Partida Rol por web

GELUS VIRICA

[KIRUNA] - Milo

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13/03/2008, 01:32
Director

Es difícil explicar la sensación que en aquella habitación se presentaba... Se trataba de un lugar frío, al igual que el resto del hotel... Pero no se trataba de un frío seco, sino húmedo, lo cual volvía el lugar inufrible... No obstante, a pesar del vaho que salía de la boca del muchacho, los espejos en las paredes no se empañaban... Una energía extraña flotaba en el ambiente...

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13/03/2008, 02:14
James Trides

El muchacho que había tendido ahí no se movía. Su pecho apenas bombeaba aire, y de sus perfectos labios sólo surgía vaho. Sólo su cabeza, hombros y brazos estaban por encima de la manta y las almohadas... Su cuerpo, desnudo bajo la ropa de cama, estaba directamente en contacto con un bloque de hielo que hacía la función de colchón.
Cada diez segundos, el edredón expelía vapor caliente, que hacían que el muchacho convulsionara sus manos. En los ojos llevaba una venda, en la mano izquierda llevaba un extraño guante...

No dijo nada... No advirtió la presencia de Alice y el acólito...

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13/03/2008, 03:01
Acólito de Isenhall

- Éste es Falken, señorita Doyle - dijo en voz muy baja la estatua que acompañaba a Alice - Se le ha colocado un inductor de imágen para que ello haga posible su visión... No soportaríais ver su auténtico estado, y aunque éste aspecto del inductor no es ni remotamente parecido a cómo fué originalmente, se parece bastante a cómo era el señor Adrien antes de la enfermedad y la explosión.

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13/03/2008, 20:35
[Alice Doyle (Twister)]

Alice asiente al acólito frotándose los brazos intentando soportar el frío. - Gra...gracias... - Contesta en un susurro.

Se acerca poco a poco a la cama, analizando cada uno de los rasgos del chico allí tendido, intentando reconocer al Falken que ella conocía. Si esa imagen no le hacía justicia a como era antes, entonces Dios hecho hombre existía y estaba frente a ella.

¿Si le hablaba contestaría? Viéndolo así daba la impresión de que jamás nunca había contraido la horrible enfermedad o había sobrevivido a la explosión. Se agacha hasta estar a un palmo de su oido - Falken...

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13/03/2008, 23:28
Acólito de Isenhall

El muchacho no contesta... Está completamente delirante...

- Es inútil, no puede tener una conversación coherente en ese estado - comenta el acólito de hielo - Pero es capaz de escuchar. Lo recuerda todo después, dice que es como si lo hubiera soñado.

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13/03/2008, 23:55
[Alice Doyle (Twister)]

Ummh...vaya... - Comenta un poco entristecida - Soy yo, Alice. He venido a verte... - Sonrie dulcemente, acucliyándose para apoyarse en el borde de la cama, hablando suavemente - Ya hemos conocido a la Dama Isenhall - Tan maja ella... - Y ahora íbamos a cenar, así que he aprovechado para venir a ver como estás...Recuerda lo que te dije y recupérate pronto ¿eh? - Rie - Bueno..Ahora tengo que ir a mi habitación a cambiarme... - Alisa las sábanas del borde con el dedo índice como jugueteando - Es una habitación preciosa...Fría...pero muy bonita - Se vuelve a poner de pie medio tiritando - Mañana vendré a verte de nuevo ¿ok? - Siente el impulso de cogerle la mano, pero teme poder hacerle daño, así que se queda en un simple ademán. - Hasta mañana cielo... - Se da la vuelta y comienza a caminar hacia la puerta, abrazándose a sí misma tanto por el frío como de la tristeza que siente. Echa de menos la voz rasgada de Falken...y solo han sido unas horas el tiempo que lleva sin escucharla.

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13/01/2009, 01:57
[Milo Notara]

La casa de Milo, situada en un altillo en las afueras de Kiruna con vistas al Icehotel y vecina a la casa de las Kastehelmi, era un lugar juvenil, acogedor y cálido. Su cama y el salón de estar estaban colocados en la misma sala, teniendo un mobiliario que le permitía ver la televisión tanto en su cama como sentado en su pequeño y cómodo sofá. La decoración dejaba ver no sólo un gusto fresco y exquisito, sino que en aquella casa vivía un amante de los viajes, lo cual se apreciaba en las numerosas fotografías en lugares exóticos, mapas y demás...


No obstate, en el comedor, anexo a la cocina tanto como en ésta, se podían también ver toques rústicos y algo nostálgicos del estilo nórdico tradicional...

Gustaba de tenerlo todo bien ordenado, aunque sin alcanzar la obsesión...

Y por supuesto también había una habitación de invitados...

