Partida Rol por web

Tras descansar toda la noche sales por la mañana de tu habitación, rumbo a ningún lugar en concreto.
Mientras caminas por los pasillos de la fortaleza ves algo que te extraña.

Tres guardias con el emblema de la Casa Baratheon en su pecho caminan protegiendo a una chica de no más de diez años. La niña tiene el emblema de la Casa Martell en su vestido y anda dando pequeños saltitos y mirando todo lo que le rodea.

Esta mañana me he levantando más optimista de lo habitual.  Mi padre ha empezado a entrar en razón y el horizonte se me aparece mucho más luminoso que días atrás.

Paseo por los corredores de la fortaleza dándole vueltas a la cabeza. Me gustaría salir al exterior y recorrer la ciudad, quisiera calibrar los ánimos de la gente: cómo se sienten tras la muerte de la reina, qué opinan de la presencia de algunas Casas en Desembarco y, sobre todo, si se ha corrido la voz sobre el testamento y qué les parecería tener a Ser Quentyn Martell en el trono... Él ha sido la Mano durante muchos años, seguro que es conocido por el pueblo y, tal vez, amado. Si los ciudadanos le quieren, podrían alzarse contra nosotros cuando le cerremos las puertas si no acepta la carta que Lord Arryn le lleva... Es algo que tenemos que tener en cuenta.

Pero el único soldado de mi padre en el que confío plenamente, Tom, ha sido enviado junto a Lucyen al encuentro de Ser Martell, y no quiero pasear por las calles de Desembarco sin una protección de fiar... Aunque tal vez si me vistiera sin insignias con ropas de plebeyo podría investigar tranquilamente...

Ando metida en esos pensamientos cuando escucho pasos que vienen en mi dirección. Levanto la vista y aún tardo unos instantes en percatarme de la niña que camina entre los tres soldados Baratheon.

¿Martell? ¿Quién será? ¿Cómo ha podido dejarla Ser Quentyn aquí si es miembro de su Casa... y por qué la cuidan guerreros de Tommen?

Mejor será averiguarlo.

-Hola, pequeña -me acerco y le sonrío con ternura-. Eres una damita muy guapa, ¿cómo te llamas? Yo soy Sylven. ¿Estás jugando? ¿O te aburres con estos tres guardias tan sosos? -les guiño un ojo en tono de broma y vuelvo a mirar a la niña-. Yo estoy sola y me aburro un poco, ¿quieres que juguemos a algo?

Hola, me llamo Elia, encantada de conocerte -dice inclinándose con rudeza en un gesto que es una burda imitación de las inclinaciones que se suelen ver en la corte y entre la nobleza. No logras averiguar si la niña aún no sabe llevar a cabo esta norma de cortesía o simplemente se rie de ella.

Los soldados se acercan a la niña, cerrándote el paso. Sin embargo la chica se escabulle entre sus piernas y se acerca a ti -Este castillo es un aburrimiento y tomate, lechuga y remolacha son unos aburridos -con cada uno de los nombres señala a un guardia. Se acerca aún más a ti y te susurra algo al oido -no me gustan las verduras y tampoco me gustan ellos, por eso los llamo así -su sonrisa picarona y a la vez inocente te llama bastante la atención.

Lady Elia, debemos llevaros a vuestros aposentos. Lord Tommen no te permite estar tanto tiempo lejos del ala de los Baratheon, debes ir con nosotros mi señora. Disculpe mi señora -el guardia se dirige a ti con una voz mucho más dura de la que ha usado con la niña -Lady Elia Martell debe volver a sus habitaciones para recibir sus lecciones.

Me río abiertamente con las palabras de la niña. Si algo me gusta de los niños es que aún no entienden las estúpidas reglas de cortesía que rigen a los adultos y que sólo sirven para ocultar engaños y mentiras.

-Así que tomate, lechuga y remolacha... -repito entre risas lanzando una mirada a cada guardia-. Les pegan mucho esos nombres, Elia.

Elia, Elia... ¿Será sobrina de Ser Quentyn? ¿Tal vez su hija? ¿Qué hace aquí y por qué está bajo "el ala de los Baratheon"?

