Partida Rol por web

El diminuto gnomo salió corriendo remangándose su túnica siguiendo al gigantón de Shagar.

Y una vez más Ulthor recargó su arma y una nueva flecha salió rauda del arco en dirección al semi-orco que había tenido la ocurrencia de soltar su arco. En esta ocasión el disparo fue más certero. No había sido tan inteligente como su compañero y había decidido acercarse en vez de alejarse, con lo que se había ganado una tumba como premio. Ahora mismo, al menos metafóricamente, seguía cavándosela bajo los pies. A este paso, para cuando decidiera huir, ya no podría, no le daría tiempo...

Sabiendo que con flechas no podría hacerle nada al esqueleto dejó caer el arco y sacó su maza y su escudo para ayudar a galdar que parecía tener muchos problemas.

Por lo que parecía, el combate estaba llegando a su fin....los esqueletos habían caído todos excepto uno, que Galdar aguantaba como podía, intentando, sin éxito, enviarlo de nuevo a la tumba, por otra parte, los zombies ya era historia, pues habían desaparecido en la oscuridad, aunque a lo lejos aún se escuchaban sus gemidos y gritos de frustación y dolor....y hambre. Ante vosotros sólo permanecían los dos acompañantes de Vortigen, el cual había desaparecido, así como su familiar, y ambos dos parecían a punto de salir corriendo del lugar.

Estragón, desde el bosque, mientras saboreaba los matices afrutados con regusto de regaliz de la poción que se acababa de tomar, pudo ver desde su posición que el monstruo volador que había en mitad del campo desaparecía en la nada, como si nunca hubiera estado allí. También pudo observar como su hermano, pese a llevar una flecha clavada en el hombro, se dirigía implacable hacia la figura que permanecía escondida entre los árboles, arco en mano mirando a su alrededor buscando a alguien, mientras gritaba a su compañero que huyeran. Del Gnomo nada sabíais, pues había desaparecido y nada parecía indicar que seguía allí con vosotros.

Ulthor, en un alarde de puntería, lanzó su flecha entre las piernas de Heian, alcanzando al Semi-Orco en una de las espinillas, que lanzó un grito de verdadero dolor y miró con furia a Heian, que permanecía a escasos metros de él...mientras Rhaisel, viendo que Galdar estaba en problemas, decidió dejar caer su arco y sacar maza y escudo, armas casi idénticas a las que portaba el otro clérigo. Por su parte, Heian, parecía haberse quedado paralizado de terror delante del semi-orco, pues no movía ni un pelo.

Shagar, viendo que los enemigos pensaban huir, no se lo pensó dos veces y saliendo de entre las ramas, se puso delante de uno de los enemigos y le atacó con su arma, pero las prisas por impedir que su objetivo huyera le hicieron dar un golpe demasiado alto, y una de las ramas impidió que el golpe acertara de lleno en el arquero, el cual reculó al ver a Shagar tan cerca y escapó en dirección hacia los bosques que habían detrás de él, hacia la oscuridad....."¡¡Corre Slaaroc...corre!!" gritó, al darse la vuelta y salir zumbando....Shagar vio oportunidad de rematarlo, se tiró a fondo, empujando con su arma en toda su extensión, pero el golpe apenas rozó al arquero, quien notó por un momento el acero a escasos centímetros de su piel....El semi-orco, viendo la batalla perdida, desapareció entre los árboles, hacia el oeste, detrás de su compañero, no sin dirigiros una mirada de odio eterno....

Galdar, por su parte, al grito de "Cae de una vez, ¡criatura inmunda!" lanzó otro golpe de arriba a abajo hacia el esqueleto, pero el guerrero sin carne se limitó a levantar el escudo e interponerlo entre el arma del clérigo y él, produciendo un sonido de metal contra madera. El clérigo comenzó a respirar fatigosamente, como si todo lo que hubiera sucedido, unido al combate tan desastroso que estaba teniendo le hubieran restado fuerzas....

Y al fin los arqueros vivos se planteaban lo que cualquiera con una mollera un poco menos dura que la suya ya se habría planteado: estaban superados en número, en eficacia y en peligrosidad. Su vida corría serio peligro y no merecía la pena continuar allí. Una pena que lo hubiera hecho ahora y no hacía un par de minutos, cuando se habrían ahorrado haberse convertido en objetivo de un elfo arquero con malas pulgas.

Ulthor volvió a cargar, apuntar y lanzar otra flecha más, sin pasión, sin odio, pero también sin compasión. Aquellos matones no merecían vivir. Por desgracia hacían todo lo posible para hacerlo, corriendo desesperados entre los árboles...

