Partida Rol por web

Olkau es una ciudad cuando menos inusual. Antes de las guerras arcanas en Olkau vivían casi 200.000 gnomos, humanos y medianos sumaban unas 50.000 almas y no se veían enanos más que el ocasional comerciante o enviado del imperio. La ciudad se encontraba en la ladera de la montaña pero con la llegada de los enanos se comenzó una enorme obra para llevar la ciudad dentro del Gran Khuzud. Al día de hoy Olkau es una ciudad que aloja poco menos de 100.000 personas, la gran mayoría de gnomos y enanos viven dentro de la montaña mientras que la ladera viven prácticamente todos los humanos y medianos de la ciudad. Los túneles suelen ser demasiado bajos para los humanos y estos no se encuentran cómodos encerrados mientras que los medianos no soportarían una vida sin el cielo sobre sus cabezas.

La zona exterior de la ciudad, La Ladera, se encuentra claramente separada en dos sectores. La zona más baja, al nivel del mar y hasta unos 120 metros de altura, es una zona más acomodada. Una vivienda allí cuesta 4 o 5 veces lo que cuesta en la zona alta. Mientras uno más sube más se incrementa la pobreza, se dice que en Olkau la altura mata aunque se refiere a quienes habitan las zonas más altas y peligrosas de la ciudad. En el interior de la montaña o como la llaman, La Sombra, a causa de la falta de luz, guarda a enanos y gnomos. Vivir allí es aún más caro que en la Ladera baja y se ha tornado aún más caro con la guerra ya que los habitantes lo ven como un sitio más seguro y fuera del alcance de los orcos. La Sombra es un sitio bastante seguro, el crimen es extraño allí dentro y se limita casi exclusivamente a excesos de borrachos. La entrada a La Sombra se encuentra prohibida a todo aquel que no sea ciudadano de la ciudad.

La sociedad en Olkau está fuertemente militarizada, todo habitante masculino está obligado a hacer el servicio militar o a pagar una fuerte suma. A esto se le suma el hecho que el imperio exija un contingente de al menos 5.000 enanos que deben rendir juramento al senado. Aún no se ha dado el caso en que los juramentados deban elegir entre el senado y Olkau y no resulta claro cuál sería la decisión. Aún con la guerra habiéndose llevado a gran parte de la población masculina en edad de luchar Olkau es capaz de levantar en armas a un ejército estimado de 30.000 soldados entrenados.

El viejo Oscar Mallaga vive en la zona media de la Ladera Baja, eso en Olkau significa que es alguien que no pasa hambre pero que tampoco puede permitirse lujos. Con la guerra, el comercio ha mermado mucho y la familia tuvo que vender una hermosa casa a excasos 30 metros de altura y buscar vivienda más arriba. Los 70 metros de altura implican casi 400 escalones para llegar hasta la casa, cada día que pasa cada escalón se hace más difícil de subir para el anciano mercader y su esposa con lo que ya casi no bajan. Todo encargo que fuera necesario hacer es llevado a cabo por su hija o alguno de los empleados que aún mantienen. Incluso Kevril hace encargos de vez en cuando, su deuda ya ha sido pagada con creces o al menos eso es lo que no se cansa de decir el viejo.

Kevril vive cerca de la casa de los Mallaga y les ayuda cuanto puede y le permiten, su casa es pequeña pero cómoda pero el dinero que tenía al llegar ya casi se acaba. Unas pocas monedas de oro y plata es lo único que resta y no es siquiera suficiente para pagar el alquiler de otra quincena. De haberte enterado antes quizás te hubieras podido unir al grupo de mercenarios contratado para llevar al consejero Gimbar Quin en misión a encontrarse con el general de la 5ª legión. Esta clase de trabajos está muy bien pago con la guerra en curso, sin embargo la noticia llegó tarde y la oportunidad pasó.

Ahora resulta imprescindible conseguir trabajo y la suerte ha querido que el viejo Mallaga te llamara una vez más para ayudarle con algo.

