Partida Rol por web

Ante la amenaza del hombre, Xanthe sintió hervir su sangre pero exteriormente solo se le pudo ver ajustar el escudo a su antebrazo con expresión de inevitabilidad. Después de las palabras de su hermana volvió a hablar, no es que tuviese algún reparo en matar a esos hombres, es que no le apetecía tener que limpiar despues.

-Si entran en nuestra propiedad sin permiso quienes estarán quebrantando la ley serán ustedes.

Volvió a apoyar la mano en el pomo de la espada y se encogió de hombros haciendo ver que ella tenía la situación muy clara.

Poca y ninguna paciencia tenía aquel hombre que hablaba desde más allá de las sombras y la espesura del bosque.

Mientras Qüenya afuera esperaba respuesta, Adonai en el interior, malherido y fatigado, se escabullía por una de las ventanas traseras, pretendía esconderse y coger desprevenidos a los enemigos en caso de que ocurriese un ataque.

Pero en su lugar, el silencio reinó. No se escuchó respuesta aunque el silencio se volvió un respuesta en si. Qüenya lo supo enseguida y dio un par de pasos hacia atrás, sabía que las negociaciones habían terminado y el siguiente paso era la confrontación directa.

Pasaron unos tensos segundos y nada, Quenya se refugió en el establo con el resto de sus hermanas. Pasaron algunos minutos y nada que se veían movimientos en las afueras. Eso significaba dos cosas: O habían huído que era poco probable,o esperarían a que anocheciera para cubrirse con el manto de la oscuridad y atacar por sorpresa.

Sin duda iba a ocurrir lo segundo,así que tuvieron toda la tarde para preparar algún plan, pero no se atrevieron a salir de los establos, dividir e intentar explorar afuera era una estupidez y una condena a muerte si algo salía mal.

Las horas pasaron mientras el cansancio venció a los malheridos, aún sensibles por las heridas recientes, el clérigo atendió a su amigo con sus habilidades de curandero y poco a poco las heridas sanaban.

El velo de la noche cayó sobre el valle de la daga y a medida que el cielo pasaba de color naranja a gris, luego a púrpura hasta convertirse en negro, las Elfas y los recién llegados esperaban con nerviosismo la llegada de los bandidos. En cualquier momento atacarían.

Fue la gran vista de las hermanas Elfas las que divisaron los movimientos en el bosque, afortunadamente la luna iluminaba lo suficiente para que los sentidos de Qüenya, Zhonya la cazadora y Xanthe (quienes hacían guardia en ese instante) pudieran captar cinco sombras en el umbral del claro. Con sus espadas y hachas estaban decididos a conseguir a los fugitivos y de paso aprovechar para violar a las mujeres dentro y quemar su hogar por insolentes.

No se imaginaron lo que iban a encontrarse.....

¿Cuáles serán las instrucciones para las otras cuatro hermanas?¿decidirán entregar a los fugitivos?....

Qüenya no cruzó más palabras con los forasteros heridos. Eran humanos, y iban sucios, y probablemente eran unos ladrones. Montó guardia a la espera que la sensatez de su hermana mayor echara de su casa a los extraños pero no sucedió así, y la noche les alcanzó mientras ella tan solo contemplaba el sutil y progresivo aparecer de las estrellas.

Qüenya pudo captar el brillo del acero fuera de la vaina, la nívea luz de la luna incidía en sus hojas emitiendo discretos y dirigidos destellos, aquellos humanos se impacientaban... eran una raza tosca y primitiva, no poseían el talante ni la templanza de la raza élfica. Lanzó enmarañar sobre todos esos bandidos que estaban en el umbral del claro.

Permaneced en los establos - Indicó a sus otras hermanas, no tenían que formar parte de esto.

Lía se mantenia a la espera de atacar conjuntamente, pero tenia claro que si el bandido (4) sobrepasaba el caminito de piedra lo lapidaria antes de que tocara la estructura del establo.