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13/01/2009, 02:04
[Milo Notara]

Milo abrió con su llave la puerta de la casa, entrando en la gran habitación en la que hacía vida, y dejándose caer directamente en la cama reprimiendo un quejido. Estaban las cajas con las cosas de Jolene ahí, pero también había una nota en el tablón del escritorio en la que, con su letra, se leía un:

Cita:

He ido con Miranda y Ambery a ver cosas de Navidad. Llevo el móvil, el abrigo, la bufanda etc, no te preocupes que no se me ve ;) Te he dejado comida en el microhondas, perdona por usar la cocina sin pedir permiso, me ayudó Miranda. Vi ses sénare!

Jolene.

Olía a ambientador de canela, aunque la casa estaba llena de trastos e incluso ya había sido colocado el árbol de navidad, rodeado de cajas y listo para ser adornado.

- En el baño hay un botiquín... -tragó saliva, con la cara apoyada en la almohada, sudando- ¿Me haces el favor...? -no había querido decir en qué momento le habían pegado el tiro (o lo que fuera), ni tampoco porqué faltaba todo el mundo salvo Sanuye e Isenhall en el ICEHOTEL... Además estaba inusualmente serio...

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13/01/2009, 02:18
John R. Dryden

No tenía mucho tiempo para pensar... A decir verdad, yo mismo no quería dármelo. Tampoco para apreciar los detalles de la casa de Milo (que nada tenía que ver con mi cutre apartamento de Cardiff... Vaya pedazo de chabola en la que vivía), pero sí había algo en ella que me llamó poderosamente la atención: la nota de Jolene y las cajas con sus cosas... ¿Estaba viviendo aquí, con Milo? ¡Sí, joder, me lo dijeron, pero con tanta mierda encima ni me había acordado! Jolene... Hace ya muchos días que no la veo, y las últimas noticias que supe de ella eran...

¡Fuera! ¡Ahora mismo no debo pensar en ello, joder! Mi pobre hermana... Maldita sea... Lo primero que hago nada más dejar a Milo sobre la cama es quitarme la parte de arriba del mono, quedando en camisa de tirantes blanca, mientras voy en busca del baño con rapidez, en busca del botiquín. No me había hecho especial gracia dejar a Roan-Kale y a Nadra en el hotel, aunque Madison sabría encargarse de ellos. Por otro lado... ¿Dónde demonios se había metido el resto de la gente, Isenhall y Sanuye? Mierda, todo se estaba yendo de madre a velocidad de vértigo. Todo iba demasiado deprisa, de hecho, para que pudiera asimilarlo por completo, así que lo mejor era ir por partes.

Regresé junto al griego botiquín en mano, y observé la herida de disparo que tenía en la pierna. Abrí la caja y saqué unas vendas y desinfectante, con intención de comenzar a realizar una "operación". Sin embargo, ¿qué coño iba a saber yo de curar heridas de bala? Joder... Sabía lo que me enseñaron en el curso de primeros auxilios del taller y poco más...
-Mierda... Yo... No tengo ni puta idea de lo que hacer -admití, entre dientes, cabreado conmigo mismo-. Un torniquete, se supone, pero me da miedo tocar eso no vaya a joderte más...

- Tiradas (1)

Tirada: 1d100
Motivo: Primeros auxilios
Dificultad: 33-
Resultado: 75 (Fracaso)

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13/01/2009, 02:30
[Milo Notara]

En efecto se trataba de un disparo, pero debía ser de un arma antigua, ya que la bala era ni más ni menos que un perdigón de caza, de los antiguos que solían utilizarse en las cazas de zorro inglesas. En principio asintió a la idea del torniquete, practicándoselo él mismo, pero al ver que ésto provocaba un mayor sangrado del todo innecesario en torno al vendaje con el que asistió Rewell, comprendió que lo necesario era, por el momento, sacar el perdigón y coser la herida.

- Tranquilo, no te preocupes... -dijo con la voz temblorosa, preparando la sutura con cierta emergencia y luego sacando las pinzas. Las introdujo contrayendo el gesto, abriéndoles paso toscamente entre la carne, y dejó la bola de plomo en un cenicero, para coger la aguja ya preparada y coserse, ésta vez algo mejor de lo que había sacado el perdigón. Era evidente que no era médico, pero si llevaba más de una cicatriz que seguramente debió aprender a curarse. Apretaba los dientes mientras se cosía, pero al cabo de un rato la herida estaba cerrada, y la aguja y el balazo lejos de su carne. Se vendó entonces él mismo, respirando más aliviado, aunque aún rojo por el dolor. Aquello para Rewell habría sido una tontería, pero no todo el mundo era de hierro...

Sonrió cuando pudo volver a hacerlo.

- Lo menos que puedo hacer es invitarte a comer de lo que me ha preparado Jo, ¿no...? Dale al microhondas y ponte cómodo. En el armario tengo ropa del cabrito de Antti, me tiene por su lavandera. Sírvete y mete el mono en la lavadora, dúchate, lo que quieras... -animó, instando a Rewell a que se sintiera libre y en su casa. Pero tragó saliva, echándose el brazo sobre los ojos y poniéndose serio de nuevo- Me dieron... Porque volví a por el cuerpo de Isabella... Me encontré a Lars Madsen ahí...

