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Encontrar el Descanso de la Ladera resulta fácil, la posada se encuentra muy cerca de donde se separaron de Gimbar y Taithja aunque algo escondida en comparación con otras posadas que se encuentran apenas entrar a la ciudad. Esta como casi todas las posadas cercanas a las puertas vive gracias a los comerciantes y viajeros, sin embargo en los últimos tiempos el comercio no es tan bueno y el negocio ha sufrido bastante. Además, casi todos los comerciantes tratan con armas lo que al parecer atrae individuos algo desagradables y problemáticos por lo que el ambiente en las posadas y cerca de las zonas de comercio y de carga de mercadería no es el más saludable.

La posada es un edificio de piedra de tres pisos con un establo de madera a un lado. Un cartel fuera escrito tanto en gnomo como con runas enanas presenta el lugar como El Descanso de la Ladera, título que se ve adornado por un gnomo cargando una enorme mochila a sus espaldas. El edificio tiene dos grandes puertas y varias ventanas de vidrio, un lujo que tan solo suele verse en los sitios más caros. Al mirar hacia dentro notan que no hay demasiada gente. Todo el primer piso parece ser una enorme sala común atendida por varias jóvenes humanas y medianas, hay un gran mostrador al fondo desde el cual llega el vino y la comida que entra por una puerta justo detrás de este por la cual se va a la cocina. Dos escaleras llevan al segundo y tercer piso, donde seguramente se encuentren las habitaciones.

Pueden ver gente comiendo, jugando a los dados y otros grupos que simplemente hablan acompañados por alguna bebida. Aunque deben de haber unas 80 personas el lugar parece casi vacío, capaz de albergar cuatro veces esa cantidad cómodamente.

En la puerta un hombre de unos 20 años se ofrece para tomar sus caballos y llevarlos al establo. Será una moneda de plata cada uno para cuidarlos durante el día y alimentarlos, si además quieren dejarlos durante la noche entonces será otra moneda de plata a menos que vayan a alquilar habitación. En ese caso el costo del establo está incluido.

Gimbar dirige el camino hacia el interior de la montaña, la ciudad está bastante poblada y te llama un poco la atención el notar que casi todo el mundo va armado. La falta de armas de Gimbar es sin lugar a dudas algo excepcional allí. Aún cuando esperarías un trato deferente hacia el consejero mientras avanzan notas que la gente no parece reconocerle, tan solo unos pocos gnomos le saludan al pasar mientras que la mayoría no le presta atención.

- Habrá que dejar el caballo aquí - te indica al llegar a un enorme edificio de piedra, justo al lado de una de las escaleras principales, esculpidas directamente en la montaña, que suben la ladera. La escalera tiene un ancho de unos dos metros y es de escalones más bien pequeños, sin duda teniendo en cuenta la altura de los gnomos. Sin embargo cada escalón es angosto y resulta fácil comprender lo difícil y molesto sería que hubieran caballos andando por allí. - No se permiten caballos fuera de la primer altura, de hecho durante una época no se permitía siquiera que pasaran las murallas pero las cosas cambian.

Al entrar al edificio te das cuenta que el lugar es un enorme establo, el techo a unos 6 metros de altura está hecho de madera a diferencia de las paredes. Hay divisiones para los caballos y un grupo bastante nutrido de hombres cuidando de ellos. Uno se acerca y toma las riendas luego de que el gnomo se presenta como el consejero Gimbar Quin, palabras que parecen cambiar la actitud del mozo y que logran que asegure tratar especialmente bien a la montura de su señoría.

- Seguramente te llame la atención cuán iluminado está el interior, nosotros nos encontramos completamente ciegos sin nada de luz así que se intenta mantener el interior con más iluminación de la que ustedes acostumbran. Hay sitios donde esto cambia, existen barrios donde tan solo viven enanos y allí la luz prácticamente no existe.

Luego de subir unos pocos metros por la ladera y andar por un ancho camino esculpido en la montaña llegan a la puerta principal. Es baja según estándares humanos como los que te acostumbraste a ver en Torintio pero de la altura correcta para alguien como un enano y más aún un gnomo. La puerta mide unos tres metros de ancho y hay un gnomo y un enano custodiándola. Al verles llegar saludan con un movimiento de cabeza a Gimbar y la abren para dejarle pasar.

