Flecha-de-plomo regresó mientras remendaban al Caminante. Se agazapó junto a los papeles que habían rescatado y les dio la espalda mientras Lágrima-de-piedra se esforzaba en su labor. No fue ella la que le ofreció hospitalidad al Philodox, ni tampoco la que respondió a las preguntas que inquietaban. En cierto punto llegó a parecer que se había quedado dormida abrigada por la espesa mata de pelo negro que ofrecía su forma de lupus.
-Una Furia Negra disidente. Bueno, más que disidente, una hija de puta -respondió Ashley. Miró a Alecto-. ¿Puedo decir hija de puta o es un insulto machista? El caso es que se cambió de bando y provocó la muerte casi toda su manada y de... una de los nuestros.
Alecto la señaló y movió el dedo en el aire, como quien va a impartir instrucción:
-Probablemente es un insulto que es mejor no usar. Dicho esto, sí, es una hija de puta -se encogió de hombros-. Es difícil pensar en ser políticamente correcta cuando pasan estas cosas, aunque su madre no tenga la culpa -suspiró, echándose hacia atrás para apoyar la espalda en la forma mullida de Viviane-. Vamos a tener que organizarnos mejor de lo que lo hemos hecho hasta ahora si queremos llegar al fondo de todo esto y solucionar algo.
Viviane echó las orejas hacia atrás al notar el peso de alguien. Abrió los ojos un momento y volvió a sumirse en ese estado de apatía.
-Bueno, ya sabemos más o menos a lo que nos enfrentamos. Sólo necesitamos granadas o algo así.
-De cualquier manera, lo que necesitamos hacer ahora es reponernos. Cuando Donny acabe con lo suyo y Paso se recupere, entonces nos ponemos con el tema de los otros establecimientos, ¿entendido? -dijo Ashley-. Lo de quemar cosas no me ha parecido tan mal.