¡Hermano...!

Reconocería ese olor corporal en cualquier parte...-alzó un brazo y se olió el sobaco-Snif, snif... Ah, no... que soy yo.

Se acercó un poco, y repitió, al verle más claramente-¡hermano!

Estragón se aproximó por el camino entre los cultivos, para no pisar la tierra. ¿Quién sabe? Ahora que había perdido su trabajo como saqueador de torres, y que la familia de campesinos había perdido la vida, esa granja bien podría ser el futuro de los dos hermanos. Los campos darían productos frescos y de calidad con los que cocinar. Quizás podrían transformarlo en una posada, trazando un proyecto de tala para crear un camino que cruzase el bosque.

Otra opción sería dejarlo como bucólico y apartado parador. Pero para eso habría que acabar primero con el problema de cínifes gigantes de la zona. Y aunque en principio Shagar no diese buen perfil de cara al trato al público, podría ser el aparcacarretas. Hasta podrían dar trabajo al estilizado y afeminado elfo Ulthor como camarera, solo necesitarían un poco de relleno para las tetas y una peluc... No, la peluca no hace falta que ya lleva pelo largo de doncella.

Con sin muchos más objetivos faciles y viendo los problemas que tenía Galdar con el esqueleto Rhasiel acyde en su ayuda cargando con la maza.

El esqueleto ni siquiera lo miraba así que el golpe le dió de lleno, pero no tenía la suficiente fuera, resoplando miró el esqueleto con desconfianza esperando un contraataque.

Ulthor levantó su arco una vez más, pero su flecha se perdió entre las ramas de los árboles. Incluso antes de que terminara de abandonar su arco, el elfo ya sabía que iba a fallar. Estragón se acercaba a donde su hermano permanecía de pie, oteando entre los árboles, gritando desaforadamente..."¡Volved y luchad! ¡Cobardes!", el cabreo que tenía el semi-orco porque se le estaban escapando dos enemigos era palpable, pero meterse en un bosque desconocido, detrás de dos enemigos, con otros dos enemigos desaparecidos mágicamente, más las criaturas que podían aparecer en cualquier momento....no parecía la mejor de las ideas, por ello, se quedó mirando hacia el bosque y gritando, mientras agitaba uno de sus puños en su dirección...."¡Y no volváis!....imítame hermano..." le dijo a Estragón, conforme lo vio venir....Heian observó como aquel bruto que casi acaba con su vida se alejaba en la oscuridad y finalmente desaparecía, así que, resoplando de alivio, se dio media vuelta y se acercó a donde estaba el cuerpo caído de Corian...

Rhaisel acudió en ayuda de Galdar, el cual estaba resoplando y sudando copiosamente, intentando acabar con el guerrero esquelético que tenía delante. La carga pilló por sorpresa al esqueleto, que no tuvo tiempo de apartarse y con un coro de chasquidos de huesos rotos cayó al suelo deshecho, para no levantarse más.

Al mirar alrededor vuestro, no visteis ya ningún movimiento más. La oscuridad se va haciendo cada vez más patente por momentos, y el lugar más cercano para pasar la noche...es la casa de los campesinos muertos.

Galdar aboga por enterrar los cadáveres y esqueletos, así como rezar por sus almas, para impedir que vuelvan de nuevo, por la mañana dice que hará una batida por las cercanías para ver si encuentra los cuerpos de los zombis que han huido, pues no pueden estar muy lejos, en su opinión, y darles también sepultura.

Ajá, el puño en alto siempre auyenta a los malandrines.

Se abrazó fuertemente a su hermano. Le dijo claramente que le siguiera. Está claro que no le puede quitar el ojo de encima, aunque fuese Estragón el que al final se perdiese. Corian, por su parte, insistía en seguir muerto.

Vaya caca de mago que ni siquiera sabe engañar a la muerte.

Chep-chep-chep-reprendió a Galdar-¿Tú sabes qué hora es? Nada de enterrarlos, es muy tarde para cavar hoyos. Lo que vamos a hacer ahora es meter todo para dentro. Huesos y carne. Como los leucrottas tengan algo que roer esta noche, mañana los vamos a tener en la puerta molestando. Y no cuentes conmigo para batidas inútiles. Ya habrá carroñeros que se zampen a esos zombis.