Ahhh, uno llega de rebanar el cuello de una decena de orcos y antes de cobrar y descansar ya le están pidiendo plata. -mira al mozo de cuadras -lleva por ahora al caballo al establo y luego veré si le alquilo una habitación para que le lleves la alfalfa ahí.

una vez han tomado una mesa, -bueno Darrak que harás ahora, ¿sigues siendo un miembro de la legión o qué? volverás con ellos?, irás a combatir a torinto? o aprovecharás que dan por muertos a todos los legionarios para empezar una nueva vida?

Hacía tiempo que Taithja no visitaba una ciudad enana, era mucho más fácil practicar magia fuera de las ciudades que bajo la atenta mirada de las autoridades, sin embargo algunas costumbres no cambiaban, algo que la enana notó cuando los caballos se quedaron en un establo al entrar a la ciudad, lo cierto es que aunque útiles, aquellos animales resultaban inquietantes.

En cuanto entraron a la montaña Taithja se encontró con mucha más luz de la que esperaba, algo que el consejero explicó rápidamente, la enana pensó que en tiempos de guerra era mejor que los aliados que se encontraban tras las murallas de las ciudades estuvieran cómodos y pudieran ver lo suficiente al menos como para poder atacar al enemigo sin posibilidad de confundirlo con otro defensor, tras subir unas cuantas escaleras llegaron por fin a la puerta principal, donde unos guardias dejaron paso al consejero. Maese Gimbar, cuando tenga un poco de tiempo me gustaría preguntarle algo en privado.

- Apenas lleguemos a casa, podemos hablar en el despacho allí no nos molestarán. Y creo tener alguna idea sobre lo que quieres hablar, tan solo se discreta estando aquí.

Gimbar te lleva por los túneles de la ciudad saludando a muchos de los que se cruzan. A medida que caminan te hace algunos comentarios sobre ellos presentándote a los más importantes. Un consejero como él, un enano embajador de la capital, un joven gnomo que según Gimbar tiene mucho potencial y espera que llegue a mucho dentro de la política de la ciudad.

Finalmente llegan a su hogar. Una puerta de madera que ante el llamado es abierta por una niña, la hija de Gimbar aparentemente. El consejero la saluda muy efusivamente y se disculpa por no haber traído ningún regalo. La casa es grande para los estándares enanos para los cuales suelen ser pequeñas cuevas con una o dos habitaciones, una pequeña cocina, una sala común y un pequeño baño. Gimbar incluso tiene un pequeño jardín de plantas que tan solo crecen dentro de la montaña, en zonas sin luz. Este jardín está completamente a oscuras y las plantas resultan de un blanco impresionante ante tu visión enana.

El resto de la casa se encuentra bastante iluminada por varias lámparas de aceite. Al pasar la puerta principal hay un corredor apenas iluminado que al terminar da a la sala común, muy iluminada.

- La idea es no encandilarse - te explica - Por eso la entrada está en penumbras, sino al salir no vería nada en los túneles. A mi me gusta tener la casa muy iluminada

En la casa conoces a su hija quien no es más que una niña, esta explica que su madre no está y que vendrá para comer.

El recorrido termina en el despacho, al fondo de la casa y junto al jardín interior. Al entrar te encuentras con algunas antorchas que reconoces como antorchas siempre ardientes.

- Prefiero las antorchas, las lámparas con su aceite resultan más peligrosas. Así que al menos aquí que no suele venir nadie utilizo estas. Dime, de qué querías hablar?

Gimbar se sienta en un cómodo sillón de cuero frente a un escritorio de piedra y te hace un gesto para que te sientes frente a él en una silla que aunque no es como el sillón no deja de ser bastante cómoda.

- A mi con que sirvan cerveza y no meado me vale. Dioses, cuanto tiempo llevo con la garganta seca - comenta mientras se quita la capa - tu chaval trae una jarra fresca de cerveza. No! espera, trae dos. - el enano mira al resto y añade - esas son para mi si queréis algo pedid vosotros.

- ¿Qué haré ahora? - me encojo de hombros - de momento disfrutar de cerveza fresca y mañana ya veré, por como están las cosas no me extrañaría que cuando vuelva mañana el gnomo nos veamos metidos en otro lio, así que aprovecha para dormir en una cama decente piernas largas, porque quizás no vuelvas a disfrutarla hasta dentro de un buen tiempo.

