Partida Rol por web

Ashley observó con incredulidad cómo a su atacante le rompían el cuello. Algo se removió en su interior. ¿Pero qué acababa de hacer Viviane? ¡Cuando dijo que fuese dura con ella no se refería a aquello!

Tardó un instante en percatarse de que estaba en frenesí. En ese momento ya no importaban los fomori ni los Danzantes. Si no detenía a su compañera, iba a matarlos a todos. Pasó por encima del cuerpo de Leigh y abrazó a Viviane para apartarla de los demás y llevarla al suelo. Con todo su peso encima confiaba en poder inmovilizarla mientras Donny se ocupaba del resto de enemigos.

-¡Viviane! -gritó-. ¡Viviane, aguanta! ¡Piensa, joder!

Durante un instante, mientras sentía cómo la carne del Danzante se desgarraba, la theurge disfrutó como nunca se había permitido de la gloriosa sensación de ser poderosa, de ser fuerte, de poder enfrentar con su propia monstruosidad a monstruos como aquellos, de atacar el fuego con fuego. Durante un instante, breve, inconexo e irracional, creyó entender y aceptar todo lo que sus compañeros parecían empeñarse en demostrarle que era cierto y bueno, la parte salvaje de su ser, la cruel belleza de ser un garou. Por un instante, Kate se llegó a plantear que quizá todo el daño que aquel poder pudiera provocar podía ser realmente compensando por todo el bien que se podía conseguir con él.

Por un efímero instante, hasta que se dio la vuelta y contempló, en medio de su brumosa epifanía, cómo Viviane se levantaba dominada por toda aquella rabia y remataba a Leigh como si fuera un ciervo más: con eficacia y limpieza. Dos sacudidas... y la chica nueva con la que no había llegado a tener tiempo de congeniar caía al suelo a plomo, muerta.

Muerta.

La theurge se tambaleó, demasiado conmocionada. Con toda su estatura y corpulencia de Crinos se dobló en dos y vomitó como si su cuerpo fuera un trapo mientras el horror de ser lo que era le constreñía las entrañas con más fuerza que nunca después de haber estado a punto de creer que podía llegar a aceptarse.

Tommy terminó de desgajar a los otros dos fomori antes de perder el aliento por lo que acababa de ocurrir. Dejando caer el Gran Klaive a un lado se arrodilló junto a Ashley y a Viviane y puso sus garras sobre la cabeza de la segunda. El flujo de Gnosis apaciguó su Rabia y curó gran parte de sus heridas. Las balas de plata salieron del pecho y parte de las quemaduras se curaron.

-Lo siento -dijo el Hijo de Gaia con voz grave. Fue tambaleándose hasta sus compañeros. Excepto Convence-a-los-espíritus, que yacía en el suelo en forma Homínida, los demás estaban en pie curándose unos a otros como podían-. Vigilad la Umbra. Pueden volver pronto. Pero no los sigais. Seguro que al otro lado hay Perdiciones.

Nikos había corrido a desatar a los prisioneros incluso con el pecho rojo de sangre por las balas de plata. Llamaba a su madre, pero no había ni rastro de Dánae. Eran Grita, la Fenrir, y Rastrea-y-caza. Al menos habían logrado salvar a dos Buscadores, aunque distaban de estar sanos y salvos.

A la Ahroun le habían quemado la mitad de la cara con algún tipo de ácido y tenía la piel llena de burbujas rojas y brillantes. Rastrea-y-caza había perdido varios dedos de una mano y donde debería estar la oreja izquierda había sólo un agujero horripilante. Los Sanadores, después de ocuparse de sus propias heridas, intentaron curarlos a ellos. Tommy se tambaleaba de un lado a otro. Seguía tan herido como al principio, pero estaba tan aturdido que no se había preocupado por curarse siquiera.

Al ver que ya no había peligro, Ashley se puso en pie y dejó que Viviane hiciera lo mismo. Cambió a Homínida y apretó la mandíbula al ver a Leigh tendida en el suelo. ¿Por qué le estaban entrando ganas de llorar? No sentía ningún amor por la escocesa. La había despreciado. ¿Por qué se sentía tan mal, entonces? ¿Por qué se sentía culpable por lo que le había pasado?

Miró a Viviane, que acababa de asesinar a una chica inocente, a una de los suyos. La Ragabash le había dado la razón sobre lo de Leigh. ¿Podía el destino ser tan cruel?

-Viviane... -dijo con voz temblorosa. Las heridas le dolían. Tenía el brazo izquierdo hecho una pulpa repugnante, pero al menos el hueso estaba bien. La herida del cuello sangraba, recordándole una mucho peor que le había infligido su propio padre-. Viviane, levanta.