-Disculpadme, mis señores, no quería interrumpir vuestra ardua labor -hablo a los guardias algo más seria, aunque sin perder la sonrisa-. Pero esta pobre niña va a volverse loca en este laberinto con la única compañía de tres hombres de armas... Y yo también. Dejadme acompañarla hasta donde quiera que reciba sus lecciones; ¿qué te parece, Elia, quieres que os acompañe y mientras te cuento algunas historias divertidas? -tomo a la niña de la mano dándoles la espalda a los guardias y le guiño un ojo.

No me parece lo más adecuado y no queremos molestarla mi señora -contesta el guardia llamado remolacha -lo siento mucho pero debemos partir inmediatamente Lady Elia.

Ella no me molesta, ella es mi amiga -le responde la niña escondiéndose detrás de ti -por cierto ¿como te llamas? No se nada de ti pero te dejaré que vengas conmigo, no te tengo miedo -la chica se levanta la falda y saca de un pequeño cinto colocado en su pierna una fina daga de no más de diez centímetros -Mi madre, la señora de Dorne, me enseñó a usarla, puedo enfrentarme a quién quiera con ella.

-Oh, no es ninguna molestia, no os preocupéis, Remolacha -respondo al guardia dando la mano a la niña y echando a andar con ella.

La señora de Dorne... Vaya, vaya...

-Tu madre debe de ser una mujer muy valiente -para dejar a su hija aquí entre estos ciervos con garras de león...-. Soy Sylven, un placer conoceros, noble dama dorniense -hago una exagerada reverencia y sigo caminando con ella de la mano-. ¿Sabes? Yo también tengo una daga escondida... Aunque siempre haya soldados protegiéndote es bueno poder defenderte sola: nunca sabes de quién puedes fiarte -lanzo una mirada de soslayo a tomate, lechuga y remolacha y sonrío a Elia con complicidad-. ¿Tu madre está en Dorne? ¿La echas de menos? La mía tampoco está aquí pero mi padre sí, y es un hombre muy importante. Le encantaría conocerte. ¿Querrías? Seguro que con Tommen te aburres, pero mi padre es muy divertido. ¿Y el tuyo?

Mi madre es una princesa, no, espera -dice corrigiendose a si misma -la princesa ahora soy yo. O más bien mis hermanas y hermanos que para eso yo soy la menor. No me importaría conocer a tu padre pero él tendrá que venir a verme, estoy bajo protección de Lord Tommen y no debo meterme en problemas -su actitud ha cambiado y ahora se muestra más seria, más de lo que se podría esperar de una niña tan pequeña.

¿Quién es tu padre? ¿Es alguien que sale en las canciones? Mi septa me cuenta historias de gente famosa. Me gusta mucho una que cuenta sobre otra Elia aunque es un cuento muy triste. Los leones son muy malos pero ya no pueden hacer daño a nadie, mi madre y otros grandes guerreros se encargaron de vengar a Lady Elia.

Observo curiosa la nueva seriedad de la niña. Sí que tiene aires de princesa... Habrá que verla dentro de unos años.

-Esa Elia de la que hablas tuvo un final muy triste, sí. Pero el tuyo no tiene por qué ser así: tú sabes defenderte sola y se ve a la legua que tienes mucho más carácter. Hazme caso: el carácter es una virtud incluso en las princesas, digan lo que digan las septas. No dejes que te lo quiten nunca.

Esta pequeña me cae muy bien. Espero que no consigan encorsetarla como hacen siempre con las damas.

-Mi padre es Lord Gendry, señor de la Casa de la Luz; no sé si aparece en alguna canción pero debería. Es un gran hombre y un gran padre. Le diré que vaya a verte, aunque no sé si Tommen le dejará... No se llevan muy bien, ¿sabes? ¿Qué tal te trata a ti Lord Tommen? ¿Por qué estás bajo su protección, si tú eres una princesa Martell?

Mientras andais rumbo a los aposentos de la joven esta te mira y asiente -Sí, Lord Tommen es muy bueno conmigo, siempre me ha tratado bien aunque me obliga a dar lecciones para ser una buena dama. Por lo menos la septa me cuenta historias que me gustan mucho.

