Partida Rol por web

23 de noviembre de 2000 - 17:00

Tan pronto como anocheció, el disco lunar casi oculto emergió de entre las nubes y Canción, el Galliard Anciano, llamó a Alecto para que superase su prueba. Habían acudido a la zona de asambleas, donde la gran hoguera crepitaba caldeando el ambiente, ya gélido ante la cercanía del invierno.

Todo aquel que quiso pudo acercarse para presenciarlo. El Clan había tenido que soportar las horas de interminables aullidos y estaba deseoso de contemplar el resultado. Después de todo, se trataba de la elección del siguiente Maestro del Aullido.

El Galliard esperó a que todos callasen para hablar. Incluso en su forma lupina, sus ojos poseían una elocuencia increíble, capaz de transmitir los matices humanos mejor que los propios homínidos en sus formas.

-Os he hecho llamar para que probéis vuestra valía como intérpretes. Los Galliard somos los cantantes y bardos, la memoria y la inspiración de Gaia y la Nación Garou; nuestra es la responsabilidad de que ninguna muerte sea olvidada ni en vano. Las historias de nuestros ancestros seguirán vivas por siempre mientras haya un Galliard que la cuente. Somos los encargados de mantener la inmortalidad de nuestros héroes y de enseñar a las generaciones futuras. Todos deben saber que sus sacrificios no serán olvidados, sino recordados e interpretados con la mejor voz existente. ¿Cuál es la mejor voz de este Clan? ¿Quién puede aceptar la responsabilidad de abrir el Consejo cada luna? Alecto Tres-Acordes afirma ser capaz de hacerlo. Muéstranos lo que conoces, Cliath. Emociona a tu audiencia.

Alecto escuchó con atención las palabras del Galliard. Estaba menos nerviosa de lo que había esperado, y mucho menos de lo que había estado días antes, a la espera de aquel momento. Aquella mañana había incluso acudido a meditar al corazón del clan, donde había repasado mentalmente los consejos que había recibido de la Galliard de su antiguo clan y los de Eckart Aullido-de-gloria. Cuando Canción le cedió la atención de los presentes se irguió, notando el peso tranquilizador de Awen a la espalda. Cerró los ojos, notando que los nervios volvían, y llenó los pulmones, alzando el rostro al cielo. Sabiendo que no era su mejor aullido pero queriendo demostrar su versatilidad, comenzó con el Himno de Guerra.

Los pulmones de Alecto le permitieron alzar un aullido atronador y hermoso, pero nada parecido a lo que podía llegar a emitir. Los presentes parecieron animados, pero no emocionados. La manada de Delfín, que escuchaba desde una esquina, murmuró algo y su alfa se levantó para proponer algo:

-Con todo el respeto, creo que soy capaz de hacerlo mucho mejor. Si lo que se está eligiendo es al Maestro del Aullido, yo también quiero participar.

Beso-de-fuego soltó otro Himno de Guerra igual de potente, pero menos esforzado. Con una sonrisa se separó de sus compañeros y entró en el círculo para acercarse a Alecto.

-Creo que es un desafío justo. Veamos quién es el mejor de los dos -concedió el Lupus.

Alecto asintió, aunque por dentro estaba agarrando a aquel capullo de las solapas y sacudiéndolo. Todavía no habían acabado de deshacer las maletas y ya estaba metiéndose en asuntos ajenos. Intentó relajarse. Iba a necesitar toda su concentración para aquello. A su favor tenía que aquel aullido con el que había empezado apenas reflejaba sus habilidades. Si creía que aquello era lo mejor que podía hacer, estaba muy equivocado. Miró hacia su manada. Su presencia le infundía ánimos, pero no quería ni pensar en la posibilidad de quedar en ridículo delante de Viviane. Miró hacia Alroy y asintió con una sonrisa, como para indicar que estaba conforme con su reto y que esperaba que ganara el mejor.

Estaba acojonada.

