Partida Rol por web

Recogió sus herramientas tras el infructuoso fracaso de abrir la puerta.- "Claramente hoy no es mi día" -Pensaba en su fuero interno.

Entro el ultimo en la estancia, se fijo en derredor, pero decidido a si mismo a demostrarse algo, se acerco hasta la siguiente trampilla, con la firme intención de ser el primero en bajar.

Veamos de que forma acabamos muertos.

Espera, Galdar... ¿No se suponía que Vortigern buscaba una forma de hacerse inmortal? Tal vez la información que quiere ese mago esté detallado en alguno de estos libros.

Galdar alzó la vista, mirando al semi-orco desde su posición en el centro de la estancia, tras haber abierto la trampilla y haber oteado hacia las profundidades con una antorcha. "Podría ser." concedió el clérigo a la observación de Estragón. "Pero no nos interesa eso ahora, si no destruir a ésa impía criatura."

El cocinero se adentró en la pequeña estancia, cogiendo uno de los libros y dándole varias vueltas. Era un libro que hablaba de magia, magia oscura. Explicaba diversos rituales, materiales, productos y esencias de uso, cómo concentrar las energías y qué momentos, lugares y fechas concretas eran mejores para rituales nigrománticos, oscuros. Su sóla observación hizo que los ojos de Estragón le dolieran. Para su sorpresa, entre la información había un apartado que contenía un conjuro poderoso. Se describía con claridad en aquel libro. "Reanimar a los muertos - Cuarta Esfera". Mientras tanto, Sapo correteó a su lado y cogió el libro más imponente, descubriendo, con placer, que contenía varios conjuros bien detallados. Era un verdadero libro de mago.*

Cuando Lilith, tras rebuscar por la cámara, y Eco, se posicionaron a su lado para mirar hacia el siguiente piso, les dijo "¿Creéis que está muerto...definitivamente? No parece moverse." El clérigo dejó caer la antorcha a un lado del sarcófago, lejos de los pergaminos, justo después de prender otra y bajarla lo que pudo para mirar mejor la escena.

Os asomáis a la oscuridad y veis una especie de cripta que tendrá aproximadamente la misma amplitud que la sala en la que os encontráis ahora, quizás un poco más. No hay escaleras ni nada que os ayude a bajar, ni a subir. Una trampilla que se abre al vacío es lo que os separa de aquella cripta. En la sala hay seis pequeños sarcófagos de piedra alineados contra las paredes a intervalos regulares y sobre un estrado elevado de piedra negra, en el centro mismo de la sala, a unos tres metros y medio de vosotros, descansa un ataúd de piedra profusamente decorado y grabado con jeroglíficos y símbolos. Sobre el ataúd de piedra descansa un esqueleto vestido con una túnica roja. Uno de sus brazos, inclinado sobre el borde, sostiene un bastón. En el suelo, al pie del ataúd, se encuentran los fragmentos de un frasco que en su día debió de ser muy hermoso, así como varios pergaminos.

Recetas, recetas, recetas...-conjuró, pasando las hojas a toda velocidad con su hechizo de leer magia.

Estragón cerró el libro de golpe y lo agarró con una sola mano para tener un puño libre con el que frotarse los ojos. Sí. Definitivamente, eso era lo que andaba buscando Vortigern. No dijo nada, por si el maldito diablillo Garra estaba espiándoles invisible. Guardó el libro en la mochila y se acercó a la trampilla, con los demás.

Nggh... Esto tiene muy mala pinta. Vale, ¿cómo bajamos?

El cocinero no estaba muy seguro de cómo de alta era la última cámara. Toda su atención la tenía el esqueleto con túnica, como hipnotizándole.

No importaba. En el peor de los casos podrían bajar atando las sábanas y mantas de la cama para formar una cuerda con la que descender...