La niña piensa unos segundos antes de responder a tu siguiente cuestión -Mi madre me envió hace años con Lord Tommen, creo que quería que aprendiera de él y para que todas las casas fueran más amigas, evitando así los conflictos y las luchas.

-¿Te envió con Tommen hace años? Debías de ser muy pequeña entonces...

Menuda madre... Suerte que tengo de no ser legítima: a mi padre nunca se le pasó por la cabeza enviarme lejos con alguna otra Casa. Cada vez tengo más claro que los hijos de la nobleza son, como las mujeres, mercancía.

-Entonces Lord Tommen es amigo de la Casa Martell, ¿no? ¿Tiene muchos amigos? ¿Es amigo de otras Casas? -pregunto con inocencia.

-¿Y qué te gustaría ser de mayor, Elia? ¿Quieres casarte con un apuesto caballero o tal vez tienes otros planes?

La niña te mira mientras niega con la cabeza -No, no es amigo de la Casa de mi madre, simplemente fuí enviada para aprender de la Casa Baratheon y consolidar las relaciones entra ambas casas. No se si lo sabrás pero es lo que suelen hacer las casas poderosas. No se de quién es amigo, no he salido de Bastión de Tormentas ni de los teritorios cercanos hasta estos días.

¿De mayor? -se pregunta a sí misma pensativa -no se, supongo que ser princesa, tener muchos hombres y mujeres como amantes y disputar numerosos combates y participar en guerras.

Vaya, pensaba que podría obtener algo más de información... Pero qué esperaba, es una niña pequeña, no tiene por qué estar enterada de lo que se mueve en la Casa de Tommen.

-¿Así que hombres y mujeres? -me río. Nunca podré entender que una mujer se sienta atraída por otra pero es gracioso que en Dorne incluso una niña lo tenga la tan claro-. Lo que dicen de los dornienses es cierto... Seguro que serás la princesa más hermosa y fiera de todo Poniente, Elia. A mí me gustaría ser consejera de mi padre, y más tarde de mi hermano Robert cuando sea Lord, y cuidar de mi Casa para ver cómo crece cada vez más fuerte. Lo de casarme y tener amantes no es para mí... -vuelvo a reír.

Ya hemos llegado -dice Tomate. Sin darte cuenta has llegado junto a Elia al ala bajo dominio Baratheon.

El pasillo que tienes enfrente está custodiado por media docena de guardias, hombres de Tommen. Todos te miran con recelo y frialdad.

La niña te coge de la mano y te hace caminar junto a ella. Cuando está delante de los guardias los mira con orgullo y les ordena con voz firme -Ella viene conmigo, abrid paso, ahora.

Los soldados os dejan pasar y Elia, seguida por sus tres guardias, te adentra en el ala de los Baratheon, el dominio de Tommen.

En un primer momento me siento cohibida entre tanto guardia Baratheon, pero al ver la actitud de Elia y cómo responden los soldados me relajo. Si una niña los domina de semejante manera, qué tengo que temer yo.

-¿Adónde vamos? -le pregunto a Elia mientras camino a su lado muy orgullosamente con una sonrisa divertida en el rostro-. ¿Estás llevándome con la septa? -no tengo ningunas ganas de asistir a una lección... -. A Lord Tommen no le va a hacer mucha gracia que yo esté por aquí.

Pero es una buena oportunidad para recabar algo de información...

Justo cuando la niña te va a contestar una puerta se abre cerca de vosotras y de ella salen seis guardias. Y Tommen Baratheon.

¿Water? ¿Lady Water? ¿Que haces en las zonas privadas de los Baratheon? -te pregunta sorprendido Lord Tommen.

Ella venía conmigo Lord Tommen, sólo íbamos -comienza a explicarle Elia hasta que Tommen la calla con un gesto de la mano.

¿No deberías estar con la septa? -le pregunta Tommen a la niña -será mejor que vayas a dar tus lecciones si no quieres quedarte sin entrenamiento con armas -Elia iba a contestar pero tras la amenaza de su protector agacha la cabeza y se marcha. Lord Tommen vuelve a mirarte y a preguntarte -¿Que haces aquí?