No quiero dormir. Llevo demasiadas horas tumbada y todo este asunto del pirata ha terminado por quitarme el poco sueño que pudiera quedarme, pero Lord Desmond no parece tener ganas de pegarse la noche en vela en agradable conversación y yo ni siquiera tengo libertad para salir de esta habitación y tomarme un vino abajo o pasear por el exterior.
Se diría que estoy casi tan prisionera como Drake...
Suspiro, me tumbo sobre el jergón dándole la espalda a Lord Desmond y me cubro hasta la cabeza con la túnica de los hermanos del silencio.
-Buenas noches -medio murmuro, medio gruño.
Os despertáis todos despertados por la dura voz de Lord Desmond -Arriba, nos espera un día bastante largo -dice sacando a Lady Water de sus aposentos y al resto de los hombres, junto con Drake.
Una vez en la parte de abajo de la posada uno de los guardias se queda momentaneamente dentro de esta y el resto os acompaña hasta el carruaje -Mi señora, espero que no le importe usar el caballo de Drake -continúa el guardaespaldas mientras le acerca un caballo y acaricia a Morten, el perro de Grauhai.
Otro encapuchado, obviamente un guardia de vuestra casa, conduce el carro hasta vosotros -meted a Drake dentro que vea lo que le hemos preparado. Disfrutará del viaje igual que lo hizo nuestra señora, sin poder moverse y mirando al techo.
-Sé que con Drake muchas cartas han quedado sobre la mesa - le digo a Lord Desmond en referencia a las indicaciones dadas a Sylven-, pero ¿creéis prudente que la señora se pasee tan claramente a caballo? Quizás sea conveniente seguir manteniendo ciertas apariencias -miro a Sylven-. Respecto a la conversación de anoche con el preso, no intentaré aparentar que soy gran conocedor de vuestra casa y no sé qué ideas rondan vuestra mente, pero sin duda Drake puede ser una moneda de valor en el futuro. De no serlo os pido el favor de poderle matar yo mismo.
Perdón por el silencio Krest, es que no tengo conexión a internet y muchas veces sólo puedo mirar las cosas a través del móvil. Intentaré aprovechar esta etapa de más flexibilidad en el ritmo para resolver esa cuestión para retomar el ritmo en adelante en plenas condiciones.
Sonrío ante las órdenes de Lord Desmond. A pesar de sus maneras bruscas tiene buenas ideas...
-No os preocupéis, Kyllian, me ocultaré bajo la capucha, como otros han hecho ya -lanzo una mirada hacia el guardia de mi padre-; nadie verá mi rostro y todos creerán que lo que guarda el carro es mi cadáver y no a Drake. El encierro y la inmovilidad dejan mucho tiempo para pensar, confío en que recapacite -sonrío satisfecha y con un punto de crueldad. Me divierte que vaya a pasar por lo mismo que yo, y quizá si en verdad me admirale haga hasta ilusión... Suelto una corta risa y miro a Kyllian-. Os lo prometo, si no le encontramos utilidad será todo vuestro.
Tomo al caballo por las riendas y me subo a la silla calándome la capucha.
-Cuando queráis.
Desde el móvil :(
Los guardias de Lord Desmond meten a Drake en el carruaje, sobre la tabla que ha servido de féretro a Sylven. En ella han colocado varias esposas y cadenas con las que mantienen al hombre de la Casa Greyjoy controlado.
Tras ello os ponéis en marcha rumbo a un lugar que Lord Desmond no ve adecuado indicar, todos con las túnicas negras salvo Grahuai.
Los tres encabezáis el grupo, dos guardias se encuentran apostado a cada lado del carro y el último de ellos vigila, junto con Morten, la retaguardia. Lord Desmond ha guardado provisiones suficientes y las ha guardado en el carro junto con el resto de la carnaza, junto con Drake.
Y dime Kyllian Dan Ar, ¿que ha sido de tu vida? ¿porque has decidido unirte a la Casa de la Luz ahora? ¿que te ha hecho viajar hasta Desembarco del Rey? quiero que sepas que, aunque Lord Gendry os ha mostrado sus respetos, para mí vuestras intenciones son tan sospechosas como las de Drake. Has tenido años para venir hasta nosotros y lo haces ahora, en los peores momentos -comenta Lord Desmond a Grauhai dejando clara su desconfianza pero sin que en su rostro se note advertencia o temor alguno.
-Kyllian es mi guardaespaldas, Lord Desmond. Yo lo elegí, respondo por él y confío en él, de modo que cuantas sospechas alberguéis sobre sus intenciones me ofenderán tanto a mí como a él -intervengo con sequedad ante las incómodas preguntas del veterano guardia. Sé que Kyllian puede defenderse solo, pero me molesta que se dude sobre la única persona que se ha demostrado leal hacia mí en todo momento-. Kyllian sirvió al tío de vuestro señor, como lo hicieron su padre y su abuelo antes que él, así que no volváis a compararle con un maldito Greyjoy. Sus razones para acudir ahora a nosotros, o más bien a mí, las conozco yo y con eso vale -me vuelvo hacia Kyllian-. No tenéis por qué responder si no queréis.
¿Marcamos a Drake?
Lord Desmond mira fijamente a Sylven y deja ver una pequeña sonrisa -Mi señora, mi trabajo es defenderos, no preocuparme por si os ofende mi forma de trabajar. Los Greyjoy nos ayudaron a derrotar al mal que vino del Norte y no por ello confío más en ellos, lo que hiciera hace años me importan bien poco. Lo importante es lo que quiere hacer ahora y el porqué -continúa mirando a Kyllian.
Drake está en el carro, apresado, no hace falta incluirlo en la conversación.
