Partida Rol por web

La cuchilla psíquica se clava en la tierra mientras atraviesa la nube de colores lanzada por Gerbo como si fuera simple lluvia. El dragónido levanta el vuelo, planea un momento y se lanza en una veloz embestida a ras del suelo mientras los compañeros se reagrupan para repeler su ataque.

Justo unos metros antes de recibir el ataque de carga del lagarto consigo centrarme olvidar el dolor que tengo en el costado por el ataque que lanzo la otra lagartija y lanzo por segunda vez mi cuchilla esta vez con mas fortuna logrando que se clave en el hombro de la criatura muy profundo, pero no hay tiempo para celebraciones banas ya que la bestia se aproxima y esta vez mas cabreada.

Ante el inminente choque preparo mi escudo, materializo mi cuchilla psionica de nuevo y les grito a mis compañeros a la vez que aferro con todas mis fuerzas el escudo - Preparaos y aguantaaaaaaaaaaaad.

- ¡VUELVE AQUI COBARDE! - grito Xiombarg fuera de si preparandose para golpear al ser en cuanto pasara a si lado

El dracónido ruge de furia cuando la cuchilla de Cyrus se le clava en la piel. avanza veloz a ras de suelo golpeando las alas entre si para coger mas velocidad, la rabia le guía y convierte en peligroso hasta a un niño.

La velocidad que alcanza es increíble y en un abrir y cerrar de ojos ¡BOONNGG! El escudo de Cyrus sale volando en una dirección y Cyrus cae al suelo arrastrado unos metros por el impacto.  
Es vuestra oportunidad de golpearle y evitar que vuelva a cargar.

- !ARGGGGHHH¡ - grito el barbaro saltando sin mirar lo que habia a su alrededor y chocando con un escudo volador que impacto contra su rostro.

Viendo que el monstruo reptiliano estaba a punto de precipitarse sobre ellos, Gerbo se apresuró a protegerse como mejor sabía, con su amada magia. Pronunció las palabras del último de sus conjuros, el resto de su magia no eran más que trucos de salón que tenían realmente poca utilidad.

Ni peto de cuero, ni coraza de acero

Una cosa muy distinta es lo que yo quiero

¡Dragón de roca, no seas vago!

Concedeme la Armadura de Mago

Una invisible armadura de fuerza rodeó al gnomo. Le protegería de los golpes, o al menos eso esperaba él que hiciera. En cuanto hubo lanzado el conjuro, el enemigo se lanzó al ataque arrasando la zona y golpeando con furia a Cyrus. Por suerte, el monstruo descuidaba su protección con una maniobra tan temerario, dejando el flanco expuesto al mortal cuchillo de Gerbo.

Tras la tremenda carga que recibí del largo y que me dejó casi en las últimas a duras penas consigo levantarme del suelo pero cuando lo hago y veo con el lagarto sigue en pie rodeado de mis compañeros de aventuras me dirijo hacia a él con fuerza recuperada y con furia desmesurada y corriendo me lanzo hacia el.

Justo cuando me acerco a la bestia doy un salto echando el puño hacia atras para sorprender a la bestia y cuando estoy el punto alguido le lanzo un puñetazo con el puño de la cuchilla psionica al pecho de la criatura clavandole la hoja hasta el final y produciendole mucho dolor.

Duncan aprovecha la breve parada para asestarle un golpe casi mortal que impide a dracónido contraatacar. Con un rugido de rabia intenta elevarse otra vez. Las alas salpican sangre mientras intenta batirlas para levantar vuelo.

A pesar de los golpes contra el suelo, el escudo volador, el draconido chillando y sus compañeros interponiendose entre él y su enemigo Xiombarg volvio a atacar de nuevo gritando con fuerza en algun idioma, o no, desconocido - ¡Dør du sønn av en øgle skabbete pels! -

Tras la sucesión de ataques y ver como intenta el lagarto huir, tras eso me decido a volver al combate y me lanzo de nuevo a atacarle al lagarto penetrandole con la cuchilla por el costado en la zona intercostal y llegando a tocar órganos vitales, al menos es donde estarían los órganos vitales en otras criaturas, pero al estar tan próximo al lagarto recuerdo que no tengo mi escudo eni brazo y rápidamente me dirijo hacia donde esta para recogerlo y ponérmelo cuanto antes mientras grito.
Ya eres nuestro maldito lagarto, no podrás ni huir, ni esconderte.