Sangre. La boca le sabía a sangre. No a sangre rancia o putrefacta, sino normal, como cuando te sangraban las encías. Era extraño. La plata había salido de su cuerpo, de modo que sólo se sentía magullada y dolorida, y cansada. Muy cansada. Esperó varios segundos todavía tendida en el suelo, regenerándose, a pesar de escuchar la voz de Ashley. La miró de soslayo y entonces se levantó. ¿Por qué estaba en forma homínida? ¿Habían acabado con todos los enemigos?

Ella también cambió, recordando cómo había caído al suelo acribillada a balazos junto a Leigh y después...

-Leigh... -musitó, paladeando el sabor metálico de la sangre-. ¡LEIGH!

Sus ojos buscaron el cuerpo de la Galliard con desesperación, ignorando las siluetas borrosas que eran todos los demás. Temblaba de rabia, de dolor, de impotencia... Estaba allí, tirada de forma antinatural encharcando el el suelo con su sangre tibia. No se movía y era culpa suya. ¿Por qué nadie lo había remediado? ¿Por qué nadie había echo nada?

Se acercó con las manos extendidas hacia ella, notando como las fuerzas se le evaporaban del cuerpo como si se las estuviesen drenando. Las lágrimas se resbalaban por sus mejillas, y cada vez era más y más consciente de la catástrofe que acababa de causar. No había sido un Danzante o un fomori, había sido su compañera de Clan.

-Leigh... Lo siento. Lo siento, lo siento, lo siento... -musitó arrodillándose a su lado, abatida.

Pero no había palabras suficientes en el mundo para pedirle perdón ni para justificar lo que había hecho.

Leigh se levantó y se lanzó contra Ashley. Estaba dispuesto a intervenir para que la Philodox no terminase muerta ni nada, pero Viviane también se levantó. Se volvió para encararse con ella, dispuesto a reducirla en cuanto Viviane se lanzase sobre él. Ya había pasado al revés.

Pero Viviane pasó de largo y sacudió a Leigh como si fuese un juguete de perro. La nueva estaba muerta y el Ahroun no tenía ni puñetera idea de cómo había pasado.

Tardó un rato en darse cuenta de que Viviane había vuelto en sí y estaba inclinada sobre Leigh. Era Viviane, que no por nada era Ragabash, la que le había mostrado los riesgos de su propia Rabia. Se dio cuenta de que ese era el peligro que corría constantemente, contra lo que Tommy no dejaba de advertirle. En cualquier momento podía írsele la cabeza y cargarse a alguien. A Viviane o a Ashley o a Kate.

-Viv, déjalo -gruñó, interponiendo una zarpa entre Viviane y el cuerpo de Leigh para apartarla de lo que había dejado de la Galliard. Menos mal que su voz de Crinos no temblaba.

-Patricia ha caído también -informó Lágrima de Piedra desde su forma Lupus. Tenía las orejas bajas y la cola rígida, y el morro manchado de sangre. Tommy la miró abatido.

-¿Dónde está mi madre? -quiso saber Nikos entre toses.

-Tu madre está con ellos, chaval -dijo el Ragabash apretándose el costado con una mano-. Ha estado con ellos desde el principio. Habéis venido hasta aquí y, ¿sabéis qué habéis conseguido? ¿Cuántos quedan en el Túmulo, chicos listos?

-¡Pero mi madre no puede ser una Danzante! -gritó Nikos, incrédulo-. ¡Ella nunca haría nada de eso!

-Rayo Nocturno nos avisó. Nos dijo que los Danzantes querían despertar algo -dijo Habla-por-la-Armonía.

-Ellos dejaron a Rayo Nocturno libre para que fuese a contároslo. Nosotros también pensamos que estaban intentando despertar alguna Bestia del Wyrm, pero no... Era una trampa. La zorra de Dánae se empleó a fondo para que cayéramos en ella. No supimos la verdad hasta que no dejó escapar a Rayo -Hugh se rascó una costra de la mejilla-. Quieren atacar el Túmulo.

Nikos soltó un gruñido de incredulidad y el Ragabash Adren negó con la cabeza.

-Yo mismo vi cómo los Danzantes le daban a Charlie un estofado de carne y patatas que olía delicioso. Llevábamos casi dos semanas sin comer. Le habían arrancado los ojos, así que no se daba cuenta. Cuando se había comido la mitad, ellos le dijeron entre risas que se estaba comiendo a Mata Perdiciones. Y tu madre era la que sostenía el cuenco y le daba los trozos a la boca.