- Tiradas (2)

Tirada: 1d100
Motivo: Medicina
Dificultad: 41-
Resultado: 77 (Fracaso)

Tirada: 1d100
Motivo: Medicina
Dificultad: 41-
Resultado: 41 (Éxito)

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13/01/2009, 02:45
John R. Dryden

Asistí a la compleja operación (o lo que a mí me pareció complejo) con interes erudito. Observé todos los pasos con minuciosidad sin apartar la vista en ningún momento, interesado incluso. Teniendo en cuenta mi vida actual y la de mis compañeros, nunca se sabía cuándo iba a tener que hacer algo parecido, así que lo mejor que podía hacer era aprender de ello. Cuando terminó, observé cómo había quedado la cosa y, más tranquilo al ver su mejora, me dejé caer en el suelo, con las piernas flexionadas y rodeadas por los brazos, de forma que, al final, las manos quedaban entrelazadas.

Un poco de comida y una ducha me vendrían de maravilla... Sobre todo la ducha: mi particular panacea contra el dolor emocional y el cansancio psicológico y físico. Isabella había muerto... No la conocía de nada, apenas la vi un día, pero había muerto igualmente. Y no podía evitar echarme la culpa de lo ocurrido. Las hirientes palabras de Lex y Andrea, además, no ayudaban en absoluto a evitar que hiciera aquello. Tenían razón, después de todo... Yo era el jefe, y salvo al final no me había comportado como tal. Y cuando por fin empecé a hacerlo ellos pasaban de mí...

La misión había sido un "éxito", sí, pero ahora tendría que vivir cargando con otra muerte más sobre los hombros. No entendía cómo podía haber sido tan inútil... Y el cabrón de Madsen, además, era quien había ido a por el cuerpo. Ese hijoputa que secuestró a Jolene y a Donovan y, a la postre, era el causante indirecto de la violación y la pérdida de memoria de mi hermana. Apesadumbrado, me puse en pie, cabizbajo, e hice lo que me recomendó Milo: echar el mono a lavar, así como la camiseta interior. Cogí algo de ropa de Antti, que por suerte era de mi gusto y parecida talla, y entré, silencioso, en la ducha.

Pasé en su interior un buen rato, con las manos apoyadas contra la pared y los ojos cerrados, dejando que, como tantas otras veces, el agua me limpiara. ¿Y qué otra cosa podría hacer? Nada, en realidad. Seguir adelante... Amber seguiría a salvo, y eso era lo que importaba... ¿No? Golpeé la pared con el puño cerrado, aunque de nada tenía culpa, apoyando después la cabeza contra ella. Las cosas cada vez se ponían más difíciles y más jodidas de sobrellevar. Mierda...

Poco después salí de la ducha, ya vestido con una camiseta sin mangas negra, lisa y lasa y unos vaqueros, con una toalla húmeda al cuello, aún serio, ocultando la pesadumbre. Y, siguiendo también el consejo de Milo, calenté la comida en el microondas y serví dos platos. Uno para mí y otro para él. Me senté en el suelo nuevamente para comer.
-Que aproveche, amigo, y gracias... ¿Qué tal está mi hermana? Espero que no te esté dando demasiados problemas, aunque por la nota que te dejó diría que os lleváis bien... -esbocé una amarga sonrisa. Estaba evitando deliberadamente el tema de Isabella. No quería recordarlo... Bastantes veces lo haría después, al intentar dormir.

- Tiradas (1)

Tirada: 1d100
Motivo: RP -Sangre fría
Dificultad: 77-
Resultado: 7 (Éxito)

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13/01/2009, 03:15
[Milo Notara]

Carne de ciervo, puré y una excelente ensalada griega. Jolene había aprendido a desenvolverse de nuevo, al parecer, o es que ciertas cosas no se olvidaban. Milo hizo sitio en la cama, que hecha parecía una chaisse-longue de lo más cómoda.

- No te sientes en el suelo, hombre, desde aquí se ve la tele... Si en algún momento hacemos ánimo de encenderla... -una amarga sonrisa, cogiendo el plato y echándose el primer tenedor a la boca, degustándolo como si fuese un manjar de dioses, pues cuando había hambre todo entraba bien. Haría unos años, el viejo Milo, habría tenido el estómago hecho un nudo y no podría tragar ni la mejor exquisitez. Escuchó a Rewell. Él era mucho más duro, más curtido de lo que era él cuando comenzó el infierno del Ígnea... Y como tal, corría peligro de dejarse el alma en el camino. Lo sentía sólo sin ser solitario...

Volvió a sonreír al oír que le llamaba amigo, y le escuchó con atención, esperando que se sentara con él, más cómodamente.