- ¿Ba-bajar?- Sapo no daba crédito a lo que escuchaba. Antes de hablar se había metido el libro de conjuros bajo la toga. Pero como era tan grande en comparación al gnomo quedaba muy gracioso. Se marcaba la forma rectangular del libro haciendo que Sapo pareciera una gnoma embarazada de un feto rectangulado. Se acercó a la trampilla y miró con terror. Caminar le costaba horrores con el libro, no sólo por su tamaño sino por su peso. Al final lo sacó de nuevo de debajo de la toga y se lo tendió a Lilith.

- Guárdame esto.- Alguien más grande que él tendría que llevarlo. Pero alguien cuidadoso y en el que pudiera fiarse, no una bola de grasa que lo dejara marcado con sus huellas dactilares y las hojas de papiro tan llenas de grasa que fueran transparentes.

- Yo no bajo ahí. - No se fiaba de que Galdar tucviera un golpe de suerte como el que había tenido anteriormente con los no -muertos que casi se lo comen. Ahora que tenía un nuevo libro de conjuros no iba a jugársela por una misión de un dios que ni le iba ni le venía.- Sin descansar y recuperar fuerzas.

Lilith acogió el libro con gesto de desencanto. No le gustaban los libros. Lo aceptó porque estaba claro que el gnomo no era capaz de cargar con él, pero a ella también le entorpecía. Se encogió de hombros y, alejándolo todo lo que le permitían sus brazos, volvió a dejarlo sobre la mesilla. No creo que sea el momento de leer cuentos, dijo al gnomo, posando suavemente una mano sobre su cabecilla. Quién sabe, Galdar. Voy a bajar. Si hubiera peligro, me tiraréis una cuerda para subir, ¿verdad? se apresuró la elfa, sin dejarles contestar, inclinándose sobre la trampilla. Sentóse primero, se deslizó por el borde y aterrizó sin percances en la cripta. Su ligereza y agilidad le permitieron caer sin hacer ruido ni daño a sus piernas, aunque no estaba tan alto como la oscuridad les había hecho pensar. Rápidamente escaneó su alrededor.

La escena debía de ser pintoresca, 4 personas mirando un agujero en el suelo... Rodeados de mugre de hacia mucho, mucho tiempo.

Sea lo que sea, una vez estamos aquí, no podemos darnos la vuelta... Bueno, siempre se puede, pero no soy partidario. -Mientras decía esas palabras, vio a la elfa entrar en la sala inferior. No le era una sorpresa, y tenia pensado seguirla en caso de no ser él el primero.

Se acuclillo en el borde- Pero Sapo, si bajamos ahí abajo, podremos tomar un largo descanso, yo a ellos les veo muy cómodos. -dijo señalando a los sarcófagos- Vamos, darse la vuelta puede ser peor si algo se alza para alcanzarnos.

Oteo el interior desde arriba, al no ser capaz de discernir muy bien su entorno, pego un salto, siguiendo a la elfa en la lóbrega tumba.

Se inclino al impactar, quedamente en guardia. Pasado un momento, que su vista se hubiera adaptado mejor al entorno, busco en ella, intentando percibir toda la instancia.

Reunidos todos alrededor de la trampilla, ofrecían un aspecto que en otro momento hubiera podido decirse que era hasta pintoresco, observando desde arriba a un esqueleto vestido con una lujosa túnica tumbado encima de un sarcófago, con mugre a su alrededor, debajo y en los pisos por encima de ellos.

Estragón y Sapo se quedaron observando como el resto del grupo se internaban en la cripta del piso inferior, cada uno con sus razones. No parecía que ni Lilith, ni Eco, ni Galdar tuvieran problemas para seguir adelante, como así demostraron. Lilith bajó la primera, usando el buen juício y el tino, sentándose primero en el borde y dejándose caer con suavidad. Todo ello, unido a la agilidad innata de su raza, hizo que cayera al suelo sin emitir ni el más ínfimo sonido. Parecía que una sombra hubiera penetrado en la sala, tal fue la agilidad de la elfa.

Mientras esperaba a sus compañeros, sin moverse, hechó un vistazo a su alrededor buscando enemigos o trampas, pero ni consiguió ver a nadie más que ellos, ni tampoco detectó ninguna trampa. 

