Partida Rol por web

Observo el cruel espectáculo intentando ocultar el desagrado bajo mi gesto, pero estoy seguro de que debe ser evidente a la vista de todos. Está claro que no funciona en animales, o quizás funciona sólo con cadáveres: muchos de los cuerpos presentan heridas mortales que bien pudieron sufrir antes de serles administradas las hierbas.

Me agacho, tomo a la gallina y le retuerzo el cuello para darle muerte. Después la dejo en el suelo y me quedo observando qué sucede. 

Quizás las hierbas obren su "milagro" cuando el receptor está muerto.

-A ver qué pasa ahora...

Intento mantener la compostura mientras la gallina se retuerce; no puedo pretender liderar una Casa en una guerra si no soporto ver sufrir a un animal de granja. Pero pronto queda claro que mi teoría era estúpida y dejo que Jano acabe con su agonía sintiendo una punzada de culpabilidad. ¿Por qué? Al fin y al cabo iba a acabar en una cazuela...

No creo que reviva... Ninguna hierba puede devolver la vida...

-Habrá que entrar -digo sin apartar la vista del cuerpo de la gallina-. Por lo que contáis estos cadáveres andantes son feroces pero no listos, un pequeño grupo podrá colarse sin ser visto y descubrir qué demonios ocurre, quién les suministra esta hierba y cuántos quedan ahí dentro. Necesitaré un par de hombres ágiles y al menos un buen guerrero -observo a cuantos nos rodean esperando que aparezca algún voluntario.

La gallina se queda en el suelo, muerta. Todos la miráis atentos, esperando que empiece a moverse. Las plumas de una ala comienzan a moverse al poco, lo que os sorprende, pero en seguida os percatáis de que solo es el viento. El animal está muerto y nada de lo que hagáis podrá remediarlo.

Mi señora, soy su guerrero, hoy y siempre. Haré lo que ordenéis. Pero espero un plato de pollo cuando vuelva, no podemos desperdiciar los suministros.

De pequeño corría con mi hermano por los campos que rodeaban a nuestra casa. Soy bastante ágil, la verdad, recuerdo una vez que visité a mi padre en Rocadragón y, cuando este estaba hablando con el Rey Stannis Baratheon, trepé por las paredes hasta alcanzar la ventana más cercana, con la intención de ver al rey. Yo podré infiltrarme si lo desea.

Bueno, se va gestando una buena comitiva para entrar en ese lugar. Por mucho que me gustaría meter las narices ahí dentro para ver lo que sucede, no soy un hombre hecho para el riesgo. La situación parece complicada ahí como para participar en un grupo pequeño. Cuando Sylven Water pide voluntario me limito a mirar a los presentes sin darme por aludido.

En todo caso voy a tratar de ayudar a organizar a esta gente en caso de que haya que irrumpir en mayor número.

-Yo iré- digo sin pensar, y al momento me arrepiento. Pero no me voy a echar a atrás ahora. Digamos que me puede más la curiosidad que el miedo, y acompañado por semejantes guerreros, sobre todo el malencarado, si voy tras ellos todo debería ir bien. Sonrío para revestirme de una seguridad que no termino de sentir-. Sí, yo iré a echar un vistazo también.

Sonrío a los tres. Huss y Stannis se están demostrando como hombres entregados y valientes, y Jano... aprecio que se implique aun cuando no tiene ninguna obligación, pero tal vez sea demasiado temerario.

¿Temerario? Qué demonios, ¿ya empiezo a pensar como mi padre...?

Sacudo la cabeza y vuelvo mi atención al gigantesco castillo.

-Stannis, buscad una zona dañada en la muralla por la que sea más fácil trepar; en cuanto caiga el sol saltaremos al otro lado y nos escabulliremos hacia alguna de las torres... -alzo la vista a la enorme fortaleza. Tiene muchas torres y todas parecen ir a derrumbarse hoy mismo...-. Aquélla, la grande -señalo la que parece más firme*-. Si encontramos sus puertas cerradas, Stannis y Jano treparéis hasta una ventana y una vez dentro nos abriréis a ser Huss y a mí. Recordad que no se trata de matar a cuantos encontremos -apunto dando una palmada en la espalda a ser Huss. Me cae bien-, sino de descubrir qué ocurre y quién está haciendo esto a esas pobres gentes.