Taithja observó detenidamente la casa de Gimbar, nunca antes había entrado a la casa de un gnomo, e incluso se sorprendió al entrar y ver tanta iluminación antes de caer en la cuenta de que los gnomos no podían ver a oscuras, cuando apareció la niña casi nada más entrar la enana la saludo afablemente evitando comenzar cualquier tipo de conversación, si lo crios ya resultaban exasperantes con tantas preguntas no quería ni imaginarse lo que podría tardar en cansarse un retoño gnomo.

Cuando llegaron al despacho Taithja pudo observar el jardín que contenía aquellas hermosas flores, sin embargo tenían cosas más importantes que tratar, en cuanto Gimbar se sentó la enana siguió su ejemplo, observó detenidamente los adornos que cubrían el despacho intentando imaginarse la historia que había detrás de cada uno antes de centrar su atención en el consejero. Maese Gimbar, quiero pedirle el segundo rollo de pergamino que me prestó en la batalla contra los orcos, aún lo guardo por si lo quiere de vuelta, en cualquier caso me gustaría preguntarle dónde los consiguió, ya que en todos mis años de mercader no he encontrado a nadie que venda falsificaciones siquiera.

- Ya veo. - Gimbar se recuesta sobre el sillón, realmente parece disfrutar de su comodidad - Puedes quedártelo, tan solo no digas quién te lo dió. Lamento no poder decirte dónde lo conseguí, tan solo que no fui yo directamente quien se hizo con ellos. Podemos decir que en este caso no soy más que un intermediario, yo tan solo pagué por ellos y realmente prefiero no saber de dónde los sacó el vendedor.

El gnomo se reclina hacia adelante, apoyando los codos en el escritorio.

- Mira... - comienza con un dejo de duda - Tengo otros guardados que no me fueron de utilidad. Pensaba repartir entre tú, Hugo, Bostler, Eldarión y Darrak el dinero que iba a pagar a la compañía de Bostler y Hugo. Aunque claro que no puedo ser equitativo con el reparto, Bostler y Hugo me han acompañado durante todo el viaje y fueron sus amigos quienes murieron. En todo caso, si quieres puedo darte algunos pergaminos como paga. Voy a tener que deshacerme de ellos así que puedo dártelos a un menor precio de lo que me costaron a mi y no me sentiría en pérdida. Realmente si les pusiera el costo que ese estafador me cobró apenas podría darte uno como paga. Estas mierdas de mago cuestan más caras que una armadura de mitril, si consigues alguien que las compre al menos.

- Yo voy a decirles qué haré ahora. Cobrar lo que ese gnomo mamón nos debe e irme lo más al oeste que pueda, dicen que los orcos no han llegado más allá del Mar de Arena así que hacia allí voy. Necesito un momento de tranquilidad, luego quizás me aburra y vuelva al negocio pero por ahora quiero plantar remolachas.

El lanza mira para uno y otro lado fijando la mirada en algunas de las jóvenes del lugar.

- Siendo honesto, primero voy a gastar algo del dinero en un poco de trato femenino.

Una muchacha humana de 17 años como mucho se les acerca con 3 jarras de cerveza en cada mano.

- Puedo ofrecerles una cerveza? Quizás algo de comer? Tenemos ensopado de res y papas del gnomo. El pan es fresco aunque el trigo escasea y la calidad no es excelente.

- Bueno, después de comer unos cuantos días carne en salazón seguro que el estofado ese no está mal. - Agarra un par de cervezas y da un par de tragos a dos manos. - ¡Ahhh! lo echaba en falta. Sacanos unos cuencos de estofado y algo de ese pan, aunque no sea el mejor servirá para untar la salsita. Y si la cosa tarda que venga acompañado de otra jarra de cerveza - sonrie con las jarras en la mano mientras busca un lugar donde descansar su trasero.

- Vamos Bolster, buscanos un sitio libre tu que puedes otear el panorama desde un lugar privilegiado.

Maldición hace semanas que no como en condiciones; si disfrutemos del momento, ya vendrán luego los problemas y yo también quiero olvidar males entre unos buenos pechos.

luego en relación a lo que dice hugo -ten cuidado amigo, la tranquilidad a matado a más hombres que todas las guerras, mi padre como abuelo, su padre y el de padre de su padre, todos vivieron tranquilos y murieron así bajo el yugo del imperio. y si puedo un dia moriré también tranquilo en mi tierra, pero no antes de que sea libre, como en los tiempos antiguos. 

La muchacha les deja 3 de las jarras y vuelve a alejarse, en el camino deja las otras jarras. Unos minutos más tarde vuelve a aparecer con 3 platos bien cargados de comida y una canasta con 3 grandes trozos de pan algo oscuro, seguramente a causa del problema del trigo.