Para su primer aullido pasó a lupus, escogiendo la Endecha por los Muertos. Tampoco era su mejor aullido, pero lo conocía mejor que el Himno de Guerra y se notó. Era un aullido que el clan había oído hacía poco tiempo, y puso en él todo el respeto y la fuerza que pudo encontrar en sí misma. Cuando terminó sintió que el ánimo le subía un poco; aquel había mejorado bastante, aunque aún estaba lejos de lo que podía hacer.

Viviane sabía que su Galliard podía hacerlo mucho mejor. Había hecho un buen aullido, pero no lo suficientemente impresionante. Todavía recordaba con un escalofrío aquella intervención durante el Consejo, cuando los dejó a todos helados y obnubilados con su preciosa voz. Ese era el tipo de aullido que necesitaba para lucirse. Pero de repente la situación dio un giro inesperado cuando Alroy se levantó pidiendo participar. Los ojos de la ragabash se clavaron en su nuca con el deseo impreso de arrancarle el pescuezo de un bocado, un impulso que encontró tan satisfactorio como extraño y ajeno. Cerró la boca (después de darse cuenta de que la había abierto) y sacudió la cabeza respirando profundamente varias veces. Sí, parecía un trato justo pero no lo era. Daba toda la impresión de que lo estaba haciendo por joder, ya que su aullido de presentación, desde luego, no había sido tampoco espectacular. Ceñuda y mascullando por lo bajo, se esforzó por centrar la vista en Alecto. Deseó tener acceso a Radio Tres-acordes para decirle unas palabras de ánimo, pero cmo eso no era posible, esgrimió una sonrisa algo preocupada en su dirección. Toda la manada confiaba en ella. No podían dudar.

Alroy la imitó y su aullido fue igualmente deslumbrante, más confiado y demostrando que no había mostrado sus capacidades del todo. No obstante, había sido ligeramente inferior a Alecto en aquel primer choque. Entristecido, ya fuese por la Endecha o por el resultado, decidió cambiar de registro y lanzar un Cántico del Desafío.

Cuando le pidió a Canción la oportunidad de ofrecerse como nueva Maestra del Aullido, el Galliard le recordó que debía poder usar cualquier tipo de aullido en cualquiera de sus formas. Alecto estaba decidida a mostrarle que era capaz de eso y más. Volvió a cambiar, esta vez a Hispo, una de las formas que menos acostumbrada estaba a adoptar. Se sacudió el pelaje negro y se preparó para devolverle el Cántico del Desafío. Si de algo le sobraban ganas en aquel momento, era de desafíos...

Después, para su tercer aullido, escogió la Llamada de Caza. También estuvo lejos de ser brillante y se maldijo por ello, pero se alegraba de no haber fracasado estrepitosamente en su última forma, algo que había sucedido más de una vez en las prácticas y por lo que se había pasado más de un rato tumbada con la cara contra el suelo lamentándose del largo camino que le quedaba por recorrer para ser la mejor Galliard del mundo. Pero daba igual. Todo aquello iría en sus memorias, incluído el día que le rapó el tupé a Alroy Beso-de-Fuego.

Sí. Eso, definitivamente, también iría en sus memorias.

Viendo que Alecto le superaba, Alroy alzó la voz y soltó en Lupus un aullido que parecía que fuese a romperle el pecho. Los presentes contuvieron el aliento, asombrados, y el propio Canción levantó las orejas. Los dos habían demostrado ser capaces aulladores, Alecto algo mejor que el Fianna, pero ahora había dejado a todos sin palabras con aquel aullido. Si Alecto quería recuperarse, tenía que demostrar su verdadera valía.

Alecto apretó los dientes. ¿Qué se había creído aquel tío? ¿Que podía llegar allí en dos días meterse en el examen de otro como si tal cosa? ¿Con su manada guay? ¿Y su tupé? ¿Y su guitarra? ¿Y su nombre estúpido? Le devolvió el aullido llena de coraje. Tenía que volver a su forma homínida, porque la sangre le hervía y aquello no podía ser bueno.