La guerra es algo extraño, resulta imposible dónde va a terminar uno cuando comienza a viajar. Primero fueron bandidos de los que no hubo más opción que huir, demasiados para un solo hombre. Luego el encuentro con un grupo de mercaderes, yendo a Minas Markhas sin dinero no ibas a poder comprar demasiado así que la oferta de un trabajo aunque no fuera muy bien pago no era mala opción. Además podrías viajar acompañado evitando así bandidos y el aburrimiento. Los mercaderes viajan con 30 hombres como escolta, hombres que no parecen ser más que simples matones, y llevan 2 carretas repletas de género y plantas. Muchas de estas hierbas curativas. Durante el viaje a Olkau debieron dar un rodeo para evitar un asedio orco a la ciudad de Torintio, ciudad al norte de Calinas y  cercana a los Bosques Ramos. Debieron sobornar un regimiento enano que amenazaba con quedarse el cargamento y finalmente llegaron a su destino. En el viaje pasaron por varios pueblos y ciudades donde los mercaderes vendieron y compraron mercaderías.

Al llegar a Olkau los mercaderes pagaron lo prometido y el grupo que fuera su escolta se dividió en busca de otros trabajos. 50 monedas de oro bien ganadas y sin demasiado esfuerzo, pero poco como para comprar algo de calidad. 

- Tengo otro trabajo para ti - ofreció el jefe de la caravana, un hombre menudo de unos 50 años, de risa fácil y con una profunda sed para el alcohol - Todavía tengo que cerrar un trato aquí en la ciudad y necesito un guardaespaldas, no conozco al tipo que compra así que necesito algo de protección y me gusta el número 3. Bilas y Marca - 2 hombres de armas de su confianza - son excelentes pero tan solo 2. Qué dices? Es algo rápido y no debería de haber problemas, 50 monedas además de las que ya te ganaste y otras 100 si hubieran problemas

Acaricio a mi caballo , le digo bellas palabras en élfico , para calmar al animal, las ciudades eran demasiados bulliciosas para él como para mi , estabamos acostumbrados a viajes tipo caravanero como el que habíamos hecho con estos mercaderes.

Miro al jefe de la caravana , una cosa era hacer de guía pero por ahora solo me habían contratado como guardaespaldas y la oferta seguia .  Después de examinarlo detenidamente por si me parecia un tipo de fiar o un busca problemas , cosa que habia averiguado en el transcurso del viaje.

Jefe paga usted bien digo bajando de mi caballo mientras sigo acariciando a mi compañero mirando a mi alrededor, pero  soy explorador , y tengo mi ética , podre acompañarle si asi lo desea pero no me enfrentare ni con enanos ni con elfos , esa es mi condición . Ahora miro a mi caballo , pero claramente estaba esperando la respuesta .

No corrían los mejores tiempos para Kevril. Y ahora se maldecía por algunas oportunidades perdidas. La jóven Kiara Mallaga estaba cada dia más hermosa y mayor, y si quería cumplir su promesa, Kevril debía de tener suficiente dinero para poder asentarse. Además, aún no se había vengado de todos los sufrimientos a los que él y su familia habian sido sometidos por los orcos.

Agarrando la mochila y preguntándose cuál sería la razón de que, por una vez, no fuese Kevril quien se presentara voluntario en casa del viejo Oscar, y fuese el propio anciano el que le solicitara ayuda; se preparó por si se le requería para alguna tarea de mayor importancia, y acudió lo más rápido que le fue posible a la casa del mercader. En la parte alta de la ciudad.

- Y para qué me sirve un guardaespaldas que se niegue a defenderme? - dice el mercader negando la cabeza - Vamos muchacho, no seas ridículo. No te voy a pedir que mates a nadie, no quiero un asesino, pero si las cosas se complican y el tipo trata de hacerse de las cosas a la fuerza voy a necesitar que me defiendas.