Al instante Hugo toma un trozo de pan y lo hunde en su plato para absorber la salsa y luego darle un un buen mordisco.

- Ah... por fin algo de comida caliente y bien sazonado. - exclama tomando tenedor y cuchillo para comenzar a comer - Un baño tampoco estaría mal - sin poder evitarlo algo de salsa vuela desde la boca de Hugo hasta la armadura de Darrak.

Al notarlo Hugo se paraliza con la boca abierta por un instante y antes de que ninguno de ustedes llegue a reaccionar blande el cuchillo con el que estaba cortando la carne, en dirección de Darrak.

- Tranquilo enano... fue un accidente - se excusa sin bajar el cuchillo, está realmente afectado

Darrak se encoge de hombros aceptando las disculpas de Hugo, al fin y al cabo la cerveza se le ha desparramado por las comisuras de los labios por la ansiedad al beberla - ¡Ahhhhhh! Diablos, como lo echaba de menos - se queda mirando la jarra vacia para inmediatamente posar sus ojos en la que aún está medio llena.

Deja la jarra vacia en la mesa y con la mano libre coge un buen trozo de pan con el que untar en el estofado. - Esto si que está rico y no lo que hacías en tu turno de cocina Bostler, maldita sea no puedo decir que estuviera malo, era tan picante que uno no podía llegar a saber si estaba bueno o no - rie escandalosamente su gracia animado como está por más de medio litro de cervaza y palmotea sus rodillas poniendose perdido con la salsa del estofado.

Cuando logra controlar su risa alza la jarra y da otro trago poniendo cara de felicidad. - Oh diablos, lo echaba de menos.

El picante mata todo lo malo que pueda haber, aqui el tiempo no es malo, peor mi tierra es más cálida y al poco es difícil no tener un centenar de moscas o de orcos con sus moscas a tu alrededor. -mira al enano que escucha atento -jajajaja, me quedaba con tigo, era para que el Gnomo pudiese tragarse la carne de rata que conseguiamos cazar. -bebe y brinda con el enano -Hugo relajate, el mayor peligro que corres con Darrak es acabar la noche escuchando una monserga de un hombre de dios en vez de las quejas de una puta, jajajaja

- ¿Monsergas? ¿Acaso no te limpiaste los oidos de cera cuando te hablé de Berronar Argêntica? - gruñe y toma aire como dispuesto a lanzarse a un discurso de los suyos - Sin duda han sido las bendiciones de mi dios las que nos han traído hasta aquí en vez de yacer desangrándonos ahí fuera. Bah, somos familia aunque seáis un par de chicos descarriados que llevar al redil, deberíais prestar más atención a las lecciones que os doy. Aunque la verdad es que ahora mismo no se que me pasa que me cuesta aclararme las ideas - mira distraído a la jarra y ve el fondo de la misma, ¿qué ha sido de la cerveza?

- Muchacha, tráenos otra ronda de cerveza - dice antes de mordisquear los restos de estofado mientras con la otra mano armada con un buen trozo de pan lo restriega por el plato untándolo en salsa.

Hugo sonríe de forma incómoda y baja lentamente el cuchillo luego de mirar a los lados por si alguien le había visto hacer el estúpido.

- Eh... sí claro. - dice sin saber muy bien qué decir antes de volver a zambullirse en su plato

La muchacha vuelve a aparecer con otras 3 jarras y deja dos ante la señal de Hugo de que no quiere otra. Bostler aún tiene cerveza en su jarra por lo que la joven duda antes de dejar la suya.

- Me dijo el chico del establo que dejaron allí sus monturas. Se quedarán en la posada esta noche? 

Darrak sonrie de forma tonta a la muchacha - si, una bonita y cómoda cama es lo que me recetaría el matasanos - su mano agarra una jarra de forma instintiva y al ver a Hugo rechazarla pone cara avinagrada - pero como se puede rechazar una cerveza - sacude la cabeza y el mundo tarda un momento en volver a ponerse en su sitio. Por fortuna sigue agarrando su jarra, así que se la lleva a los labios - mmmm, fresquita, que delicia. -

De buen humor saca una moneda oro y la deja en la bandeja de la muchacha - por la comida, la bebida y tu sonrisa - vuelve a sonreir de manera tonta - ¿cuanto cuestan una habitación aquí?