Recojo entonces el cadáver de la gallina y se lo tiendo a uno de los soldados.

-Asadla para la cena y repartidla. Y guardadle un muslo a ser Huss. Lord Darius, mientras yo esté dentro de la fortaleza vos estaréis al mando aquí. Que los hombres se mantengan tranquilos y con las hogueras encendidas, sea quien sea quien nos observe desde dentro del castillo tiene que creer que nada raro ocurre.

Stannis asiente y, tras dar órdenes a un par de sus hombres, se apresura a cumplir su cometido.

Ser Huss permanece allí, mirando a la gallina muerta en primer lugar y luego a su señora -No voy a tratar de convenceros para que no entréis en una fortaleza llena de locos, formando parte de un pequeño grupo de exploración. No espero que lo haga. Le pido, eso si, que se quede siempre a mi lado, mientras tenga sangre en mi cuerpo usted vivirá. Por cierto, tal vez tenga que escalar por alguna cuerda, si encontramos las puertas cerradas de par en par, es bastante mas sigiloso-expresa Ser Huss mirando a Sylven -usted, curandero, ¿seguro que no prefiere quedarse cuidando cabras o a heridos? ¿y tu? ¿no te ofreces para acompañar a vuestra señora?-concluye mirando a Drake.

Cuando la señorita Water dice que piensa participar de la partida me alarmo. Es una verdadera locura, y ahora que nadie le dice qué tiene que hacer no creo que se la pueda convencer de no hacerlo. Voy a tratar de gastar algo de saliva en persuadirla de no entrar a semejante peligro cuando Ser Huss se me adelanta. Asiento convencido cuando comienza, pero luego me pone en un aprieto. Detesto quedar como un cobarde pero no tengo ninguna chance. Miro a mis lados algo nervioso y siento que todos me miran.

- Bueno... Verá, Lord Huss, sucede que allí dentro están esos hombres dementes, según los describen, y yo ni siquiera estoy armado, pues he sido un prisionero hasta hace muy poco.

-No os preocupéis, ser, no pienso pasar más apuros de los necesarios. No soy ninguna chiflada -sonrío al guerrero antes de girarme hacia Drake.

No tiene por qué entrar con nosotros; ni se lo he pedido ni creo que realmente fuera a sernos de gran ayuda, pero mi afición por dejar en evidencia a la gente tira de mí y no puedo evitar mirarle en silencio el rato suficiente para ponerle nervioso. Además, puede que no sea miembro de mi Casa, pero ahora que está con nosotros lo que haya dentro de la fortaleza le incumbe tanto como a mí; más aún cuando algunos de los cadáveres portan el escudo de los Greyjoy.

Ladeo la cabeza y sonrío pícaramente.

-Oh, si ése es el problema seguro que alguno de mis hombres os prestará gustoso su espada... -sin dejar de mirar a Drake de reojo me vuelvo hacia los soldados como esperando que alguno refrende mis palabras y le ofrezca un arma.

Lord Darius, tras escuchar todas las órdenes de su señora, no pierde el tiempo y coge una espada de uno de los hombres allí reunidos -Tomad esta espada y defended a Lady Water, la última sangre Baratheon de Poniente. Si alguno de vosotros vuelve sin mi señora lo haré matar -concluye Lord Darios, tras tenderle la espada a Drake y mirando a este fíjamente.

Esperáis que llegue la oscuridad y cuando esta os cubre os acercáis a las murallas de Harrenhal. Aún se puede observar el negro del fuego de dragón en las paredes, negras marcas que jamás se borrarán de la fortaleza, no como las vidas de los miles de fallecidos en su interior.