Adonai se sentía algo fatigado pero su espíritu estaba por las nubes. Aún estando intranquilo durante casi todo el día pudo descansar un poco. Siempre preparado para lo que pudiera venir, ni siquiera quiso quitarse la armadura.

Hizo acopio de su ímpetu para entonar la siguiente oración en voz baja, de manera que solo le oyeran las hermanas y Dim mientras extendía sus brazos predicando:

Benditos aquellos hombres y elfos
que no siguen el consejo de los malvados,
ni se detienen en la senda de los pecadores
ni tienen miramientos con los blasfemos.

Al terminar su oración quien le observaba pudo contemplar como el ligerísimo halo que había aparecido alrededor de su cuerpo se atenuaba. Sentenció:

Lazthander, Chauntea,... Ambos quieren en esencia lo mismo: el triunfo de la vida sobre la muerte. No hay nada que temer.

Ninguna respuesta llegó a las últimas palabras de Xanthe que se quedó en espera de algún movimiento por parte de los perseguidores, cuando su hermana retrocedió ella hizo lo mismo y entró en el establo preparándose para el ataque. Escuchó latir lentamente a su corazón, aguardando en tensión, pero al final se dió cuenta que aquellos hombres estaban esperando algo. La mayor de las hermanas pidió en silencio al protector de los elfos que no estuviesen demorando el ataque porque venían refuerzos, no tenía ni idea de cuántos eran, sólo podía esperar que al perseguir a dos hombres no hubiese mas de seis o siete, así estarían en superioridad numérica.

Por la tarde Xanthe estuvo mas taciturna de lo normal, durante las horas que no tenía guardia se dedicó a realizar los movimientos precisos que su disciplina le exigía. Pensaba en enviar a alguna de sus hermanas a la Fortaleza para que enviasen soldados pero no quería poner a ninguna en peligro, y salir fuera sola con esos hombres merodeando era bastante arriesgado. Al final, cuando ya la noche comenzaba, propuso que si los veían avanzar para colarse furtivamente en el establo, varios se escondiesen entre el heno y en las camas "Que ellos sepan aquí solo hay dos elfas y dos humanos malheridos" fueron las pocas palabras que dijo antes de ponerse cerca de la entrada pues a ella la habían visto. Y allí se apoyó en la pared, con la vista fija en el claro que se abría delante del edificio y concentrada en los sonidos del exterior.

No tardaron en comenzar a oirse y verse movimientos por el bosque, todo bastante débil pero para los agudos sentidos de las hermanas era suficiente.

-Ya vienen -susurró mas para sí misma que para nadie en particular.

Se llevó ambos puños a la frente, con la mirada clavada en el exterior y los símbolos que la impulsaban a luchar enmarcando su visión, oyó como el clérigo elevaba una plegaria y una sonrisa de depredador apareció en su rostro mientras empuñaba el arco y preparaba una flecha. En el momento en que se pusiese a tiro aquel al que vislumbraba entre los árboles* soltaría el proyectil.

Me coloco al lado de una de las puertas, estoy acuclillado, y saco lentamente una daga con cada mano, el suave roce que hacen mis armas al salir hace que mis sentidos automáticamente se tensen. Cuando mis amigas salen, es por un motivo y no suelen volver sin sangre en ellas. Empiezo a respirar pausadamente y cierro los ojos centrándome en oído.

Hay que esperar que entren en mi alcance para poder acuchillarlos. Así que paciente, me quedo quieto como una estatua.

Adonai empezó a replicar una oración invocando a su Dios Lazhander, la deidad respondía con ímpetu y empezaba a llenar de vigor y valor a aquellos aliados de su fiel seguidor.
Mientras Dim se ocultaba cerca de la puerta de entrada, con sus dagas en mano, La mayor de las hermanas se dispuso cautelosa en una de las ventanas, disparó con su arco al bandido más cercano (B3), perolaflecha no logró impactarlo. Sirvió de advertencia de todos modos!