- Gracias a tí por traerme y ayudarme, Rew -las palmaditas no abundaban, pero las pocas que se recibían en aquel lugar solían provenir de Milo Notara- ¿Jolene? No da problemas, lo que pasa es que está un poco mal y asustada... Es un cielo de chica, lo único que necesita es autoridad y... -enarcó las cejas, parecía querer ponerse analítico... Pero le fallaban las fuerzas y las ganas... Por una serie de razones, entre las cuales estaba...:- Falken ha muerto ésta mañana... Mientras dormía...

Dejó salir un larguísimo suspiro, cerrando los ojos.

- Hoy he perdido a cuatro viejos compañeros... Falken, Isabella, Thais y... Madsen, a su manera, ha muerto para mí, pues me ha disparado... -dejó el plato a un lado un instante, asumiéndolo, llevándose una mano a la frente- Seguro que me comprendes... Tú y yo nos parecemos en eso, aunque de forma distinta... Callamos y nos echamos todo a la espalda... Aguantamos la mierda que nos llueve, nos sentimos culpables de que llueva en Londres y luego solo sabemos... En fin: Tu cruzarte de brazos y servirte de ese aspecto tan duro tuyo y... Bueno, yo me muestro enérgico, jovial... -otra sonrisa, muy triste- Pero la verdad... Aunque no haya llorado... Dios... No es que sea un desentendido... Es que... Bueno... ¿Quién va a consolar al resto...? -se quedó de lado, acurrucándose en una manta de la que tiró, que descansaba a los pies de la cama, y miró a Rewell- Solo tenemos veitiseis años, Rewell... No evites lo que es evidente: Tienes corazón, y por muy duro que seas... No es de metal. Si te lo tragas todo, al final se romperá... Te rendirás... Y por muy fuerte que estés, no tendrás fuerzas para nada... -le puso una mano en el hombro, apretándolo. Lo comprendía bien... No eran iguales, pero sí que le comprendía...- Lo estás haciendo muy bien, que digan lo que quieran... Es una pena que el mundo no sepa ver todo lo que te gustaría hacer, todo lo que intentas hasta la extenuación...

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13/01/2009, 03:42
John R. Dryden

Acepté la invitación de Milo de sentarme en la cama, aunque lo hice en el borde, cogiendo el plato con una mano y el tenedor con la otra, observando alguno de los cuadros que el griego tenía decorando la casa.
-Sí... Estoy de acuerdo con que necesita autoridad, pero ahora que Arth... Que mi padre -me corregí a mí mismo-. Está por aquí creo que no le faltará de eso... -aporté, para después pinchar un buen pedazo de ciervo.

No lo tragué con la rapidez que me habría gustado.
Falken... Otro más había caído... Nunca nos tratamos demasiado, eso es cierto, pero era un hombre amable y aparentemente bueno. Siempre cordial, siempre con buenas palabras. Nunca dio muestras de que el aspecto que tenía le condicionase lo más mínimo o le preocupara... En definitiva: era una gran pérdida. Le echaría de menos... Como a Arty. Agaché de nuevo la cabeza y me obligué a tragar, y después seguí intentándolo mientras seguía escuchando a Milo.

Ese hombre presentaba un estado de ánimo cercano al mío. Y es que tenía toda la razón del mundo... Y le comprendía perfectamente. Lo que no podía esperar era que él me hubiera identificado tan bien con sólo vernos y hablar un par de veces. Giré levemente la cabeza, mirándole desde detrás de un mechón de pelo mojado. Aguantamos y nos echamos a la espalda lo que venga... Sí: eso hacemos, joder... Y yo me callo y él habla. Je... Es curioso... Sobre todo porque no podía imaginar que Milo fuera así. Esbocé una amarga sonrisa, en señal de reconocimiento.

Pero me dio lástima verle acurrucado contra la sábana. Era lógico que quisiera llorar. A mi manera tampoco me hubiera importado hacerlo, a decir verdad. Pero claro, ¿quién consolaría al resto, por un lado? ¿Y quién daría la sensación de que todo puede superarse y soportarse, por otro? Éramos sacrificios voluntarios por la causa... Y quizá no éramos conscientes de ello, pero de pronto sentí cómo todo ese peso cayó encima de repente, haciéndome bajar los hombros. Tuve que dejar el plato y el cubierto a un lado.

Los brazos se dejaron caer, apoyados los codos sobre los muslos, a ambos lados de las piernas, y nuevamente miré al suelo.
-Sí... Lo intento... Intento hacer cosas sin parar, pero ya ves lo que consigo... -comencé a decir, lentamente, muy serio, sin ocultar ahora la tristeza-. En realidad... No es que tenga el corazón de metal... Mi problema, precisamente, es que lo tengo hecho de escayola... -sonreí de nuevo, amargo-. Lo bueno es que tiene ya tantos boquetes que es difícil que hagan nuevos, así que más o menos voy aguantando...