Como siempre, el trabajo parecía más fácil de lo que fue en realidad. Vaciemos los bolsillos de Corian dentro y repartámonos esas monedas que nos prometió si no encontrábamos nada en la torre. Mañana nos separaremos y cada uno por su lado.

Yo voto por quemar los cadáveres. Dijo mientras cruzaba los campos de los granjeros y se reunía con el grupo. Si no los prendemos fuego, es posible que vuelvan a levantarse. ¡Y no estoy dispuesto a seguir luchando contra esas cosas! Dijo negando ante la idea de enterrarlos. Luego miró al semiorco y asintió a la idea. ¡Está bien! Repartamos el botín, y larguémonos de aquí en cuanto despunte el alba.

Ulthor no pudo evitar imaginar un muerto andante envuelto en llamas aporreando la puerta de la cabaña, pero sí pudo apartar la imagen de su cabeza con un parpadeo, era una locura.

-Repleguémonos a la cabaña, curemos las heridas y mañana decidiremos.

Parco en palabras, como de costumbre, el elfo arquero, que había salido bien parado en el combate, tenía mucho que meditar durante la noche. Si el viejo mago había decidido asesinar a toda una partida de aventureros asalta-torres, era que lo que había en su interior realmente merecía la pena. No obstante, su vida era más preciosa que cualquier posible recompensa. Y sin compañeros con los que enfrentar la aventura, no había por dónde comenzar. No, definitivamente no iba a ser una buena idea. Con suerte, eso sí, cuando la magia clerical volviera a estar disponible, se curarían las heridas producidas en el enfrentamiento y podrían replantearse la situación. El otro grupo tenía un mago poderoso, pero no curanderos, así que en ese sentido ya estaba en peor situación que el variopinto grupo en el que se encontraba Ulthor. Veríamos.

Quememoslos. Asintió el sacerdote. No le habían herido así que a parte de la tensión post-combate no tenía ningún problema.

Si no iban a ir todos, no valía la pena ir, así que decidió seguir la marea por el momento.

¿Algún herido? No había preocupación en su voz, preguntó como quien preguntaba el día de la semana.
 

- Yo estoy bien.-Contestó Sapo al clérigo haciéndose de nuevo visible. Correteó hasta el cadáver de Corian y rebuscó entre sus ropas. Aunque era un farsante aquel hechicero podría tener algo que el gnomo pudiera utilizar. No estaba de buen humor pues les habían robado el amuleto, Corian había resultado una decepción y no había podido enfrentar sus magia ilusoria a la de su enemigo. Peor aún, sus ilusiones no habían servido de nada por culpa de ese mago. Pegó una patadita al cuerpo inerte de Corian y asintió a las palabras de Ulthor, metiéndose en la granja para poder pensar con tranquilidad y descansar.

Yo también estoy bien...

La idea de quemar los cuerpos no le gustaba a Estragón. Aún recordaba en su nariz aquella peste de la mujer en la chimenea.

Metamos al menos a Corian dentro, y registremos sus pertenencias con calm... ¡Eh! ¡Renacuajo! ¿Se puede saber qué estás haciendo?-dice al gnomo-Aún no empezamos el reparto. Mantén tus dedos largos alejados de mi parte, pequeño ladrón.

No perdió de vista a Sapo cada vez que se agachaba a recoger un arma del suelo.

Los esqueletos llevaban cuatro cimitarras y cuatro escudos. Eso son... por lo menos... ehm... dos y dos cinco... me llevo una... ¿sesenta o setenta piezas de oro? Diez monedas por cabeza en cuanto lo podamos vender.

Sera la mejor. Quememos los cuerpos y nos repartimos las cosas del mago. 

Sin duda la cosa no habia ido demasiado bien, pero los dos estaban vivos y con algunas cosas mas en los bolsillos, la cosa tampoco estaba tan mal, heridas de guerra y orejas cortadas, el pan de cada dia.

Yo estoy herido. Hermano! si me dices que ha intentado robar lo parto en dos! dimelo!

Galdar os mira entre apesumbrado y molesto, se niega a quemar el cuerpo de Corian....."Podéis hacer con el resto lo que queráis....pero a Corian lo enterraré mañana, bendiciendo su cuerpo y consagrando su tumba, y lo haré yo sólo, si es necesario. No podemos dejar que profanen su cadáver, y no voy a dejar de observar los ritos adecuados porque vosotros tengáis miedo. Si las cosas se hacen correctamente, no tiene porqué suceder nada."