Estás atado dentro del carro, cuando vuelvas ya te cuento más de tu situación.
Miro a Lord Desmond de soslayo. No le culpo, su deber es velar por el bienestar de su señora, pero me impacienta tener que responder a tantas preguntas y atajar sospechas.
- El dinero, Lord Desmond. Soy un mercenario y el dinero explica mis acciones e intereses -me encojo de hombros-. Ojalá fuera como vos y pudiera servir por honor, y por los dioses que si dinero y honor se cruzan en mi misión no lo evitaré; pero en mí pesa más el dinero. No os negaré, no obstante, que en esta empresa orgullo y monedas se mezclan a partes iguales, por lo que es para mí un buen servicio. Si va a haber una guerra por el trono creo que es a los descendientes del viejo Rey Robert a los que se puede servir con mayor justicia.
Eso ya es más razonable que las simple fé ciega de Sylven. Algunas personas creen en dioses, otros en sus prójimos. Todos están equivocados. Yo sólo me fío de mi espada y de mi señor -responde Lord Desmond sin cambiar su actitud hacia vosotros -aún así creo que me ocultas algo Grauhai, pero no eres el único que oculta cosas así que por el momento estamos en paz.
No puedo evitar esbozar media sonrisa.
- Claro que oculto cosas, como vos mismo decís que hacéis, Lord Desmond. En paz entonces -con los ojos puestos en lo que el camino nos va ofreciendo continúo con la charla-. ¿De verdad pensáis que están equivocados todos aquellos que depositan su fe en dioses y allegados? Me parece muy osado; quizás vuestra virtud sea la sencillez y efectividad de convencimiento, pero también podrían decir de vos que sois estrecho de miras.
Me meten y atan en el lugar que corresponde a un muerto, la situación, de alguna manera retorcida me agrada un poco. No se si es mi intenso deseo o realmente el perfume de Lady Water inunda el carruaje. Las esposas y cadenas le dan a toda la escena ese toque violento que tanto me gusta. Viajo con los ojos cerrados mientras me relamo imaginando el sabor de la jovencita y el calor de su cuerpo.
I´m Back!!!!!
Estoy de regreso Mon Amis!!!
Miro a Lord Desmond de hito en hito.
-¿Fe ciega? ¿Yo? No insultéis a mi inteligencia, por favor.
Después de compartir mis días desde mi nacimiento con los fanáticos de R'hollor no tengo fe ciega ni en que el sol saldrá cada mañana por el horizonte, ¿pero para qué insistir? Prefiero quedarme al margen de una conversación que no me incumbe.
Con el rostro serio bajo la capucha continúo el camino en silencio.
¡Bienvenido de vuelta, Drake!
Tras todo un día de marcha Lord Desmond guía el carro a un lado del camino y detiene la comitiva.
Durante el día sólo os habéis cruzado con aldeanos de aspecto desnutrido y asustados, aparte de algunas personas con cierto parecido a mercenarios o asaltantes que no han querido molestaros. Aún en tiempos de conflicto se respetan algunas de las viejas costumbres.
Desmond ordena a sus hombres sacar a Drake para que este estire sus piernas y, ya de paso, su lengua, aunque uno de los tres guardias se mantiene todo el rato a su lado.
Os diré donde estamos, joven Sylven para saciar un poco vuestra curiosidad -dice Lord Desmond mientras termina de encender una pequeña hoguera donde cocinar vuestra cena -siento que este no sea el lugar más apropiado para una persona de su nombre pero es lo único que puedo ofrecer. Mirad, nos encontramos justo aquí y mañana espero poder dormir en una posada. El carro nos atrasa pero es menester llevarlo para acallar las malas lenguas y, ya de paso, ocultar a nuestro "invitado"-concluye mirando a Drake.
El mapa en cuestión, os encontráis, según señala Lord Desmond, entre Stokenworth y Hayford, bastante más cerca del primero.
Miro con atención el mapa y escucho las indicaciones de Lord Desmond.
-¿Cuánto calculáis que nos costará alcanzar nuestro destino? -miro en derredor como para asegurarme de que nadie nos escucha-. Y, dadas las circunstancias, ¿es posible que la guerra nos reserve algún peligro en los caminos que están por llegar?
Hasta ahora el trayecto estaba sucediéndose con tranquilidad, pero no sería extraño que con la confusión que reina estos días en Poniente nuestra comitiva pueda encontrarse con alguna dificultad. Algo preocupante, más aún conforme nos acercamos a la parte final y el desenlace de nuestro viaje.
Siento el retraso, pero sigo sin Internet y antes de contratar un servicio tengo que sentarme a echar números. Intentaré mantener el ritmo.
-Que no os preocupen las condiciones en que viajamos, Lord Desmond, nunca he sido una dama demasiado fina -incluso encuentro estimulante acampar en mitad del camino-. Me importa mucho más saber exactamente adónde vamos y qué vamos a hacer -lanzo una mirada a Kyllian. Habíamos planeado cosas que en compañía de todos estos hombres dudo que podamos llevar a cabo-. Para empezar, ¿qué hay de Drake? Puede sernos útil si pensamos cómo, pero llevarlo con nosotros de aquí para allá sólo servirá para darle a conocer nuestras acciones e intereses. ¿Y hasta cuándo hemos de continuar con el carro? A nuestro alrededor las cosas siguen su curso inexorable mientras nosotros viajamos a ritmo de carretero. A este paso en cualquier pueblo por el que pasemos nos dirán que la guerra ya ha empezado y acabado y que es rey Fulano de Tal. ¿No podríamos abandomar esta pantomima y seguir a caballo? Podemos atar a Drake y que corra tras nosotros; ya ha descansado suficiente.
Digo lo mismo que Bacilus.