Unos segundos de silencio. -Pero es duro... Hostia, lo es... Mi hermano me detesta; mi hermana... creo que también, y no sin razón o... ya no lo sé, la verdad; descubrí que mi vida había sido una mentira; ahora Lex y Andrea probablemente me odien también por haber sido el líder... Tengo que hablar con Taylor, y puede que nos cabreemos... y es mi mejor amigo, joder...; y todo esto es una locura, macho... No basta con intentar las cosas. Hay que hacerlas... Sólo así demuestras qué quieres y quién eres... Y sólo así, con suerte, van a ver lo que haces y por qué. Tienes razón: somos demasiado jóvenes. Y aún con todo somos los más mayores... Precisamente por eso toda esta situación es una jodida mierda...

Suspiré de nuevo, sin saber bien cómo continuar. Tenía tanto en la cabeza que, ahora que podía hablarlo (o que más bien salía por su cuenta), se me atragantaba y no salía como era debido. Pero yo no era el único en esa habitación que necesitaba ser escuchado. Además, escuchar siempre se me había dado bien. Di un par de palmadas amistosas sobre la mano que colocaba Milo sobre mi hombro, y le dije así: -Pero ahora tú no tienes que mostrarte animado y jovial... Suéltalo, tío... Desahógate. Siempre viene bien...

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17/01/2009, 02:08
[Milo Notara]

- La escayola es la única cerámica que se puede restaurar sin dejar fisuras... -una sonrisa melancólica, pero una mirada cargada de esperanza llegaba desde aquellos ojos grises a los esmeraldas de Rewell- Tu hermana no te detesta... ¡Te adora! De hecho le planteé un futuro lejos del cabrón pederasta de su novio... Le pregunté si no preferiría vivir con su hermano mayor y sus dos hijos, y la idea le dejó pensando, no me replicó... Y de lo poco que la conozco, eso es raro en Jolie. Dale tiempo y trato, hay mucho de tu hermana que no sabemos... Es una chica más misteriosa de lo que aparenta ser... -le prestó, por puro impulso, un lado de la manta a Rewell, tras lo que siguió hablando- Nunca la vida es una mentira, en todo, incluso en la mentira, hay algo de verdad. La verdad está oculta en cada rincón de la vida, hay que saber verla... Respecto a tus compañeros... Si te odian por ser el líder, hablaré con ellos y les diré lo equivocados que están, no te preocupes, se me da bien hablar con la gente. Es una tontería pensar que las palabras o los logros nos definen... Nos definen nuestras circunstancias y sentimientos. Tu tienes unas circunstancias muy malas y unos sentimientos oscilantes entre negativos y bondadosos... Un mar de contradicción en el que, en éste momento, te parece no saber nadar...

Fue cuando Rewell le ofreció la ocasión de soltarse que Milo ladeó una sonrisa algo más optimista...

- Yo no me ahogo, Rewell... Sé nadar. A veces trago agua, pero sigo a flote, igual que tú. Eso no significa que no me hayas alegrado un poco el día ofreciéndome la oportunidad de soltarme... Tanto intentar controlar a los chicos del Icehotel... Las muertes... La incertidumbre, los malos recuerdos... Bueno, es cierto: Se traga mucha agua, amigo. Suerte que uno puede comer con gente que merece la pena para recordar que la vida nos sonríe si nos abrazamos con fuerza a ella... -Se recostó boca arriba, llevándose un puño a la frente y dejando un largo suspiro en el aire- Dios, Falken... Era... El hombre más guapo de la creación, probablemente de la historia. Cuando uno lo veía el día se le alegraba inmediatamente, y tenías que pensar que estar enamorado debía ser esa sensación: No importa lo mal que vaya el día, porque cuando le ves, sonríes. Pero es un concepto equivocado... En el hotel lo podías analizar: Adrien era bello y agradable al trato. Una ilusión de lo que debe ser el amor, del que tanto hablaba cuando estaba con Sloane... -cerró los ojos, decaído- La a-do-ra-ba. No sé porqué la rechazó. Yo no iba con los... "Guays", que eran Antti, Hayes padre, Falken, Sloane, Moira y alguno más... Pero les oía en las comidas, y me colaba a veces en la habitación de Adrien para leer lo que escribía... ¡Me encantaba todo lo que escribía! Y cuando me pillaba, simplemente me guiñaba el ojo y me dejaba seguir leyendo. Eran poemas para su irlandesa, alguno a la muerte de su esposa, por la que se sentía traicionado. Cuando ella lo quemó vivo, lo primero que hizo cuando recuperó algo de la movilidad fue escribir en un folio: "Para qué quiero yo mi piel si no la tocarás más... Para qué quiero yo mi pluma si no me leerás más... Has hecho bien, mujer, llevando contigo lo que de mí te pertenece... Y que mis latidos se quedarán congelados, pero mi corazón arderá por siempre en tu pecado". Nunca más le vi escribir. Rebusqué cuando me dijeron que apareció Alice, pero no encontré nada... No la amaba... No como a Sloane... Cuando Antti lo encontró ésta mañana, sujetaba un sobre cerrado... "Para mi pelirroja", decía... No lo hemos abierto... -tragó saliva, sobrecogido- Antti no entendía que él siguiera amándola, hasta que se encontró a Lex en su camino... A mí... Me provocan cierta envidia y miedo...

