-Gracias, pero no hace falta. Dice que sabe cuidarse solo -dijo en un tono burlón y amargo-. Pero si no te importa, le daré tu teléfono por si pasa algo.
-Soy un sin techo. No tengo teléfono.
Donny no comprendía qué le pasa a Viviane, pero estaba muy lenta aquel día.
-Ya sé que no tienes teléfono. El de tu casa. Por si tú estás en la ciudad y yo tengo que ir cagando leches.
-No sé si me pillarás allí, pero vale. Apunta.
Donny tardó un rato en acordarse del número, y cuando se lo dijo no parecía del todo seguro de que fuera el correcto.