Detrás Bilas y Marca descargan las últimas dos cajas que un gnomo se lleva sobre una carreta, si tuviera que subir con esa carreta usando las escaleras de seguro queda en el camino.

Muy bien jefe me ha convencido iré con usted.

No sabía en donde me metia, pero cuando hoy hablar de no matar solamente defender las mercancias del comerciante , por si el negociador queria llevarse la mercancia por la fuerza sin pagarla me convenció . Lo que exigia el jefe era razonable asi que me subi otra vez en mi caballo dispuesto a seguir al jefe y proteger su mercancia.

- Kevril! Amigo! - te saluda el viejo con un efusivo abrazo, es alguien bastante demostrativo aunque le has visto saludarlo con el mismo ímpetu a gente que apenas conoce. De seguro tan solo para lograr la venta. - Pasa.

Oscar te hace pasar a su casa, algo que sí puedes ver como señal de aprecio. Es poca la gente a la que el mercader invita a su casa, un sitio que para él es un templo. La sala principal, a la que da la puerta de entrada, es una sala bastante grande de unos 6 por 5 metros, amueblada con cierto lujo y un tanto sobrecargada ya que los muebles vienen de cuando eran más acaudalados.

- Siéntate, uno no tiene que hablar de trabajo de pie. Así siempre le da más tiempo a un viejo a huir cuando el estafado se ofende - termina la frase con una amplia sonrisa y sentándose en un enorme sillón. - Necesito alguien que me cuide la espalda, tengo un negocio pero no conozco a mi contraparte. Me traen algunas mercaderías y nos vamos a encontrar para el intercambio, tengo que pagar y no es barato. Claro que si todo sale bien voy a conseguir al menos el doble de quien me hizo el encargo. Pero bueno, como el monto es grande necesito que alguien me acompañe por si pretenden cobrarse sin cumplir con su parte del trato

Kevril asentía a las palabras de Oscar mientras se acariciaba la barbilla. Parecía un trabajo fácil, que además haría con gusto. Nada podía ser más importante para Kevril que proteger a aquellos que le hubieron protegido a él a su vez sin pedir nada a cambio. Él tampoco lo haría.

- Sabes bien que lo haré. No me gustaría que te pasara nada, y lo haré por iniciativa propia. Me alegro de que me lo hayas contado. - dijo Kevril sonriente. - Cuenta conmigo, Oscar. No lo dudes. ¿Cuándo partimos? ¿Necesitaremos algo? 

Tampoco quería hacerle preguntas incómodas sobre la transacción ni los contactos. Oscar era un adulto y sabía moverse por el mundo. Asi que simplemente, se limitó a apuntar mentalmente todos los datos que éste le fue dando.

- Excelente - festeja mientras los otros dos guardaespaldas se acercan - Pero no creo que puedas llevar a tu caballo, es bastante más arriba y no están permitidos más allá de los 5 metros. Al parecer a los gnomos no les hacía gracia que unos tipos del doble de su tamaño se pasearan por su ciudad a caballo dejando sus porquerías por ahí. Supongo que hace el aire mucho más respirable, pero la desventaja son esas putas escaleras. Hay que subirlas a pie.

Gallion se gira para mirar hacia la montaña y arriba - Tengo entendido que son como 400 escalones hacia arriba - dice suspirando - Una mierda, pero el pago bien lo vale. Apenas terminemos con el resto de la carga salimos. Tienes tiempo de dejar la montura en los establos, los habrás visto junto a la puerta por los que pasamos. No será mucho tiempo, dudo que te cobren más de uno o dos cobres.

- Tu estampa y nada más, pero te quiero bien armado y que se vean. Yo llevo mi viejo mayal, ya no tengo la fuerza para usarlo, ni la habilidad a decir verdad, pero a veces alcanza dejar ver las armas para disuadir a los ladrones. 100 monedas te parece bien? Si el asunto se complica y salimos de allí puedo darte 500 si logramos salir con la mercancía.

