Partida Rol por web

Sonrío ante la osadía de Harland. Comprendía muy bien lo que iba a hacer. De todos modos no creía que necesitase tantas espadas para hacerse magulladuras y arañazos... Steth parecía hacerlo con gusto y de manera eficiente.

Partamos pues.

¡Audaces! Si se rinden matarlos. Si luchan con honor hasta el final, podremos perdonarles la vida. Puede que se unan a nosotros. Si se niegan... matadlos. Necesitabamos más hombres. Curtidos guerreros, arqueros, lo que fuera.

Saquead todo lo que podáis pero procurad no quemar nada. Puede que las defensas nos vengan bien en el futuro.

Con su habitual rostro impasible, el tuerto recibió cada una de las punzadas y estocadas de Steth. Su cuerpo, obviamente, se sacudía con cada herida, pero no había mucha más muestra de dolor aparte de esto y algún quejido ahogado. Cuando consideró suficiente la sangre que manaba de los cortes y punzadas alzó la mano, deteniendo a su agresor. Ya resultaba lo bastante creíble, y no quería llegar hasta el extremo de tener que morir por una causa estúpida. De todas las formas en que había fantaseado con su propia muerte, aquella no era una.

Quedó cabizbajo, con la mano en alto y la mirada puesta en el suelo. Sus hombros se movieron de arriba a abajo y su respiración, desacompasada al principio, fue controlándose poco a poco hasta que se hizo estable. Entonces alzó la vista lentamente y posó su ojo sano sobre el de Steth.

-Tu sadismo resulta... -pareció pensativo unos segundos-. Aburrido. Haz que la potrilla me conceda de dos a tres horas para hacer el engaño eficaz.

Se dio la vuelta entonces y comenzó a caminar a través de la espesura, con la intención de rodear el villorrio que estaban próximos a atacar y aparecer por el lado opuesto al que lo harían. Así la táctica sería plena, con todas las defensas del lugar orientadas en el lado contrario.

Con la lanza manchada por la sangre de Harland, Steth volvió donde estaba la moza dando las últimas órdenes. - Parece que Harland necesita dos horas para infiltrarse completamente, parecía ir a dar un rodeo pues no ha cogido el camino directo hacia la puerta. - Dicho esto Steth volvió a subirse a su caballo y esperó las órdenes. Se colocó a la cabeza de los tuertos y les hizo la seña para que estuvieran preparados.

A Erik le hubiera gustado ir junto a Harland y Steth pero su nuevo cometido era el de proteger a Alezade.

Erik se coloco la cota de malla y desenfundo su espada para revisarla , tras ver que aun mantenía el filo la volvió a guardar.

-Estoy preparado , con suerte podremos ampliar las filas. Pero tendrán que morir algunos para ver que vamos enserio.

Se acerco al caballo el cual le había trasportado cuando estaba herido y se subió a él.

-Veamos lo que nos aguarda. Erik se coloco junto Alezade esperando que esta ordenara la marcha

Te acercas caminando hacia la villa, cruzando campos cultivados con hombres trabajando en ellos. La sangre salpica tu cuerpo por lo que no se hace esperar que algunos de los aldeanos se acerquen a ti, intrigados y asustados al ver tus heridas.

Señor ¿que le ha ocurrido? -pregunta un joven que se acerca corriendo.
Necesita ayuda, rápido, venga a casa, mi mujer le atenderá -dice otro hombre, de aspecto mas mayor.

Rápidamente un círculo de intrigados campesinos te rodean, lanzándote preguntas y tratando de ayudarte de una forma u otra.

-¡No! -exclamó el maldito Harland cuando los bienintencionados aldeanos comenzaron a acercarse-. ¡No hay tiempo! Son... Son... ¡Son demasiados! ¡Van a atacar el señorío! ¡Debo avisar a la guardia, debo...! 

Trastabilló y cayó al suelo, pero a los pocos segundos obtuvo fuerzas de flaqueza y se recompuso, reanudando la marcha. 

-¡Estamos condenados, vienen a saquear, a violar y a matarnos a todos! ¡Corred! ¡Marchaos de aquí y salvad la vida!

En verdad había dos motivaciones del tuerto para hacer aquello: en primer lugar el sufrimiento gratuito, sin un fin concreto, le era... Ridículo. Matar, violar, torturar a simples aldeanos por el puro placer de hacerlo le resultaba aburrido y propio de necios. Por otro lado, como amante del puro caos, confiaba en que sus palabras fueran lo bastante potentes como para dar alimento a su macabro hambre de desorden, desconcierto y duda... 

Siguiendo con su comedia, continuó su marcha rápida, trastabillando y doliéndose de sus heridas, hacia el señorío. 

Algunos de los campesinos cercanos lanzaron exclamaciones de terror y corrieron a acallar a sus esposas e hijos. Rápidamente estos se alejaron de Harland rumbo a sus casas, saliendo poco después con pequeños enseres, huyendo hacia el horizonte o hacia la mansión fortaleza que se encontraba cerca. Otros, más aguerridos, corrieron hacia sus casas y sacaron instrumentos, herramientas y alguna arma. Estos últimos volvieron a acercarse a ti y comenzaron a acompañarte hacia la fortaleza.

Le contarás a nuestros señores lo que sabes, debemos defendernos antes de que nos ataquen.