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17/01/2009, 18:30
John R. Dryden

Lo cierto era que no podía esperar una respuesta como aquella ante mi declaración sobre los sentimientos de Jolene para conmigo. Alcé la cabeza, sorprendido y ojiplático, hacia Milo, intentando desde el primer momento dilucidar si su intención era la de darme una palmadita en la espalda o decirme la verdad tal y como era. O, al menos, la que era su verdad. Mi hermana... ¿Me adoraba? ¿Podía ser tan hermoso como sonaba? Incluso se planteó irse a vivir conmigo y sus dos hijos en lugar de con Balaguer... Parpadeé, incrédulo, un par de veces, llevando ambas manos a la cara para frotarla, pues bien podría tratarse de un sueño aquella conversación.

Pero, para mi gozo, no tenía ninguna pinta de serlo. No acepté el lado de la manta que me prestaba, sorprendido como estaba, pero además porque en aquél momento no tenía demasiado frío. "Es una tontería pensar que las palabras o los logros nos definen... Nos definen nuestras circunstancias y sentimientos". Aquella máxima era contraria a la que me había impulsado durante toda mi vida en cada una de las acciones que había emprendido... Porque para mi abuelo las palabras y las acciones, si iban seguidas de logros, eran lo más importante que uno mismo podía hacer, y eran un reflejo de su propia personalidad. Pero ya había decidido, delante de Dale, además, que haría borrón y cuenta nueva. Debía aprender de quienes se encontraban a mi alrededor, y forjar mi propia identidad y código de valores a partir de ello.

Por otra parte, el griego volvía a tener razón... Yo nadaba y seguía a flote. Tragando agua, sí, pero seguía a flote, y eso era importante y un rasgo distintivo de mi propio carácter. No me gustaba rendirme, y no era habitual que lo hiciera... De hecho mi rendición más cercana y reciente había sido con Dale... Tiré la toalla tan pronto ella me dio "calabazas" y decidimos dejar las cosas como estaban... Y por ello acabé aquella noche junto a María, de quien, tal vez, podría llegar a enamorarme. No perdía aquella esperanza, por supuesto... Pero me sería difícil olvidar a la australiana.
Después escuché con interés la historia que Milo me regalaba, pues estaba abriendo una parte de sí mismo y mostrándome un lado de su vida que no conocía. Y, por cómo habló, algunas cosas me resultaron algo extrañas... ¿Acaso Falken era un hombre tan fascinante que era capaz de provocar un sentimiento similar al amor en los demás, incluso aunque fueran hombres?

Hablaba de él como un ser bello, un hombre guapo... Yo nunca me había parado a considerar la "belleza" de los hombres... Aunque, claro, tampoco había hecho lo propio con las mujeres hasta hacía bien poco. De cualquier forma, procuré no pensar en ello... Después de todo, si Milo resultaba ser gay tampoco pasaba nada. Mi propio hermano, según había sabido por programas de prensa rosa y otras informaciones, había tenido algún que otro escarceo en compañía de hombres. En un primer momento, aquello me causó cierto rechazo, pero con el tiempo llegué a tolerarlo e incluso asimilarlo. Por lo que respecta al amor, nunca había creído que fuera una cuestión de sexos... El amor sencillamente surgía, y a partir de entonces sólo importaba la propia felicidad de cada una de las partes.

-¿Te provocan envidia y miedo? -podía entender lo primero, si es que Milo no había encontrado ya el amor-. O bueno... ¿Cómo es que te provocan miedo? A mí me ha parecido una historia... -me quedé pensativo durante unos instantes, desviando la vista mientras duraron-. Hermosa, en cierto modo... Por lo que sé de esa chica, Sloane, perdió el control de sus poderes y emociones y Falken sufrió las consecuencias... Pero si lo piensas... No sé, significa que no dejó de amarla hasta el final, ¿no? Escribía sólo por ella y para ella, dejó de hacerlo cuando se separaron... Y sólo volvió a hacerlo al final. Y observa el mensaje de la carta: "Para mi pelirroja". Expresa mucho cariño, ¿no? Él debería estar resentido, incluso debería odiarla por lo que hizo... Pero no parece que sea así... Es más, parece que aún la quería hasta el final, pese a todo lo ocurrido. Creo que es algo hermoso... Aunque también comprendo que el hecho de sentir algo por otra persona... Algo tan fuerte como para olvidar cualquier daño que pueda hacerte... No sé... Sí da un poco de miedo... Debe sentirse uno insignificante y... Indefenso, casi...

Y no sabía si me agradaba la idea de sentirme indefenso ante algo... Por eso fruncí el ceño y desvié la vista hacia otro lado, pensativo de nuevo.

