Partida Rol por web

Las formícidas les superan en número, y parecen no encontrar problemas en evitar los ataques. Bedric trata de aprovechar la ventaja que le proporciona Aerith para atacar a la que ambos flanquean, aunque con idénticos resultados.

-¿Algún plan?

La instructora Moonlight se desvaneció ante la presencia de las criaturas sin que nadie pudiera verles. Corrió hasta donde estaba su discípulo y como si fuera un fantasma se apareció detrás de uno de sus rivales. A pesar de ello el golpe no llegó a pillar desprevenido al enemigo por lo que no pudo tener muy buenos resultados. Bedric tampoco se sentía en su mejor momento, y la herida sufrida anteriormente le impidió continuar atacando.

Desgraciadamente, ahora las otras dos formícidas que Aertih había dejado atrás no encontraron a su rival y decidieron atacar todas ellas a Bedric, por fortuna ambas tropezaron pero las dos contra las que se estaba enfrentando él lograron encajarles un buen par de mordiscos que le hicieron comenzar a sangrar exageradamente.

Rápida como un rayo, di un paso atrás, deje caer mis nunchakus y saqué la ballesta. Apunté entre los ojos de una de las formícidas y dispare, esperando que se clavara y otra más dejara de existir.

Bedric, sal de ahí, escapa, no creo que estés en buenas condiciones para seguir combatiendo

Las heridas son profundas y dolorosas, y las órdenes de Aerith claras. Así que Bedric se aleja cojeando y como puede de sus enemigos, viendo que si cae inconsciente sus problemas serán aún mayores.

Bedric escapaba del combate tal y como su maestra le había sugerido, pero ella continuaba luchando y logró encajar su virote en una comisura de su recia piel. A pesar de ello solo logra causar el mal humor de las formicídas y las cuatro se abalanzan sobre ella.

Aerith hace gala de su título como instructora y a pesar de que se enfrenta a cuatro horribles criaturas logra esquivar cada uno de sus envites. Primero da un gran salto para esquivar a una de ellas, después se agacha y por último hace casi una voltereta para evitar el mordisco de las otras dos.

Bedric contemplaba desde la distancia las habilidades de su instructora, aunque realmente no podría aguantar mucho tiempo si seguía luchando ella sola.

Buscadme, bonitas, seguro que no me encontráis

Acto seguido, mi cuerpo parpadea y me vuelvo de nuevo invisible. Me alejo corriendo hasta donde está Bedric, para curarle en cuanto llegue a él

A pesar de las heridas, Bedric está decidido a acabar con sus adversarios. Aprovecha que se encuentra a cierta distancia de ellas para tratar de concentrar su poder mágico recién descubierto. Logra sobreponerse al dolor y conjurar una pequeña bola del color de la arena que se dirige hacia la criatura que ya hirió Aerith. Cuando ve que impacta en su objetivo suelta un gruñido de satisfacción, ahora se encuentra más tranquilo, concentrado en el combate, prepara su arma contra el ataque de las formícidas.

Aerith se desvaneció por unos segundos de la vista de las formícidas, por un momento se quedaron algo confusas ya que no sabían bien donde se encontraban sus enemigos, pero, segundos después el proyectil mágico de Bedric golpeó a una de las criaturas que había sido heridas. Las cuatro formícidas alzaron sus cabezas y os encontraron, en cuanto vieron a Aertih que estaba bastante cerca de Bedric salieron corriendo detrás de ellos para intentar de nuevo flanquearos.

A pesar de su renovada confianza, conjurar debilita aún más a Bedric, y no sabe si su aliada tendrá alguna forma de curarle. Aun así sigue queriendo combatir. Los dos únicos combates de su vida han acabado con su derrota, y ese no es el camino para convertirse en un Filo del Alba, de modo que aprieta los dientes y espera en tensión a su instructora. Trata de leer en sus movimientos si tiene alguna forma de curarle o considera más prudente huir, y en cualquiera de los dos casos hará lo que Aerith decida.

Llegué hasta Bedric con la mano levantada. Según le toqué el brazo, la magia curativa que residía en mí se desplazó hasta él, sanando poco a poco sus heridas.

Tendremos que aguantar así un poco. Si nos vuelven a golpear con fuerza, no nos quedemos aquí. Huyamos

Bedric asiente a las palabras de Aerith y se dispone a golpear a la primera formícida que les alcance.

Aerith logra curar parte de las heridas de sus discípulo justo antes de que las hormigas lleguen hasta ellos. De nuevo las criaturas se dividen en parejas y cada una ataca a uno de ellos. 

Esta vez, Bedric tenía las energías renovadas gracias a su instructora y logró esquivar ambos golpes, pero Aerith no tuvo tanta suerte y notó como le clavaron los colmillos en una de sus piernas. Aquellas criaturas parecían lejos de querer rendirse. 

Bedric sigue intentando golpear a las criaturas. A pesar de que hace todo lo posible por mejorar sus ataques y así impresionar a Aerith, la suerte no le acompaña. Y las formícidas siguen mordiéndole sin descanso.

Me aparté un poco para apuntar mejor con la ballesta. Disparé a la criatura que estaba más próxima a Bedric. Tenía que proteger a mi alumno

Bedric luchaba por protegerse de los ataques continuos de las formícidas y eso le dificultaba seriamente el poder golpearlas, por suerte, su maestra decidía retroceder algunos pasos para encajar una de sus flechas. La formícida a la que hizo objetivo cayó redonda al suelo, gravemente herida por el virote asestado.

Pero las otras tres seguían sin rendirse, afortunadamente la pérdida de una de sus compañeras fue suficiente distracción para fallar cada uno de los golpes que trataron de asestarles con sus fuertes mandíbulas.

Bedric, continúa así, sigue protegiéndote dije cargando otro de los virotes y disparando de nuevo

Bedric hace caso de las indicaciones de Aerith, sigue intentando defenderse de sus atacantes, haciendo solo un tímido intento de ataque que no llega siquiera a rozar a sus adversarios. Comienzan a asaltarle pensamientos difíciles, está demostrando una vez más que no sirve para combatir, y encima delante de su instructora... tal vez no merezca la pena que intente convertirse en un guerrero, tal vez no sea la mejor forma de ayudar a su gente, tal vez no haya forma de que les ayude.

Respira profundamente y aprieta los dientes; no puede permitir que la crudeza del combate le supere, necesita seguir intentándolo, mejorar, seguir vivo al menos.