El mandoble del bárbaro abre el vientre de la criatura y la cuchilla psíquica de Cyrus fríen su mente. El dracónido cae en medio de un charco de su propia sangre mientras sale humo de sus blancos ojos.

Todo a acabado, aunque con pérdidas. Diana corre hacia su padre pero nada puede hacerse por él excepto la resurrección, aunque es un proceso muy costoso y no todos los sacerdotes pueden llevarlo a cabo.

Decidís pasar el resto del día allí mismo. Diana realiza plegarias de curación para Xiombarg y le coloca un vendaje. También prepara un brebaje para el dolor de cabeza del caballero.

-Os doy las gracias por acabar con el monstruo que terminó con la vida de mi padre. Solo faltan dos días para llegar a ciudad refugio, un pueblo situado entre las montañas y el bosque de Hulak. Allí podré atender apropiadamente a Praixa y después acercarme hasta Arabel donde un sumo sacerdote podrá resucitar a mi padre.-Diana duda un poco pero continúa.-Es por eso que debo pediros un favor. Como sabéis nuestro dinero se limita a la venta de las mercancías pero temo que mi estancia en ciudad refugio, el cuidado de Praixa y vuestro pago agote casi todos los recursos. No deseo seguir por los caminos exponiéndome al peligro, por lo que venderé todo en el pueblo e intentaré instalarme en Arabel. Allí podré comenzar y ahorrar suficiente dinero para poder resucitar algún día a mi padre, pero... ¿Podríais acercaros hasta Arabel y buscar a alguien por mí?. Se trata de mi viejo maestro. Solo tendréis que entregarle una carta que redactaré cuando lleguemos.  

Tras quedar inconsciente por las heridas recibidas el barbaro se recupero en parte de ellas gracias a los atentos cuidados de Diana. Cuando esta comenzo a escuchar sus futuros planes el barbaro tuvo que levantar la voz. - Espera, no te condenes a una vida aburrida sin gloria. En la cueva de los trolls habia un extraño portal brillante y quizas donde sea que lleve haya un tesoro digno de un rey que nos permita traer de nuevo el alma de tu padre a entre los vivos -

Gerbo había salido prácticamente ileso de la refriega, por lo que después de recuperar el aliento dejó al resto en el improvisado hospital de campaña y se dedicó a registrar los cuerpos de los monstruos en busca de cosas de valor y quizás alguna pista que les indicara de dónde venían y por qué razón. Además aprovechó para conseguir un par de cosas que no se ven todos los días: escamas de dracónido, útiles para la fabricación de pociones; dientes y colmillos (siempre podía hacer un collar y vendérselo a algún paleto como un amuleto de la suerte) y demás trocitos de monstruo que podrían aprovecharse como componentes de conjuro.

- ¿Ves, Zoroastro? Aquí está la bolsa donde los dracónidos guardan su fuego - dijo, señalando algo que estaba dentro de la boca de uno de los monstruos muertos.- Espero que algún día se revele su naturaleza reptiliana y te conviertas en un sapo escupefuego, así dejarías de ser un vulgar batracio... Bueno, se lo voy a sacar con cuidado, con esto podré suplir mis reservas de fuego de alquimista que hemos gastado.

Tras eviscerar, mutilar, descuartizar y... ejem... eso... a los distintos monstruos, mientras el sapo se mantenía inmóvil sobre una piedra del camino, Gerbo volvió junto al resto para comprobar que el bárbaro ya se había despertado de su siestecita.