Eco bajó de forma algo más acrobática y bastante más ruidosa, pisando mal al intentar afianzar los pies al caer, resbaló ligeramente en el polvo acumulado tras el paso de los años, tropezando con uno de los dos escalones que elevaban al sarcófago de enmedio. Un fuerte dolor le subió desde el tobillo, indicando que se lo había torcido, aunque no era grave, pero cojearía un tiempo.*

Galdar procedió exactamente igual que Lilith, se sentó y esperó a tener el salto despejado, lanzando su antorcha por delante. Una vez pudo, se descolgó cogiéndose del borde y se dejó caer. Aterrizó bien a duras penas, aunque se resbaló y acabó de rodillas en el suelo, levantándose entre reniegos y tras haber hecho mucho más ruído que Eco, gracias sobretodo a su armadura y su escudo. - Mal lugar para torcerse un tobillo, compañero. - le dijo a Eco tras levantarse. Se acercó a la antorcha y la levantó para poder ver mejor a su alrededor.

La sala contenía siete sarcófagos de piedra. Seis a lo largo del perímetro, de pie contra la pared con sus tapas ajustadas y cerradas, y un séptimo sobre un estrado elevado, en el centro de la sala, al cual llevaban dos escalones. Encima de él, yace el cadáver del que una vez fue Eralion, con la piel aún encima de sus huesos, pero tan pegada y tirante que desde arriba érais incapaces de distinguirla con claridad. Desde éste ángulo podéis observar mejor los jeroglícos y símbolos del sarcófago. Mientras aparecen bajo la luz titilante de vuestras antorchas, podéis asegurar que las escrituras son de una lengua antiquísima y, sin embargo, parecen haber sido grabadas recientemente. El cadáver viste la túnica ornamental roja de un mago con runas trazadas con sangre y porta un gorro cónico acabado en forma plana del mismo color que la túnica, con una tira de pelo negro saliendo de la parte central. Su mano muerta aferra todavía un bastón. Mientras lo contempláis, una brisa helada parece soplar desde ninguna parte en éste lugar, y Lilith siente un escalofrío que le recorre la espalda. Todos estáis cansados por el largo camino y las peleas y aventuras sufridas para llegar hasta aquí. Al lado de una de las mangas de sus brazos, apoyada encima del sarcófago, hay una daga ceremonial con algunos restos de sangre en la hoja.

En un lateral del sarcófago central, en el suelo, hay un frasco de bella manufactura hecho añicos, con restos de un líquido ligeramente amarillento y pegajoso aún en su interior. Al lado de los restos del frasco también hay varios pergaminos enrollados de aspecto fragil y antiguo. Justo a cada lado de su cabeza, hay dos pequeños dragones de piedra y metal dorado, enfrentados entre ellos, dejando la cabeza justo en medio.

Galdar observaba la escena mientras su mano libre sacaba poco a poco su maza. - Bien, creo que llegó el momento de ponerle fin a todo ésto. -

Ansiosos... Si hubiesen esperado, podría haberles ayudado a bajar.

Sígueme, Sapo. Nosotros somos el músculo del equipo. Cuando acaben allá abajo, tendremos que ayudarles a subir a pulso, y no creas que la armadura de Galdar es de las ligeras...

Estragón se acercó a la cama y tomó una manta. Con uno de sus cuchillos de cocinero, rajó longitudinalmente el trozo de tela en tres. Con cada uno de ellos hizo un churro, y trató de anudarlos. No era muy distinto a hacer con la masa la forma de los roscones trenzados, solo que después no te lo podías comer.

Sí, señor. Mira esto, Sapo. ¿No es el mejor nudo que jamás hayas visto?

Aquella brisa hizo que los dientes de Lilith castañearan como las fauces de un chistoso dragón de cobre, echando por tierra la habilidad para el sigilo de toda su raza. Tragó saliva y exhaló una pequeña nube de vaho que volvió a ponerle en alerta. Sacó una flecha de su carcaj y la tensó, con pulso casi firme, en el arco. Miró a su alrededor, a Eco y luego a Galdar, a quien preguntó, susurrando: ¿Van a tardar mucho en levantarse? Porque podríamos aprovechar...