Bien entonces ahora vengo jefe, me dirigo hacia el establo depositando alli a mi caballo y mis pertenencias pagándolo. Solo me llevo lo indispensable las armas (escudo) , el odre de agua y la mochila en la espalda junto al arco y el carcaj.

Una vez de vuelta con mi escudo en el brazo izquierdo me uno al jefe, para comenzar con la misión.

Kevril asintió. No era un guerrero, pero se sabía manejar con las armas. - No hace que me pagues nada, Oscar. - dijo - No soy un mercenario, soy tu amigo. Y quiero defenderte por voluntad propia, no por dinero.

El gesto de su rostro indicaba que su determinación era firme. Le colocó una mano en el hombro y le sonrió. Habría que tener cuidado, pero al menos no les engañarían. No si Kevril podía evitarlo.

- Nada de eso, yo voy a sacar rédito de todo esto y si estás en el medio más vale que tú también. Es lo justo, además no estoy contratando un mercenario. Tómalo como una ayuda mutua, tú me ayudas a conseguir dinero para mi familia y yo para la tuya. Ahora bien, mañana me tengo que encontrar con estos tipos. Te veo aquí luego de desayunar, quedamos en encontrarnos en mi depósito. Ya sabes, del lado sur y a altura 13.

El viejo mercader se pone de pie y con una sonrisa da la visita por terminada

- Me disculparás pero necesito ir a hablar con algunos acreedores, la compra resulta costosa así que tuve que pedir algo prestado para completar el precio.

- Esta bien, Oscar, esta bien - Kevril sonrió. El viejo mercader era un hombre tozudo y siempre muy clásico en su forma de entender cualquier relación entre personas. Algo que hacía que tratase de compensar aunque fuera económicamente a alguien que hacía algo por él. Sin embargo, a la hora de ayudar a los demás no era un hombre que exigiera nada a cambio. Algo un tanto contradictorio, pero desde luego, un comportamiento que no extrañaba a alguien que ya le conocía de sobra como Kevril. - Alli nos veremos. Hasta mañana entonces.

Se levantó, estrechó su mano como sellando el trato y se dirigió hacia los niveles superiores. Esperaba que todo saliera bien. Pero, ¿con qué clase de gente estaba tratando Oscar? ¿Sería legal? No recordaba que el viejo hubiera estado en problemas en el pasado pero... todo aquel negocio había obtenido un turbio cariz.

Llegado el momento Kevril pasó por casa de los Mallaga mientras que Lobo comenzaba el ascenso con quien era su patrón desde hace ya algunas semanas.

Cuando Lobo, su jefe Gallion y otros dos hombres de aspecto peligroso vestidos con cotas de malla, mazos colgando de su cintura y escudo a la espalda, llegaron al punto de reunión Kevril y el viejo mercader Oscar ya se encontraban allí.

Oscar Mallaga, viejo mercader humano de Olkau, es un tipo de aspecto recio pero algo lento al andar a causa de una enfermedad sufrida hace años ya. De hombros anchos y brazos fuertes obtenidos durante su juventud, lleva una barba tan blanca como su escaso cabello y un mangual con dos cadenas de las cuales cuelgan sendas bolas de metal. Junto con se encuentra Kevril, quien lleva una complicada cadena de puas preparada para el combate. Un arma extraña que pocos saben manejar.

Gallion por su parte es alguien más pequeño y que aunque parece tener mejor salud su tez oscurecida cuartada por el camino le hace parecer algo más viejo de lo que es. 50 años quizás. Con él van dos hombres a los que llama Bilas y Marca, A Bilas una cicatriz le cruza el rostro que le deja una permanente mueca de desagrado. Marca es alguien más agraciado, al menos no tiene marcas que lo desfiguren, es algo más alto y de aspecto serio. Junto con ellos está Lobo, con su arco y flechas a la espalda. Bilas y Marca traen un cofre de madera cada uno, grandes pero no tanto como para que alguien no pueda cargar con ellos.