Lía se acuarteló cerca de una ventana y prestó atención a los movimientos enemigos.

Quenya empezó a conjurar el poder de la naturaleza y la naturaleza le respondió:

De un momento a otro, las plantas empezaron a cobrar vida. Las raíces de los árboles empezaron a emerger de la tierra y las ramas empezaron a moverse en dirección a dos de los bandidos. El susto de todos ellos no fue normal, el líder tardó un momento para reaccionar pero alzó la voz para que retrocedieran todos. Había sido testigo de una fuerza sobrehumana y el miedo empezaba a calarle en el interior de su ser. -Atrás, Atrás! -Dijo moviendo su espada para hacer que sus súbditos retrocedieran.

Uno de los bandidos resultó siendo presa de las ramas de los enormes árboles del lindero del claro, el otro alcanzó a reaccionar rápidamente y con saltos y zancadas alcanzó a ponerse fuera del alcance del conjuro. Todos los bandidos miraban estupefactos como su amigo era engullido por las plantas.

Los bandidos retrocedieron hasta la seguridad (¿?) de los árboles y solo uno (B3) quedó sobre el claro.

El miedo los había hecho retroceder y ahora lo pensarían dos veces antes de lanzar un ataque directo, después de ver esa manifestación natural que iba en contra de todo lo que conocían hasta ahora...

Lía tenia la intencion de atacar ya, si por ella fuera, un par de disparos y saldria con espadas en mano, pero tenia claro que una cosa era lo que le gustaria y otra la sensatez.

Miro a una de sus hermanas que no tenia un trabajo establecido actualmente, busca piedras para mi honda, cuantas mas encontremos mejor.

No queria ni esperar a que se retirara ademas atrapado por el conjuro de su hermana seria mas fácil golpearle

Qüenya silbó y un imponente caballo de guerra se preparó para salir al galope del establo, más Qüenya ya sabía que estaba ahí así que se ocupó de lo que tenía entre manos, la flecha enarcada apuntando directamente al líder bandido. La flecha silbó en la oscuridad pero resultó bastante poco acertada, aunque seguro que dió un susto. No creía que se fueran a atrever a acercarse
 

Xanthe intuyó que su flecha no había dado en ningún objetivo dado que no oyó quejido, lo que sí vió a través de la puerta fué la maraña de ramas y raices que crecieron delante del establo. Le pareció ver que dos asaltantes estaban dentro de esa vegetación, pero entre la escasa luz y las plantas no estaba segura, como no le gustaba nada no saber qué pasaba tomó una determinación.

-Setnaznad secul* -murmuró mientras extendía la mano del escudo hacia adelante.

De cada uno de sus dedos mayores salió un pequeño haz de luz que se dirigió raudo hacia el límite de la espesura y se quedaron allí flotando, iluminando la zona donde deberían estar los que habían quedado atrapados**.

Maravillado por el poder de la naturaleza de las hermanas, Adonai contuvo su asombro mientras se acercaba al umbral de la puerta desenvainando su maza y colocándose su escudo. 

-No entrarán.

Y se plantó en el umbral dejando espacio para que Quenya disparase y Dim pudiera flanquear a cualquier incauto que se acerque.

Miro por un ladito de la puerta de forma furtiva y abro los ojos levantando las cejas, las elfas no son unas tranquilas habitantes del bosque, la magia parece que recorre las venas de la más "simpática" mientras otra, no tiene reparo en sacar su arco de paseo. Son bastante celosas de su hogar, eso es indiscutible...

-Guauu, a este paso no se atreverán a venir- digo, mientras inconscientemente doy una par de vueltas a las dagas en mi mano, con agilidad- veamos con cuanto afán quieren recuperar la daga.

El clérigo, aún con sus heridas abiertas aunque bendadas, se paró firme con su escudo, con la intención de no dejar pasar a nadie por el umbral mientras Dim, muy cerca, balancea una daga a la espera de un cuerpo donde clavarla.