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18/01/2009, 18:26
Jolene Dryden

En aquel momento, Jolene entró cargada de bolsas, algunas más grandes que su hijita, que caminaba encorsetada en un abriguito polar rosa con torpeza. Llevaba la chupeta puesta y se agarraba al pantalón de su jovencísima madre para no perder el equilibrio. Jolene la miraba sonriente, la niña estaba monísima con aquella capuchita tan gruesa, parecía un peluchito.

- ¡Venga cariño! ¡A momir! ¿Eh? Que mami está cans... -Jolie abrió sus preciosos ojos dorados (que gracias a un buen abrigo y una bufanda era lo único que se veía de ella) al ver a su hermano mayor y a Milo en la cama del último, con mala cara y la comida casi sin tocar. No pudo evitar cierta sonrisilla al verles en un primer momento, pero la sonrisa se disipó pronto. Si bien Rewell era un niño grande, Jolene era una madre pequeña. Tras Amber entró andando Victoria, la hija de Taylor, con evidente mejor aspecto, aunque aún faltaba mucho por mejorar. La adolescente no tardó en darse cuenta de que algo iba mal, pero las niñas se encargaron de distender el ambiente. Amber correteó hacia la cama, seguida a un paso moderadamente ligero y tambaleante por Victoria. La primera tiró de los dedos de Rewell para que se inclinara, y entonces le puso la mano en la frente. Remedio para toda enfermedad. Jolene acomodó las bolsas junto al sofá y se puso en jarras ante ambos adultos- ¿Ha pasado algo...?

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18/01/2009, 18:47
John R. Dryden

Alcé la vista hacia la puerta, sorprendido, cuando esta se abrió. Me había relajado hasta el punto de olvidar que alguien más tenía que llegar. Jolene, nada menos... Pese a todo lo que le había ocurrido recientemente, aún con toda la basura mental y emocional que rodeaba nuestras vidas en el momento presente... Ella seguía estando tan preciosa como siempre, incluso tapada como estaba. Fue en el momento en que nuestras miradas se cruzaron, mis ojos verdes con los suyos dorados, que me pareció que todos los males eran pequeños.

En ese momento, haciendo algo tan sencillo y cotidiano como ir de compras junto a su pequeña y a Victoria, era cuando uno recobraba toda la esperanza perdida o drenada. Lentamente, conforme las niñas se acercaban, comencé a sonreír, emocionado al poder verla de nuevo. Habían pasado muchos días, demasiados, desde la última vez que la viera, y saber que estaba bien me llenaba de una alegría tal que toda la mierda anterior quedaba borrada al instante.

Por otra parte, no esperaba aquella demostración de cuidados y atenciones por parte de mi queridísima sobrina. Una vez más daba gracias por mi limitada inteligencia, que me hacía incapaz de ocuparme de demasiadas cuestiones al mismo tiempo. Ahora mismo todo lo que importaba era que me había reencontrado con mi querida sobrina, la pequeña Victoria, a quien empezaba a querer mucho, y mi amadísima hermana. Sonriente, cogí a cada una de las niñas en brazos y las senté a cada una sobre una de mis piernas.

-¡Pero mirad quiénes están aquí, las niñas más guapas de Kiruna! -la voz, irremediablemente, comenzaba a cambiar para adoptar una tonalidad mucho menos grave de la habitual. La típica voz que se le pone a uno cuando comienza a juguetear con niños-. ¡Si mami os ha vestido presiosas! -jugueteé con la nariz entre los cabellos de cada una de ellas y, seguidamente, planté un beso sobre cada una de sus frentes... Después, estrechándolas, alcé de nuevo la vista, sin perder la sonrisa, y la fijé en mi hermana. La mirada cayó un poco, melancólica.

-Jolie... Me alegro muchísimo de verte, cielo... -y era cierto... Deseaba tantísimo verla...

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28/01/2009, 00:55
Victoria Hawkins

Victoria, en la rodilla de Rewell, levantó la vista con su cuello tembloroso para mirar al hombre que la había cogido sin reparos, posando la bolsa de papel color crema que llevaba en la mano sobre sus propias rodillas. Los dedos se contraían involuntariamente sobre dicha bolsa de vez en cuando, pero la niña iba dominando sus movimientos poco a poco. Se forzó a sonreír, le gustaría que no le costara tanto, pero consideraba que había gente que lo merecía...

- Mira... Tío Rewell... -hablaba con el empuje de voz que le daban las bocanadas de aire como una asmática en plena crisis, pero se iba dicerniendo la voz infantil de la chiquilla, que abrió su bolsa y con dificultad de sus débiles y espasmódicos movimientos le mostró a Rewell un par de mitones largos negros a juego con unos leotardos, unas botas de nieve color magenta, un vestido y un gorro- Me lo ha... Comprado... Jolene... Para ir... guapa...

Se puso el vestido encima del menudo cuerpo, mostrando con un destello de ilusión en su perjudicada mirada cómo le quedaría el atuendo.

