Partida Rol por web

- Sí... también ha querido hablar conmigo - le digo al jefe - No sabía como explicarle, mientras tenga comida y bebida, mi lealtad estará con ella... sin olvidarme de ti, jefe - le digo dándole una palmada en la espalda.

Me debe su vida. Ya me lo pagará algún día.. de momento yo estoy feliz de que por lo menos el jefe haya sobrevivido.. por un momento pensé que me quedaba solo.

- La compañia.. era como mi familia - le digo y bebo otra cerveza - Cuando.. perdí a mi padres y a mis hermanos.. estuve vagando por los bosques.. luego me uní a vosotros.. no he hecho nada con mi vida y ya estoy entrando en la edad madura.. - carraspeo un poco desanimado.

Tal vez sea por el alcohol.

Steth asiente - Si por ahora todo está correcto, era el tuerto al que buscaba aunque aún deberá demostrar su valía en la lucha si quiere tener a los tuertos bajo su visión. - Una vez dicho esto Steth procede a retirarse - Si no necesitas nada iré a disfrutar del vino, cuando haya nuevas órdenes estaré listo.

El nuevo día fue saludado por el tuerto con suma indiferencia, como ocurría habitualmente. Desayunó un par de salchichas rancias que apenas degustó y un cuerno de cerveza tibia. Se limpió los labios con el antebrazo y, tras mojarse el rostro y las axilas brevemente con la jofaina comunitaria, se dirigió a la tienda de Alezade para terminar la negociación que comenzaran el día anterior. 

Por suerte sus impulsos habían terminado por encontrar descanso, y ahora se veía con suficiente fuerza y serenidad como para afrontar una nueva conversación con la hermosa potrilla. Entró en la tienda con parsimonia y sin preguntar, importándole muy poco si, acaso, la jovenzuela estaba acompañada. 

-Señorita... Creo que teníamos una conversación pendiente -declaró, a la espera de una respuesta. 

Me ha pillado levantada pero realmente no me esperaba una visita a estas horas.

Aunque su actitud no me gusta un pelo.

Sí, así es -digo con naturalidad -pero no creo que este sea momento. Debemos levantar el campamento antes de que lleguen soldados.

Dime que deseas y solucionemos esto lo antes posible -dejo traslucir en mi voz lo mucho que me contraria esta situación.

Observo atentamente su lenguaje corporal, como me enseñaron en el lupanar. Para intentar averiguar sus intenciones y el por qué de esa actitud tan...¿hostil?.

-La compañía ya se termino , todo tiene un final ahora estamos aquí. Erik se tomo otra cerveza

-No me importa servir a esa mujer , pero siempre sabiendo cual es la causa por la que voy a jugarme la vida.

El alcohol estaba empezando hacer efecto en el cansado cuerpo de Erik.

-Mañana será otro día , me voy a retirar a buscar un sitio para descansar. Wayland quizá sea el momento de que hagas lo que tú quieras de verdad.

Tras esto el mercenario busco en el campamento un lugar donde poder recostarse y descansar.

¿Bueno qué?

No tenemos todo el día Harland. Si quieres algo habla. Si no... ya sabes por donde has entrado ¿cierto? 

A ver. Mi iniciativa es sólo de 4 ya que tiro sólo 1D.

Así pues, Harland toma la iniciativa y "ataca" primero.

Con su tirada de percepción no sabe mi actitud inicial y creo, que yo sí la suya, de lo cual me tendrá que informar. Por ser yo despreciable (una vulgar bandida) su actitud hacía mi empeora en un grado.

Y elige su arma. Imagino que Persuasión, contra mi defensa en intrigas más/menos los bonificadores.

Se resuelve el "daño" contra mi compostura y luego ataco yo.

Harland toma la iniciativa y "ataca" primero.

Con su tirada de percepción no sabe la actitud inicial de Alezade y creo que ella tampoco sabe la de Harland, aunque no se exáctamente que se tendría que tirar pero Harland es bueno engañando. Por ser Alezade despreciable (una vulgar bandida) su actitud hacía ella empeora en un grado.

Y elige su arma. En este caso yo ya se cual es.

Se resuelve el "daño" contra su compostura y luego ataca Alezade.

Harland sonrió y extendió ambos brazos, como si no tuviera nada que ocultar. Y desde luego así lo parecía, pues el mercenario no usaba por armadura más que su chaqueta de cuero endurecido... Debajo de la cuál sólo vestía una camisola que no parecía capaz de ocultar nada. 

-Prometes mucho, y parece que tienes detrás algo o alguien que puede soportar tus promesas. Eso me gusta -ensanchó su sonrisa, aunque su mirada seguía siendo cansada e inescrutable-. Pero me gusta más el oro... ¿Y por qué no? La gloria. Dame un puesto de importancia en tu compañía, págame según corresponde, dime quién te habló sobre mí... 

Hizo una pequeña pausa dramática y se encogió de hombros. 

-Y te seguiré hasta el último confín de Poniente si es preciso. Ya he ido y vuelto, de todos modos. 

Sí.. Erik - digo agachando la cabeza y dando el último sorbo a la jarra. Veo como el jefe se marcha.

¿Haz lo que quieras? ¿Eso qué es? Tal vez el jefe quiere perderme de vista... mmmmh no sé.

Con la mente aturullada, me voy a dormir, necesito dormir... descansar.

Silbo para llevar a Simón a mi hombre. Acaricio mi caballo y me cercioro de que los caballos estén bien. Al menos a simple vista. Luego me voy a dormir. Con Simón alerta, claro.