Partida Rol por web

Varios asiáticos iguales al que te robó parecen descender de uno de los vagones del tren. Uno de los revisores que estaba mirando por la ventanilla exclama:

- Joder...son todos iguales...mira cuantos son... 

Estás sorprendida de ver como de golpe bajan varios del mismo sitio. Parecen huir en diferentes direcciones y uno de ellos se acerca a tu ventanilla. A medida que se acerca ves que es el mismo que te atacó y robó.

Juddith estaba empezando a perder la paciencia con tanto remilgo. Esta gente no comprendía el alcance de la situación y se empeñaban en hacerle perder el tiempo con obviedades. No le extrabaña que el país estuviese como estaba. Lo que terminó por frustrarla por completo fue la aparición repentina de varios hombres de ojos rasgados, y aunque ella había convivido en algunos países asiáticos durante sus excavaciones, se hacía dificil distinguirlos. Ahogó un grito en cuanto le vio y señaló por la ventana.

- ¡Ese es!

El asiático pasa por delante vuestra y mira hacia ti con una sonrisa maliciosa. Realmente es el hombre que buscabas, va corriendo hacia la locomotora. Si no se lo impide nadie se dará a la fuga delante de tus propias narices. Tienes que intentar que te dejen bajar del tren para detenerlo y recuperar los documentos. 

Una maniobra de diversion. Esto ha sido una maniobra de diversion en la que hemos picado como si fueramos novatos.

Mientras pienso en esto, un par de estas sombras o clones o lo que sean, me toman como objetivo prioritario. No tengo ni tiempo ni ganas para iniciar una maniobra evasiva. Me limito a dejar que mi blindaje, absorba los impactos. Pues el tren parece que se esta deteniendo tras haber empezado a resonar una alarma.

Un grupo de cinco clones, parece que escapa a través de la puerta del vagón de carga. Pero los otros cinco, cierran filas dispuestos a resistir. No, no estoy de humor para perder tiempo. Pues mi compañero americano ha encajado algunos golpes.

Y yo, con la voz distorsionada por el modulador, me limito a decir a mis compañeros.

Cuidado con mi trayectoria.

El tren sin duda se esta deteniendo, la alarma no cesa y, de propina, el objetivo prioritario no esta entre nuestros oponentes. Sin duda, es hora de acabar. El selector de blancos va centrando, en un instante de tiempo, a los cinco objetivos que quedan ante nosotros. Y una vez fijados en una secuencia de ataque, empiezo a moverme.

Me abalanzo de un salto en medio de nuestros oponentes golpeando con la fuerza cinética de mi salto al primero que se me cruza. Agarro al segundo para lanzarlo sobre el tercero. Cargo contra el cuarto aplastandolo contra la pared del vagón y golpeo con el puño derecho al quinto sin reprimir la fuerza de la musculatura de miomero.

Tras mi ataque, me limito a mirar a mi alrededor comprobando la situación.

 Richard Turner se lanza contra los enemigos que quedan en el vagón. Con un movimiento preciso a pesar del peso golpea al primero de los clones, luego ya plantado firmemente en el suelo agarra a otro de ellos y lo lanza con inusitada violencia contra el más cercano enviándolos a ambos a la tierra de las sombras. 

Los dos restantes retroceden ante el poderío del tecnificado británico y no parecen dispuestos a presentar batalla adoptando una posición defensiva (defensa total).

El americano queda prácticamente libre lo que le permitirá respirar un poco mientras que el mutante español está preparado para volver a la carga. Aunque eso si el británico no los destroza antes...

Después de la maniobra del tecnificado, al capitán Foster solo le quedaban un par de adversarios delante, que intentó despachar con un par de movimientos de las técnicas de combate que aprendió en el ejercito. Así, dió una patada en el pecho al primero e intentó alcanzar con un codazo en la cara al segundo ...

La patada del capitán Foster acierta de lleno en el pecho del clon y este desaparece tras sufrir el impacto. Intenta golpear al segundo pero está demasiado lejos y su movimiento no es lo suficientemente amplio. Sólo queda uno...y está al alcance del mutante salmantino... 

“Demonios, he visto a viejecitas más letales que yo con su bolso”, he asimilado después de mi ataque de mariposón, apartándome justo a tiempo para evitar el despliegue de poder del hombre de hierro.

 Todavía ruborizado hasta la raíz del cabello, trato de ayudar a Alan, buscando colocar un gancho bajo la mandíbula del último adversario.