El frío de la cripta parece aumentar por momentos, haciendo que toda tu piel se estremezca mientras el vaho de tu aliento tapa ligeramente tu visión, condensándose delante de tu cara como si tuviera vida propia. A tu alrededor, sólo están Eco, Galdar, y los seis sarcófagos, además del cadáver que permanece inmóvil encima del séptimo. Mientras apuntas con tu flecha, ora a un lado, ora a otro, escuchas algo, apenas un aliento susurrado...una pregunta intuida....justo al lado de tu oreja:

"¿Fe...Feriblan?"

Galdar se acercó al cadáver, maza en mano, mirándolo mientras sostenía su antorcha por encima de la cabeza, haciendo que una serie de sombras recorrieran la estancia. Entre la antorcha del suelo y la de su mano, la exigüa luz de la cripta os permitía observar el entorno. Una cripta que cada vez parecía estar más fría, unos ataudes de piedra con aspecto de pesar una tonelada, inmóviles, impertérritos. Un cadáver inmóvil, encima del último ataúd de piedra.

- No parece que vaya a levantarse, ¿verdad? - dijo Galdar, empujando ligeramente uno de los costados del cadáver con la punta de su maza. - Pobre diablo...morir aquí, sólo y encerrado. Pero su crimen no puede quedar sin castigo, pese a que me de cierta lástima. Creo que la incineración será lo más adecuado. ¿Estás de acuerdo, Eco? - la pregunta quedó en el aire.

Prende le fuego, pero dudo que nos dejen... -decía con la mirada perdida en la instancia- Se van a levantar a proteger a su señor. Y el tampoco va a quedarse ahí quieto. Estoy seguro que lo que estamos viendo era parte de un ritual para comunicarse o formar a controlar a aquel que yace ahora frente a nosotros... Y sabes que esa clase de magia deja reminiscencias, de aquellas en las que uno se encuentra con "Alguien que se levanta con la mirada vacía pero en llamas y un mudo grito de odio aferrado cual hierro candente a este mundo y el otro." -pareciera, que recitara aquello que le atormentara, otrora, solo recordara con desasosiego e incertidumbre ante el conocimiento de lo que iba a pasar.

Tenia una flecha preparada...la acariciaba...comenzó a apuntar hacia una esquina de la estancia, aparentando que fuera a soltarla contra la penumbra amenazante.

¿Sabéis de círculos de protección en el suelo? -Susurro, tan levemente, que desconocía si le habrían escuchado.

La figura de Lilith pareció haber sido volteada en dirección opuesta de repente mientras un grito agudo y sordo salía de entre sus apretados dientes: ¡Hiiiiii! 

Con la mirada fiera de una bestia, volvió a repasar la habitación, clavando sus ojos en todas direcciones y en ninguna a la vez, cada una de ellas apuntada solo por su flecha. Esta vez, sin dejar que el vaho empañase su visión.

Lo bueno de ser autista es que, cuando estás concentrado en algo, ni Estragón puede distraerte. Sapo no hizo caso a sus chanzas, ni miró el nudo , su vista lo más fija posible, dentro del estrabismo, en las runas y en los pergaminos que había en la cripta. Por mucho que dijera Lilith que no era tiempo para leer es que ella no sabía lo rápido que podía leer Sapo. La muchacha le había decepcionado mucho con aquel comentario despectivo.

- ¡¡VOLVED CON ESOS PERGAMINOS!!*- Gritó por la trampilla para que no se les ocurriera salir de allí sin ellos. Le daba igual gritar pues ya Galdar y Eco habían armado un escándalo para bajar. Mientras esperaba volvió a tomar el libro de la mesa donde Lilith lo había dejado para adentrarse entre sus páginas de oloroso pergamino.

Justo antes del grito de Lilith, os llegó este mensaje desde arriba, con la voz de Sapo. 