Xanthe hace lo suyo, iluminando con un conjuro de luces, aunque no alcanzaba para iluminar todo, al menos ayudaba., Quenya disparó una de sus flechas al igual que dos de sus hermanas, pero ninguna logró impactar, su blanco era bastante difuso y estaba cubierto detrás de un árbol.

Sin embargo, Lía sacó su honda y apuntó al bandido atrapado en las redes naturales que había conjurado su hermana, ese enemigo estaba bastante claro e iluminado por las luces de Xanthe, pero estaba muy lejos y la piedra cayó cerca de su pie derecho.

Los bandidos permanecieron ocultos en su lugar, el que se encontraba expuesto en el campo (B2), se dirigió inmediatamente a la vegetación, cerca de su líder. Mientras el que estaba enmarañado, seguía estándolo, sus esfuerzos por librarse de las raíces eran en vano.

Por estar concentradas en el campo frontal, los refugiados dentro del establo habían ignorado completamente un bandido más, oculto lejos del resto. Tuvo tiempo suficiente para encender una antorcha sin que nadie se fijara y cuando se dieron cuenta, el techo del establo empezaba a prenderse en fuego. La paja seca y la madera eran un suave rival del fuego y no demoraría mucho en extenderse. Intentar apagarlo sin agua (que no había dentro del establo) era inútil y pronto tendrían que salir si no querían morir quemados. Ese bandido que había pasado desapercibido se encontraba ahora en dirección a la casa con la antorcha en la mano.

Qüenya vió por el rabillo del ojo al listo de la antorcha y girándose disparó una flecha cuya asta quedó sobresaliendo a ambos lados de la garganta del tipejo. Sin pensar mucho más, la elfa subió a su caballo y tendió la mano a Xanthe, era una gran guerrera con la espada - Xanthe, espada - Si se lanzaban ambas contra el líder bandido, éste no tendría oportunidad.

Mientras Xanthe pronunciaba el sortilegio el resto de inquilinos del establo hacían lo suyo, con una media sonrisa la mayor de las hermanas vió como las luces que había conjurado iluminaban a uno de los atacantes. Le había parecido bien, el individuo estaba atrapado entre la vegetación, acentuando la sonrisa a una que recordaba a un depredador llevó la mano izquierda hacia atrás para sacar otra flecha. Apuntó y soltó el proyectil, antes de que pudiese darse cuenta de si había acertado el crepitar del fuego en la paja del tejado hizo que volviese la vista hacia el techo.

-¡Malditos humanos malnacidos! -exclamó llena de rabia, su hogar estaba comenzando a quemarse -Dim, Lendari ¿podéis acabar con él?.

Acabó la frase al ver como Qüenya soltaba una flecha por la parte trasera de la edificación hiriendo al causante y la llamaba para que subiese con ella a su caballo, había pensado en encargarse ella misma pero confió en el criterio de su hermana y decidió acompañarla aunque no sabía dónde. Lanzó su arco en dirección a Lía por si quería probar suerte con ese arma en vez de la honda, además necesitaba las dos manos para subir y no quería dejar el arma dentro por si se quemaba todo.

-Voy. -fué la lacónica respuesta que le dió a la amazona mientras tendía la zurda y se aupaba a la grupa del caballo.

Adonai recibió un empujón de Qüenya antes de percatarse del fuego que comenzaba a extenderse por el tejado de paja del establo. Instantes después vió como una flecha cruzaba el habitáculo de lado a lado al mismo momento que Xanthe le pedía a Dim y a Lendari que se encargasen de ese maleante.

Xanthe y Qüenya ya estaban montándose en un caballo y se preparaban para cargar.

- Me adelantaré, con un poco de suerte se acercarán y podremos sorprenderles.

Habiéndose adelantado lo suficiente gritó en voz alta para asegurarse de que le oyen los bandidos o al menos el líder para intentar distraerles:

- ¡Panda de cobardes y herejes! ¡Venid a por mi si sois hombres!