- Buen trabajo, mis valientes - dijo palmeándole la espalda a Xiombarg.- Yo os auguré yo un buen destino bajo mi liderazgo ¿eh? no os lo creíais, pero no pasa nada, os perdono, no os lo tendré en cuenta... Bien, bien, bien... así que quieres resucitar a tu padre, muchachita - Gerbo se llevó la mano al mentón, acariciándose su pequeña perilla.- La magia divina no es lo mio, los dioses y yo no nos llevamos muy bien ¿sabes? Yo habría propuesto algo así como un conjuro para viajar al pasado y evitar que tu padre fuera atacado... ehm, bueno, auque claro, eso modificaría el presente - el gnomo se rascó la coronilla.- Errr... es igual, es tu padre y tu decides como hacerlo... ¡Si, este tarugo tiene toda la razón! ¡El portal! Tenemos que entrar ¡Es mi propósito en la vida! - Gerbo estaba francamente excitado con la idea.- Pero ojo, no repartamos tan rápido esas riquezas, primero habrá que encontrarlas, después habrá que examinarlas y tasarlas debidamente, después traerlas de vuelta, repartirlas proporcionalmente y luego ya si eso hablamos de resurrecciones.

Tras el duro combate y las heridas causadas en nuestro grupo, la mayoría de ellas de mucha gravedad la hija del comerciante nos sana en cuanto tiene la ocasión, por mi parte el tremendo tajo del costado mas las costillas rotas por la embestida del lagarto casi me hacen perder el conocimiento pero aguante lo suficiente el dolor para mantenerme despierto todo el tiempo, aunque Xiombarg cayó exhausto al suelo, tras la curación y antes de que el aguerrido bárbaro se despertara me dirigí hacia donde estaba Gerbo expoliando los cadáveres de los lagartos.
Hola Gerbo, vengo a por un premio y muestra de nuestra habilidad en combate.- Le digo mientras con mi cuchillo de la pierna le saco el colmillo más grande de la boca de el que desde el principio parecía el líder de los lagartos, con la intención de hacerme un collar con el y de ir añadiendo mas trozos de grandes enemigos contra los que me enfrente.
Cuando el bárbaro despierta y Diana nos expone sus preocupaciones y las soluciones e ideas que dan mis compañeros para que la muchacha pueda salir de esta problemática situación añado.
Estáis presuponiendo demasiado, estoy con Gerbo, tengo ganas de ver lo que hay al otro lado pero cabe la posibilidad de que no haya nada salvo nuestra muerte y os recuerdo de que en el transcurso de este trabajo ya me han quemado vivo, digo mirando al gnomo, me han hecho un corte en el costado que casi llega a mis pulmones y me han roto 3 costillas. Por todo esto os pregunto, ¿estáis dispuestos a arriesgar vuestras vidas por una vaga idea de riquezas?- Tras haber dicho eso hago una breve pausa para que mis compañeros de trabajo reflexionen sobre lo que he dicho y rápidamente añado.
Yo por mi parte estoy dispuesto, pero no por las riquezas sino por las aventuras que nos esperan y por poder demostrar que puedo llegar a ser como uno de los héroes de las leyendas de mi pueblo. Así pues, ¿quien está dispuesto a vivir eternamente?.

Todos quedaron mirando al caballero, pues era el único que no había pronunciado palabra.

Duncan no lo tenía claro del todo. Por un lado le gustaba la idea de llegar a una ciudad civilizada, con posadas civilizadas donde su caballo garañón pudiera comer buen heno y descansar del viaje. Pero también sentía curiosidad por saber a dónde llevaría ese portal. 

Los pros y los contras se debatían en su cabeza; comodidad y un posible trabajo contra vete tu a saber dónde acabarían.

-No estoy muy seguro.-Dijo finalmente.-Ese portal puede llevarnos vete tu a saber dónde y puede que nunca regresemos. Mientras que la ciudad está ahí, con sus tiendas y gente y no va a desaparecer o transportarnos a un plano demoníaco, aparte de que Diana y Praixa necesitan ayuda.-Al final Duncan se decantó por la neutralidad.-Decididlo vosotros. Iremos dónde digais.-  

-Praixa no puede hacer ese viaje, necesita descanso y atención. Nosotras vamos a ciudad refugio.- Diana lo dejó muy claro. Con la muerte de Eolsen la caravana se estaba dividiendo. Los mercenarios ya no estaban atados a cumplir el contrato establecido y podían pedir la paga correspondiente por el tiempo trabajado.