Sigilosamente entráis, tras recorrer una parte del camino trepando y otras en silencio, teniendo cuidado de donde pisáis. Sois solo cinco hombres, un grupo demasiado pequeño pero gracias a ello no hacéis demasiado ruido.

Una vez en el interior os sorprende la oscuridad reinante. Desde la ventana observáis el patio inmenso de Harrenhal y veis que ni una sola antorcha está encendida, todo queda en penumbra.

Siempre pensé que las grandes cosas decididas por grandes señores tomarían algo de calma y planificación, pero en cierto modo no difieren mucho de las bandas de niños que corretean por las aldeas; salvo por las espadas y las muertes...ed

No puedo dejar de sentir una profunda inquietud al verme dentro de Harrenhal en aquella expedición con más incógnitas que certezas, pero por otro lado es lo más emocionante que he hecho nunca. Y esa emoción espolea mi mente de una forma que nunca antes había sentido, y no ha habido nada que me haya gustado nunca más que los desafíos, sobre todo los de la cabeza.

Mis ojos se deslizan sobre los rostros de mis acompañantes, intentando descifrar sus emociones. Seguramente ellos estarán más tranquilos que yo, están más habituados a este tipo de situaciones. Me vuelvo hacia la ventana y observo atento; todo está oscuro. Asomo un poco más la cabeza y aspiro el aire curioso con la esperanza de localizar el hediondo olor de la putrefacción. Si esos cadáveres que andan salieron de aquí su olor quizás impregne sus paredes. 

Siempre he sido de esos hombres que una vez que están con barro hasta el cuello chapotean felices. Cuando me alargan la espada pongo mi mejor cara de farsante, serio y seguro, y redoblo la apuesta, pido además un puñal para mi estilo de dos armas.

Con algo de nervios y mucho de curiosidad acompaño a la comitiva. Cuando hay que trepar doy un espectáculo lamentable un par de veces hasta que fastidiados los más fuertes terminan por hisarme con una cuerda. Harrenhal es imponente, unas ruinas activas, con la evidencia del poder de los dragones de antaño. Una estructura medio fortaleza, medio ruinas, que le dan al momento una escenografía tétrica. Me muestro tranquilo aunque no lo estoy.

Aún no nos hemos encontrado con nadie y ya siento cómo me hormiguea la sangre. Supongo que no estoy acostumbrada al riesgo... Pero eso tiene que cambiar. Ahora lidero una Casa en guerra.

-Sigamos buscando hasta dar con alguien -susurro sin apartar la vista del enorme y tenebroso patio-. No pueden haber desaparecido.

Señalo hacia la torre más cercana, que se une a la nuestra a través de un puente.

-Subamos y crucemos por ahí. En silencio.

Comenzáis a subir por escaleras destrozadas en las que faltan numerosos peldaños. En una ocasión Stannis debe hacer uso de una cuerda y de su habilidad trepando para poder sortear una separación demasiado abrupta que podría acabar en una dura caída contra el suelo y una muerte rápida pero horrible.

Por suerte el chico demuestra ser un buen trepador, ayudándoos a los tres en todo momento, aunque es Ser Huss el que no se separa ni un instante de su señora.

Al llegar prácticamente a la parte de arriba de la torre comenzáis a escuchar ruidos justo encima vuestra, en la planta que está sobre vuestras cabezas. Parecen gruñidos de animales.

Al escuchar los gruñidos afino el oído. Será la oscuridad, serán los ruidos, la incertidumbre que qué son ahora esas personas, el resultado es que todos quedamos helados, quietos y mudos, por un momento. No hay más que dudas.

Uso apenas un hilo de voz para hablar - Bueno, a lo que vinimos, me ofrezco para subir y atraer a lo que haya ahí arriba escaleras abajo donde pueden esperar los hombres de armas y acabar con ellos.- Ofrecerme como carnada quizás me ahorre tener que enfrentarlos, siempre he sido mejor para correr que para pelear.