- ¡¡VOLVED CON ESOS PERGAMINOS!!- Gritó por la trampilla para que no se les ocurriera salir de allí sin ellos.

Galdar miró hacia arriba, para luego asentir ante Eco. - Sí, estoy de acuerdo, la cremación es lo más adecuado. Si se levantan, emplearemos la furia de San Cuthberth para castigarles. - le dijo al cartero. 

¿Sabes?, me sorprendes Eco, te pones muy filo...- estaba diciéndole Galdar a Eco, mirando al suelo para buscar algún círculo de protección, cuando Lilith gritó y empezó a girarse de un lado a otro. 

Galdar la miro contrariado, observando rápidamente a los sarcófagos cerrados, esperando ver cómo se abrían en cualquier momento, influído, sin duda, por los comentarios de Eco. - ¿Pero qué pasa? ¿Dónde? - casi gritó a su vez, convencido que Lilith había localizado a un enemigo....

Pero todo estaba en silencio, nada se movía, ninguna tapa se abría. Ni siquiera Eco, acostumbrado a fijarse en detalles, percibió nada*.

Con Estragón entretenido en hacer una cuerda con las sábanas y Sapo leyendo el libro, el cual le costaba mucho entender*, aunque poco a poco iba avanzando y desentrañando cual era el primer conjuro que había en el libro, los dos escucharon un grito agudo y sordo de Lilith desde abajo: 

¡Hiiiiii! 

Seguido de algo de confusión de voces por parte de Galdar y Eco.

¿.....ué pasa? ¿....de? 

Este lugar nos inunda con el frió de la muerte y nos pone nerviosos. Prende a aquel que descansa, y ocurra lo que ocurra procuremos salir rápidamente de aquí. Lilith, recoge los pergaminos, yo os cubro. -Exhalo bao del frió condensado. Tenia la sensación que a cada momento, bajaba más.

El frío de la cripta penetró en tus venas, recorriendo tu cuerpo de arriba a abajo mientras tus nervios se ponían a flor de piel. De nuevo, a tu alrededor, sólo están Eco, Galdar, y los seis sarcófagos, además del cadáver que permanece inmóvil encima del séptimo. Mientras apuntas con tu flecha, ora a un lado, ora a otro, escuchas algo, apenas un aliento susurrado...una pregunta intuida....justo al lado de tu oreja, pero ésta vez algo más segura, transmitiendo cierta urgencia:

"¿Feriblan? ¿Eres tú?"

Por fin, Lilith dejó escapar su aliento en un largo y humeante suspiro. Relajó los hombros, pues, de algún modo, las voces de Eco y Galdar la hicieron entrar en razón. Hasta que lo escuchó de nuevo. Aún más relajada, volvió a girarse en varias direcciones sin apuntar con el arco. Se dirigió a sus compañeros.

¿Quién es Feriblan?

Al no obtener respuesta inmediata, susurró: Muéstrate.

Galdar dirigió una mirada interrogante a Lilith al preguntar por Feriblan, con el entrecejo fruncido y los ojos entrecerrados, haciendo memoria. Su semblante se relajó al encontrar la respuesta en su mente y estaba a punto de contestarle cuando se escuchó en la cripta una pregunta llegada de muy lejos, con un tono frío y desagradable. Era un eco venido de ninguna parte, una intuición sonora, un quedo susurro, pero definitivamente, se detectaba exigencia de respuesta en la voz, y ahora, para Lilith, tenía más fuerza que antes, como si algo hubiera atravesado un delgado umbral, como si algo hubiera venido de muy lejos y ya estuviera allí:

- ¿Eres tú, Feriblan, amigo mío? ¿Has....has venido a verme, por fin? -

La boca de Galdar se quedó abierta, en suspenso, como un puente colgante esperando que los amantes cruzaran su dintel para llegar a un mundo mejor, como la entrada de una gruta que promete desvelar secretos desde su interior, mientras sus ojos, cada vez más abiertos, con tono de alarma, oteaban alrededor buscando el origen.