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28/01/2009, 02:35
Jolene Dryden

Amber, mucho más exquisita que Victoria, cerró los ojillos y arrugó la nariz con el beso de su tío, apartándose un poco.

- ¡Pincha! -pero cuando vio a Victoria poniéndose encima el vestido, se puso de pié sobre la rodilla de Rewell y, aprovechando que su tío la tenía bien aferrada, se inclinó adelante para ponerle torpemente el gorro, revolviendo malamente el pelo de su amiga con la mejor de las intenciones- ¡Ooooh, qué uapaaaa! -se llevó las manos a los mofletes, muy teatrera, pero sonriente. A continuación miró a Milo y a Rewell diciendo- ¡Tenemos tajes de pinsesa!

Jolene, sonriendo un poco ante la escena, aún contaminada por la preocupación que el día traía consigo, se llevó el dedo índice a los labios mirando a su hija.

- Pero los trajes de princesa se ven en navidad. No se ven todavía, ¿eh, nena?

- No -se llevó un dedito a los labios igual que su madre, negando con la cabeza, resabiada, mientras su madre se acercaba a ponerle el pelo y el gorro bien a Victoria, luego de soltar las decenas de bolsas que había traído consigo. Una compra con un adelanto de papá, sin duda.

- Venga -cogió a ambas de las rodillas de Rewell y las bajó al suelo- a jugar con la nieve las dos, que no hay suficientes muñecos en el jardín, y ya os he enseñado ésta mañana. Vicky, abre tu la puerta, que eres una tiarrona alta y fuerte.

Jolene puso los brazos en jarras mientras las niñas iban a la puerta y, mientras Victoria se estiraba para abrir la puerta con el pomo, Amber le tiraba de la ropa y, sonriendo pícara, le mostraba la gatera empujándola y colándose por ella. La otra niña hizo lo propio, y la joven madre de la más pequeña se colocó al lado de la ventana para vigilarlas... La mejora de Victoria en tan poco tiempo resultaba increíble, incluso Milo no atinaba a decir palabra, mirando estupefacto la gatera por donde ambas se habían ido a jugar.

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28/01/2009, 03:00
John R. Dryden

Tío Rewell... Ahora no sólo era el tío de Amber, sino también el de la pequeña y dulce Victoria. En el fondo, si uno conseguía apartar los prejuicios y la apariencia externa, la hija de mi amigo no dejaba de ser una niña más que, simplemente, estaba aprendiendo. Tenía el cuerpo de una cría de seis años, pero en realidad estaba aprendiendo desde cero. Aquello no era malo en absoluto, y como nunca había sido prejuicioso ni superficial, no había tardado en encariñarme de ella.
-¡Pues te queda de maravilla, Vicky! -alabé, sin perder la sonrisa. Era un atuendo muy apropiado para la hija de un rockero-. A papá le va a encantar, ya lo verás. ¡Y a mí me encanta, también!

No pude sino reír a mandíbula batiente la reacción de Amber a mi beso, pero también me recordaba que debía afeitarme otra vez. Pese a las barbas que gastaba antes, nunca había sido muy peludo, pero tras una semana la barba rala empezaba a pinchar, era cierto...
-Claro que tenéis trajes de princesa, ¡eso es porque las princesas tienen que llevar trajes hechos para ellas! ¡Y ahora id a hacer muñecos de nieve, guapísimas, que luego quiero ver las obras de arte que hagáis! -les di una palmadita a ambas en el trasero, sin dejar de sonreír, para animarlas a que lo hicieran lo mejor posible, tras lo que me puse en pie y, una vez salieron, observé cuanto hacían a través de la ventana por la que Jolene las vigilaba.

Era increíble el trabajo que mi hermana, de 16 años, estaba haciendo con esas dos niñas. Tanto con Amber como con Victoria, cuya mejoría era más que notable. Aquello era magnífico, y no podía más que alegrarme por ello.
-Estás haciéndolo muy bien, Jolene, en serio. Y me alegro mucho -dije sinceramente, antes de cruzarme de brazos y comenzar de nuevo-. Acabo de regresar de una nueva misión... Ha salido bien, pero... En fin... Tuvimos una baja... No llegaste a conocerla, creo. Se llamaba Isabella... -suspiré una vez más-. Y ahora Milo y yo estábamos lamiéndonos un poco las heridas, que a veces no viene mal para cerrarlas...

Esbocé una sonrisa amarga y miré fijamente a mi hermana, deseando ahora hacer algo que ya llevaba deseando desde hacía mucho tiempo... Y es que hacía mucho que no la veía. -Lo siento si esto te molesta, Jolie... -me disculpé previamente, antes de abrazarla y estrecharla contra mí, los ojos cerrados, feliz por volver a tenerla conmigo... Y porque estuviera bien. Le hice notar inconscientemente con aquél abrazo toda mi preocupación y mi cariño, así como la felicidad que sentía en aquél momento. Al poco comencé a apartarme para que no se sintiera más incómoda de lo que, suponía, se había sentido con aquél abrazo.