No son molestias. la paciencia es una de las armas del guerrero. XD

Harland asintió nerviosamente. 

-Sí, sí... Les contaré todo lo que sé. ¡Pero vamos cuanto antes, por los dioses, o será el fin de todos!

Tanto daba. Al final las decisiones son las que determinan el carácter y las circunstancias de una persona. Aquellos aldeanos habían decidido luchar por lo que era suyo, y a alguien aquello le parecería loable. A alguien como el tuerto le parecía fútil y estúpido, puesto que las propiedades y la tierra eran conceptos más que cosas materiales para el extraño norteño de más allá del muro. 

Las puertas de la fortaleza, que mas parece una mansión pues su muralla no se levanta más de la altura de dos hombres, están abiertas de par en par por lo que rápidamente os introducís en ella.

El interior de la fortaleza es un lugar muy bien organizado y pulcro, con un gran espacio libre. Las edificaciones están colocadas de forma simétrica, ordenadas pared con pared se encuentran los establos, las casas, los almacenes, el cuartel de los guardias y la casa del señor.

Niños, mujeres y ancianos corretean por el lugar, jugando o cargando enseres e instrumentos de un lado a otro. Un grupo de diez guardias, armados algunos con espadas y escudos y otros con arcos, hablan con los aldeanos con los que has entrado. Te percatas de que el lugar tiene pocos guardias, demasiados pocos para la gente que vive allí.

Uno de los aldeanos con los que has llegado, que está hablando con los guardias, te hace un gesto con la mano para que te acerques mientras te dice -Amigo, ven y cuéntales lo ocurrido.

-Vienen... -comenzó a relatar el tuerto apenas alcanzaba al grupo. Contuvo por un instante las ganas de contar la verdad... Simplemente para ver qué pasaba. Lo habría hecho si las fuerzas de aquél señorío hubieran sido lo bastante nutridas como para presentar batalla-. Son más de un centenar, armados con arcos, espadas y lanzas... Vienen a saquear, a matar, a violar... Mataron a mi compañía. Sólo yo he quedado con vida y la sangre se me va por las heridas... Tenéis que marcharos, tenéis que pedir ayuda... Vosotros solos nada podéis contra ellos...

Steth se puso en cabeza del grupo tuerto y subidos en su caballo esperaron a que los batidores se perdieran por la espesura. Iban a caballo y con armaduras por lo que no eran precisamente silenciosos si hubiera gente en el bosque. Conscientes de eso avanzaron con tranquilidad pues tiempo había que darle al tuerto y a los muchachos a matar a todos los vigías. Steth avanzó en cabeza hasta llegar al linde donde podían ver el caserío pero a distancia suficiente para no ser vistos. - Va a ser una carga intensa si harland no consigue quitar a los centinelas de la vigilancia directa. Unos cuantos arqueros podrían hacer mucho daño si atacamos directos... será interesante - Termina el tuerto con una sonrisa. Tenía una lanza de caballería enganchada a su caballo por lo que daba a entender que junto al resto de tuertos se lanzarían con las lanzas por delante.

Los hombres allí presentes te miran realmente aterrados.

El señor del lugar o, al menos el que está al cargo, un maestre con varios eslabones, comienza a lanzar órdenes tras escucharte, tratando de organizar a su gente.

Los pocos soldados del lugar, no más de una veintena, comienza a transmitir las órdenes y pronto los ciudadanos comienzan a preparar las defensas ante el inminente ataque. Aunque algunos no parecen tan dispuestos y aprovechan la confusión para huir del lugar.

Si son solo cien podremos con ellos. Marco, Félix, Kar, montad a caballo e id a las villas cercanas, avisad al resto de los señoríos y haced que traigan a algunos de sus hombres-clama el maestre.

El malherido tuerto tomó asiento en el suelo, apoyando la espalda contra un muro. Casi deseaba que alguno de los presentes le reconociera y le acusara. Así le prenderían y, quizá, le torturarían. Desde luego sería más estimulante que un plan realizado a la perfección. ¿Qué posible diversión o entretenimiento había en la perfección?

-Vienen desde esa dirección -señaló la dirección opuesta a la del ataque-. Y estoy seguro de que están preparados para cortar todas las comunicaciones... ¡Dioses, esto es una locura! ¡Dejadme, dejad que me vaya, no pienso quedar encerrado en esta ratonera, así muera desangrado!

Se puso en pie de nuevo, nervioso y frenético, y empezó a renquear en dirección a una salida de aquella villa. No era su intención, sino parte de su escenificación.

No hemos acordado señal alguna. Pero estoy segura de que Harland nos proporcionará una adecuada.

El hecho de habernos acercado tanto sin ser divisados ya hablaba en favor de harland. Eso... o nos estaba emboscando a todos nosotros.

Observó como se desplegaban los arqueros. Casi parecían disciplinados y todo.

Dejad que se vaya, comenzad a preparar las defensas y que los más débiles huyan por ahora. Cuando nuestro señor llegue con sus nuevos aliados masacraremos a los bandidos, solo debemos resistir mientras tanto-afirma el maestre.

La distancia la fortaleza a la que pensáis atacar se acorta y no veis señal alguna de vuestros enemigos. Wayland y sus batidores se han adelantado para prevenir de posibles amenazas.

Todo parece calmado, muy calmado. No veis a nadie alrededor.