Cuando acabó miró de nuevo hacia su manada. ¿Qué estarían pensando? Estaba ofreciendo un espectáculo muy por debajo de sus capacidades y no sabía porqué. Estaba muy, muy cabreada con aquel imbécil. Pero también estaba muy cabreada consigo misma. 

Alroy entonó el mismo aullido que Alecto, pero su voz falló y eso fue todo lo que necesitaban. Ashley soltó un grito de júbilo desde su asiento y también Dorotea y Hannah. El Fianna bajó la cabeza y pasó a Homínido con una sonrisa derrotada.

-Bueno, ha ganado el mejor. -Le tendió una mano a Alecto-. Pero ha sido divertido.

-Alecto Tres-Acordes, eres la nueva Maestra del Aullido -pronunció el Anciano.

Alecto pasó a homínido y tuvo que esforzarse al máximo para no saltarle los dientes. En vez de eso le agarró la mano y se la sacudió con fuerza en lo que podría haber sido un saludo demasiado efusivo. Le castigó la mano durante los tres segundos de rigor y luego se volvió hacia Canción, inclinando la cabeza humildemente:

-Seguiré trabajando a diario y mejorando para hacer honor al puesto -dijo agradecida. Luego se volvió hacia su manada y sonrió tímidamente. Desearía haberlo hecho mejor, pero lo hecho, hecho estaba. 

En el momento en que anunciaron a Alecto como la nueva Maestra del Aullido, Viviane comenzó a dar pequeños saltitos en el sitio con los puños cerrados y mordiéndose los labios. Los segundos de espera se hicieron eternos hasta que Alecto se volvió hacia ellos, y el otro Galliard se volvió una mancha borrosa y desapercibida, igual que las ganas que tenía de partirle la boca. Alecto había sabido ponerle en su sitio, como correspondía. Sin pensárselo, echó el sprint de su vida adelantando a Ashley para saltar sobre la nueva Maestra de Aullidos con un grito de júbilo.

-¡Tenemos a la mejor Galliard del mundo! -chilló enganchándose a ella como una fan enloquecida justo antes del gran concierto, pegando saltos sin parar.

Ashley pasó a Lupus mientras corría y saltó sobre Alecto, derribándola a ella y a Viviane en el proceso. La cubrió de lametones y de babas (algunos también le llegaron a la Ragabash) y ladró con alegría mientras movía el rabo con tanta fuerza que parecía que fuese a desenroscársele.

Alecto consiguió resistir el golpe de afecto de Viviane, pasándole una mano alrededor de la cintura. Había quedado muy bien y estaba a punto de dedicarle una sonrisa de película cuando un montón de kilos en forma de Ashley las arrastraron al suelo. Alecto levantó una mano hacia el cielo con el puño cerrado:

-¡El Maestro Astilla está complacido! -dijo triunfante, todavía agarrando a Viviane con la otra mano.

Sueño siguió los pasos de Ashley pero sin lanzarse encima de las tres, moviendo el rabo, dando lametones, dando saltitos al rededor de las tres y ladrando de vez en cuando, celebrando así el triunfo de la Galliard.

- ¡Enhorabuena! ¡Ha sido genial!

Viviane se levantó con un enérgico salto, tendiéndole la mano a la recién Maestra del Aullido.

-¡Bueno! Esto se merece una juega Fenris en toda regla -comenzó, palmeando el lomo de Digna-hija-, pero creo que la situación no está como para sufrir otra resaca, ¿eh, Sueño?. Así que propongo salir a cazar una presa excelente y darnos un pequeño festín esta noche. ¿Qué os parece, Delincuentes Lupinos?

-Apruebo el plan, pero tengo que decir que soy de la opinión de que las resacas son una parte indispensable de la vida y hay que sufrir tantas y tan a menudo como sea posible. Aunque antes me gustaría buscar a Leda para que me haga el rito de reconocimiento... otra vez -dijo, y bajando la voz añadió-. Estoy que me salgo últimamente, sabía que Murray sería una buena influencia...