El sitio es un depósito, una bodega de piedra labrada en la montaña. Desde fuera parece un sitio grande que ocupa casi dos niveles de altura de la ciudad y de 8 metros de frente. Uno de los mejores depósitos de la ciudad aunque de acceso complicado a causa de la altura, al comprarlo el mercader se decidió por el tamaño sobre la comodidad ya que los más accesibles se encuentran apenas llegar a Olkau donde los caballos pueden llegar con las mercancías.

Al pasar la enorme puerta de roble el depósito se presenta de unos 20 metros de profundidad, quizás incluso algo más. El sitio tiene varios corredores formados por estructuras de madera que llegan hasta el techo. Hay algunas cajas de madera así como pequeños silos para guardar grano que en este momento se encuentran vacíos. Al entrar Oscar enciende algunas antorchas para iluminar el lugar, ya que sin ventanas resulta tan oscuro como una cueva enana. Al cerrar la puerta tras de sí la oscuridad vuelve a tomar el depósito y tan solo la zona que las tres antorchas de la pared iluminan resulta visible.

- Compañero - saluda Gallion a Oscar con una sonrisa mientras mira a los lados, aquella oscuridad no le gustaba demasiado - No tendrá una mesa? A menos que pretenda revisar la mercancía en el suelo.

Sin demorarse más de lo que sus piernas le obligan el viejo Oscar toma una antorcha y se interna entre los corredores para luego volver arrastrando una pequeña mesa de madera. Mientras tanto Gallion no deja de mirar a Kevril con una sonrisa.

Con la mesa allí el vendedor hace una seña a sus empleados para que dejen los cofres sobre la mesa, lo cual estos hacen rápidamente.

- Antes de ver lo que le traemos, quisiera ver el pago. Y por favor, comprenda que yo llevo la llave de los cofres y me aseguré de que si estos se abren sin la llave su contenido se destruyera.

- Kevril, podrías ser tan amable de traer el dinero? Se encuentra en aquel estante, es un pequeño cofre aunque bastante pesado. Además está demasiado alto para mi. - luego de pasarle una de las antorchas a Kevril el viejo se vuelve nuevamente hacia Gallion y le habla sonriendo - Señor Gallion, no se preocupe. Ya estoy viejo para intentar robar a nadie, nunca lo he hecho y no comenzaré ahora. Destruiría mi reputación y con la guerra no me queda mucho más que ello. Sin embargo debo advertirle, quizás crea que porque yo soy un viejo y Kevril es tan solo un hombre pueda irse con el dinero sin entregar la mercancía, pero aquí la oscuridad lo oculta prácticamente todo y no me atrevería a realizar una compra tan importante sin ciertas garantías. - la amenaza llega siempre acompañada de una sonrisa que contrasta con sus palabras

Me alegre de ir con mi escudo en la mano izquierda y la espada larga sujeta al cinto  envainada por ahora. En esta oscuridad había sido inútil los arcos .

Le hago una seña a Bilas para que se ponga al lado derecho de Gallion , Marca al lado izquierdo , y yo detrás de Gallion .

También me alegre que por ahora los comerciantes fueran humanos , aunque ese tal Kevril tenia pinta de guardaespaldas , y no sabiamos quienes más podían estar apuntándonos. De todas formas enfrente Gallion estaba Oscar por lo que un disparo de frente era imposible.

Kevril miró a un lado y a otro antes de asentir a Oscar. No le gustaban demasiado aquellos tipos, pero debía de conseguir que el trato continuara sin causar problema ninguno. Se acercó al lugar que le había indicado su amigo, y alaró las manos para coger el cofre.

Vaya, sí que era pesado - pensó antes de depositarlo en el suelo, crujirse la espalda y levantarlo de nuevo para llevarlo ante los dos ancianos comerciantes. Una vez hecho eso, hizo el amago de abrirlo, pero miró a Oscar esperando confirmación.