-¡Pruebe nuestro plato más exótico, señor: ración de nudillos! –profiero.

Rafael Tierno golpea a la sombra que quedaba y a pesar de que su golpe es muy suave estar desaparece...es como si decidiera esfumarse antes de recibir la bofetada.

En ese momento os quedáis los tres solos en el vagón, se escuchan gritos en el tren. Son de histeria tras la detención del convoy, en nada aparecerán revisores y más personas allí...debéis decidir que hacéis ahora. No os queda mucho tiempo.

Juddith empezaba a sentirse ligeramente estresada, cosa que le ocurría muy pocas veces. Hasta ahora, el que llevaba toda la acción, las persecuciones y todo eso que derivaba de una investigación, era su compañero Booth. Él era el hombre, el que controlaba la situación, el protegía a la mujer y el que hacía todos  los esfuerzos físicos. Estaba programado para eso, y a él le gustaba. En cambio, Juddith no estaba programada ni para proteger, ni para realizar persecuciones, ella estaba programada para pensar y resolver. Era una científica. Y puesto que era la única mente brillante que había en varios kilómetros a la redonda, no era su deber salir a perseguir a un delicuente.

Pero si no lo hacía, se llevaría los documentos. Y no podía permitir eso. Así que hizo lo que mejor se le daba: pensar. ¿Qué haría Booth en su situación? Nunca se había puesto en su piel y no podía pensar cómo él, así que tuvo que extrapolar la situación a una en la que Booth había sido robado y perseguía a un delicuente. Seguramente esgrimir su placa y su pistola. Pero ella no tenía ni placa ni pistola.

La doctora resopló por la nariz y fulminó con la mirada a los revisores.

- Están entorpeciendo una investigación criminal de nivel internacional - estalló, buscando la forma de salir del vagón. - Los documentos que se ha llevado ese hombre son de vital importancia, pueden poner en peligro a muchas personas...

Lo dudaba, pero los revisores no eran tan listos como ella.

El revisor se queda de piedra al decirle que esos documentos son muy importantes, y dice que deben llevarlo las autoridades pertinentes como la Guardia Civil o la Policía Nacional. De todas formas te permite bajar del tren ya que tampoco quiere entorpecer algo tan importante y no quiere meterse en líos (miedo que le llaman algunos).

Te abre la puerta y se marcha al vagón adyacente seguramente a informar a sus compañeros que están realizando una batida en el tren.  

El asiático va camino de la locomotora, es decir en dirección A Coruña. Puede que te lleve un buen trecho de distancia ya que se le ve buen corredor.

¡Había funcionado! Ni ella misma lo creía. Los métodos de Booth siempre le había parecido atractivos y pero nada originales; pero eran métodos prácticos. Sin perder más tiempo, Juddith salió corriendo detrás del ladrón todo lo rápido que podía. No tenía el mismo entrenamiento que Booth, pero había practicado combate y los esfuerzos físicos no suponían un gran reto para ella. O eso creía.

Corres durante un par de minutos alejándote del tren. Las luces casi no iluminan las vías y tropiezas un par de veces debido a ello pero sin caerte. Por fin logras alcanzar al asiático, aunque más bien es porque se encuentra parado en medio de la vía esperando a alguien...puede que a ti. La luz de la luna le recorta en la oscuridad y sumado a la débil luz que llega desde la locomotora de tren. 

Sonríe nada más verte y te indica lo siguiente:

- Se ha equivocado de hombre doctora...

Me rasco la cabeza con aturdimiento, y me giro hacia mis compañeros.

-¿Creéis que nos la hayan dado con queso? –expreso.

Encogiéndome de hombros, revierto la transformación: la piel del reptil se reseca y se rasga, descamándose hacia la nada, liberando al hombre, presa de un azoramiento súbito:

-¡La forense!

La doctora se sintió profundamente traicionada. No entendió del todo las palabras del hombre, al que miró de arriba a abajo y analizó como científica. Su estructura era exactamente igual, así pues, dedujo que le estaba mintiendo y tomando el pelo. Y ella era demasiado lista para que alguien con un nivel claramente inferior pudiera engañarla.

- Devuélveme los informes - le dijo poniéndose seria.

- No se los devolvería aunque los tuviera doctora...pensé que era más lista y cuidados...puede que lo leyera sobre usted fuera mentira...o una exageración de la prensa británica...que pena... - dice con una sonrisa malévola - ...pero si quieres comprobar si lo llevo...inténtalo...

Te hace un gesto para que intentes golpearle. Adopta una posición defensiva.