Viviane no puso oposición cuando Donny la separó del cadáver aunque no podía apartar la vista de su error. No lo había hecho conscientemente pero ahí estaba, y sería una mancha en su espíritu el resto de si vida. Estas cosas se suponía que le pasaban al Ahroun, al protector, al guerrero... No a ella. Se agarró al brazo peludo de Donny para ponerse en pie, tambaleándose y todavía con los ojos inundados de lágrimas. Escuchaba la conversación de los Sanadores a medias, sin apenas prestarles atención hasta que la mención del túmulo le hizo volver a la realidad.

-¿Qué...? -musitó, volviéndose hacia Hugh.

Lo sabía. Lo sabía, se lo había dicho a su madre, que todo aquello no le olía nada bien. Que vigilase el Túmulo porque se iba a quedar vacío... Estúpidos. ¿Por qué no la escuchaban? ¿Por qué no había insistido más o le había dicho a Kate que enviase un espíritu a revisar el Clan? Era la Ragabash, era su trabajo... ¡Ahora estarían todos muertos!

-¡¿Y qué coño hacemos aquí parados?! -gritó, histérica. Donny notó levemente como sus dedos se aferraban a su brazo todavía más.

Suficientes desastres había causado ya. No iba a perder el tiempo en llorar los errores cuando el Clan entero estaba siendo arrasado. Cambió a lupus y echó a correr hacia su moto.

-¡A los coches! -ordenó Tommy yendo a recoger su klaive y el cuerpo inerte de Leigh para cargárselo a la espalda-. ¡Vamos!

-Kate -dijo la Fenris caminando hacia la Furia Negra-. Ahora no. Vámonos. Tenemos que defender el Túmulo.

Ashley entendía por qué Kate estaba así y lo que debía de sentir, pero como le estaba diciendo, no era el momento. Había que pelear un poco más. La vida del Garou era una guerra sin fin y no había tiempo para descansar. Sobre todo cuando tu hogar se encuentra en peligro.

-¡Espera!

Donny se volvió hacia los otros mientras el suelo se acercaba a toda velocidad. Dejó las huellas de las patas delanteras de su forma de lupus en la sangre de Leigh. Corrió detrás de Viviane y prácticamente saltó sobre ella y la agarró del brazo.

-Tú me llevas. Pero tenemos que hacer una parada en la ciudad.

Donny llevaba un calcetín lleno de monedas para cuando necesitaba llamar por teléfono.

La Ragabash miró a Donny atónita.

-¿Qué? ¿Por qué? ¡Van a asaltar el Clan! ¿Qué tienes que coger? -protestó a los pocos segundos, sin apenas pararse a pensar.

La cara de Donny dibujó el retrato de un gruñido. Los tiempos de guerra y eso. Pero no era el momento. De los dos tenía que ser el que mantuviera la calma y evitar que acabasen muertos en una cuneta.

-Vamos a buscar una cabina para avisarles. Y ahora muévete. No hay tiempo.

Le dio un suave empujón hacia la moto, que aún así fue más brusco de lo que había pretendido.

Viviane hizo lo que le decía. Tenía sentido: avisar por si todavía no estaban allí. Se subió en la moto, espero a que Donny hiciera lo mismo, y arrancó sin apenas pensar en el resto.

Entre arcada y arcada, en algún momento, Kate había vuelto a su forma homínida y se había sentado en el suelo de forma inconsciente mientras se dejaba arrastrar por su torrente de pensamientos. El dolor que Mary, a la que tanto quería, iba a sufrir cuando supiera lo de Leigh, la hija a la que apenas acababa de reencontrar. Todas las consecuencias que su muerte iba a tener. El hecho de no haber llegado a conocerla a penas y el recuerdo, demasiado fresco, de cómo Ash desde el principio la quería fuera de la manada, como si fuera un estorbo y cómo Viviane había estado tácitamente de acuerdo con ella....

La voz de su alfa la devolvió a la realidad. Kate levantó la cabeza y la miró. Apartó la mirada hacia otra parte un segundo después, incapaz de mirarla a la cara a ella o a Viv. No era de las que hacían ese tipo de reproches, y ciertamente, no era el momento, pero no podía evitar pensar que ahora su alfa ya no tendría que preocuparse por la "chica nueva". Viv se había encargado del problema, ¿no?

Intentando relegar tan poco amables pensamientos a un rincón de su mente se levantó sin decir nada, con apenas un asentimiento de cabeza para demostrar que la había oído y lo sabía. Se sacudió los pantalones y siguió a los Sanadores hacia los coches. Mal que le pesara, mal que le asqueara, mal que acabara de confirmar una vez más cuán monstruosa era o podía llegar a ser, era una Garou. Y defender el lugar en el que había llegado a sentirse como en casa junto a Ismene y el resto de Furias era un deber que no iba a eludir, aunque no tuviera más remedio que combatir el fuego con fuego.