El clérigo cogió el cadáver de Corian y ayudó a entrarlo en la casa. Fuera se hacía rápidamente de noche, y no tardasteis mucho en reunir lo necesario para hacer una pira funeraria y quemar los cadáveres. Pronto, un gran fuego ardía en el exterior, en medio de uno de los campos de labranza, donde quedaría una señal durante mucho tiempo....

Dentro de la casa, el ambiente era cuanto menos tenso. Galdar se las había arreglado para ordenar algo la cabaña, limpiar en su mayoría las manchas de sangre y acostar el cadáver de Corian en un rincón, envuelto en un par de sábanas ensangrentadas. Encima de la mesa, estaban todas las posesiones que Corian tenía en vida*.

Tras un vistazo, tenéis una serie de objetos que antes pertenecían al Mago...pero no hay ni dinero, ni (con un sonoro suspiro por parte del Gnomo) libro de conjuros.

Galdar os mira con el ceño fruncido..."Al parecer, ése tal Vortigen se ha reído de nosotros, aparte de casi matarnos en el proceso. Se ha llevado el amuleto y al parecer, vuestro Oro...además de que, si no se lo impedimos, conseguirá los tesoros que hay en la torre." Su mirada recorrió uno a uno vuestros rostros, sopesando la reacción a sus palabras, al parecer, tenía algo más que decir, pero esperaba saber qué pensábais sobre esto...

Gruñe y mira a Estragón, "¿Vas a preparar algo de cenar o tenemos que comer cecina seca?". Al parecer, no estaba de humor.

-Si nadie quiere la maza me la quedo yo. A los esqueletos no hay donde clavarles una flecha -sentenció Ulthor. No opinó sobre la cena, los acontecimientos o lo que había propuesto Galdar. Galdar tenía razones para estar enfadado, que digo, furioso, por todo lo que había pasado. Más o menos como los demás. Lo que parecía una misión potencialmente enriquecedora se había convertido en un montón de nada humeante salpicado de cadáveres. A menos que el grupo hiciera algo al respecto. Si es que se le podía llamar grupo a esa variopinta representación de razas y actitudes.

Un momento. Ulthor, en poco más de una docena de palabras había sugerido que quería estar preparado contra nuevas apariciones de esqueletos. Los esqueletos no se levantan solos. Últimamente habían conocido a alguien capaz. Una persona había muerto por su culpa. En efecto, Ulthor todavía no se retiraba de la misión. Pese a todo.

Sapo no suspiraba porque entre las pertenencias del hechicero no hubiera libro de conjuros. No era tan tonto. Sabía que aquellos farsantes tenían formas muy peculiares de realizar sus conjuros. Suspiraba porque los pergaminos en el interior del tuvo estaban inmaculados, sin tener inscritos en ellos ningún hechizo. El tesoro dejaba mucho que desear. Con sus pequeñas pero ágiles manos cogió los pergaminos y con solo la mirada pidió permiso para quedárselos.

Espera, espera, espera... El gnomo de ojos saltones estuvo urgando en el cadáver. ¿Cómo sabemos que él no cogió el dinero? ¿Cómo sabemos que tú-dice a Galdar-no cogiste el dinero cuando trajiste a Corian adentro, mientras los demás quemaban cadáveres? Yo propongo desnudar y registrar las pertenencias de Galdar y Sapo. Ya me han timado lo suficiente por una semana, gracias.

Colocó el tarro sobre la mesa, con su oreja flotando en almíbar. Estragón había sido damnificado más que los demás, y la oreja era prueba de su determinación por encontrar el dinero prometido por Corian.

Y no nos vengas con milongas, Galdar... ¿De dónde sacas que Vortigen se llevó nuestro oro? Me huele a comentario interesado. Una distracción. No vamos a ir a la torre, porque no sabemos dónde está. Corian era tan estúpido que se guardó ese secreto para él, y ya no tenemos el medallón para guiarnos.

¿Ojos saltones?¿Qué significaba aquello? La compleja mente de Sapo no comprendía el sencillo juego de palabras del semiorco.

Los ojos no saltan. No tienen patas.

Obvió las palabras de Estragón hasta que comprendió que pretendían tocarlo. Entonces correteó tras el elfo de pelo plateado.

- ¡No me toquéis!- Chilló con una voz aguda y amenazante. No soportaba el contacto físico.-No he cogido nada, pero puedo ver si entre las cosas de Corian hay algo más de lo que parece.- Agitó las manos y los ojos parecían salírsele de las órbitas. Murmuró unas palabras extrañas y comenzó a escrutar las pertenencias de Corian. - No debimos perder ese amuleto.