según se acercaba el enemigo, decidí agacharme y lanzar la estocada sobre su pierna, aprovecharia su carrera y me permitiria seguir avanzando para llegar hasta aquel hombre que no dejaba de cantar, a pesar de que sus compañeros cayeran uno tras otro. Su templanza era digna de admiración.

-Avanzaaaaaaaad.-Esperaba que aumentara el animo de los compañeros, para mí, esto estaba siendo muy divertido, no tenia nada que ver con las practicas que habiamos realizado anteriormente, el sudor y la sangre que me manchaba el rostro, me hacía sentir realmente vivo.
 

La voz de Petreyus y el fulgor de sus armas, aun manchadas de sangre, hacen volver al anciano a la realidad. Interrumpe su canto y mira con odio al legionario. Soltando el largo pelo rojo de la mujer, se enfrenta a él con la hoz en el puño mientras le grita una maldición arcana... Que se interrumpe en un borboteo de sangre cuando el romano le golpea con todas sus fuerzas.

Mientras el resto de sus compañeros lidiaban exitosamente contra sus oponentes, Fuscus se enzarzaba con el suyo, al cual a duras penas podía contener.

Tras ver como caía el anciano, un grito triunfal sale de mi garganta, mientras me giro para observar como les va a mis compañeros. Me arrodillo y ayudo a la mujer a levantarse 

-tranquila, ya pasó todo. No se si me entiende, pero mis palabras intentan que deje de temblar....

Me acerco al enemigo más próximo, intentando golpearle.

Ahora a ver el contraataque de mi enemigo.

Los tatuajes azulados que cubren el britano son como acero sobre su piel. La espada de Marcus hace saltar chispas, pero nada más...

La muerte del anciano hace soltar gritos de angustia a los guerreros tribales.

Uno de los bretones se avalanzó sobre Quintus. Este rápidamente esquivó el ataque, colocándose a la derecha de su rival. El romano habría habría acabado con aquel combate con un balanceo de su espada, sin embargo no estaba lo suficientemente cerca.

Estaba demasiado harto del mismo bárbaro. Demasiado habían estado empatados. Aquel ataque fue mucho más fuerte, el golpe final. Distraído el oponente por la pérdida de sus compañeros, Antonius aprovechó para hundir la lanza en su panza y más allá. Sintió al fondo de su abdomen sus huesos y siguió apretando. La sangre brotó de la herida y salpicaron el suelo las vísceras, dejando al bárbaro hecho polvo por dentro e incapacitado por el resto del combate.

Miró a Fuscus, instándolo con gesto de sus ojos a que terminara con el oponente.

Sin bromas: he sacado un 18 al atacar a mi enemigo, y ahora quiero saber su contraataque. (Si no entiendo bien las normas, que se me haga saber).

Esperando, esperando...

El viejo había caído, pero aún quedaban algunos contrincantes por abatir antes de terminar. Tras el ataque de Antonious a uno de los britanos Fuscus se apresuró a sumarse al combate para asestar un golpe con su espada.